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La dieta “Fodmap”: un posible alivio para pacientes con Síndrome de Intestino Irritable

Dolor de estómago (2)

Acabo la semana tal y como la empecé dedicándole un post al Síndrome de Intestino Irritable (SII). El caso es que en la entrada anterior en la que me hacía eco del Día Nacional de esta particular dolencia, uno de los comentarios me acercó la dieta conocida como FODMAP que al parecer es una estrategia dirigida a aliviar los síntomas de estos pacientes. He de reconocer que hasta el lunes pasado no había oído hablar de ella y me agrada que este blog me aporte este tipo de conocimientos. Así pues, una vez investigado el trasfondo, esto es lo que he averiguado.

¿Qué es la dieta FODMAP?

En esencia se trata de una dieta de exclusión. Así, la eliminación de determinados alimentos con una cierta elevada cantidad de elementos fermentables podría, según algunos estudios, aliviar los síntomas de esta población aquejada de SII. El término FODMAP deriva del inglés Fermentable Oligosaccharides, Disaccharides, Monosaccharides, and Polyols (Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos y Polioles Fermentables).

La literatura científica al respecto no es especialmente abundante, de hecho la inclusión de este término en PubMed te devuelve tan solo 25 resultados. No obstante, la mayor parte de ellos, incluidos aquellos relativos a las más importantes publicaciones científicas, apuntan en la misma dirección: una hipótesis con un buen punto de partida y con resultados prometedores.

¿En qué consiste y porqué podría funcionar?

Desde hace años se viene proponiendo y postulando una amplia gama de tratamientos para controlar los síntomas del SII. Entre ellos suelen figurar fármacos diversos, laxantes, incluidos agentes de carga, además de un sinfín de cambios en los estilos de vida. La mayoría de pacientes con SII suelen estar convencidos que sus síntomas están relacionados con el consumo de ciertos alimentos, sin embargo el asesoramiento en este terreno ha resultado contradictorio y confuso de forma que se suele ofrecer un escaso alivio.

Este nuevo enfoque, la dieta libre o baja en FODMAPs, consiste en una nueva estrategia dietética ideada con el fin de controlar los síntomas asociados con el SII. Liderada por un grupo de investigación australiano, se ha postulado una hipótesis relativa a la problemática que pueda suponer para los pacientes con SII la ingesta de alimentos con un alto contenido en hidratos de carbono de cadena corta. De este modo, este tipo de hidratos de carbono serían mal absorbidos en el intestino delgado por este tipo de pacientes y, libres en el tracto gastrointestinal, podrían ser rápidamente fermentados por las bacterias en el intestino. Así, la producción de gas por dichas bacterias contribuiría de forma importante a la aparición de los síntomas típicos.

¿Qué evidencia hay al respecto de la utilidad de la dieta FODMAP en el tratamiento del SII?

La primera referencia temporal en la mencionada base de datos sobre la dieta o estrategia FODMAP se retrotrae a hace apenas 8 años cuando en 2005 se publicó este artículo en la revista Alimentary Pharmacology & Therapeutics. En él se habla de la hipótesis de que los alimentos ricos en este tipo de elementos fermentables, los FODMAP, desempeñen un cierto papel en la enfermedad de Crohn, como ya sabes una enfermedad bastante próxima en algunos de sus síntomas con el SII.

Del resto de la corta pero interesante literatura científica a este respecto destacaría un par de artículos ambos en la misma revista, Gastroenterology:

Por un lado este de aquí de 2009 titulado The FODMAP Diet for Irritable Bowel Syndrome: Food Fad or Roadmap to a New Treatment Paradigm?(La dieta FODMAP para el SII: ¿palabrería sobre los alimentos o una hoja de ruta hacia un nuevo paradigma en su tratamiento?)  En el que los autores se hacen eco de las buenas perspectivas que tendría esta línea de investigación en el tratamiento dietético de los pacientes con SII, argumentando que a día de hoy (de entonces) ya se cuenta con datos cada vez más convincentes en la literatura científica para esclarecer aquello que muchos pacientes con SII han trasladado al colectivo médico: qué alimentos se relacionan con qué síntomas, y al parecer estos ricos en FODMAPs son un buen punto de partida

Y por el otro, este otro artículo de 2013 titulado A Diet Low in FODMAPs Reduces Symptoms of Irritable Bowel Syndrome (Una dieta baja en FODMAPs disminuye los síntomas del SII) y que en sus conclusiones afirma de forma bastante categórica que en un estudio controlado con 30 pacientes con SII, una dieta baja en FODMAPs redujo de forma eficaz los síntomas gastrointestinales funcionales. De este modo, para los autores este hallazgo constituye  una evidencia de alta calidad hasta el punto de poder ser empleada como un tratamiento de primera línea.

¿Cómo se sigue una dieta libre o baja en FODMAPs?

En este punto es donde se hace más difícil dar un consejo conciso. En líneas generales se trata de eliminar aquellos alimentos con una carga importante de este tipo de elementos ya comentados. En MedLinePlus, he encontrado una fuente bastante confiable al respecto de un listado concreto de alimentos ofrecido por la International Foundation for Functional Gastrointestinal Disorders y que puedes encontrar en este enlace

En resumen se trataría de evitar:

Alimentos con alto contenido en fructosa: En el caso de las frutas en especial la manzana, cereza, mango, pera, conservas de fruta en su jugo, sandía, grandes cantidades de zumo de frutas y los frutos secos. En el caso de las hortalizas, espárrago, alcachofa, guisantes frescos. Y entre los azúcares y derivados la miel y el jarabe de maíz alto en fructosa

En cuanto a la lactosa (para aquellos pacientes que hayan sido diagnosticados fehacientemente como intolerantes a este disacárido): la leche tanto entera como desnatada, los yogures, los helados, las natillas y los quesos especialmente cremosos.

En relación con los fructo y oligo sacáridos: En el caso de los cereales, los productos elaborados con centeno y trigo (por ejemplo, trigo pan, pasta, cuscús salvado de trigo). Entre las frutas, melocotón, caqui, persimón y sandía. Entre las verduras, alcachofa (otra vez), legumbres, cebolla, ajo (incluida la denominada “sal de ajo”). En “otros”, la inulina (muchas veces empleado como suplemento en diversos alimentos funcionales; no confundir evidentemente con la insulina, con la que nada tiene que ver).

Sobre el contenido en polioles presentes bien de forma natural en el alimento o bien añadidos como edulcorantes: Entre las frutas, manzana (otra vez), albaricoque, pera (otra vez), moras, nectarina, ciruela, sandía (otra vez), bebidas o zumos a base de manzana y pera. Entre las verduras, coles en general, champiñones, bisaltos. Y entre los alimentos susceptibles de incluir polialcoholes como edulcorantes, chicles, caramelos y chocolates “sin azúcar” y que contengan sorbitol, manitol, xilitol, isomalt o maltitol.

Evidentemente hay muchos alimentos susceptibles de ser ricos en FODMAPs, así pues mi consejo es que con estos datos en la mano y si no conoces bien los alimentos o no sabes interpretar de forma adecuada el etiquetado nutricional o la lista de ingredientes, que te pongas en manos primero de un médico adecuado y después de un buen dietista-nutricionista que te ayudará a confeccionar tu lista de alimentos más adecuada. Ten presente que se eliminan no pocos alimentos, la mayor parte de grupos tan interesantes y beneficiosos como lo son los vegetales y las frutas.

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Imagen: marin vía freedigitalphotos.net

No estás solo, sabemos lo que te pasa: Día Nacional del Síndrome de Intestino Irritable

Dolor de estómago

Tal y como comenté en esta entrada hace más o menos medio año atrás, el denominado Síndrome de Intestino Irritable es un trastorno que comparte una buena parte de la sintomatología de las enfermedades inflamatorias intestinales (la Enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa) pero que, sin embargo, no dispone de unos criterios diagnósticos definidos o al menos comúnmente aceptados por la comunidad sanitaria.

Hoy traigo a colación esta entrada porque el colectivo de afectados por el Síndrome de Intestino Irritable (SII) conmemora en esta fecha su día nacional y en el que, no sin razón, se demanda una mayor atención hacia este tipo de pacientes.

¿Qué es el Síndrome de Intestino Irritable?

Tal y como se reconoce en el tríptico editado con motivo de esta fecha, se trata de:

Una dolencia gastrointestinal crónica que cursa sin causa conocida clara hasta la fecha. El SII repercute en la calidad de vida de las personas afectadas con molestias que van desde molestias puntuales, hasta períodos de incapacitación para llevar una vida laboral, social y personal plena. Hasta la fecha no hay cura conocida. El SII se diagnostica, tal y como comenté, tras la realización de pruebas diagnósticas que terminan por excluir otras patologías cuando, al mismo tiempo, se cumplen los siguientes criterios basados en ROMA III:

Dolor o molestia abdominal recurrente al menos 3 días por mes en los últimos 3 meses asociado a dos o más de las siguientes situaciones:

– 1. Experimentar una mejoría de esos dolores tras la defecación.

– 2. Estar su comienzo asociado a un cambio en la frecuencia de las deposiciones.

– 3. Así como un cambio en la consistencia de las deposiciones.

¿Cómo se debe afrontar el SII?

Según la misma fuente, las pautas para hacer frente a esta situación pasan por:

• Consultar con un especialista en digestivo para obtener un diagnóstico.

• Consultar con un especialista en nutrición (dietista-nutricionista) para establecer una pauta dietética adecuada a cada situación.

• Consultar con un especialista en salud mental si además se padecen problemas de ansiedad, depresión, agorafobia o cualquier otro malestar psicológico.

• Practicar ejercicio físico con regularidad y siempre en la medida de las posibilidades personales.

• Comentar la situación con el entorno más inmediato y cómo puede manifestarse.

• No sentir culpabilidad a raiz de sufrir una crisis o de abandonar una actividad por culpa de esta. Tener presente que el SII es una situación crónica.

• Tener presente que cada persona es diferente; aprender de experiencias ajenas y contextualizarlas en virtud de las necesidades y posibilidades particulares.

• Tener SII no significa que cualquier síntoma esté relacionado con él. Consulta tu médico frente a nuevos síntomas o molestias duraderas.

• Buscar personas afines, socializarse y, llegado el caso asociarse, al tiempo de tomar el tiempo adecuado y necesario para las cuestiones personales.

• Seguir el tratamiento que aporte el médico durante el tiempo que lo prescriba y no abandonarlo.

• Cambiar de facultativo si el paciente no se siente cómodo con el médico asignado. En AESII (Asociación Española de afectados de Síndrome de Intestino Irritable) existe una bolsa de médicos especialistas en el aparato digestivo que entienden la situación de este tipo de pacientes.

Así, la propia AESII, principal promotora de esta jornada nacional junto a la FEAD (Fundación Española del Aparato Digestivo) han organizado una serie de actos relacionados con esta dolencia y que puedes consultar en este enlace.

A parte de los actos programados para el día de hoy, me gustaría comentar a título particular  y desde el más absoluto respeto hacia los afectados, que me llama poderosamente la atención que entre los actos programados para el día 20 (ayer) se convoque a fisioterapeutas y terapeutas de procedencia desconocida (por ejemplo, para hablar del Método Grinberg, una cuestión no exenta de controversias), al tiempo que resulta manifiestamente sorprendente la ausencia de dietistas-nutricionistas, un profesional claramente implicado en el posible tratamiento tal y como se reconoce en el mencionado tríptico. Con todo el respeto hacia los pacientes aquejados de SII, así como hacia los responsables de AESII, tanto la inclusión de algunas de las mencionadas intervenciones, como la ausencia de dietistas-nutricionistas, me parecen, a priori, errores lamentables.

Si estás interesado en conocer más cuestiones relativas al SII, te recomiendo que visites el estudio: “Síndrome del intestino irritable: nuevos criterios de Roma III” en el que se abordan aspectos relativos a su sintomatología, prevalencia, importancia, diagnóstico y teorías actuales.

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Imagen: marin vía freedigitalphotos.net

El cajón “desastre” de las enfermedades crónicas intestinales (inflamatorias o no)

Dolr de estómago retrete_David Castillo DominiciLa denominación genérica de “Enfermedad Inflamatoria Intestinal” (EII) acoge dos dolencias con características comunes y definidas: ambas cursan con una inflamación del tracto digestivo (demostrable a través de distintas pruebas diagnósticas) y, además son de carácter crónico. Estas patologías se conocen más frecuentemente como la Enfermedad de Crohn (EC) y la Colitis Ulcerosa (CU). La principal diferencia entre ambas es la zona de afectación, mientras en la EC la totalidad del tubo digestivo puede estar afectado (desde la boca hasta el ano), en la CU dicha inflamación se centra casi exclusivamente en el colon, la parte final del tubo digestivo.

Además de los mencionados trastornos, EC y CU, existe también el denominado Síndrome de Intestino Irritable (SII), que aunque comparte gran parte de la sintomatología de la EC y la CU, existe una gran diferencia con ellas: En el SII la medicina no encuentra anomalías en las exploraciones objetivas que se realizan sobre los pacientes. Es decir, en estos casos la inflamación no queda patente. Así, los pacientes de este SII se sienten especialmente desesperados y según muchos de los afectados por este problema manifiestan que cuando se les diagnostica de SII se les hace pasar a una especie de cajón de sastre al que van a parar aquellos pacientes que, aunque aquejados de unos síntomas bien definidos, se quedan sin un diagnóstico definitivo por falta de evidencias objetivas. Dicho de otra forma, normalemente el diagnóstico de SII suele reslizarse tras un descarte de otras enfermedades. Al menos en el caso de EC y de CU parece que tras la inflamación característica subyace una reacción auto-inmune de origen aun desconocido; sin embargo, en el caso del SII, al no haber inflamación aparente las causas son todavía más inciertas.

Uno de los mayores problemas que presenta el tratamiento de estas enfermedades es que sus síntomas son extremadamente variables. Tanto entre los distintos pacientes como en un mismo paciente a lo largo del tiempo y consisten generalmente en dolor abdominal, diarreas con o sin moco y sangre, estreñimiento, fisuras y úlceras, cansancio, falta de apetito, fiebre, pérdida de peso y distensión abdominal. Si bien, como ya se ha comentado, no hay ningún tratamiento que por el momento asegure una curación, en la mayoría de los casos los síntomas sí pueden ser bien controlados a través de la medicación y de las recomendaciones dietéticas (que variarán de persona a persona y del momento en el que se halle).

Como las EII y el SII afectan al tracto digestivo los pacientes que padecen estas enfermedades pueden presentar con no poca frecuencia diversas deficiencias nutricionales. Éstas carencias son debidas fundamentalmente a que muchos enfermos comen poco y mal porque la enfermedad les quita el apetito o bien porque exista cierto miedo a comer ya que al hacerlo los síntomas rebroten. Así mismo, y debido a la alteración de la función intestinal las deficiencias pueden deberse a problemas de asimilación de los distintos nutrientes. Ya sea por cualquiera de las causas mencionadas o por combinación de ellas, las deficiencias nutricionales se pueden poner de manifiesto de múltiples maneras, en forma de pérdida de peso, anemia, descalcificación de los huesos, falta de vitaminas, retraso del crecimiento en niños y adolescentes, etc. En consecuencia, los aspectos dietéticos del tratamiento de estas enfermedades adquieren gran importancia, en especial, cuando en muchos casos los pacientes limitan su dieta sin una base científica sólida.

Partiendo de la base de que la dieta por si sola no puede curar ni controlar las EII ni el SII, existen ciertas modificaciones en el tipo de alimentación que podrían ser efectivas siempre en relación con cada caso y en determinados momentos.

Recomendaciones en los periodos de remisión o “tranquilidad”

En líneas generales la mayor parte de los pacientes aquejados con cualquiera de estas enfermedades pueden y deben seguir una dieta normal, salvo que cuenten con una prueba concreta positiva en relación a alguna intolerancia, alergia, etc. Dado que no existe ninguna prueba científica que de modo general relacione la ingesta de un determinado alimento o grupo de alimentos en el desencadenamiento de las EII ni en el SII, la mejor recomendación que se puede hacer en este sentido es seguir un patrón de alimentación equilibrado, al estilo de la conocida como dieta mediterránea. En cualquier caso, se pueden seguir dietas de exclusión en función de experiencias anteriores bien argumentadas. Probablemente, la única excepción a esta forma de comer libre la constituyan los pacientes de EC con estenosis intestinales persistentes en los que es aconsejable una alimentación baja en residuos (sin fibra insoluble y baja en fibra soluble) incluso en las épocas de tranquilidad.

Recomendaciones durante los “brotes”

Los enfermos aquejados de EC, CU o SII deberán evitar sólo aquellos alimentos que de manera indudable aumenten sus síntomas, comprobado a través de una experiencia personal bien documentada y consultando con su médico. Esto es así porque la aparición o empeoramiento de síntomas tras la ingestión de un alimento concreto puede ser una pura casualidad. Por lo tanto, si invariablemente se “le echa la culpa” de todo síntoma al alimento previamente ingerido, se corre el riesgo de acabar haciendo una dieta excesivamente monótona además de deficitaria.

En relación a estas exclusiones sistemáticas hay dos tipos de alimentos que son motivo de muchas dudas entre los pacientes: los lácteos y los alimentos ricos en fibra.

Los lácteos están frecuentemente en el ojo del huracán de estos pacientes por que la intolerancia a la lactosa que padecen algunas personas comparte, frecuentemente, los síntomas de estas dolencias (pesadez, hinchazón, gases, diarreas, etc.). Según el conocimiento científico actual ningún componente de la leche es capaz de favorecer la inflamación intestinal característica de estas enfermedades, desencadenar un brote y, mucho menos, causar la enfermedad en sí misma. Para salir de dudas, aparte de la experiencia personal, sería muy recomendable realizar una prueba concreta de intolerancia a la lactosa.

Con respecto a la fibra sucede parecido, ya que no se ha demostrado que la misma (soluble o insoluble) esté en la causa de la enfermedad o de los brotes. La fibra insoluble produce un bolo fecal abundante poco hidratado, cuestión que puede favorecer la obstrucción intestinal y el estreñimiento en pacientes predispuestos, por lo que en el tratamiento sintomático de estas dolencias que cursen con estreñimiento es recomendable limitar las fuentes de fibra, especialmente la insoluble.

Consejo: Actualmente existen distintas asociaciones de pacientes aquejados con este tipo de dolencias. Si estas en esta situación o conoces a alguien que pudiera estarlo, sería una idea a valorar el contactar con ellas. Este es el enlace a la Confederación de Enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa de España; y este a la Asociación Española de afectados de Síndrome de Intestino Irritable

Nota: Esta entrada no sustituye la consulta con un profesional de la salud. Está confeccionada sólo a título informativo y con la intención de motivar la reflexión.

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Foto 1: David Castillo Dominici vía freedigitalphotos