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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Intolerancias alimentarias o como “tocarte los talones”

Prueba del talónCuando nace un bebé, al menos en nuestro entorno, se realizan una serie de protocolos para comprobar su estado de salud. Entre los primeros figuran el comprobar que el bebé es capaz de respirar por sus propios medios (de ahí la estampa icónica de esperar a oír su llanto, señal de que respira) y otro de ellos es contrastar el reflejo de búsqueda u hociqueo. Es decir, contrastar si con la estimulación de la zona cercana a la boca el recién nacido busca el contacto con la boca de aquello que le toca y al mismo tiempo realiza movimientos de succión con la boca, muestra inequívoca de que está preparado para comer “por sus medios”.

Dentro de estos protocolos que se llevan a cabo en los primeros instantes de vida o en las primeras horas, figura también la denominada prueba del talón. Esta consiste en obtener una pequeña muestra de sangre del bebé con el fin de descartar una serie de trastornos metabólicos mediante su análisis. Estas comprobaciones suelen estar encaminadas a detectar determinadas condiciones en los neonatos que son poco comunes, pero que al mismo tiempo suelen ser graves o van a condicionar de forma importante la realidad de esa nueva personita. Pocos saben que una de esas pruebas que se realizan con la muestra de sangre consiste en descartar una intolerancia alimentaria.

En concreto se trata de detectar si el niño padece fenilcetonuria una intolerancia de carácter enzimático (y trasfondo genético) por la cual las personas que la padecen no pueden procesar un aminoácido llamado fenilalanina y que está presente de forma habitual en las proteínas de no importa que origen alimentario. En estas circunstancias y muy en resumen la fenilalanina no puede ser “procesada”, se acumula, aumenta su concentración en la sangre y puede ocasionar lesiones cerebrales, causando un retraso mental grave. No voy a entrar en mayores detalles sobre este tema (quizá en otro post) y baste decir que he traído a colación este ejemplo para poner de relieve cómo se realizan las pruebas diagnósticas conducentes a la detección de intolerancias.

Tal y como puse de relieve en este post (¿Crees que hay algo en lo que comes que te sienta mal?) la detección de las intolerancias se realizan una a una ante la sospecha (o la posibilidad como es el caso de la fenilcetonuria) de encontrarnos ante una intolerancia alimentaria. Es decir, las intolerancias alimentarias, que pueden tener distinto origen (mecanismos enzimáticos, farmacológicos o indeterminados) se averiguan individualmente con la(s) prueba(s) diagnóstica(s) pertinente(s) que la pongan de relieve. Vamos con un ejemplo, si de alguien se sospecha que es intolerante a la lactosa, se le hace la prueba pertinente para diagnosticar esta intolerancia (normalmente el análisis de la cantidad de hidrógeno en aire expirado tras una sobrecarga con este disacárido); si se sospecha que se puede tener fenilcetonuria, se le hace el análisis genético pertinente que se contrastará con ulteriores análisis de sangre y orina; si se sospecha de otra intolerancia como la galactosemia, lo mismo, es decir, las pruebas pertinentes en cada caso; y así un largo etcétera.

En resumen hasta aquí y para que nos quede claro:

Intolerancias

Lo digo porque ya vale. Ya vale de que nos toquen los cojones, que no los talones, con pretendidos sistemas que no son precisamente baratos y que juegan con la desesperación y credulidad de la población. Me refiero a todos esos sistemas que bien por bioirresonancia (menudo palabro) o bien mediante el análisis (genético o citotóxico) de una muestra sangre que traté en todas estas entradas con bastante detalle, nos tratan de hacer creer que las intolerancias alimentarias se pueden diagnosticar «a saco»:

 

Retomo ahora este tema Intolerancias Herbodietéticapor dos motivos, el primero porque a mi parecer la proliferación de todos estos análisis magufos de intolerancias alimentarias está empezando a ser preocupante. De camino entre mi consulta y mi casa (apenas 1 kilómetro) me cruzo con al menos cuatro establecimientos (una herbodietética, dos farmacias y un Naturhouse) que ponen a disposición de sus “clientes” impacientes sendos análisis masivos de intolerancias alimentarias.

También he podido comprobar que esta proliferación se acompaña de una rebaja en los precios significativa con respecto a hace años, señal, quiero pensar que la cosa se esta vulgarizando lo suficiente y que ante la falta de clientes, la bajada de precios puede ser un buen reclamo para los incautos. Quiero pensar también que es la vía natural de extinción de este tipo de «análisis» y que un día, a fuerza de que su inutilidad sea de dominio público, estos sistemas queden relegados a nichos similares a las consultas del tarot, la quiromancia o la astrología y su horóscopo. No confío en que terminen de desaparecer, pero de esta forma auguro que en un futuro espero no demasiado lejano, la mayor parte de la gente ya sabrá de qué palo va esto de la detección masiva de intolerancias alimentarias. Y ya sean análisis a un euro o a trescientos, la tomadura de pelo estará más localizada.

Si esto de las intolerancias funcionara como algunos desalmados nos las tratan de colar, que digo yo, qué es lo que costaría que en la conocida como «prueba del talón» se hiciera un análisis de tooooodas las intolerancias alimentarias y tener ya, desde recién nacido, un mapa de las chorrocientas intolerancias alimentarias que luego ya de mayores nos tratan de encasquetar en algunas herbodietéticas, farmacias o clínicas. Establecimientos en los que, curiosamente, entre tanta intolerancia que supuestamente detectan no se incluye la de la fenilcetonuria.

Y el segundo de los motivos de esta entrada es porque:

Esta entrada participa en la VI Edición del Carnaval de Nutrición, organizada por el Blog de Nutrición a las 6”

VI Carnaval Nutrición

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Imagen: Stevenfruitsmaak vía  Wikimedia Commons

Los test genéricos de intolerancias alimentarias a partir de una muestra de sangre no son fiables

En la entrada del otro día me quedé con la promesa de abordar el tema de la determinación de intolerancias alimentarias a partir de otros procedimientos distintos de la bioresonancia ya tocados en esta entrada y en esta otra. Más en concreto, hoy voy a  referirme a esos test que a partir de un análisis de sangre le dicen a uno a qué alimentos o aditivos se tiene una intolerancia. Después con un patrón dietético ad hoc en base a los resultados del test se hacen distintas propuestas para abordar el tratamiento o la mejora ante distintas circunstancias patológicas tales como: artritis, autismo, fatiga crónica, malestar general, migrañas y dolores de cabeza, trastornos de la piel, trastornos de reproducción, mejora del rendimiento deportivo y, como no, el control del peso.

La esencia de estos test

En líneas generales estos test a los que me refiero recurren a las denominadas “pruebas de citotoxicidad alimentaria” o “tests de sensibilidad alimentaria” que durante mucho tiempo, en especial es sus orígenes (estamos hablando de la década de los años 50 del SXX) aludían al Test de Bryan.

Las pruebas, muy en resumen, basan su pretendido funcionamiento en el análisis de los cambios que se producen en el número, el tamaño y el volumen de las distintas partículas celulares presentes en el tejido sanguíneo: linfocitos, granulocitos y plaquetas (cada análisis particular, puede utilizar distintos de entre estos elementos) cuando la muestra de sangre es expuesta in vitro a una serie de extractos de alimentos y/o aditivos alimentarios. Tras la extracción de sangre, la exposición a los alimentos y aditivos y su correspondiente periodo de incubación, las células sanguíneas son analizadas y comparada su morfología con la que tenían en origen (antes de la exposición) mediante un instrumento electrónico. Así, toda muestra que presente cambios en la apariencia de las células en observación se interpreta como un resultado conflictivo. Con estos resultados, los alimentos y aditivos que hayan originado algún cambio en las células, se categorizan como causantes de intolerancia y se excluyen de la dieta y el resto permanecen como alimentos tolerados al considerarse no conflictivos. Posteriormente, tras un periodo de abstinencia variable de los alimentos conflictivos estos podrán o no reincorporarse paulatinamente a la dieta.

¿Qué marcas o laboratorios promueven este tipo de pruebas?

Son diversas, entre ellas figuran Test A200, Novo by Immogenics, Test Fis, ImmuPro300, Yorktest Food Intolerance, aunque el más conocido en nuestro medio y desde hace bastante tiempo es  el Test ALCAT® (que en concreto es el acrónimo de Antigen Leukocyte Cellular Antibody Test). La primera constancia personal que tengo de la existencia de este método fue cuando se la oí nombrar a Boris Izaguirre en un programa de “Crónicas Marcianas” (¿se acuerdan?) al que aludió como un auténtico milagro para conseguir adelgazar. Sin comentarios.

Qué dice la ciencia con respecto a estos test

Pues lo tiene bastante claro. En resumen, que los tratamientos basados en los resultados de estos test  son ineficaces y poco o nada útiles para los fines propuestos.

De hecho, no hay ninguna sociedad clínica de prestigio internacional en relación con estos temas que apoye el uso de estos tests de sensibilidad alimentaria para cualquiera de los tratamientos propuestos en base al valor diagnóstico alegado por sus fabricantes y distribuidores. Además, son numerosas las sociedades científicas de todo el mundo que coinciden en advertir que estas pruebas son ineficaces, ya que sus resultados ni son reproducibles ni se correlacionan con la clínica del paciente. Entre ellas destacan la European Academy of Allergology and Clinical Immunology (EAACI), la American Academy of Allergy, Asthma and Immunology (AAAAI), la British Society for Allergy and Clinical Immunology (BSACI), la Australasian Society of Clinical Immunology and Allergy (ASCIA), la Allergy Society of South Africa (ALLSA) y la Societat Catalana d’Al·lèrgia i Immunologia Clínica. Todas ellas desaconsejan su uso en la evaluación de las reacciones de alergia o intolerancia alimentaria y alegan que estas prácticas no tienen ninguna función útil ya sea en el diagnóstico de alergias o en el de intolerancias alimentarias. Al proponerse este tipo de pruebas, dicen además, se confunde al público y se pueden pautar dietas innecesarias y peligrosas.

Al mismo tiempo, aparte de documentos de consenso y opiniones (de las principales autoridades al respecto) existe diversos artículos científicos entre los que destacan:

En cuanto a la postura de profesionales y representantes de sociedades sanitarias españolas (además de la ya mencionada Societat Catalana d’Al·lèrgia i Immunologia Clínica) merece muy mucho la pena dedicar un tiempo a a lectura de este artículo de 2003 en «El Mundo, Salud»

 Argumentos de los fabricantes y/o distribuidores

Para ellos este tipo de test son “una herramienta de diagnóstico y evaluación” extremadamente sensible y reproducible que proporciona información sobre el mecanismo fisiopatológico de las intolerancias alimentarias. Sus promotores, muchos de ellos enmarcados dentro de lo que se considera la medicina complementaria o alternativa, hacen descansar su funcionamiento en teorías no demostradas sobre el mecanismo de la patogenia que se desarrolla en las intolerancias. Ellos mismos aclaran que el someterse a la prueba no adelgaza ni alcanza los objetivos terapéuticos deseados, sino que sirve para identificar los alimentos que dificultan o impeden la mejoría del paciente.

Al mismo tiempo, muchos de los fabricantes defienden la validez de su método frente al resto. Por ejemplo, el más conocido de ellos, el Test ALCAT® en particular,  afirma que es el único test de intolerancias alimentarias, ya que además de su singular metodología, está acreditado por la FDA.

Nota: En España, en Europa, fuera de los EE.UU. la FDA no pinta nada, es como enseñarle un carnet de conducir de Estados Unidos a un Guardia Civil que te va a multar por conducir sin carnet; te multará y además te inmovilizará el coche. Además, un par de cuestiones interesantes al respecto del uso del logo de la FDA por parte del Test ALCAT® en su promoción en España:

  1. El uso del logo de la FDA en España podría contravenir el RD 1907/1996 del que hablaré con más en detalle en el post del próximo lunes, relativo a “Publicidad y promoción de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria”. Su artículo 7.5 dice textualmente que está prohibido en la publicidad y promoción de este tipo de servicios utilizar como respaldo cualquier clase de autorizaciones, homologaciones o controles de autoridades sanitarias de cualquier país (Véase el logo de la FDA bien claro en su página web) Una homologación o acreditación a la que también se alude con insistencia en las notas de prensa que emite alcat-test España.
  2. ¿Qué pinta el logo de la FDA en su página web sea o no legítima su utilización? ¿acaso la FDA autoriza, avala o certifica, al menos en Estados Unidos, este particular uso? La respuesta ha de ser clara: No.

La acreditación de la FDA, que existe, alude a que el aparataje empleado está fabricado y registrado según el código de Buenas Prácticas en la Fabricación de Instrumental Sanitario de la FDA (Good Manufacturing Practices in a FDA Registered Medical Device Establishment). La acreditación en cuestión la puedes ver aquí y comprobar qué dice y, más en especial, qué no dice. Nada menos, pero tampoco nada más. Es decir, la FDA acredita que el aparato funciona bien, está bien montado y además que mide lo que se supone que tiene que medir… otra cosa es que sirva para lo que sus promotores pretenden que sirva. Que es precisamente en lo que la comunidad científica discrepa abiertamente.

 

Sobre la evidencia científica que aportan fabricantes y distribuidores es preciso destacar que su calidad es francamente escasa (para muestra este botón). Las afirmaciones realizadas por los laboratorios que ofrecen este tipo de pruebas se apoyan en estudios con diseños controvertidos e informes sobre casos independientes y anecdóticos. Además, la gran mayoría de estas referencias bibliográficas son documentos internos de los propios laboratorios, resúmenes de trabajos presentados en congresos o estudios clínicos publicados en revistas no indexadas, lo que aporta una muy escasa evidencia.

Y he de dejar bien claro que, al menos en el caso del Test ALCAT®, no hay más que lo que aquí se ha aportado. Me tomé el interés de escribir a los responsables en España de la comercialización de esta prueba y después de llamarles por teléfono y pedirles que por favor pusieran a mi disposición todas las pruebas que a su juicio fueran relevantes para demostrar la validez y eficacia de su propuesta… y todo lo que obtuve fue que me dirigiera a la página web del sistema en Estados Unidos y que no es otra que la misma documentación que os he hecho llegar en el párrafo de arriba. Sobre el resto de sistemas no he realizado mayores investigaciones, pero si este es el nivel del más conocido… ¡qué será del los demás!

 En resumen, un llamamiento a la racionalidad

Acercando ahora el ascua a mi sardina (la del control del peso)… No creo que sea por casualidad, olvido o desidia que en ninguna de las recomendaciones internacionales para el control del exceso de peso se deje de mencionar la cuestión de la posible intolerancia o reacción citotóxica (si se quiere ser más purista) como elemento ya no solo causal sino si acaso condicionante.

Al mismo tiempo, supongo, que si esto fuera “tan fácil” y “tan efectivo” como se hace creer a partir de su publicidad, llevando tanto tiempo como lleva, todo el mundo lo sabría y cualquier afectado, con sobrepeso u obesidad podría acudir a esta solución o, simplemente, es de suponer que la seguridad social hubiera puesto este tipo de analíticas a disposición de sus ciudadanos (ya no en España, sino en algún país del mundo)… pero va a ser que no.

Por último no quiero dejar de citar la opinión que mantiene la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) al respecto de este sistema, como herramienta para el adelgazamiento, más en concreto sobre el Test de ALCAT®:

“En ningún estudio con rigor científico se ha demostrado que haya una relación causa-efecto entre la sensibilidad a los alimentos y la obesidad. Además no se puede pretender que un solo alimento sea responsable de la ganancia de peso […] Opinamos que este tipo de dieta es una excusa para ganar dinero (y mucho) ya que cada prueba analítica puede costar varios cientos de euros”

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Foto: widakso

Test de intolerancias alimentarias totalmente intolerable (2ª parte): La máquina y su manual

Tal y como os adelanté al finalizar la entrada originalTest de intolerancias alimentarias totalmente intolerable” abundaría en detalles cuando tuviera más datos, y ya los tengo. Antes de continuar creo que es de rigor centrar un poco más el tema genérico de las «intolerancias alimentarias»:

El tema de la detección «masiva» de intolerancias alimentarias es bastante amplio y, al menos yo, no he encontrado ninguno que se salve de la quema tras observarlo a través del filtro de la crítica racional.

Como digo, son diversos los métodos que se pueden encontrar en el mercado que ofrecen una detección «generalizada» de intolerancias alimentarias a un número importante de alimentos. No obstante, existen dos grandes grupos de test de intolerancias en el mercado: Por un lado, los que requieren una muestra biológica (habitualmente sangre aunque a veces puede ser saliva con el fin de hacer un examen genético) y, por el otro los que no, es decir, los no invasivos. En este último grupo destacan los test que utilizan la «bioresonacia» (ya veremos en qué consiste esto) que son los más frecuentes en el mercado. Por tanto, quiero aclarar que tanto la actual entrada como la anterior hacen referencia a ese determinado tipo de test que pretenden cuantificar de forma masiva las intolerancias alimentarias utilizando la «bioresonancia» (sea lo que esta sea).

 

Así, en el mercado son diversas las empresas o franquicias que se dedican a ofrecer este tipo de «servicios» o que comercializan este tipo de «artilugios». Entre aquellas que con mayor probabilidad se pueden encontrar en Internet están:

  • Test ELMA de intolerancias alimentarias.
  • Laboratorios Physan, SA. que llama a la prueba en cuestión como LAPHYTEST.
  • Sin embargo, por lo que a título particular he podido comprobar buceando en la red, es la empresa Nutri10 la que en la actualidad más recursos está poniendo encima de la mesa para promocionar la utilización de la «biorresonante intolerancia». Aunque como digo, el test e incluso el aparato, es exactamente el mismo en todos los casos y está basado en la misma «tecnología». Esta franquicia nombra la prueba como Nutritest.
  • Así mismo, la empresa Salvador Córdoba SL. es otra de las encargadas en comercializar este chistófano y lo nombra también como Nutritest. Este paralelismo a la hora de mencionar el test no debe llamar demasiado la atención cuando la relación entre Salvador Córdoba SL y Nutri10 parece bastante estrecha a tenor de algunas páginas de Internet destinadas al mundo de la franquicia, como por ejemplo en esta de aquí y en esta otra.

Esta última empresa mencionada se describe a sí misma en su web:

con una dilatada experiencia en el área de fabricación, importación, comercialización y distribución de maquinaria y productos de estética. Empresa líder en el área de micropigmentación […]

Es decir, comercializan un tipo de maquinaria y de productos que tienen una clara orientación hacia la «estética» y, al mismo tiempo también aparatos con un claro destino sanitario, o por lo menos, de los que se derivan consejos sobre salud. Por lo tanto se está, en mi opinión, mezclando churras con merinas o, en este caso, estética con salud.

Con el fin de poder analizar con mayor profundidad el trasfondo de este tipo de test que dicen ofrecer información concreta sobre un amplio conjunto intolerancias a cientos de alimentos al mismo tiempo y por el procedimiento de la «bioresonancia», he tenido la fortuna de poder hacerme con un manual de instalación de una de estos aparatos, en concreto el que utiliza Nutri10.

El manual no tiene desperdicio y la verdad es que no sé muy bien por dónde empezar para ilustrar la sarta de simplezas e incongruencias que contiene. Incongruencias qué, muchas de ellas, se encuentran contenidas dentro del mismo texto (muchas de ellas repetidas textualmente, con sus correspondientes errores tipográficos y ortográficos en las páginas web de las otras empresas ya mencionadas). En el caso que nos ocupa, el de este manual, son 20 páginas más propias del profesor Franz de Copenhague en “Los inventos del TBO” que de un aparato de uso sanitario. Ante la imposibilidad de poder ilustrar todo el manual, como realmente me gustaría, solo puedo transcribir parte de su contenido.

 

Sobre el valor sanitario de la prueba

Tras su lectura lo primero que me he llamado la atención sobre el funcionamiento de esta prueba es cómo el propio manual afirma inicialmente que no es una prueba que diagnostica las intolerancias sino que sus resultados son un pre-diagnóstico (sin aclarar en qué consiste esto). Supongo que con el fin de que si un día la comunidad médica se le echa encima, tener algo a lo que asisrse en el momento de las posibles denuncias, sus juicios y demás:

“Ha de usar el test como PRE-DIAGNÓSTICO, aconsejando y orientando sobre las posibles intolerancias alimentarias”.

“Dada la actual fase de estudio de la comunidad científica con respecto a la intolerancia alimentaria, se considera y se acepta la poco difundida y útil experiencia de la acupuntura y del bio- test funcional de este tipo para proporcional una SOSPECHA DE INTOLERANCIA ALIMENTARIA”.

Llama poderosamente la atención esta presunta declaración de principios y que luego en el propio manual se diga que:

“El método incluye un equipo de electro-diagnosis en el cual la medición se logra de una forma rápida, indolora, eficaz y sencilla.

“El método es sumamente rápido y sencillo, no precisando ser un experto en bionergías y es extraordinariamente eficaz gracias a la alta sensibilidad del equipo”.

“Sistema de diagnóstico no invasivo, rápido, con resultados y aplicación inmediatos”.

Además, tras la realización del test y la adopción de las estrategias dietéticas fruto exclusivamente del informe que aporta el test, el manual dice lo siguiente:

“La mejora de los pacientes es casi inmediata a las dos semanas presentan mejorías que se consolidan a partir del mes, que es cuando recomendamos la siguiente consulta”

Sus avales

El manual y diversas páginas web acuden única y reiteradamente a mencionar este párrafo para garantizar el “funcionamiento” del sistema. Juzguen ustedes mismos:

Nutritest es un equipo desarrollado con la colaboración de la Cátedra de Técnicas Físicas de la Universidad de Bolonia (Italia) y testado clínicamente por la Facultad de Medicna de la Policlínica de Catania. Recomendado por el Dr. Rincivillo, profesor de Terapia de apoyo clínico y nutrición clínica”

Curiosamente el Dr. Rincivillo es tan conocido que para saber de muchas de las clínicas, centros de estética, peluquerías, etc. en las que se propone este sistema, conviene poner en el buscador de internet “Dr Rincivillo” y constatar que de las 20 entradas aproximadamente, la mayor parte de estas hacen referencia a centros que utilizan el párrafo arriba transcrito para promocionar el sistema.

Además, y esto es algo que me intriga más, en algunos enlaces, se dice que el sistema viene avalado por la Universidad Complutense de Madrid, como es el caso de la Clínica Zurich. Sinceramente dudo mucho que la Universidad Complutense haya dado su aval, así en genérico, a esta… cosa. Es más dudo también que sea conocedora de que se esté usando su nombre con este tipo de fines comerciales.

Sobre su fundamento científico

Como ya adelanté, esta supuesta prueba está basada en la bioresonancia, una teoría psudocientífica en la que hay que creer y que no está demostrada (más que demostrada lo que sí está es denostada, que no es lo mismo). No obstante, el manual explica su funcionamiento con las siguientes palabras:

“Todos los seres vivos están compuestos de campos electromagnéticos y todo proceso de bioquímica está precedido de vibraciones y partículas subatómicas. Dichas oscilaciones pueden ser captadas con diferentes equipos de la misma manera que la Radio puede captar diferentes frecuencias, siendo un instrumento que todos utilizamos y del que no nos plateamos como funciona” (¡!).

“Nuestro sistema se basa en la regulación bio-energética (BER: Bio-energetic Regulatory Technique) y en la técnica de la acupuntura. Mide parámetros físico-químicos a través de la superficie cutánea en el punto de acupuntura clásica: raíz de la uña del dedo índice (Punto Ting 1) relacionado con el meridiano nº9 del intestino grueso. El análisis se realiza en un único punto  y una sola vez. Con una simple medición se logra un test completo de intolerancia alimentariaa. El equipo cuenta con un sistema seguro, si el punto no se localiza perfectamente el test no se realiza” [Algo que llama poderosamente la atención que figure en el manual cuando, según mi confidente, le realizó el test a la mesa de despacho y, como ya mencioné, resultó intolerante a la lactosa: O la mesa tiene el mencionado punto Ting, o el aparato funciona mal… o más seguramente, el sistema es una tomadura de pelo de importantes dimensiones]

“Durante la prueba se emiten distintos impulsos eléctricos (193) con la frecuencia correspondiente a cada alimento [¡Caramba, alimentos con frecuencia!], obteniendo distintos valores de intolerancia en función de la bionergía absorbida de cada impulso en la persona analizada”

Los resultados

Tras la realización de la prueba se obtiene un deforme informe en el que se refleja a que alimentos se es intolerante (o incluso alérgico) tal y como explica el manual:

“Dentro de los niveles de intolerancia distinguimos 4 niveles:

  • Tolerancia “aparece en color verde”.
  • Semi intolerancia “aparece en color verde/amarillo”.
  • Intolerancia «aparece con el amarillo» y además casi siempre lleva un número”
  • Rojo “grave intolerancia” o “alergia alimentaria” [¡!]

Los resultados reales pueden comprobarse en este deforme informe de una paciente también real y que me ha hecho llegar otra compañera:

No voy a incidir más, creo que el trasfondo de este tipo de prueba es tan desustanciado e inverosímil que no merece la pena abundar más. Tampoco el mencionar las bondades de las dos principales personas sobre las que se suelen hacer descansar la paternidad del invento los doctores Reinhold Voll y Franz Morell (este último supuesto padre ideológico de la bioresonancia) (Nota: Theodor Gilbert Morell fue el médico personal de Hitler hasta su muerte. Quería mencionar este detalle por dos motivos: Primero porque verdaderamente desconozco si nuestro Franz Morell fue algún sucesor de Theo; y también por pasarme de forma momentánea y sarcástica al lado tenebroso de la ciencia y hacer buena la Ley de Godwin, que afirma que:

A medida que una discusión online se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis, tiende a uno”).

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En fin, el manual en cuestión está a su disposición, yo no lo quiero para nada. De hecho, no tengo ningún problema en compartir todo lo poco que sé con aquel que quiera recibirlo; tratándose de ciencia es lo que pienso (con los euros no guardo la misma política).

Y por último, si me lo permitís, un consejo, en especial para aquellos que no sean profesionales de la salud: Que no os engañen, la máquina cuesta entre 7.100€, según se puede ver aquí, y 5.800€ según me informó por teléfono una comercial de Physan, SA. (aunque también tienen la misma máquina que con un programa “especial” analiza las intolerancias, no ya a 193 alimentos, si no hasta 216, pero ya cuesta 6.500€) y los test se cobran en “super-oferta” a 100€, y se trata, según mi opinión, de un timo total, sin respaldo científico, sin avales de ningún tipo salvo los ya expuestos.

Y para los profesionales de la salud (o de la estética) que estén tentados de usar o usando este sistema otro consejo: no seáis sinvergüenzas.

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Foto 1: electrons_fishgils

Foto 2: Rafa.Garcés