Probablemente, Rafa Benítez sea uno de los cinco mejores entrenadores. Su meticulosidad en el trabajo, inteligencia y constancia le han convertido en un ídolo para los aficionados del Liverpool.

No hay duda de que Benítez es un gran profesional que vive por y para el fútbol. Por eso, es muy llamativo que con los años que lleva en esto del fútbol aún no haya aprendido a manejar a su grupo de trabajo correctamente y a lavar los trapos sucios en casa.

Según cuentan, la convivencia con él no es fácil, y mucho menos ahora con los éxitos que ha cosechado. En Valencia tuvo problemas con el entonces director deportivo, Jesús García Pitarch, y con los dirigentes del club. Su «pedí un sofá y me trajeron una lámpara» fue por entonces un de sus dardos más famosos.

Ya en Liverpool, dos de sus hombres de sus colaboradores más estrechos, José Manuel Ochotorena y Paco Aiesteran, decidieron dejar Anfield. Se excusaron en su falta de adaptación, pero lo cierto es que sus relaciones con Benítez se tensaron.

Luego vino la ruptura con Xabi Alonso, que forzó su salida del Liverpool por un desencuentro con el técnico madrileño, quien le puso impedimentos cuando el medio vasco le pidió permiso para asistir al nacimiento de su hijo en la previa de un partido de Champions contra el Inter.

«El fútbol es lo primero», se limitó a decir Benítez al ser cuestionado por el asunto. Y su último desencuentro sonado ha sido con Albert Riera, un futbolista al que él mismo avaló.

«Llevo dos años aquí y sé como es. Nunca ha arreglado la situación de un jugador hablando con él. Él cree que es el que manda y a lo demás hace oídos sordos. El diálogo con los jugadores es prácticamente nulo», ha afirmado Riera sobre el entrenador español.