El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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“Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil

Se trata de una producción brasileña y su título original es Muito Allém do peso (Más allá del peso). Toma nota: hacía mucho, mucho tiempo que un documental no lograba conmoverme como lo ha hecho este. Será porque aborda un tema tan preocupante y emotivo como es el de la infancia y su obesidad. Lo hace tocando todos los palos que hay que tocar o al menos los más importantes, retratando la cruel realidad de muchos niños brasileños y, lo que es peor, sus escasas posibilidades de maniobra para salir de sus aciagas circunstancias. Unas circunstancias que, por otra parte son compartidas en prácticamente todo el mundo, con sus matices, tal y como sucede en la mayor parte de los países “desarrollados” y en los que no lo están tanto.

El documental dura cerca de una hora y veinte minutos y, a pesar de lo que parece no es largo, más al contrario se hace corto. En él se ponen de relieve lo que tantas y tantas veces se ha sacado a colacióne en este blog:

Lo vulnerables que son para estas cuestiones las clases más desfavorecidas; que guardar patrones menos saludables de alimentación suele ser más barato que seguir aquellos más recomendables; el papel de la educación nutricional tanto en las escuelas como en casa; la ignominiosa presión de la industria alimentaria; el rol del azúcar en esta historia; el de las grandes superficies de venta de “comestibles”; la opinión de una madre sobre lo ridículo de hacer dieta para adelgazar y sí adquirir buenos o mejores hábitos; las demoledoras y lógicas aportaciones de Jaime Olivier (qué grande este tío en su lucha contra la obesidad infantil), los contundentes datos sobre la situación de gran parte de la población infantil brasileña en cuanto a la obesidad y su descorazonador futuro; la vergonzosa situación de, encima, ver premiados a los directivos de ciertas industrias alimentarias por parte de la administración por “sus acciones emprendidas en pro de la salud”; el papel de la publicidad; la opción de limitarla (¿forma parte de la solución no anunciar aquello que es “malo” y que de cualquier modo se puede adquirir?); los malditos regalos de la comida basura (sí, es en este tipo de comida el que, sus fabricantes, son los únicos que ofrecen regalitos para los niños); el hecho de no concebir el beber otra cosa mas que refrescos y bebidas azucaradas; y así un largísimo y muy recomendable de ver etcétera.

Me había preparado una especie de guión con los momentos estelares del reportaje, pero se haría eterno. Tan solo mencionar algo que, sinceramente, me revolvió las tripas y que casi, lo prometo, me hizo llorar… (a partir del minuto 12:41). Fue el hecho de saber que el 56% de los bebés de menos de un año toman refrescos de forma frecuente y el ver rellenar biberones con refrescos de cola. Asco y repulsión es poco… y no, no solo son los padres los culpables, el documental ofrece no pocas explicaciones a este lamentable comportamiento.

En definitiva, te invito a que saques tiempo de donde puedas y veas este documental enterito, pasa de las palomitas y de los refrescos y ponte serio para verlo. No es broma.

Nota: Sugiero a cualquiera de los responsables de las distintas cadenas de televisión españolas que hagan el esfuerzo de comprar los derechos para difundir este documental imprescindible. Si además, lo doblan sería genial, auguro un éxito de audiencia.

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¿El problema es de los “azúcares añadidos”, del azucarero o de ambos?

Suat Eman vía freedigitalphotos.net

Suat Eman vía freedigitalphotos.net

Los azúcares simples son esa clase de nutriente que de un tiempo a esta parte se encuentran en el ojo del huracán. Su excesiva presencia en la alimentación contemporánea les relaciona con una buena parte de las enfermedades metabólicas de nuestro tiempo, incluida la diabetes, la obesidad y todas las enfermedades que de estas se suelen derivar. El panorama es tan preocupante que las instituciones sanitarias públicas parece que andan detrás de una reforma de las recomendaciones de consumo de estos tal y como contaba en esta entrada el otro día.

Como digo, el verdadero problema de los azúcares es su abundante presencia en alimentos diversos, más que, o además, del uso que de estos podamos hacer los consumidores de forma consciente a la hora de endulzar cualquier preparación, bebida o receta… lo más típico con el café con leche.

Es decir, el problema tiene una doble vertiente. Por un lado está aquello que se denomina propiamente “azúcares añadidos” (azúcares o ingredientes que los contienen que se emplean en la producción de diversos alimentos y bebidas) y por el otro, el uso del “azucarero” como tal. Una situación, que al menos en mi opinión, me parece es muy similar a lo que os contaba con el tema de la sal en esta otra entrada.

En las sociedades desarrolladas consumimos demasiados azúcares simples, así se pone de manifiesto por ejemplo, en Estados Unidos con los datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de aquel país. Según estos datos, resulta muy llamativo que cerca del 13% de las calorías de los adultos norteamericanos provengan de los denominados “azúcares añadidos” ya sea porque los alimentos los incluyan en su composición o porque se agreguen voluntariamente.

¿Cuándo tomamos azúcares?

Está claro que cuando usamos el azucarero somos plenamente conscientes de lo que estamos haciendo. Pero más allá de esta circunstancia la identificación de otros azúcares no es tan sencilla para la población general ya que con mucha frecuencia se “disfrazan” con otros nombres. Así, para que no quepa duda alguna, los azúcares están cuando en un determinado alimento leemos ingredientes como el de jarabe de maíz, sólidos de jarabe de maíz, jarabe de maíz alto en fructosa, jarabe de malta, jarabe de arce, fructosa, fructosa líquida, miel, melaza, dextrosa anhidra, cristal dextrosa, dextrina; además, evidentemente, del “azúcar” como tal y el azúcar moreno.

Como vimos en el reportaje de esta otra entrada, la industria del aperitivo, el tentempié, la bollería, la pastelería y confitería gasta cantidades –nunca mejor dicho- industriales de azúcar en la elaboración de estos productos… y nosotros los consumimos. Además de estas, una de las industrias que no vimos reflejado en aquel documental fue la de las bebidas azucaradas, los famosos refrescos principalmente. Un elemento fundamental a la hora de llegar a ese mencionado 13% de calorías en la dieta de los adultos proveniente de los azúcares.

El caso es que a pesar de que el mencionado informe del CDC sostiene que la mayor parte de los azúcares añadidos provienen de alimentos sólidos, el peso de las bebidas sigue siendo muy importante. Es más, el mismo informe llega a advertir que en no pocas investigaciones la principal fuente de azúcares en la dieta se ha demostrado provenir de los refrescos. Quizá sea el momento de refrescarnos y recordar con esta entrada, a partir de dibujos animados, el papel del consumo de refrescos en la obesidad y sus dolencias derivadas.

En definitiva, una situación que no es especialmente novedosa, ya lo sabíamos más o menos. Pero este marco se torna más preocupante cuando se contrasta la opinión de algunos expertos sanitarios y de algunos colectivos implicados en la producción de la materia prima del azúcar que defienden su consumo de una forma, a mí modo de ver, totalmente incomprensible. Un ejemplo de lo que digo lo podemos encontrar en el programa siguiente, cuando en un medio de comunicación se aprovecha para hacer una torticera defensa del consumo de azúcar y de los alimentos que lo incorporan en base a mezclar medias verdades con mentiras completas. Un espacio en la televisión pública confeccionado «a mayor gloria» de la producción y el consumo de azúcar. En mi opinión, además del propio discurso principal, es lamentable que se realicen este tipo de “debates monologuistas” en los que no se cuenta con alguien que pueda ofrecer un adecuado contrapunto a la opinión de los allí reunidos.

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Nota: Quiero agradecer Pablo Zumaquero@pzjarana, un buen compañero de profesión, las aportaciones para esta entrada.

Nuevas y acertadas recomendaciones en el horizonte sobre el consumo de azúcares: ya era hora

Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Ya era hora… o espero que lo sea. La Organización Mundial de la Salud se plantea en un futuro próximo reducir a la mitad las recomendaciones de ingesta máxima sobre el consumo de azúcar. Ya era hora.

Y digo que ya lo es porque el tema de las llamadas “recomendaciones” se presta en este terreno a una sutil y frecuente mala interpretación. El caso es que cuando la población general oye eso de “recomendaciones” se piensa que eso, la medida señalada, es la adecuada. Y no en todos los caso es así. En el caso de los hidratos de carbono simples, los azúcares, lo que dicen las más habituales recomendaciones es que su presencia en nuestra alimentación no debe superar el 10% del valor calórico total de la dieta (la que sea en cada caso). Lo que no dice es que deba ser del 10% (actualmente), sino que no se deba superar dicho porcentaje. Lo que es muy diferente.

Sin embargo, como digo, esta misma recomendación, la del 10%, está bajo “investigación” y se baraja disminuirla hasta la mitad, lo que no es ninguna tontería. Es decir, reducir hasta el 5% del valor calórico total de la dieta la ingesta máxima de este tipo de nutriente. Ya era hora (otra vez). Esta medida está relacionada, de nuevo, con la, desde hace tiempo, persistente epidemia de obesidad… lo que se ha dado en llamar globesidad.

Pero como siempre hay muchas matizaciones que hacer. La incidencia de obesidad en la población general es ciertamente alarmante, pero, para que me entiendas sin lugar a dudas y si se me permite lo desabrido de mi vocabulario, este es un problema jodidamente complejo. Y esto es algo que saben bien las autoridades sanitarias (me refiero a la OMS, entre muchas otras). La carencia de actividad física, la presencia de lo industrial en gran parte de lo que comemos, la super presencia de comida en cualquiera de los entornos en los que nos hallemos, las cuestiones culturales, educacionales… hacen de la cuestión obesa, un problema de muy difícil abordaje.

Pero una de las cosas más claras a mi modo de ver, y ahora por fin también al de las autoridades sanitarias, es la de la superabundancia de azúcares en nuestra dieta. Me refiero a ese componente etéreo, laminero, antisaciante y enfermante que supone la extraordinaria presencia de azúcares en nuestra dieta. Este exceso se pone de manifiesto especialmente si se tiene en cuenta que en torno al siglo XIX el consumo de azúcar por persona en un año rondaba los 5 kg, hoy esa cifra se ha disparado hasta los ¡50 kg de azúcar por persona y año!

Al igual que desde hace se tiempo se trata de poner de relieve que gran parte del sodio que consumimos no los pone el consumidor en el plato, sino que está ahí, fruto de las frecuentes elecciones alimentarias que se suele hacer cuando los alimentos procesados son un elemento especialmente abundante en nuestra alimentación… ahora le toca el turno a los azúcares. Ya era hora. Por que la problemática del sodio y de los azúcares es muy similar. Ambos están presentes en nuestro patrón alimentario, a pesar de que el consumidor final no es el que lo agregue físicamente a su comida: refrescos, salsas preparadas, cereales de desayuno, bollería, galletería, zumos… hay azúcares donde se espera que estén… pero también, en muchas ocasiones, donde menos se espera que estén.

Y que no se me entienda mal. No es que los azúcares sean malos. De nuevo, lo que es perjudicial, rematadamente, no es el nutriente en si mismo, sino es el uso que se hace de este. Hace años, no tantos en la historia del Hombre, pero sin embargo sí muchos para nuestras individuales perspectivas, el azúcar era empleado más como una “especia” que como un ingrediente inevitable que es en lo que a día de hoy se ha terminado por convertir.

Otra vez más, y a la espera de que lleguen las recomendaciones oficiales, mi consejo es que evites siempre que puedas los alimentos procesados, o que los utilices muy de ciento a viento. Pasa de refrescos, de la bollería, de la galletería, de los cereales de desayuno. Y, además, utiliza el azúcar (ya sea refinado, moreno, en forma de miel, etc.) más como una “especia” que como un ingrediente principal (lo que implica en escasa cantidad y de vez en cuando).

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Adoctrinamiento en la «cultura» del refresco

 Iamnee (freedigitalphotos.net)

Iamnee (freedigitalphotos.net)

No diré que me parece mal, de verdad, ni mucho menos. Pero déjame que te explique un tema que llevo clavado en el alma de dietista-nutricionista desde que me la contaron. El tema va de las salidas culturales de nuestros hijos en el colegio.

Considero que la oferta de estas salidas «culturales» ha de ser diversificada con el fin de ofrecer a nuestros hijos una amplia perspectiva y desde diversos ángulos de la realidad en la que vivimos: visitar un museo, acudir al teatro, una excursión a un parque natural y, porqué no, también las visitas a distintas empresas que elaboran no importa qué producto, servicio o bien de consumo… son los ejemplos más frecuentes.

Todo bien mientras la actividad tenga un contexto y no se haga lo contrario, valga la redundancia al descontextualizarla tal y como me cuenta que sucedió un buen amigo en el cole de su hija de 14 años. Llevaron a toda la clase a visitar las instalaciones de una conocidísima marca de refrescos, en especial de cola. La profesora, diligente en su tarea, propuso al alumnado que fuese preparando con antelación preguntas para poder hacer a los responsables de la empresa en cuestión. Y resulta que la hija de mi amigo, no podía ser otra, les preguntó que cuánto azúcar llevaba una lata de los conocidos refrescos de cola. El responsable con más soltura que un campeón de mus le contestó sin pestañear que un sobre.

Claro, un sobre, quizá se le olvidó decir el tamaño. Lo digo porque sobres hay muchos, están los de cafetería (lo normal de 8g de azúcar), están los de Bárcenas, que por lo que dicen eran bastante abultados, etcétera: un sobre, y todos tan contentos.

Si el tramposo, fullero y sibilino empleado de la empresa de refrescos hubiera sido más justo debería haber dicho que la cantidad de azúcar en un refresco de cola es similar a la contenida en un hipotético sobre equivalente a cinco veces aquellos típicos de las cafeterías. Y si hubiera sido más preciso podría haber dicho que unos 39 gramos, pero claro, a los chavales de 14 años es mejor hablarles en unidades de «sobre» en especial si te callas los posibles prefijos: decasobre, kilosobre, etcétera. Pero la cosa no acaba aquí.

Una vez en el colegio la profesora les hizo hacer una redacción y, posteriormente un examen que contenía preguntas de la visita. Nada objetable hasta cierto punto porque de esta forma también se controla quién está en la salida cultural y quién está de excursión, que no es lo mismo. Como digo nada malo salvo por una de las preguntas ¿cuál era la composición de esos refrescos de cola tan conocidos? Ya ves, en vez de enseñar, mostrar y hacer hincapié en otras cuestiones sin importancia (léase cualquier cuestión de historia, biología, etcétera) había que saberse la composición de marras.

Si me hubiera caído a mí la preguntita le hubiera respondido que, como todo el mundo sabe, esa fórmula es secreta y que de saberla y decírsela, probablemente alguien vendría a matarla a continuación. Y que me suspenda si tiene…

Me despido, no sin antes preguntarme si se podría llegar a conocer la proporción de estas “salidas culturales” en los colegios españoles (y también en las universidades) que se llevan a cabo en empresas multinacionales cuyos productos alimenticios no están precisamente en la base de la pirámide de la alimentación saludable, me refiero a empresas que elaboran refrescos como el ejemplo de hoy, pero también a otras, como las que producen hamburguesas, pizzas, chocolatinas, snacks salados, etcétera. Y ya, por preguntar que no quede, si estas empresas compensan de algún modo al colegio (o universidad) en cuestión que les visita o bien si les facilita la asistencia poniendo a su disposición autobuses o medios de desplazamiento… Porque entonces ya, si a esto le sumamos la conducta de la profesora de este post habría que cambiar la palabra “adoctrinamiento” del título de este post por palabras aun más duras.

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Nota: Tengo que agradecer a ese buen amigo del que hablaba la historia para este post, pero por cuestiones prácticas hoy será mejor que no este tipo de alusiones directas. Él ya sabe. Y todos tan contentos.

¿Cómo puede engordar un alimento con pocas calorías y mucho azúcar?

Esta pregunta, un poco liosa en su planteamiento, me la hizo llegar una lectora y seguidora de Twitter (@Innventio) a través  de uno de los comentarios del blog. En realidad su consulta y explicaciones concretas fueron las siguientes:

Si lo que engordan son las calorías, ¿cómo va a engordar un alimento que tenga pocas calorías pero mucho azúcar? Esto viene a colación de los refrescos. En general, un refresco tiene un 10% de CDR [Cantidad Diaria Recomendada] de calorías y un 25% de CDR de azúcar. Eso significa que si en un día tan sólo me tomara 5 refrescos (nada más), habría ingerido un 25% más del azúcar recomendado, por lo que engordaría, a pesar de haber ingerido sólo un 50% de las calorías recomendadas, por lo que debería adelgazar. No lo entiendo.

Si voy a comprar un producto, por ej., yogures y quiero elegir entre varias marcas, me encuentro con que la información nutricional no es equivalente. Uno tiene más azúcar, pero otro más grasa. Uno más proteínas, pero el otro más hidratos. Así pues, ¿qué debería priorizarse para elegir aquel yogur (o cualquier alimento) más recomendable, desde un punto de vista nutricional?

Refrescos (2)

Para la primera pregunta hay una respuesta relativamente sencilla siendo que además hay al menos dos post ya publicados en este blog que lo pueden ilustrar fenomenalmente bien. Siendo concisos: la pregunta es falaz en su proposición.

Entrando más en materia. En primer lugar ten en cuenta que la capacidad “engordante” de un alimento no depende solo del alimento en cuestión y sus calorías, sino también y de forma importante de la cantidad ingerida y de la frecuencia con la que se suele ingerir  (no es lo mismo consumir una lata de refresco de ciento a viento que tomar todos los días 10 litros)

En alusión a los refrescos o zumos comerciales, siendo concretos, una lata de refresco estándar o un brick individual de zumo comercial suelen contener entre 30 y 40 gramos de azúcar. Una cantidad que empieza a ser considerable la miremos como la miremos. El caso es que si observamos los valores relativos de todos los posibles nutrientes comprobamos que al no tener ni grasas ni proteínas en cantidades significativas, prácticamente el 100% de las calorías es aportada por los mencionados azúcares. Es decir, tenga la cantidad de azúcares que tenga, son los únicos que intervienen en la suma del valor energético del producto. Para saber de forma aproximada la cantidad de calorías aportadas por los distintos nutrientes o macronutrientes te sugiero que consultes estas entradas:

¿De qué depende que un alimento tenga más o menos calorías?

Dos preguntas para intuir las calorías en un alimento

Pero, al final la pregunta del millón es ¿son pocas o muchas calorías esas 120 a 160 kcal por ración estándar de refresco? Pues son bastantes si consideramos dos aspectos: que el gasto medio diario de un adulto medio ronda las 1800 a 2.500 kcal. y, que son calorías vacías, es decir, con este tipo de productos solo se incorporan calorías, nada más: ni fibra, ni vitaminas, ni ácidos grasos esenciales, etcétera y por tanto su poder de aportar saciedad es francamente escaso. Así, detrás de un refresco, puede venir otro, y luego otro… con todas sus calorías, que no van a contribuir en modo alguno a mantener un balance cero (o negativo si se pretende adelgazar) sino más al contrario. Usando tus argumentos,  si el consumo de un refresco implica “solo” el 10% de la CDR lo que verdaderamente implica es que has aumentado en un 10% la posibilidad de excederte en tu balance calórico porque, no te olvides: estas calorías “no las vas a tener en cuenta” a la hora de regular tu ingesta de alimentos diaria. Es decir un 10% de tus calorías necesarias te las metes al cuerpo sin haber empezado a comer, sin que se acompañen de un valor nutricional más o menos adecuado y sin saciarte…

Si tomaras 5 refrescos al día (y nada más) durante un espacio de tiempo relativamente largo lo que pasaría es que en contra de lo que dices, adelgazarías (es como si te dieran diariamente un saquito con 175 gramos de azúcar con sus aproximadamente 656 kcal). No creo que tú puedas mantenerte con vida y en un buen estado de salud con tan solo 650 kcal/día. Adelgazarías y además sufrirías múltiples deficiencias nutricionales. Pero si además de comer tu minuta habitual (equilibrada en todos los sentidos), la acompañaras con 5 refrescos al día (1 a media mañana, 2 en la comida, 1 a media tarde, 1 en la cena) las probabilidades de aumentar tu peso a la larga serían considerables.

En resumen, pocas o muchas calorías, ya se trate de una persona deportista, con normopeso o con sobrepeso, que coma mucho o poco, este tipo de productos, consumidos de una forma habitual, dentro del actual contexto de nuestra sociedad (con todas sus características inherentes) implica un aumento del riesgo de: pasarse con las calorías y de no estar correctamente nutrido y, por lo tanto caer en alguna deficiencia.

Te sugiero que visites estas entradas al respecto de las calorías vacías y los refrescos:

Calorías vacías, ése concepto

¿Es el azúcar veneno?

¿Puede la compañía Coca-Cola ayudar a combatir la obesidad?

Obesidad y más en dibujos animados

Información nutricional (2)

Con respecto a la segunda pregunta déjame que te responda saliéndome por la tangente: no es preciso que mires las tablas de composición de alimentos para seguir un patrón de alimentación saludable. La mejor prueba es que a pesar de estar ahí la gente no sabe interpretarles (véase tu pregunta). Y es que no es necesario. ¿Qué tal si sigues las más elementales recomendaciones de consumo de alimentos por grupos? Te doy una serie de consejos breves y de lo demás, entiéndeme, puedes “olvidarte”:

  • Procura que tu en alimentación estén presentes diariamente al menos cinco raciones de vegetales frescos (los consumas cocinados u crudos) es decir, verdura, hortalizas y frutas.
  • En cuanto a los alimentos provenientes de los cereales elige mejor aquellos de origen integral.
  • Por lo general huye de los alimentos que en su publicidad hagan alegaciones sobre la salud y te digan lo buenos que son. Es decir si vas a comer yogur, come yogur y punto. Olvídate de todo lo demás.
  • Procura que no haya muchos alimentos altamente procesados (derivados cárnicos, bollería industrial y similares) ni tampoco platos preparados, a domicilio. Es decir, cocina lo que comes.
  • En cuanto a las carnes elige aquellos cortes más magros y menos grasos.
  • La bebida de elección será el agua.
  • En resumen, come como comería tu abuela… y por supuesto muévete.

Te dejo esta entrada con sus diversos enlaces en su interior para que te hagas idea de lo que te digo: La era de los “platillos nutrientes” y sobre todo que te quedes con este tipo de organización de menús por grupos de alimentos de la imagen inferior, más allá de lo que te digan las etiquetas de los alimentos.

Healthy eating plate

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Imagen: Iamnee y Stuart Miles vía freedigitalphtos.net y Harvard School of Public Health

¿Es el azúcar veneno?

Azúcar_Grant CochraneLa opinión sobre el consumo de azúcar está francamente dividida. Por un lado hay personas que criminalizan su consumo como si de un veneno tal cual se tratara y, por el otro hay quienes la santifican como una fuente de energía rápida e incluso la asocian a una sensación de felicidad.

En mi opinión ni una cosa ni la otra. Como ya comenté en la entrada “La falacia de catalogar los alimentos en buenos y malos” la bondad o maldad de estos vendrá marcada más por el uso que de ellos hagamos en términos de frecuencia y cantidad que de la propia naturaleza del alimento en sí. De vuelta a Paracelso recuerda que “Todo es veneno, nada es veneno. Sólo la dosis hace el veneno” una frase que se le puede y debe aplicar tanto al azúcar que hoy saco a colación como a cualquier otro alimento.

Este posicionamiento que queda muy bonito sobre el papel es preciso matizarlo haciendo constar que en la actualidad tenemos una sobreabundancia de alimentos superfluos que incorporan el azúcar en su composición de forma masiva. A veces como único nutriente, con el paradigmático ejemplo de los refrescos (aquellos que no incorporen edulcorantes artificiales) y en ocasiones como ingrediente principal o mayoritario. Incluso en alimentos sobre los que a priori la población general no cree que sean especialmente ricos en azúcar. El caso es que, al final, consumimos mucho más azúcar que el que sería conveniente o que por lo menos sería el recomendado. Dejando de momento a un lado el tema de los refrescos (ya he hablado en anteriores entradas largo y tendido) merece la pena que veamos otros casos de hasta qué punto el azúcar puede llegar a estar presente en nuestra alimentación.

Uno de los ejemplos lo tenemos en un conocido producto cuyo eslogan publicitario más famoso hace referencia a sus ingredientes en la forma de: “leche cacao, avellanas y azúcaaaaar…” Pues bien, resulta que cuando se consulta su lista de ingredientes el primero de todos, el más abundante es el azúcar (y seguido de las grasas vegetales) hasta el punto que los tres primeros ingredientes del eslogan no llegan a sumar más del 15% de su composición. Es decir, mucho azúcar y mucho de otros ingredientes (las grasas vegetales) que así a bote pronto y sin dar más explicaciones, no destacan por su especial interés nutricional. Hasta el punto que el azúcar y las grasas vegetales suman cerca del 87% de su composición según la lista de ingredientes. Para más información puedes consultar esta entrada en el blog “Esto no es comida” en el que me he apoyado para traer este ejemplo.

Otro más son las galletas. Sí, en general todas ellas. Incluso suele dar igual que sean del tipo “super-sanas”, integrales o que ayuden a reducir tu colesterol. Al final, como podrás comprobar al leer sus ingredientes en el lineal de tu supermercado más cercano el azúcar en muchas ellas es si no el ingrediente principal sí uno de los primeros (segundo o tercero como mucho). Según un estudio de Consumer, por término medio y dependiendo de la marca, a las galletas del tipo “maría” se les añaden importantes cantidades de azúcar, hasta un 17%. Una cifra que se multiplica por dos o incluso por tres en el caso de las típicas galletas con rellenos diversos (chocolate, crema de chocolate blanco o de vainilla, etc.)

A este tipo de alimentos se les suman muchos otros a la hora de hacer balance de la cantidad de azúcar que podemos llegar a ingerir en el día. Además de los caramelos, chocolates varios y golosinas (como puedes imaginar) es importante considerar también las mermeladas, salsas preparadas y alimentos de los que en principio no se suele sospechar demasiado como los cereales de desayuno, el cacao soluble, los zumos y bebidas “para deportistas”.

A este panorama de superpresencia azucarera se suma la presión de los distintos holdings alimentarios para vendernos sus almibarados productos. Es lo que trata de poner de relieve este esclarecedor documental titulado “Sobredosis de azúcar” y que te recomiendo que veas sin perder detalle cuando dispongas de 55 minutos.

En líneas generales hay una especial sensibilidad con este tema, hasta el punto que determinados productos tienen vetada su presencia en colegios y centros educativos por su escaso valor nutricional en virtud de su abundancia en azúcares entre otros criterios. En España, contamos con un Documento de consenso sobre la alimentación en centros educativos que regula estos aspectos. Otros países también hacen parecido, como por ejemplo Estados Unidos. Aunque la foto que ves a continuación ilustra una campaña para prohibir el uso de las armas en ese país (una campaña de Moms demand action!) se juega a que el destinatario adivine cuál de los dos niños de la foto sostiene en sus manos un producto que ha sido “prohibido” para su protección. Evidentemente el niño que porta el elemento “prohibido” (o al menos regulado) es el que tiene un huevo de chocolate.

Choose-One_Kinder-Egg

En resumen. Los españoles nos metemos para el cuerpo demasiado azúcar. Tal y como puso de relieve la encuesta ENIDE 2011 sobre hábitos de consumo en España, es destacable que alrededor de un 20% de nuestra ingesta energética se realiza a partir de hidratos de carbono simples, es  decir de los denominados azúcares. Una cifra a tener en cuenta cuando la mayor parte de instituciones sanitarias aconsejan reducir el consumo de este tipo de nutriente a menos del 10% de la ingesta energética diaria.

El otro día oí de nuevo (no recuerdo a quién) esa frase que me parece tan clara y reveladora que dice que más nos valdría comer como un diabético para, precisamente, no llegar a serlo.

De nuevo mi mantra, tal y como dice Madre reciente: no comas mucho de aquello que necesita de publicidad para venderse. No es la clave definitiva, pero con él evitarás muchos alimentos superfluos y con estos muchos azúcares.

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Foto 1: Grant Cochrane via FreeDigitalPhotos.net

Foto 2: http://momsdemandaction.org

Obesidad y más en dibujos animados

¿Tienes veinte minutos? Estupendo, vete a correr o a dar un paseo o a dar una vuelta en bici. Si no los tienes quédate, ponte cómodo que vamos a ver una serie de fragmentos  de vídeo y de cortos que además de entretener te van a hacer llegar un mensaje importante: Come menos, come (y bebe) mejor y muévete más. Pero hazme caso, en cuanto tengas esos veinte minutos ve a poner en práctica todo eso que se te va remover por dentro tras ver los dibujos.

Dice mi vecina Madre Reciente que algunas de las actuales películas de animación alcanzan la cuadratura del círculo cuando consiguen entretener a pequeños y mayores. Yo añadiría que esa perfección se alcanza cuando además consiguen de forma positiva que te plantees algunos aspectos de nuestras características vitales. De esas pelis hay ya varias, pero en esta entrada y tratándose de este blog no me queda otra que señalar dos bien concretas. Una de ellas es Ratatouille y la subliminal recomendación de que nos acerquemos más a los fogones a preparar comida sencilla (un día le dedicaré un post completito). Y la otra es Wall-E, de la que ya hablé en una ocasión en otro artículo y su contundente alegato, administrado sin anestesia, en favor de la necesidad de replantearnos urgentemente nuestro estilo de vida en relación con el aumento de la obesidad.  Creo que merece la pena, volver a rescatar alguna de sus escenas principales. En resumen: El tándem de poca (casi nula) actividad física unido a constante sobrealimentación, igual a obesidad. El mensaje no puede ser más claro, conciso, conveniente y fuera de toda duda.


Más reciente y novedoso es este corto animado que ha servido como vídeo promocional del FMX 2013, un encuentro para profesionales sobre animación, efectos visuales, juegos y “transmedia”. El caso es que no he encontrado en la fuente original título para este vídeo pero sin embargo en algunos medios que se han hecho eco de él le han atribuido un título del tipo “¿Qué pasaría si los animales salvajes comieran comida basura?”. Veámoslo.


Bien, tal y como alguno ha dejado caer su duda, ¿porqué necesitarían cazar estos animales si ya tienen comida basura? Además, más que haber comido, y mucho, más bien parecen animales rellenos de helio.

Mucho más en serio, duro incluso, es este otro vídeo que a pesar de ser conocido desde hace bastante tiempo al final no he podido resistirme a traerlo al blog. Quizá la curiosa política publicitaria de la principal marca de bebidas y refrescos en el mundo haya servido de acicate. El vídeo que os digo hace una dura crítica al consumo de refrescos azucarados y su relación con la obesidad, la diabetes tipo dos y otras patologías asociadas. Buena animación y buen sonido, vamos con él.


Impactante. Has de saber que este vídeo está promovido por el Centre for Science in the Public Interest . Creo que es el momento de ponerme serio y volver a recordar que con independencia de la marca de refrescos que consideres y ya sean con, sin o bajas en calorías, su consumo está asociado a patrones de consumo menos saludables que aquellos otros que, también como norma general, las excluyen. Así pues, ya no es que tomes “refrescos con” o “refrescos sin”, pasa de los refrescos y bebe agua. Y come mejor. No sé que empeño tiene Coca-cola en emplear de forma sistemática sus excelentes campañas publicitarias (hay que reconocerlo, son buenas) para negar la mayor. Sobre este aspecto no voy a entrar en demasiados detalles ya que un compañero de profesión @Midietacojea se ha encargado de forma sublime de hacer saber la opinión que muchos profesionales de la nutrición tenemos sobre este tipo de campañas publicitarias. La puedes consultar en este enlace: “La publicidad de Coca-Cola: Un repaso a la hipocresía en sus anuncios”.

A modo de colofón, no estaría de más que le echaras un vistazo a este documento (y que se lo echara también algún directivo de la consabida “compañía”) sobre verdades y falsedades en torno al consumo de refrescos azucarados editado por el mismo organismo que ha hecho el vídeo de los osos.

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

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El estado “más obeso” de EE UU contrario a la prohibición de los refrescos XXL

Obesidad_Leif (Bryne)En Mississippi, el estado norteamericano con mayor tasa de obesidad, se está haciendo lo imposible para evitar que las administraciones locales puedan regular a golpe de prohibición el tamaño de las raciones de alimentos a la venta por desproporcionadas que estas sean.

Me imagino que recordarás (puedes ver este enlace) que la ciudad de Nueva York aprobó en septiembre pasado una ley por la que se prohibía la comercialización en determinadas circunstancias de aquellos refrescos especialmente grandes. Pues bien, el estado de Mississippi en una especie de “cuando veas las barbas de tu vecino recortar…” se ha propuesto establecer un marco legislativo que impida a las administraciones de salud de las localidades de su estado regular estas cuestiones hasta tales extremos.

El caso es que a día de hoy el ejemplo de lo que sucede en la ciudad de Nueva York con respecto a sus normas de salud es observado con cierto temor por una buena parte de estadounidenses. Y a las pruebas se remiten; resulta que después de aprobarse muchas de ellas en Nueva York, estas han terminado implantándose a escala nacional en base a la Patient Protection and Affordable Care Act (Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible) aprobada por Obama en 2.010.

Resulta bastante significativo el que sea precisamente el estado con mayores tasas de obesidad de los Estados Unidos el que pretenda establecer las bases legales para oponerse a tales medidas. En la actualidad y según datos oficiales, el porcentaje de población obesa en Mississippi es del 34,9% (solo obesidad, sin contar sobrepeso).

A pesar de la buena disposición que suelen tener los estadounidenses con respecto a la intervención del estado en las cuestiones de salud que afectan a la población parece que todo tiene un límite. De momento se trata de una proposición de ley que está por ver si se aprueba o no. Puedes consultarla en este enlace.

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Foto: Leif (Bryne)

Pepsi Special y Kirin Mets Cola: ¿Puede un refresco ayudar a adelgazar?

Para quien no lo sepa todavía, cosa que dudo ya que la noticia está teniendo una acogida importante en los medios, Pepsi (a través de su filial nipona: Suntory Holdings Limited)  lanzó el pasado 13 de noviembre un polémico refresco de cola en el mercado japonés (de momento sólo allí). El refresco en cuestión se denomina “Pepsi Special” y se promociona con la propiedad de inhibir la absorción de grasa presente en la dieta. En su publicidad da a entender que se puede comer casi lo que uno quiera sin temer al subsiguiente engorde ya que la Pepsi Special te libra de las calorías de más provenientes de la grasa.

Aunque el anuncio está en japonés y no tiene subtítulos su mensaje se entiende muy requetebién: Joven varón hablando con una mujer disfrazada de enorme porción de pizza a la que le expresa su temor de engordar si se la come. El tema se complica en plan comedia de alcoba cuando aparece en escena una segunda mujer esta vez disfrazada de gigantesca hamburguesa. Entre ambas, pizza y hamburguesa, atosigan al protagonista para que se decida por una de las dos, pero ¡chan-chan!, aparece Pepsi Special… Gracias a ella, con su consumo, ya no hay que decidirse, el Tenorio japonés se puede comer las dos y no engordar.

El origen. Antes ya había otra (y la hay)

La envergadura mediática y el revuelo que está teniendo el lanzamiento de este refresco se debe probablemente a que es una compañía importante quien lo comercializa, Pepsi. Sin ir más lejos, no hace más de medio año (el 24 de abril) otro refresco de cola de características semejantes (por no decir idénticas) vio la luz comercialmente hablando en Japón. Se trata de Kirin Mets Cola comercializado por Kirin Holdings empresa ampliamente conocida en el país del sol naciente en especial por su cerveza.

El problema (uno de ellos, porque la cosa se va enmarañando poco a poco) es que en bastantes medios de comunicación y en diversos blogs atribuyen a ambos refrescos, más en especial al de Kirin, un efecto quema-grasa, además del de acelerar el metabolismo energético. ¿Cómo se te queda el cuerpo?

La dextrina como molécula entronizada

En mi opinión y en base a la normativa europea la única alegación más o menos cierta que se les podría atribuir tanto directa como indirectamente a a ambos refrescos es la de impedir la absorción de un porcentaje de las grasas presentes en la dieta gracias a la presencia de dextrina entre sus ingredientes.

La dextrina puede sonar como muy moderna y muy novedosa, pero no lo es: ¿os acordáis de los cereales dextrinados? Se trata de un tipo concreto de fibra dietética soluble. Si os estáis preguntando si es la misma fibra dietética que la que se puede encontrar en frutas, verduras, hortalizas y legumbres, habéis de saber que si no es la misma al menos es muy parecida. Es la misma fibra que se encuentra en infinidad de suplementos dietéticos con el fin de hacer frente al estreñimiento. La misma que puede ayudar a regular el tránsito del sistema digestivo y a reducir la absorción de algunos componentes lipídicos presentes en la dieta (triglicéridos y colesterol entre ellos).

 

 

Desde un punto de vista químico las moléculas de dextrina no son otra cosa que “recortes” originados de la digestión «suave» del almidón (o del glucógeno). Si partimos de la base que el almidón está constituído por larguísimas cadenas de glucosas unidas una detrás de otra, la dextrina no es más que ése almidón suavemente digerido. Es decir, la dextrina = cadenas cortas con pocos «eslabones» de glucosas unidas y; el almidón = cadenas más largas, con más «eslabones» de glucosas. De ahí que los típicos cereales dextrinados para lactantes al inicio de la alimentación complementaria consistan en eso, en cereales con el almidón predigerido (parcialmente hidrolizado) con el fin de facilitar la digestión a aquellos bebés con ciertas dificultades digestivas.

Entonces… ¿es verdad que inhiben la absorción de las grasas?

Respondamos brevemente un par preguntas y saquemos conclusiones:

– ¿Es la dextrina una clase de fibra dietética soluble? Sí.

– ¿Entre las propiedades generales de la fibra están el “retener” cierta proporción de la grasa presente en los alimentos? Sí.

Pues entonces la alegación podría ser cierta. De hecho, en un comunicado de prensa de la compañía Suntory se afirma que:

Esta bebida actúa por «la supresión de la absorción de grasa» y puede además inhibir el aumento de los triglicéridos después de comer, por lo que, posiblemente, estemos ante el primer refresco «saludable». [Cuestión que no parece muy precisa: la Kirin fue antes que la Pepsi… así que eso de estar ante «el primer» refresco saludable… ¡ejem!]

Por tanto, en mi opinión y sobre el papel sí es posible que estas dos bebidas inhiban la absorción de un pocentaje concreto de las grasas presentes en la dieta.

Debido a estos supuestos beneficios para la salud, tanto la Pepsi Special como la Kirin Mets Cola  han sido catalogadas por las autoridades japonesas correspondientes como «FOSHU» (Food for Specified Health Use), es decir, como «alimentos para un uso concreto sobre la salud». En otras palabras, los FOSHU japoneses son los alimentos funcionales de nuestro entorno. Otra cosa es que lo que se ha conseguido catalogar como FOSHU en Japón consiga autorizarse en Europa o en Estados Unidos con las mismas alegaciones.

¿Se podrá comercializar esta bebida en Europa o en Estados Unidos?

De nuevo en mi opinión, me temo alegro que no. No mientras las cosas no cambien. A decir verdad, desconozco bastante el procedimiento por el cual un alimento puede comercializarse en Japón bajo la denominación de «FOSHU». Pero todo apunta que este procedimiento es más laxo que los que se exigen en la EFSA (Autoridad Europea  de Seguridad Alimentaria) o en su homóloga FDA norteamericana (ver este enlace al respecto) a la hora de hacer determinadas alegaciones.

¿Por qué no?

En principio por que el lanzamiento de esta bebida en Japón y los pretendidos beneficios de la dextrina se documentan en un único estudio científico bastante particular y a que es muy probable que este no reúna los estándares para que la EFSA o la FDA den por probada la seguridad y eficacia de esta bebida. En concreto, se trata de un estudio llevado a cabo en 2006 por investigadores del Instituto Nacional de Salud y Nutrición de Tokio sobre una muestra de ratones (no en humanos) a los que se les aportó dextrina en su dieta. Según parece, en este estudio se constató que los ratones a los que se les incluyó esta clase de fibra en la dieta absorbieron menos grasa que aquellos a los que no se les aportó. El resumen del estudio en cuestión se puede consultar en este enlace.

Afortunadamente he tenido la ocasión de consultar el estudio al completo y hay algunas cosas en el mismo que me han llamado poderosamente la atención:

  • El número de la muestra de ratones fue de 5 individuos por grupo grupo de intervención así como en el grupo control. Lo que me parece una muestra francamente escasa.
  • El tiempo de intervención fue de 28 días. Desconozco qué son 28 días en el ciclo vital de este tipo de roedores y su posible correspondencia con el de los humanos, pero me parece también un tiempo de intervención muy breve.
  • A pesar de haber encontrado las diferencias señaladas, cabe destacar que no hubo diferencias significativas en el peso de los distintos grupos de ratones al finalizar el experimento. Así, si se quiere justificar que una menor absorción de grasa dietética fruto de la presencia de la dextrina se acompaña de una reducción en el peso de los individuos… la cosa va a estar difícil.
  • Y lo más importante: no hay estudios en humanos con respecto a este protocolo, ni de intervención ni observacionales. Es preciso tener en cuenta que existen bastantes evidencias a cerca de los efectos a corto plazo del exceso de dextrina, tales como dolor abdominal, gases e inflamación; y además considerar que no hay datos de los efectos a largo.

A modo de corolario en este apartado me gustaría traer a colación las declaraciones del Dr. Walter Willett*, presidente de la Escuela de Nutrición de Salud Pública de Harvard, quien en un comunicado al respecto de este tema ha dicho que:

«A menos que Pepsi pueda proporcionar datos de estudios controlados en humanos sus alegaciones deben ser consideradas como falsas y engañosas.»

(*Nota: Para quien no lo sepa, nombrar a Walter Willet en el mundo de la nutrición es como nombrar a Usain Bolt en el mundo de los 100m. Ya sabéis que no comulgo con los criterios de autoridad, el nullius in verba y todo eso, pero la opinión de esta figura es todo un referente a tener en cuenta, en especial cuando es racional y está justificada… que es lo habitual por otra parte)

En resumen

Este tipo de refrescos son antieducadores. Fomentan de manera indirecta y también directa la indulgencia del consumidor ante patrones de alimentación desproporcionados en su cantidad y desequilibrados en su calidad. Además de las calorías y del perfil lipídico de la comida rápida, hay otros nutrientes “peligrosos” en ella, el sodio podría ser uno de los más representativos, sobre los que esta bebida no tendría ningún efecto.

Con independencia de que se inhiba la absorción de una determinada proporción de grasas, la cantidad total de las mismas será alta si se piensa que bebiendo esta clase de refrescos se puede comer más. Si se come sin privaciones (como se invita en el anuncio) aumentará la presencia total de las grasas; por lo tanto, al final la cantidad de grasa absorbida será probablemente bastante elevada con independencia de aquella que haya sido «retenida».

Por último, las autoridades sanitarias que regulan los alimentos en la UE y en USA siguen una política bastante restrictiva a la hora de permitir alegaciones saludables en productos que no son inicialmente considerados como saludables. Os lo traduzco, la postura inicial de la EFSA y la FDA a al hora de intervenir en este tipo de cuestiones no es partidaria de autorizar de buenas a primeras un lavado de cara a base de permitir alegaciones salutíferas en aquellos alimentos que en esencia no están vinculados a un patrón de alimentación saludable. En un simil atomovilístico, sería como el defender que una tartana con GPS sigue siendo una tartana aunque lleve GPS. Es decir, no se está por la labor de considerar como generalmente beneficiosos aquellos alimentos cuya naturaleza intrínseca esta habitualmente vinculada a patrones de alimentación inadecuados por mucho que a estos alimentos se les incorpore (con calzador) un elemento sobre el que poder hacer descansar una alegación beneficiosa.

Lo que bajo mi punto de vista es una postura bastante acertada. Tal y como sugirió en un twitt la mencionada Harvard Public Health, si algo suena demasiado bien como para ser verdad lo más probable es que no lo sea.

 

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Foto Kirin Mets Cola: toyohara

Foto Pepsi Special: Suntory Holdings Limited

 

Finalmente hay veto a los refrescos XXL

Ya comenté en este blog la propuesta de la ciudad de Nueva York de regular (prohibir) la comercialización de refrescos y otras bebidas azucaradas con un tamaño significativamente grande y en espacios concretos. Todo ello con el fin de ir poniendo trabas a la epidemia de obesidad que acogota a la ciudad.

Bien pues ya es un hecho, el pasado viernes 13 de septiembre el panel de expertos que tenía que decidir si se aprobaba esta medida dijo que sí con un escalofriante resultado de 8 votos a cero y una abstención.

En el proceso hubo una única crítica en contra de sacar la medida adelante; para mi sorpresa se refería a las posibles pérdidas económicas que esta prohibición podría ocasionar en los pequeños comerciantes y no tanto a las restricciones que sobre la libertad de decisión de los ciudadanos lleva intrínsecamente aparejada la medida. Algo que a mí me hubiera parecido no sé si más lógico, pero al menos sí tan lógico como el único argumento en contra sobre las pérdidas económicas.

Por su parte, el único miembro de la comisión de salud que se abstuvo expresó su preocupación ya que, en su opinión, esta estrategia es totalmente insuficiente para hacer descender las cifras de obesidad y manifestó que la ciudad debería adoptar un enfoque más holístico del problema.

En mi opinión, esta decisión no deja de tener claroscuros. Sinceramente yo no sé si estoy a favor de este tipo de medidas prohibicionistas. Por un lado está el papel que tiene el estado a la hora de preservar en buena medida la salud de sus ciudadanos; pero por el otro también está la cuestión de la libertad de elección. Claro que lo idóneo sería una mayor educación para el consumo, pero mientras no se tiene… ¿es ético que mamá Administración o papá Estado nos digan qué y qué no tenemos que hacer? En ocasiones creo que sí y en otras, lo contrario. Como digo no lo tengo nada claro.

Pero no se vayan todavía que esta entrada también tiene su lado bizarro. ¿Saben qué tiene que ver Dukan con la propuesta aprobada del alcalde Bloomberg? ¿Curiosidad?

Bien, no les haré sufrir. Resulta que hace dos semanas, justo antes de que se reuniera la comisión del Departamento de Salud de Nueva York esta misma institución hizo pública una nota en la que distintos promotores de las más conocidas dietas milagro del país (USA en este caso) expresaban su apoyo al consistorio en la aprobación de la medida. Entre los representantes de estas dietas, están los creadores de la Dieta de «Una vida mejor» (Best Life Diet), la Dieta de South Beach (South Beach Diet), la Dieta CEO. Como ven algunas poco conocidas en nuestro país (todo llegará) y cómo no también la del creador de la Dieta Dukan.

A mí, qué quieren que les diga, la medida en sí «me tiene el corazón partido», ya lo he mencionado. Pero que el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York, y más concretamente su alcalde Bloomberg, otorguen el calificativo de «expertos en la pérdida de peso» a estos señores en contra de la opinión de la mayor parte (por no decir todas) de las instituciones científicas y sanitarias… me parece que es un paso atrás y que se hace un flaco servicio cara al interés general de paliar la epidemia de obesidad dentro de los márgenes de la salud.