‘Lo que escondían sus ojos’, un amor de escaparate

Las miniseries de época de producción propia son una de las apuestas más ganadoras de los canales de televisión, que cosechan éxitos con producciones recientes como Gran Hotel, El tiempo entre costuras, Isabel o La Señora. No es de extrañar, pues, que Telecinco haya querido seguir esta estela de aceptación asegurada aunque añadiendo un elemento de riesgo extra que ha sido interpretado de formas diferentes.

Ese giro de tuerca es presentarnos el principio del régimen franquista desde el bando de los ganadores y no del de los vencidos, mucho más trillado a nivel audiovisual y literario. Para ello se han inspirado en la novela ‘Lo que escondían sus ojos, de Nieves Herrero, que ficciona esa parte oscura de la historia de España desde el amor prohibido que se profesaron en la vida real el ministro de Exteriores Ramón Serrano Suñer y la marquesa de Llanzol, Sonsoles de Icaza.

Este gesto ha suscitado una campaña en Change.org con más de 38.938 firmas exigiendo la retirada de la serie, cosecha en paralelo audiencias aceptables. Y demuestra que las dos Españas siguen más vivas que nunca, o que siempre.

Pero sin entrar en cuestiones políticas y respetándolas al máximo, pues son los sentimientos y heridas de un país, ni tampoco en si la ficción presentada es más o menos respetuosa con la verdad histórica, esta serie tiene faltas estrictamente televisivas.

La primera, la elección de sus protagonistas, dos guaperas de manual pero que no aportan lo que deberían a estos dos papeles, complejos y que vivieron un verdadero laberinto de pasiones en un entorno hostil y restrictivo al máximo. Ni Blanca Suárez ni Rubén Cortada están a la altura esperada de una producción que aspira a dejar huella en la televisión y que hace unos meritorios esfuerzos de ambientación y vestuario. Eso sí, luciendo palmito son los mejores y bien se merecen la audiencia.

Por suerte, la falta de oficio de ambos la suplen secundarios. Emilio Gutiérrez Caba, sin estar brillante, convence en su papel de marido de la marquesa. Lo mismo sucede con el intérprete Javier Gutiérrez, que se pone al frente de uno de los personajes más difíciles de encarnar en este país, por motivos obvios. Su interpretación de Francisco Franco no cae ni en la parodia fácil ni en la excesiva verosimilitud, lo que aporta credibilidad a su papel.

Esta historia de amor llenó de chismes los mentideros de la época dentro de una élite que vivía al margen de la miseria y la destrucción de la posguerra. Ver ese mundo aparte desde la ficción también da sentido a la existencia de esta serie por lo que supone de dar visibilidad a algo que también ocurrió en la vida real. Que cada televidente saque la conclusión que crea conveniente de esta puesta en escena poco común en la televisión española y, por ello, también necesaria.

1 comentario

  1. Dice ser Ignotis parentibus

    un amor de escaparate
    Que cuerpo mas bonito tenían todas las manikies de cartón piedra.

    18 diciembre 2016 | 13:17

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