Nuestros Reyes han llegado a Oporto pisando fuerte. Letizia, puede que inspirada por el contraste de los azulejos del país vecino, ha rescatado del ultra fondo de su ropero el Varela que vistió en la boda de Guillermo de Dinamarca, en color nude y con flores en guipur en rosa empolvado.
Ha repetido cartera pero ha cambiado la sofisticada pamela, que en su día fue la sensación, por unos guantes en color ciruela, a juego con el vestido y se ha calzado sus estupendos Prada con un sofisticado animal print que estrenó en la pasada Feria del libro. La guinda del pastel han sido los pendientes, de perlas y bisutería, que no termino de saber si me gustan o no. Así de lady se paseó por la exposición de Miró en la Fundación Serralves.
Nuestras majestades no han tenido tiempo para relajarse mucho. A la noche les esperaba una cena de gala en el Pazo dos Duques de Bragança. Allí, entre bailes tradicionales y sobre una alfombra roja, nuestra reina ha coincidido con su colega de ex profesión Sara Carbonero, que estaba en las lista de las 150 personalidades invitadas, acompañada por su marido Iker Casillas.
El dress code era traje largo y para la ocasión la consorte lució uno de sus mejores, el de Carolina Herrera en tul y encaje con cola que vistió en su primera puesta de largo tras la coronación del Felipe VI en 2014. Esta vez la reina prescindió de su tiara, pero no de sus pendientes, los que los reyes eméritos le regalaron por su boda con diez diamantes engarzados en platino, los acompañó de su brazalete de inspiración griega de Bulgari. Letizia lució la banda roja de la Orden de Cristo y un broche con motivo de corazón a juego con sus labios color escarlata. Aún sin corona siguió siendo la más elegante de la fiesta.
El modelo de Sara Carbonero en blanco y negro con una cenefa central no me ha gustado nada, me parece un poco excesivo, y eso que además de percha la ex comentarista deportiva tiene una belleza natural impactante y bien proporcionada pero, puestos a elegir, la reina de la fiesta fue nuestra Leti.
**Fotos: Gtres