El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Cómo como: Tutti-frutti informativo-nutricional en Comando Actualidad

La pasada la semana los telespectadores de La 1 asistimos a un “documental” sobre cuestiones alimentarias con el que quedó clara una cosa: lo imposible que resultó sacar una información válida o práctica (al menos en el terreno nutricional)

Si quieres antes de leer el resto de mi crítica (constructiva aunque no lo parezca) puedes echar un vistazo al programa de Comando Actualidad en este enlace.

Partiendo con un comienzo sumamente efectista relativo a los problemas de nuestro entorno derivados de la sobrealimentación utilizando para ello los famosos concursos de glotonería al más puro estilo man versus food, el programa mezcla la opinión breve (y muy matizable) de expertos en endocrinología, los problemas de producción, comercialización y venta de algunos productores de unos pocos sectores agroalimentarios (arroz, azúcar, conservas de pescado y marisco, frutas y ganado porcino entre otros) así como la opinión de la especialista en cuestiones nutricionales, la dietista-nutricionista, de la FIAB (Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas). En resumen, una especie de tótum revolútum del que es difícil sacar una conclusión coherente… y más que nada porque una buena parte del mensaje, bien de los expertos, bien cosecha de los propios conductores del espacio, dejó bastante que desear. ¿Empezamos?

“Todos los endocrinos dicen que hay que desayunar, que es la comida más…”

Así sentencia una de las presentadoras en el minuto 3:15 para referirse al hábito del desayuno y la supuesta bondad de esta comida para bajar o conservar el peso. Pues bien, no dudo que haya muchos endocrinos que así lo sostengan, pero si es así… no hay muchas evidencias que sostengan esta recomendación que todos nos pudimos tragar en el programa sin anestesia previa. Para más datos consultar la entrada ¿Es obligatorio desayunar si quieres adelgazar?

En esta parte del programa me gustaría llamar la atención sobre dos cuestiones. La primera, el peso o la imagen de los niños que eran familia de los “tragones”… lamentable estampa familiar (ver No ponga a su hijo a dieta. Mejore su estilo de vida y Los niños con sobrepeso y sus padres identifican mal su verdadera situación). Y la segunda, la simplificación, casi banalización de una declaración de uno de los protagonistas: “comemos mucho por el estrés” decía en el minuto 8:45. A ver, que no digo que el estrés no influya, y mucho, en virtud de determinadas circunstancias y personas, pero reducir esta cuestión a una única causa o hacerla la principal en el problema de la obesidad y para todo el mundo me parece poco serio.

“La bolsa pequeñita de patatas fritas tiene 480 calorías”

Las declaraciones de los endocrinos necesitan un comentario aparte (min 13:10) No sé a qué bolsas pequeñitas se refiere uno de ellos, pero anda muy despistado con respecto al valor calórico de algunos alimentos. 100 gramos de patatas fritas aportan de media unas 530 kcal y las bolsas pequeñitas que yo conozco tienen de 20 a 35 gramos (según fabricante, ver imagen de ejemplo) lo que nos deja el valor calórico por bolsa en unas 106 a 185 kcal… unas cifras bastante alejadas con respecto a la aportada. Además, a la hora de evitar esos azúcares simples presentes en los refrescos a los que se refiere en otro momento (aspecto en el que coincido) menciona su alto contenido en fructosa… ¿fructosa? No, el azúcar característico de los refrescos es el comúnmente llamado azúcar a secas, es decir, la sacarosa. Luego, el tema de los consejos dietéticos en este mismo apartado, con sinceridad, no podían ser más “ de lo de siempre”… no saltarse el desayuno “eso es claro” (ya hemos visto que no está tan claro), la eterna criminalización de la grasa, el machacón conteo de calorías en la dieta… en definitiva, mucha deasactualización de conocimientos es lo que me pareció. Y luego, un poco el colmo de lo hasta aquí visto, el último de los especialistas afirmando que tiene que hacer frente a mucha desinformación… caramba, caramba. No negaré que dijeron cosas válidas… pero tampoco negaré que un reloj parado termina por dar la hora buena dos veces al día. Ahí lo dejo.

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“No hay estudios rigurosos, que se hayan hecho bien, que puedan demostrar que… esto [que, en esencia, el consumo de azúcar sea negativo para la salud]… el azúcar tiene que formar parte de nuestra dieta, es el nutriente de nuestro cerebro, la glucosa”.

Este tipo de sentencias casi lapidarias forman parte de la intervención de la dietista-nutricionsta de FIAB. Estimada colega, desde el respeto que sabes te tengo: a día de hoy, los únicos que niegan la relación entre el actual consumo de azúcar y los problemas que todos conocemos son aquellos que tienen ciertos intereses en su producción, distribución y venta. Te ruego compruebes si te parece riguroso este estudio Financial conflicts of interest and reporting bias regarding the association between sugar-sweetened beverages and weight gain: a systematic review of systematic reviews (“Conflictos de interés económicos a la hora de establecer una asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento de peso: una revisión sistemática de revisiones sistemáticas”) en el que se pone de relieve que los estudios “patrocinados” tienen cinco veces más posibilidades de no observar relaciones claras entre el consumo de bebidas azucaradas y un mayor riesgo de obesidad que los que no han sido patrocinados.

He de decir que no me extraña, desde tu puesto de trabajo, este discurso. Ahora bien, lo que no puedo entender es que a todo lo largo de tu intervención (puede ser debido a un “defecto” del montaje del vídeo) no se te haya escapado ni una sola recomendación coherente y todo haya sido echar balones fuera negando la mayor. En especial cuando no has hecho la menor de las distinciones entre el azúcar proveniente de las frutas y verduras o aquella añadida, bien del azucarero, bien con los alimentos procesados:

“Tanto el azúcar de la fruta, como el azúcar de la verdura… el azúcar añadido o no añadido, el cuerpo metabólicamente lo identifica como azúcar… glucosa”.

Efectivamente bioquímicamente puede que no hay mayores diferencias… al igual que dos pistolas idénticas que supuestamente podamos encontrar en el maletero del coche de dos personas bien distintas; una en el de un narcotraficante y otra en el de un coleccionista. Ni diferentes son tampoco en sentido estricto el bofetón que te pueda dar un amigo en un momento especial de crisis o el que te pueda dar, por ejemplo, un atracador… para ti deben ser dos bofetones, dos pistolas, y el mismo azúcar. Como digo no sé si será cuestión de la edición del vídeo o qué, pero el que no hayas hecho una distinción entre el consumo de frutas y hortalizas y el de alimentos procesados en lo que al azúcar se refiere me parece haber dejado pasar una oportunidad importante. La población no se merece este mensaje de alguien que tiene todas las armas para investirse de cierta autoridad. Te sugiero que visites estas tres entradas: “Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil, ¿Cuánto azúcar hay en….? y Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública.

Para ir acabando, después de conocer las vicisitudes de algunos sectores agrarios de nuestra querida España que con sinceridad no les veo mayor relación con estas otras cuestiones… (por cierto, que diferentes esas vicisitudes de los productores de arroz y las de los productores de remolacha azucarera) toca finalizar con una imagen tocante a las cuestiones de seguridad alimentaria. Hacia el minuto 59:00 se visitan las instalaciones de un ganadero de cerdos que, en su entrevista con el personal del programa, le indica a este la necesidad de ponerse unas bolsas en los pies, unas calzas, para entrar a “visitar” el espacio donde están los cerdos. El caso es que le explica que es para proteger a los animales de cualquier microbio que alguien pueda traer del exterior. Entonces, se ponen las calzas y… ¿qué hacen ambos? Pues salen al exterior con las calzas puestas para dirigirse a cada una de las salas donde están los distintos cerdos… incomprensible. En este sentido, todo hay que decirlo, la legislación es muy poco concreta en lo que hay que hacer para evitar este tipo de riesgos microbiológicos que pudieran afectar a una determinada explotación. En el RD 3483/2000 por el que se regulan las normas básicas de las explotaciones porcinas se afirma que:

“Se utilizarán exclusivamente en ellas los utillajes de limpieza y manejo y el vestuario del personal que resulten adecuados o se dispondrá de las medidas necesarias higiénico sanitarias para que el personal que desempeñe trabajo en ellas y el utillaje utilizado en las mismas no puedan transmitir enfermedades. […] Pediluvios o cualesquiera otros medios de eficacia semejantes a la entrada de los locales, naves o parques que eviten la transmisión de enfermedades”

Una falta de concreción que, en mi opinión, no hace bueno un comportamiento cuando menos chocante el visto con las calzas en el programa.

Ya termino. Como te decía al principio, un batiburrillo de cuestiones y temas con muy poca ligazón interna que además ha puesto de relieve algunas incoherencias en algunos profesionales. Me quedo, eso sí, con la frase de la dietista-nutricionista de la FIAB con el fin de despertar conciencias y explicar en cierta medidad el origen de tantos y tantos problemas (de información) relacionados con las cuestiones nutricionales… cuando esta al final afirmaba que la industria de la alimentación es el primer sector industrial de este país. El primero. No sé como se te queda el cuerpo, pero desde luego este dato es como para tomarse las cosas más en serio, en especial cuando es la salud la que está en juego.

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Nota Bene: Es posible que la descontextualización en el mensaje percibido en algunas intervenciones se deba a una poco (o interesada) edición de las imágenes obtenidas por parte de la dirección del programa. Si bien algunas de las afirmaciones ofrecen poco lugar a la duda… en el caso de las declaraciones de la dietista-nutricionista de la FIAB (a la que conozco personalmente) tengo toda la sensación de que se hizo un montaje sesgado de toda su intervención una vez conocido el escaso porcentaje de los recuros que se grabaron y que al final no se emitieron. Si Comando Actualidad lo que quería era generar polémica, desde luego lo han conseguido.

Nota: Quiero agradecer a varios compañeros y tuiteros su interés y ayuda en la realización de esta entrada, entre ellos: @MariaQuiles87, @NailaMrtnz, @NutricionconQ, @iria8787@nutricionlines , @Jude_02, @DieteticaSin, @gominolasdpetro y @JulioBasulto_DN

Imagenes: @juan_revenga

Día Mundial de la Alimentación 2014: “Agricultura familiar: Alimentar al mundo, cuidar el planeta”

Día Mundial de la Alñimentación 2014

Bajo el lema Agricultura familiar: Alimentar al mundo, cuidar el planeta se señala por parte de la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) el Día Mundial de la Alimentación 2014. Este planteamiento se justifica desde la propia FAO de la siguiente manera:

La agricultura familiar está vinculada de manera indisociable a la seguridad alimentaria nacional y mundial. Tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados, la agricultura familiar es la forma agrícola predominante en el sector de producción de alimentos. Los agricultores familiares administran con esmero sus tierras para sostener niveles notablemente altos de productividad a pesar de tener menos acceso a recursos productivos como insumos y menos apoyo (la mayoría de los estudios muestran una relación inversa entre el tamaño de la tierra y la productividad).

La agricultura familiar preserva los alimentos tradicionales al tiempo que contribuye a una dieta equilibrada y a salvaguardar la biodiversidad agrícola del mundo y al uso sostenible de los recursos naturales. Los agricultores familiares son los custodios de un conocimiento muy bien adaptado a la ecología local y a la capacidad de la tierra. A través de los conocimientos locales, sostienen la productividad en tierras a menudo marginales, a través de técnicas de manejo de la tierra complejas e innovadoras. Como resultado del profundo conocimiento que tienen de su tierra y de su capacidad de gestionar de forma sostenible los diversos paisajes, los agricultores familiares son capaces de mejorar muchos servicios ecosistémicos.

La agricultura familiar representa una oportunidad para impulsar las economías locales, especialmente cuando se combina con políticas específicas destinadas a la protección social y el bienestar de las comunidades. Los agricultores familiares tienen sólidos vínculos económicos con el sector rural, contribuyen en gran medida al empleo, especialmente en los países en desarrollo, donde la agricultura todavía emplea la mayor parte de la mano de obra. Además, los ingresos adicionales generados por la agricultura familiar se gastan en vivienda, educación, ropa, etc. en la economía local no agrícola.

¿Cómo fortalecer la agricultura familiar?

Para aprovechar todo el potencial de los agricultores familiares para erradicar el hambre y garantizar la seguridad alimentaria, se necesita un entorno normativo favorable. Esto incluye un mayor reconocimiento de sus múltiples contribuciones, y por tanto admitirlo y reflejarlo en los diálogos y las políticas nacionales. Entre los primeros pasos fundamentales para los países está articular sus definiciones nacionales de agricultura familiar y recopilar datos sobre el sector agrícola, reconociendo y organizando las contribuciones de los agricultores de forma sistemática. A nivel nacional, hay una serie de factores que son clave para un exitoso desarrollo de la agricultura familiar, por ejemplo, entre otros, las condiciones agroecológicas y las características territoriales, el acceso a los mercados, el acceso a la tierra y a los recursos naturales, a la tecnología y los servicios de extensión; acceso a la financiación, condiciones demográficas, económicas y socioculturales y la disponibilidad de educación especializada. Se necesitan intervenciones selectivas en materia de políticas agrícolas, ambientales y sociales en apoyo de los agricultores familiares con el fin de lograr cambios tangibles y mejoras sostenibles.

Con este fenomenal desiderata no exenta de (buenas) razones a pesar de las innumerables dificultades que todos conocemos que harán caer en cierta medida tan buenos propósitos, las Naciones Unidas declararon 2014 Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF) y con la FAO, en colaboración con los gobiernos, organismos internacionales de desarrollo, organizaciones de agricultores y otras organizaciones pertinentes del sistema de las Naciones Unidas y ONGs, se pretende facilitar la implementación de los siguientes objetivos a lo largo de este año:

  1. Apoyar el desarrollo de políticas agrícolas, ambientales y sociales propicias para la agricultura familiar sostenible.
  2. Aumentar el conocimiento, comunicación y sensibilización del público.
  3. Lograr una mejor comprensión de las necesidades, potencial y limitaciones de la agricultura familiar, y garantizar la asistencia técnica.
  4. Crear sinergias para la sostenibilidad.

Así pues, bien terciado ya 2014 no estaría mal, si acaso en 2015, conocer en qué medida se han alcanzado los citados objetivos. Lo digo porque más allá de los Días Mundiales, los Años Internacionales, los lemas ad hoc y demás, a mí me da la sensación que todo esto no es, tristemente, más que papel mojado o cuando menos muy húmedo.

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Imagen: http://www.fao.org/world-food-day/about/es/

Escarolas y endivias, dos primas hermanas en ensalada y más

Escarola

Fiel a mi costumbre de traer hasta este rincón alimentos de temporada que pueden pasar desapercibidos en cierta medida, les ha tocado hoy el turno a la escarola y la endibia. Productos genuinamente otoñales cuando no invernales, dotados de unas características gastronómicas absolutamente genuinas. Desde un punto de vista estrictamente botánico, ambas pertenecen a la misma familia que la lechuga, Asteraceae (Asteráceas o compuestas) pero no comparten su género, es más, habrá a quien le sorprenda, pero escarolas y endibias tienen un parentesco mucho más relacionado entre sí que con la lechuga como tal.

El nombre científico de ambas, variedades aparte, fomenta el error a la hora de distinguirlas ya que el nombre de la escarola es Cichorium endivia, y el de la endibia Cichorium intybus, como te habrás dado cuenta el nombre científico de la primera alude al nombre común de la segunda. Así que conviene no liarse como por ejemplo sí hace el autor de la correspondiente entrada en la propia Wikipedia.

Nombres aparte estamos ante dos productos que reúnen unas características comunes muy destacadas, entre ellas, quizá la principal en cuanto a sus posibilidades gastronómicas, es su ligero amargor que dotan a las preparaciones en las que se presentan de una marcada originalidad que, también es cierto, no siempre es del agrado de todo el mundo. A mí sí, me encanta.

Las originalidades de la endibia

endivia

En lo que respecta a sus particularidades y curiosidades el llamativo su característico color blanco obtenido de forma “artificial” ya que de otro modo las hojas de ambos productos serían tan verdes como las de una lechuga. En el caso de las endibias la cosa tiene también su anécdota ya que su origen es el fruto de una casualidad acontecida en Bélgica a principios de siglo XIX. Se cuenta que un granjero se dejó olvidadas y totalmente cubiertas una serie de raíces de achicoria durante el invierno en una especie de granero y que al descubrirlas en la primavera el granjero se percató que de ellas había brotado un cogollo, propiamente llamado chicón, de hojas blancas que es lo que sucede cuando sobre las hojas no incide la luz solar y se produce el pigmento clorofila indispensable en la fotosíntesis. Así, a la endibia se le llamó y se le sigue llamando en aquel país achicoria witloof o witlof que las define en flamenco y holandés como de “hoja blanca”. Poco se tardó en contrastar las posibilidades comerciales de esta hortaliza y su producción que consiste, salvo pequeñas variantes, en privar de luz a las raíces de achicoria (bien enterrando completamente esta en turba o produciendo los chicones en cámaras en absoluta oscuridad).

Y la escarola también

En cuanto a su prima hermana, la escarola, también es el color blanco el característico en todo ejemplar que se precie (cuando presente hojas verdes –normalmente las más externas- suelen ser estas duras y ásperas en demasía). Para ello, el control de la luz también es primordial y hay que preservar a toda costa la entrada de esta al menos en el interior del cogollo. Para ello, los métodos más habituales consisten en, o bien atar y “apretar” el ramillete (el interior queda blanco o amarillento y el exterior verde); o bien se cubre su cultivo con una especie de caperuza obteniendo ejemplares más homogéneamente blancos o amarillentos en todas sus hojas.

En la mesa

Ensalada de escarola (480x640)

Como decía cualquiera de estas hortalizas son exquisitas si se saben preparar de forma adecuada. Para ello además de lavarlas convenientemente, es importante proveerlas de los compañeros y aliños adecuados. Cada cual es cada cual y además de las combinaciones clásicas del estilo granada, queso azul, mostazas, ajo, frutos secos, etcétera (espectaculares) en mi opinión estos productos casan a las mil maravillas con conservas de pescado tipo anchoas en salmuera, salmón, bacalao, arenque o embutidos ahumados… (o cualquier otro producto ahumado), también con rábanos, pimiento rojo crudo en tiras, frutas de cualquier tipo, pero en especial los cítricos, olivas negras más que las verdes, tomatitos cherri a poder ser aquellos más ácidos que dulces… En cuanto a los aliños, como siempre un buen aceite de oliva virgen extra es preceptivo (en mi opinión más los afrutados que los amargos), y si se decide uno por los vinagres yo soy más de usar un genuino vinagre de Jerez que los hoy sobrevalorados y mal denominados vinagres de Módena (a no ser que se cuente con uno de estos, de los de verdad, en cuyo caso, su uso dependerá del resto de ingredientes); en el marco de las especias la pimienta negra les suele ir de maravilla.

Pero más allá de ensaladas con estos productos en solitario o con más ingredientes, tanto la escarola como las endibias (más en especial esta última) son protagonistas en otros platos, bien como acompañantes, bien como protagonistas de la receta. Así, las endivias horneadas (tras un somero escaldado) con un chorrito de aceite de oliva y pimienta son un complemento ideal para platos de carne también al horno. Por no hablar de la receta clásica de endivias envueltas en jamón cocido (ahumado o no) gratinadas con queso y bechamel… entre otras. Abre las puertas a la temporalidad de estos productos y que tu imaginación haga el resto.

Ya que estamos en otoño igual te interesa consultar estas otras entradas al respecto de la temporalidad:

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Imágenes: David Monniaux vía wikimediacommons y juan@revenga

 

El horno microondas (2): el agua que «explota», cierto peligro real, asumible y explicable

Casi todo el mundo ha vivido la experiencia de haber calentado agua en el microondas (solo agua, por ejemplo para prepara una infusión) y que tras retirar el recipiente del horno, esta haya comenzado a hervir de forma violenta en el mismo momento que se introduce la bolsita de la infusión, azúcar, una simple cucharilla o cualquier objeto. Mira este video, real como la vida misma, cuando se deposita una moneda en el interior de un vaso de agua calentada suficientemente en el microondas.

El hecho en sí reviste cierto peligro en el momento que ese más o menos violento hervor nos alcance con sus salpicaduras y por lo tanto termine produciendo una quemadura más o menos grave en función de la superficie a la que afecte. Al mismo tiempo, este inexplicable singular comportamiento del agua calentada en el microondas y solo en el microondas, es utilizado por algunas personas para justificar su dañina y peligrosa utilización. Es decir… ¿no hervía el agua a partir de 100 grados?; ¿qué sucede al introducir un objeto a temperatura ambiente para que provoque que el agua rompa a hervir si antes no lo hacía?; ¿por qué sucede esto solo con el microondas y no cuando se calienta el agua mediante otros procedimientos?

Todas las respuestas a estas preguntas tienen la clave en un único concepto: el agua sobrecalentada que es, en ciertas condiciones, el estado del agua cuando la calentamos suficientemente en el microondas. Al obtener agua “sobrecalentada” podemos tener agua a más de 100ºC sin que hierva (y a presión atmósférica, claro) ¿Cómo es esto posible? Veamos el origen del agua sobrecalentada paso a paso

1. El agua se evapora libremente a temperatura ambiente

Imagina la superficie de agua cuando esta se encuentra en un recipiente cualquiera. Aunque no se pueda apreciar a simple vista, hay un pequeño espacio por encima de la superficie que “desprende” una cierta cantidad de moléculas de esa agua líquida y lo hace en forma de gas, es decir, vapor de agua. Esto es muy fácil de contrastar, dejas un vaso con agua encima de tu mesilla de noche antes de irte de vacaciones y a la vuelta, el nivel del agua en el vaso habrá disminuido, tanto más cuanto más grande sea la superficie del recipiente y menor sea la humedad relativa (entre otros factores). Resumiendo, en condiciones “estándar” el agua líquida se evapora lentamente a través de su superficie.

2. El agua también alcanza el estado gaseoso dentro las burbujas de aire

Burbuja_aguaPero además, y esta es gran parte de la madre del cordero, el agua líquida también pasa a estado gaseoso en todas esas diminutas burbujas de aire que contiene tu vaso en su interior. Estas burbujas son imperceptibles a simple vista al principio, pero con el tiempo, seguro que también lo has comprobado, esas burbujas se hacen mayores y terminan siendo visibles. Es relativamente habitual que el vaso de agua de nuestra mesilla de noche no contenga esas burbujas al irnos a dormir (sí que las tiene pero no las vemos) y que por la mañana sean perfectamente visibles. ¿De dónde han salido? La respuesta es que ya estaban ahí, pequeñitas, cuando llenaste el vaso y que durante la noche esas pequeñas burbujas han ido aumentando su tamaño a base de pasar cierta cantidad de agua líquida al estado gaseoso en el límite superficial de cada burbuja. De este modo la burbuja va aumentando su tamaño hasta que alcanzado cierto tamaño se desprende de la superficie interior del vaso y sube hasta la superficie “desapareciendo”. Las burbujas de aire iniciales quedan retenidas en las irregularidades de la superficie interior del recipiente (arañazos, pequeñas rayitas) porque es donde quedan atrapadas (al principio microscópicas) cuando tú viertes el agua en el vaso. Estas burbujitas, o semillas, son el actor principal del proceso de hervor cuando empecemos a calentar el agua. ¿Acaso no te has fijado que antes de romper completamente a hervir el agua calentada en una cocina tradicional se forman una serie de burbujas, pequeñas pero visibles, en el fondo de la cazuela?

3. Empezamos a calentar el agua

Termómetro

A partir de ahora todo es más sencillo. Al aplicar calor al agua, por ejemplo en esa cocina, se acelera el paso de moléculas líquidas a moléculas gaseosas en la superficie de las burbujas, a medida que el calor aumenta cada vez las burbujas son mayores, y así, alcanzado un volumen crítico estas terminan escapando hacia lo superficie. De esta forma, a 100ºC tenemos la superficie del agua hirviendo a borbotones gracias a las burbujas de vapor de agua que crecen rápidamente en su interior y suben a la superficie (y de ahí también el vapor de agua que se desprende del agua en ebullición)… al menos con el agua calentada por métodos “clásicos”.

4. Condiciones que alteran que el agua hierva a 100ºC

Dejando a un lado la cuestión de la presión (en este post asumimos que siempre estamos a presión atmosférica), el agua puede seguir calentándose por encima de 100ºC sin que rompa a hervir… y para ello necesita la presencia de dos elementos: que se siga aportando la energía que la caliente “por todos lados”; y que no existan inicialmente en el recipiente burbujas de aire + vapor de agua que puedan ir creciendo a medida que la temperatura aumenta.

En la forma de calentar “tradicional” con una fuente de calor que está en contacto con el recipiente del agua (por abajo, en contacto con la placa) el proceso descrito se produce más rápidamente en aquella zona más próxima a la fuente de calor, en este caso la base de la cazuela. Sin embargo, en el horno microondas la energía que finalmente calienta el agua procede de todas parte por igual (más o menos) y además, tal y como vimos en el post de ayer, lo que se calienta inicialmente es el agua y no el recipiente. Si al mismo tiempo, en el agua no hay en suspensión pequeñas burbujas, las semillas que dan origen a las grandes burbujas, no existe la posibilidad de que hierva a borbotones, pudiéndose calentar el agua más allá de los 100ºC sin que llegue a hervir. Esto sucede con vasijas especialmente pulidas (que no pueda retener burbujitas), con agua destilada (sin impurezas), y también con el agua calentada por segunda vez (o más) en un microondas ya que así habremos disminuido la población de esas semillas o burbujitas.

5. El misterioso y violento hervor

De esta forma si se reproducen las condiciones mencionadas tenemos agua líquida a más de 100ºC sin que hierva. Sin embargo, mientras no se enfríe por debajo de 100ºC, “estallará” en un hervor violento en el momento que introduzcamos burbujas de aire en su interior, de forma típica al introducir en su interior cualquier objeto, cucharilla azúcar, bolsita de té, etcétera. Estos o cualquier otro objeto, introducen burbujas de aire precisamente en el sitio más caliente (más de 100ºC) y se reproduce de forma súbita el proceso anteriormente descrito con la cazuela en el fuego pero sin que exista un aumento de progresivo y más o menos controlado del aumento de las burbujas. En esta situación, las burbujitas introducidas se hacen “grandes” en fracciones de segundo y el agua “estalla” desde dentro, donde introducimos esas microburbujas. Por estas mismas razones, “estalla” el agua sobrecalentada en el microondas y no lo hace, por ejemplo, una sopa de fideos al introducir la cuchara… la sopa, por su naturaleza, alberga infinidad de semillas para inducir el hervor progresivo (partículas en suspensión) consiguiéndose que llegue a hervir cuando se calienta en el microondas, pero no que se sobrecaliente.

Tienes unas espectaculares imágenes a supercámara lenta en este vídeo en el que se observa perfectamente el proceso.

Consejo práctico

Después de calentar el agua en el microondas déjala enfriar unos segundos y, por si acaso, cúbrete la mano en el momento de introducir, lentamente, en esa agua lo que sea. Evitarás sustos y quemaduras.

Mañana en el blog seguiremos con el tercer capítulo dedicado al microondas, esta vez para explicar la misteriosa muerte de las plantas regadas con agua calentada (y posteriormente enfriada) en el microondas. Una magufada sin pies ni cabeza (como cualquier otra) que sirve a quienes la promueven para justificar infinidad de males y perjuicios sobre nuestra salud con el uso de este electrodoméstico.

Nota: Si quieres ampliar la información sobre este tema no dejes de leer el fenomenal post ¿Es peligroso calentar el agua en el microondas? en el blog cienciaEs.com

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Imagen: Supertrooperwinnond, Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

El horno microondas (1): su seguridad al usarlo con alimentos

MicroondasMe resulta llamativo el contrastar como algunos ciudadanos con una formación académica más que notable siguen teniendo un miedo (ellos dicen “respeto”) irracional al uso del horno microondas en el ámbito de una cocina. Como digo no son pocas las personas que tienen este tipo de temor infundado sobre el microondas y, me da igual si me pilla, pero he citar que entre esas personas que así me lo han comentado recientemente figura un amigo médico: “antes muerto que dejar que en mi casa entre un microondas y nos provoque un cáncer a toda la familia”… tal cual, me decía el otro día. Antes de responder directamente al titular, veamos cómo funcionan estos aparatos y porqué terminan calentando la comida.

El funcionamiento de un horno microondas

Antes de llegar a los hornos domésticos, es preciso saber que las microondas como tal son ondas de radio de alta frecuencia no ionizante. Las microondas han tenido y aun conservan una utilidad clásica en la difusión de señales de televisión, funcionamiento de los radares así como en las telecomunicaciones, en especial las señales de telefonía móvil. Además, las microondas también se emplean en diversas áreas de la industria para procesar materiales, en medicina para el tratamiento por diatermia y en las cocinas para la preparación o calentamiento de alimentos.

En relación con los alimentos y la posibilidad de calentarlos a partir de la incidencia sobre ellos de las microondas habrá que observar el contenido en agua en estado líquido en esos aliemntos. Muy en resumen, las microondas “agitan” o hacen vibrar las moléculas de agua contenidas en los alimentos, de forma que “chocan” y rozan entre ellas. Cuando digo vibrar… igual no te haces idea de hasta que punto las moléculas de agua “vibran” (que funcionan para la ocasión como dipolos, es decir, tienen una parte claramente cargada de forma negativa y otra positiva) cambiando de orientación unas 2,4 mil millones de veces en un segundo. La fricción generada entre todas las moléculas de agua (similar a la producida cuando nos frotamos las manos) es la que a la larga genera parte de la energía aportada en forma de calor y termina, por conducción, calentando el resto de zonas del alimento o del recipiente que lo contiene.

A continuación puedes ver un muy ilustrativo vídeo al respecto (contiene subtítulos en castellano; si al principio no los ves puedes activarlos en el menú “opciones” del youtube). Por cierto, el caso práctico con el que ilustra la longitud de onda de su micoondas calentando queso rallado para la ocasión solo “funciona” sin que gire el plato de la base.

En síntesis, las moléculas de agua vibran y giran cuando las microondas «inciden» sobre ellas y la fricción entre las moléculas agua al moverse provoca el calentamiento que se transmite al resto de componentes del alimento por conducción (conducción, como en un horno tradicional o en las placas de tu cocina).

¿Es seguro el horno microondas?

En palabras de la propia Organización Mundial de la Salud:

Los alimentos cocinados en un horno microondas son tan seguros y tienen el mismo valor nutritivo, como los alimentos cocinados en un horno convencional. La principal diferencia entre estos dos métodos de cocina es que la energía del microondas penetra más profundamente dentro del alimento y reduce el tiempo en el que el calor es conducido a todo el alimento, reduciéndose de esta forma el tiempo total de cocción.

Es más, la propia OMS aclara de forma explícita que:

Con el fin de desterrar algunos falsos mitos al respecto del uso del horno microondas es importante darse cuenta que el alimento cocinado en un horno microondas no se convierte en “radioactivo”. Ni ninguna energía de microondas permanece en la cavidad o en el alimento después de que el horno microondas se haya apagado. En este sentido, las microondas actúan como luz; cuando el interruptor de la luz se apaga, la luz no permanece.

Así que ni radiactivo, ni cancerígeno, ni venenoso… más que nada por la propia definición de microondas: radiación de alta frecuencia no ionizante.

Mañana continuaremos con el tema del microondas y hablaremos en el segundo capítulo del peligro real que hay en su uso cuando se calienta agua (solo agua) en determinadas circunstancias. Peligro de quemaduras por salpicadura… nada misterioso por otra parte.

Actualización 1/10/2014: Ayer en Twitter @El_Reflejo me hizo llegar este interesante post publicado en el blog “Desayuno con fotones” al respecto también de los mitos sobre el uso del horno microondas.

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Imagen: Praisaeng vía freedigitalphotos.net

¿Es saludable aprovechar el caldo de cocción de las verduras?

Zumo de espinacasDepende. Por un lado existen infinidad de recomendaciones en blogs de gastronomía, de alimentación y de salud en los que se alienta esta práctica alegando que es precisamente en ésa agua de cocción en donde se acumula una cantidad importante de vitaminas, minerales y otras sustancias fitonutritivas que no hemos de desaprovechar bien por la salud, bien desde un punto de vista gastronómico. Y un servidor coincide en cierta medida con esta opinión. Pero por otro lado…

Al mismo tiempo que en esa agua de cocción se acumulan esas interesantes sustancias es preciso considerar la posibilidad de que también se acumulen otros elementos que no tengan un perfil tan beneficioso. Tal y como quedo bastante claro al respecto de cómo lavar las frutas, verduras y hortalizas en sendos post la semana pasada (aquí y aquí) además del preceptivo lavado en no importa que circunstancia de los vegetales que consumamos (incluso aunque se pelen), el proceso de cocinado sirven también para higienizar dichos productos en relación a los posibles fertilizantes o pesticidas presentes en el alimento. Es preciso aclarar por tanto que el cocinado de los vegetales sirve, además del lavado previo, para “limpiarlos” de estos productos teniendo en cuenta además que esas sustancias, tras el proceso de cocinado, no desaparecen de esta realidad pasando por ejemplo a la cuarta dimensión, no. Esas sustancias químicas quedan en cierta medida en el agua de cocción. Así pues, y dependiendo de las condiciones particulares de cada caso (origen del producto, lavado previo, etcétera) resultaría bastante contradictorio que nos bebiéramos o usáramos posteriormente para cualquier otra preparación culinaria un caldo o agua de cocción de vegetales que además de posibles vitaminas y minerales tuviera una carga significativa de esos posibles contaminantes que se supone pretendemos evitar.

En definitiva, la respuesta a si se debe o no reutilizar el agua en el que se hayan cocido una serie de hortalizas o verduras dependerá de lo escrupulosos que hayamos sido en su lavado previo. De no haberlo sido, desde luego que un servidor ni se lo bebería ni lo reutilizaría para nada por muchas vitaminas que se supone pudiera contener.

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Cómo limpiar la fruta, la verdura y las hortalizas (2): En detalle

Lavar ensalada

Tal y como se vio en el capítulo anterior hay una serie de ideas previas, unas generalidades, a tener en cuenta a la hora de limpiar los productos vegetales que vamos a terminar ingiriendo bien sea para reducir o eliminar la cantidad de pesticidas presentes en ellos, bien su posible carga microbiana. Es momento ahora de entrar más en detalle y también de responder a la pregunta de si lavar solo con agua (la del grifo) es verdaderamente eficaz en algún sentido ya que no pocas personas sostienen que no sirve para nada.

Manos a la obra (en detalle)

  • Vegetales de hoja: lava separadamente y de forma individual las hojas de lechuga y otras verduras bajo el chorro de agua corriente. Desecha las hojas exteriores si están feas y pochas. La inmersión previa de las hojas durante unos minutos en un recipiente con agua fría puede facilitar el ablandamiento de tierra y suciedad si están presentes. Seca con papel de cocina o usa un “centrifugador de verduras” para eliminar el exceso de humedad. No recuerdo a quién oí decir una vez que el agua en una ensalada es el peor de los asesinos para la misma (desde el punto de vista de los sentidos, claro, además de que con agua presente será verdaderamente difícil aliñar en condiciones una ensalada)
  • Raíces y tubérculos (patatas, zanahorias, rábanos…): enjuagarlos en agua, pelarlos (si procede), lavarlos concienzudamente bajo el agua corriente y luego secar.
  • Vegetales con “recovecos” y frágiles al mismo tiempo (coliflor, brócoli…): Sumergir en agua durante 1 a 2 minutos, enjuagar bajo el chorro de agua corriente y secar
  • Manzanas, pepinos, peras y otros vegetales de consistencia firme: lavarlos directamente bajo el agua (se vayan a pelar posteriormente o no, ver post anterior), frotar con un cepillo suave si fuera necesario y secar.
  • Melones y sandías: aunque está claro que no nos vamos a comer la piel, son productos que crecen en contacto con la tierra, con lo cual conviene lavar y frotar su superficie (antes de abrirlos) con agua y luego secar. A la hora de cortarlos utilizar un cuchillo diferente para separar la pulpa de las “tajadas” de aquel que se ha utilizado para obtenerlas del fruto.
  • Frutas más o menos blandas (uvas, cerezas, ciruelas, moras…): no lavar hasta el momento de su consumo, antes de guardarlas revisar y desechar aquellos granos o ejemplares mohosos o en mal estado (podrían afectar al resto). Momentos antes de consumirlos sumergir en agua y posteriormente enjuagar en agua corriente.
  • Setas: limpiar con un cepillo suave o papel de cocina húmedo… en algunos casos, hay que reconocerlo es una tarea tediosa donde las haya.

 ¿Da igual lavar que no lavar, los pesticidas van a seguir ahí? No

Algunos estudios han observado la cuestión relativa a la efectividad de lavar (con agua) los vegetales antes de su consumo con el fin de contrastar la eficacia de esta práctica a fin de reducir el contenido original de pesticidas, y han hallado que, en contra de lo que algunos sostienen, es una medida muy recomendable.

Eso con el lavado sin más… si además tenemos en cuenta otros procesos culinarios que con frecuencia se aplican a este tipo de productos (aquellos que no se coman crudos) como el escaldado, hervido, salteado, horneado…, amén del pelado previo; la reducción en la presencia de pesticidas es más que significativa. Esto es lo que se desprende del artículo Effects of food processing on pesticide residues in fruits and vegetables: a meta-analysis approach (Consecuencias del procesado de frutas y verduras en la cantidad de pesticidas: una aproximación mediante meta-análisis).

El beneficio de lavar los vegetales para reducir la carga de pesticidas (aunque esta esté dentro de los niveles seguros) lo podemos contrastar en otros estudios, como este de aquí. En otros casos, sin hacer de menos a la práctica de lavar los vegetales sencillamente con agua de grifo, como en este otro estudio, se propone obtener un mejor resultado utilizando bien agua salada o bien agua con algún tipo de detergente. A este respecto, habrá que considerar los usos que posteriormente se le van a dar a esos alimentos y el riesgo de que al mismo tiempo queden residuos de ese detergente en el alimento. Por lo tanto, en lo que a mí respecta, y teniendo en cuenta que las escasas recomendaciones de organismos públicos en este sentido apuntan hacia el no uso de productos específicos más allá del agua corriente para limpiar los alimentos vegetales, mi consejo es que se mantenga en cuarentena la recomendación de este último estudio mencionado. Al menos hasta que exista una evidencia clara del balance entre el riesgo y beneficio de su uso.

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Nota: Quiero agradecer a Pablo Zumaquero (@pzjarana) sus aportaciones para este post, así como a un lector que me trasladó sus dudas para confeccionarlo.

Imagen:  winnond vía freedigitalphotos.net

Cómo limpiar la fruta, la verdura y las hortalizas (I): Generalidades

Limpiar ensalada 2Inicié la semana pasada poniendo de relieve el sinsentido que a mi juicio supone traer hasta nuestros supermercados (o tiendas especializadas) productos con el sello de ecológicos y que al mismo tiempo fueran “made in muy lejos”, es decir, con una producción muy alejada del punto de venta.

Una de entre las muchas razones por las que alguien puede decantarse por el consumo de alimentos ecológicos es la de evitar los pesticidas “de síntesis” presentes en los productos de la agricultura convencional (que por otra parte están dentro de los márgenes permitidos en su más amplia mayoría). Sin entrar a valorar las decisiones de cada cual, creo que sería conveniente el saber que un adecuado lavado, así como la aplicación de diversas tecnologías culinarias reduce, cuando no elimina, la posible carga de los famosos pesticidas (ya estén presentes en los productos ecológicos o en los convencionales). Unas prácticas, las del lavado y demás, que por otra parte se han realizado toda la santa vida con independencia del origen del producto vegetal. Es decir, lavar, pelar y cocinar en su caso son estrategias que sirven de forma eficaz para librarse o minimizar todos aquellos elementos contaminantes presentes en los alimentos vegetales. Veamos cómo debe de realizarse.

Consejos previos

  • Compra productos de cercanía: Reducir el tiempo de transporte y la distancia puede ayudar a limitar las posibilidades tanto de contaminación como de proliferación bacteriana.
  • Adquiere cantidades de alimentos acordes con tú capacidad, y la de los tuyos, para consumirlos sin que estos se pongan pochos. Los productos vegetales frescos suelen tener una vida media bastante limitada si los comparamos con otros productos procesados.
  • Si no vas a consumir los alimentos de forma inmediata y antes de guardarlos, es mejor que les apliques una limpieza superficial en seco, quitando los posibles restos de tierra, frotándolos, etcétera que lavarlos con agua. La humedad y por ende el agua facilita el crecimiento bacteriano y puede acelerar el deterioro de este tipo de alimentos. Es mejor por tanto lavarlos de forma inmediata al momento de su consumo. No obstante, si te decides a lavarlos con agua antes de guardarlos preocúpate también de que antes queden bien secos.
  • También antes de guardarlos, conviene revisar la existencia de hojas más deterioradas o pochas, y retirarlas en su caso, en productos como la lechuga, el apio, la col de hoja (berza), la acelga, la borraja… en general en cualquier tipo de verdura u hortaliza de hoja.

Manos a la obra (en general)

  • Limpia comenzando limpio. Para manipular cualquier alimento es muy recomendable, por no decir obligatorio, que lo hagas con las manos bien limpias, además de utilizar una superficie de trabajo y menaje también limpios.
  • Lava incluso si vas a pelar el producto (pepino, fruta, etcétera). Esto ha de hacerse así ya que el cuchillo o la hoja del pelador al llevar a cabo esta acción entra en contacto con la piel “contaminada” y puede dejar restos de esa contaminación (química o bacteriana) en la pulpa ya pelada. La única excepción que se me ocurre, más o menos lógica es la del plátano.
  • Lavar de forma adecuada bajo el chorro de agua corriente no “esteriliza” los alimentos (no garantiza la completa eliminación de todos los micoorganismos) pero si ha demostrado ser una medida eficaz para reducir de forma importante su presencia así como para reducir también los posibles pesticidas.
  • No dejes que el jabón ni los detergentes entren en contacto con los alimentos. El lavado de estos productos se debe realizar con agua, de forma concienzuda si fuera necesario, lo que incluye, si es el caso, el frotarlos con un cepillo suave o trapo limpio.

Sobre el uso (no recomendado) de productos específicos «higienizadores» o «limpiadores»

No hay un consenso sobre el uso de productos especialmente diseñados para lavar los vegetales (normalmente a base de hipoclorito sódico –lejía- de uso alimentario). Es más, en este sentido la única recomendación “no comercial” que he encontrado de un organismo sanitario, en este caso la FDA, recomienda no hacer uso de este tipo de productos ya que la seguridad de sus residuos no ha sido evaluada y su eficacia tampoco ha sido probada ni estandarizada de forma independiente.


En el próximo capítulo se abordarán cuestiones concretas en virtud de las características particulares de los distintos alimentos de origen vegetal. Al mismo tiempo se dará respuesta a la pregunta si verdaderamente hay pruebas que demuestren la utilidad del agua (u otros elementos) en la eliminación de pesticidas. Continuará…

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Imagen: Dino De Luca vía freedigitalphotos.net

Contaminantes químicos en los alimentos: su origen

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Hoy os traigo un video sencillito en el que se ponen de relieve los posibles distintos orígenes de los contaminantes químicos en los alimentos. Como podrás comprobar no todos los contaminantes químicos proceden de su adición «artificial» ya que algunos de ellos pueden ser «naturales». ¿Contaminantes químicos naturales? Pues sí, a ver si de alguna forma se puede ayudar a que algunas personas cuestionen su posicionamiento cuando consideran que todo lo «químico» en los alimentos procede de la ingerencia humana o que todo lo «natural» es bueno per se.

Empezando porque todo es química, al menos aquello que goza de materia, y que por tanto, por mucho que consideramos un alimento como “intacto” y “natural” habremos de atribuirle una química consustancial (¿te acuerdas?) y acabando porque hay otra serie de “químicos” que con muy diverso origen pueden acabar en el alimento.

Si, ya sé, cuando las personas se refieren a los “químicos en los alimentos” se refieren a aquellos productos que se le adicionan con el fin de promover su crecimiento, de evitar ser el punto de mira de una plaga cualquiera, etcétera. Pero sin embargo, hay muchas otras sustancias químicas que no son añadidas artificial ni voluntariamente en principio en un alimento determinado y que sin embargo pueden aparecer de forma completamente “natural” en los mismos, y por supuesto considerarse “contaminantes”. Por eso, tratando de hacer un resumen categorizado de la cuestión química en los alimentos traigo este video para que una experta de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) nos lo explique de primera mano.


Además de interesante, acertada y breve presentación no sé si te has dado cuenta, pero este es de los pocos vídeos que a día de hoy pueden descargarse legalmente desde youtube, evidentemente con fines didácticos.

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Imagen: digitalart vía freedigitalphotos.net

Nutrición-área 51: Frutos secos «activados»

Almendras

Recientemente he sido conocedor de una nueva tendencia nutricional consistente en “activar” los frutos secos antes de comerlos y obtener con está práctica una serie de beneficios.

Al menos se trata de una recomendación nueva para mí y que por lo que he podido comprobar está especialmente asociada a los ritos las prácticas de la alimentación alternativa (ya sabes ese tipo de “alimentación” que se encargan de popularizar  Gwyneth Paltrow y otros especímenes afines). Si bien es cierto que el respaldo que tiene esta práctica con respecto a sus beneficios es prácticamente inexistente, hay que reconocer que algo hay que rascar, muy poco, en esta “activación”. No obstante, antes de que lancemos las campanas al vuelo y de que te desesperes buscando el interruptor de cada almendra veamos qué es eso de la activación de los frutos secos, muchas veces asociado a las almendras en particular.

¿Qué se supone que es la activación de los frutos secos?

Según sus defensores y promotores consiste en someter los frutos secos a un remojo en agua durante un tiempo variable. Digo variable porque entre los que promueven este tipo de prácticas no se ponen de acuerdo, llegando a variar entre las 2-3 horas y las 24. En la temperatura del líquido elemento tampoco hay unanimidad, mientras unos dicen que caliente, otros que “del tiempo” (¿del de Suecia o del de Marruecos?), otros que guardarlas en el frigorífico… y así, en fin, obtener una serie de beneficios nutricionales que de otra forma no se obtendrían. Es aquí, precisamente en el punto de los pretendidos beneficios, cuando llega el desmadre buenrollista. Para una buena parte de los defensores (hay cientos o miles de páginas en internet que te hablan de ello) se consigue:

  • Eliminar o reducir el ácido fítico;
  • Eliminar o reducir los taninos;
  • Neutralizar los inhibidores enzimáticos;
  • Promover la producción de enzimas beneficiosas;
  • Aumentar el contenido vitamínico, especialmente el de las vitaminas del grupo B;
  • Descomponer el gluten y hacer más fácil la digestión;
  • Hacer que las proteínas sean más fácilmente absorbibles;
  • Evitar deficiencias minerales y la pérdida ósea;
  • Ayudar a neutralizar las toxinas en el colon para mantener el colon limpio;
  • Prevenir muchas enfermedades y condicionantes negativos de salud.

¿Qué buen rollo, no? Pues no.

Lejos de semejantes planteamientos lo único sobre lo que se sospecha a ciencia cierta que se obtiene como beneficioso es el punto uno. Nunca una eliminación y sí una reducción de la presencia de ácido fítico. Un compuesto que en cierta medida tiene la categoría de antinutriente de forma que, estando presente en una determinada ingesta puede dificultar la absorción de algunos minerales, en este caso y hablando de frutos secos, principalmente del calcio, del hierro, zinc… No obstante, este mismo ácido fítico también tiene su vertiente positiva, y no poca, sobre la salud, así que cuidadín con las demonizaciones descontextualizadas.

En el «mundo real», la «activación» de semillas sí tiene una justificación más que contrastada en el terreno de la botánica y de la producción agraria, pero no tanto, o más bien nada en absoluto, en el de la nutrición.  Además, dicha «activación», la real, la buena… requiere de condiciones cambiantes (tiempo, humedad, temperatura) en virtud de la semilla que se pretenda activar. Para más señas te sugiero que le eches un vistazo a este post “¿Es mejor comer pre-remojados los frutos secos?” de Inés Alonso en su muy recomendable blog ¿Sabemos lo que comemos?

¿Estás seguro de lo que dices, tienes pruebas?

La mejor de ellas, tengo la prueba en boca de quien se dedica a producir y distribuir almendras, en concreto de uno de los mayores productores mundiales, el Almond Board of Australia o Consejo de la almendra australiana (en España la “mesa de productores de frutos secos” no se ha pronunciado a este respecto) quien en este documento afirma que “quienes creen” en esto de la activación de las almendras lo hacen sin ningún respaldo científico ya que no hay publicaciones serias (y creo que de las otras tampoco) en las que se pongan de relieve tales prodigios activadores. Sin embargo, afirma que la venta de “almendras activadas” es un hecho y que por ser un proceso relativamente caro que encarece el precio final del producto sugiere que te las actives tú en casa. Y, ¡oído al parche! en esta activación almendrera se incluye como ya hemos visto el remojo… pero después también una deshidratación.

Por mi parte, y después de haberle dedicado un tiempo a la búsqueda en un sentido u otro de los posibles beneficios de la activación de los frutos secos no he encontrado nada serio (pero nada de nada) y sí mucha palabrería sin fundamento.

Entonces, ¿qué hago, las “activo” o no?

Mi consejo es que no, salvo que seas un seguidor de este tipo de rituales sin mayor fundamento y tu tranquilidad mental espiritual dependa de ello. Incluir una adecuada cantidad de frutos secos en nuestra alimentación cotidiana (en su justa medida) es, en líneas generales, una sana recomendación en el marco de muchas otras. Tu balance mineral, dependerá de muchas otras circunstancias más que allá de que estén “activados” o no. Al final, preocuparse por estas cuestiones tiene el mismo sentido que inquietarse por llevar la bragueta abierta mientras te precipitas desde lo alto de un rascacielos (menudas preocupaciones tienen algunos).

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Nota: Quiero agradecer la iniciativa y aportaciones de Luis Almagro (@drluisalmagro ), de Pablo Zumaquero  (@pzjarana)y de Inés Alonso (@inalma) para la redacción de este post.

Imagen:  lobster20 vía freedigitalphotos.net