Es complicado intentar explicar lo que le sucede al Atlético de Madrid, un equipo que no tiene medida. A orillas del Manzanares toso es blanco o negro. Impresiona la extremada facilicidad con que los rojiblancos pasan del éxtasis al desastre.

Hace poco más de una semana que vencieron al Barcelona en lo que se presuponía un salto calidad definitivo para intentar alcanzar los puestos europeos. Pero presuponer algo en relación al Atlético de Madrid es como acertar una quiniela de 15. Misión casi imposible.

La espiral de ida y vuelta en la que se encuentra siempre inmerso el conjunto rojiblanco me recuerda a la película Atrapado en el tiempo, donde Bill Murray está condenado a vivir, una y otra vez, en El día de marmota. Eso es lo que está experimentando en sus carnes Quique Sánchez Flores, atrapado en un túnel en el que, según lo que comentó ayer tras la derrota ante el Almería, divisa una salida.

«Tengo la sensación que cuando hemos hecho todo lo que debíamos hacer para ganar y no ganas hay que cuidar el resultado. Se debía cerrar como debía. El 0-0 era válido y el 1-0 nos deja un sabor amargo, pero deja una buena sensación«, dijo. Veremos si es verdad que el técnico madrileño es capaz de colocar al Atlético en el camino de la estabilidad.