El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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La peor pesadilla para las empresas de ‘refrescos’ cada vez más cerca en EEUU

El panorama más peligroso que podría imaginarse la industria del refresco norteamericana parece estar cada vez más cerca. Tras haberse librado in extremis de la aprobación de una norma que pretendía gravar con un impuesto extra a las bebidas azucaradas, ahora la ciudad de San Francisco pretende que toda aquella publicidad de bebidas azucaradas dentro de los límites municipales incluya una leyenda bastante clara que rece tal que así:

ADVERTENCIA: El consumo de bebidas con azúcares añadidos contribuye a la obesidad, la diabetes y la caries dental.

Lata refresco

Con un par y sin dobleces.

Como lo oyes, los responsables de la sanidad municipal han aprobado por unanimidad la medida que ahora debe ser ratificada por la Junta Municipal de Supervisores. La aplicación de “esquelas” en la publicidad de refrescos al estilo de como las conocemos para el tabaco se aplicará, si es finalmente aprobada y salvo el veto del alcalde, a cualquier bebida que aporte azúcar añadido en su composición con 25 kilocalorías o más por cada 340 gramos de producto. Esta cantidad de calorías, realmente escasa, implica que habrá de aplicarse no solo a los refrescos típicos que todos tenemos en mente, sino también a bebidas energéticas o “para deportistas”, a las “aguas con vitaminas” (anda que no) y los típicos tés envasados. Quedarían exentas las bebidas light con edulcorantes acalóricos, los zumos obtenidos de fruta 100% y las bebidas lácteas.

Es lo que es y no lo que se está diciendo

En realidad no pocos medios han interpretado a su manera esta noticia y han dado a entender que la nueva normativa, de ser aprobada, se aplicaría sobre los propios refrescos… pero no es así. En realidad lo que de momento se pretende es incluir este tipo de advertencias en su publicidad, por ejemplo en la típica valla publicitaria, taxis, autobuses urbanos, etcétera. Además, hay otras normas que están pendientes de confirmación: la primera, más radical, prohibir toda publicidad de este tipo de productos (como ya sucede en San Francisco con el tabaco y el alcohol); y la segunda, prohibir su compra con fondos municipales. Más aún, los responsables de sacar adelante esta iniciativa anuncian que harán todo lo posible para extender la aplicación de la norma más allá de las fronteras de la ciudad.

En una de las declaraciones más claras que se han hecho públicas en el marco de esta noticia figuran las palabras de Scott Wiener, Supervisor municipal que afirmó:

Estas bebidas son productos que consiguen hacer enfermar a la población y es preciso tomar medidas

Más claro, y más saludable, agua.

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Imagen: Boians Cho Joo Young vía freedigitalphotos.net

El joyero adelgazante de la madre de Norman Bates

La impúdica desvergüenza con la que operan algunos a la hora de aprovecharse de la desesperación de otros para adelgazar no tiene magnitud conocida en este universo; digamos que es infinita aun a sabiendas de que seguro me quedo corto.

Después de aquella bobada de los anillos de silicona adelgazantes que te contaba hace dos años en este post (y que naturalmente por ahí siguen para quien quiera adquirirlos), recientemente he tenido conocimiento de la existencia de otros chistófanos milagrosos con los que por un módico precio, y con un estilo inconfundible (magufo donde los haya), se nos propone adelgazar de nuevo a base de simplezas similares.

En concreto se trata de unos pendientes y una pulsera diseñados a tal efecto… al efecto de engañar, timar, estafar, etc. con la cuestión adelgazante me refiero. Realmente comparten muchas similitudes con los anillos de los que te hablaba hace tiempo. La principal el uso de palabrería pseudocientífica y alusiones a algunas terapias alternativas (acupuntura, reflexología, puntos de energía, acupresión, bio-magnetismo, medicina china…) para convencerte que con estos elementos se facilita el adelgazamiento. Sin embargo, no sé si te has dado cuenta, pero hay una gran diferencia con los casos que hoy te acerco: los anillos en cuestión no tienen ni pizca de glam, son de silicona y se usan “ocultos” o en la intimidad (al menos así sugiere su apariencia), pero en sentido contrario, los pendientes y la pulsera están diseñados para fardar lucirlos (y al mismo tiempo adelgazar, claro). Sin ir más lejos la pulsera se anuncia como ¿con? Swarovski Elements… me pregunto si los responsables de Swarovski estarán al corriente del uso de su nombre. No creo que les haga ni pizca de gracia.

Pulsera adelgazante

Sea como fuere con esta estrategia lo de “para presumir hay que sufrir” pasa a la historia, ahora, se presume, se goza y se adelgaza al mismo tiempo… Ya me estoy imaginando el típico diálogo de dos madres cuando por ejemplo coincidan en la puerta del colegio a la hora de recoger a los niños:

– Uuuuuy que pendientes más monos llevas hija

– Pues sí, moníiiisimos, y ¿sabes lo mejor?

– ¿Qué?

– Que son adelgazantes…

– ¡Aaaaarg… no… qué fueeeerte! ya decía yo que te habías puesto muy magnífica en este último mes… de qué otra forma se explican tus actuales 62 kilos…

– Perdona… 58,5 kg si no te importa

– Ay hija, valeeeee, pues eso… que cómo se podían explicar tus 58,5 kg y esa estupenda figura cuando hace apenas unos pocos meses estabas en 128 kg.

– Pues sí hija, calla… pero cuidadín, que el otro día me metí en la cama con aquellos anillos de silicona adelgazantes de los que te hablé hace un par de años puestos en el dedo gordo de los pinreles. Además me coloqué dos juegos de pendientes también adelgazantes en las orejas y seis brazaletes liporemodeladores en cada brazo… ¡Pues no veas que susto!…

– Ay hija, no pares, ¿¡qué te pasó!?

– Pues que al poco rato como te decía de acostarme empecé a notar una fuerte conmoción en los chakras… como si se me desalinearan, es decir, como si algo me estuviera consumiendo desde dentro…

– ¡Qué fuerte!

– … Mi marido se asustó muchísimo al verme, dijo que se me estaba poniendo cara de higo seco, que me parecía a la madre Norman Bates…

– Esto, para. No tengo ni idea de quién es Norman Bates y menos de la cara que tiene su madre.

– Jopé chica que poco mundo tienes… pues la madre del prota de Psicosis

– Pichicosis… no caigo… una serie nueva, supongo…

– Madre mía… ¡No! Psicosis, ¡la peli de Hitchcock!

– ¿La peli.. de quién?

– A ver, déjalo… Te decía que mi Manolo me dijo, muy asustado, que se me estaba poniendo un aspecto muy desmejorado, como de una tía muy chunga y enjuta… ¿lo pillas?

– Buehhh… más o menos… pero cuenta, ¿qué pasó entonces?

– Yo estaba medio petrificada y gracias a Manolo que me empezó a quitar uno a uno toda la quincallería bio-magnética pude salir de aquel vórtice adelgazante de auto combustión energético-ayurvédica, reflexológica y acupresiva… fue horrible…

– ¿Qué?

– Nada, déjalo, que menos mal que me los quité, que si no ahora en vez de pesar 57 kg…

– Hace un momento me has dicho que pesabas 58,5…

– Ya, pero como bien te has fijado llevo los pendientes puestos y calculo que ahora estaré en unos 57 (no veas lo bien que funcionan) y eso… que si no me llega a quitar mi Manolo la ferralla pues seguro que ahora estaría en plan radiografía de alguna de anoréxica.

– Ya lo pareces…

– ¿Cómo dices?

– Nada, nada… estoooo que si ya tienes los lápices… los que se dejó el otro día mi hijo cuando fue a vuestra casa.

 

Psicosis

Mujer obesa que se quedó dormida con unos pendientes y tres pulseras adelgazantes puestas (recreación)

Por muy ridículo que resulte el pensar que alguien puede picar en estos fraudes de opereta resulta que no hay pocas personas, al menos en la versión que yo dispongo se me informa que al menos 833 personas han adquirido los pendientes famosos en menos de una semana de oferta (que por 9€ cada pareja se totaliza la bonita cifra de casi 7.500€)… lo que te decía por activa y por pasiva en mi libro Adelgázame, miénteme un negocio redondo para timar, exprimir y defraudar a los consumidores. Al final un engañabobos como otro cualquiera pero que, como decía aquel, la presencia de engañabobos en el mercado solo es posible ante la existencia de bobos… y de eso en esta sociedad por lo que se ve vamos servidos.

 

Pendientes adelgazantesCaptura

Una vez más y antes de despedirme me gustaría saber a qué juega nuestro Misterio Ministerio de Sanidad… si esto no es un fraude de libro que contraviene la ley de publicidad y la ley de productos y servicios con pretendida finalidad sanitaria que venga Dios y lo vea. Y no será porque los promotores de este tipo de fraudes se esfuercen en ocultarse precisamente.

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Nota: Imprescindible agradecer las aportaciones para esta entrada de Juan Carlos Montero (@joancamt) y el resto de buena gente que aparece en la conversación de este twitt.

Imagen: giphy.com

La falacia del balance energético

Es fácil caer en la falacia de eso que ahora se está poniendo de moda y que es más viejo que la tos. Me refiero a lo de la importancia del balance energético o que la obesidad (o no) depende del equilibrio entre las calorías que entran (con la comida) y las que salen (con la actividad física).

Y digo mejor aun: no es que sea fácil caer, es que es chupao hacerlo. Más que nada, y atentos a la jugada, por que esta falacia es vecina, puerta con puerta, con la realidad (y de hecho creo que hay puertas interiores que comunican a ambas). Sin ir más lejos, yo mismo en una determinada etapa de mi vida he incurrido en esta falacia y he defendido y argumentado su validez. Pero ya no. Podría decirse por tanto que el tema lo conozco bastante bien, he reflexionado con datos sobre el mismo y ahora estoy más convencido que antes de lo que opino al respecto… y eso que es lo contrario.

Es fácil caer porque como digo resulta habitual confundirse de puerta estando tan cerca y suena de maravilla eso de que se engorda porque se ingresan más calorías que las que se queman. En este sentido se hace valer el principio de conservación de la energía que en palabras vulgares se enuncia sabiendo que “la cantidad total de energía en cualquier sistema físico aislado (sin interacción con ningún otro sistema) permanece invariable con el tiempo, aunque dicha energía pueda transformarse en otra forma de energía”. Este principio constituye la primera Ley de la termodinámica: la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma y esas cosas.

En el tema que nos ocupa, la energía contenida en los enlaces químicos de los alimentos y que nosotros incorporamos al comerlos, la almacenaríamos en los enlaces químicos de las moléculas de grasa de nuestro panículo adiposo, tejido de reserva energética (entre otras cosas) dentro del Reino animal. Más se come y menos se gasta, entonces más se guarda (recuerda, la energía no se destruye). Hasta aquí todo perfecto; pero en este terreno hay muchas más realidades que comprender.

De entrada, el saber que a diferencia de esos sistemas cerrados para los que vale el principio de conservación de la energía, nuestra biología no puede ser asumida, solo, como un sistema cerrado. Sobre ella influyen múltiples circunstancias cuando comemos calorías (con los alimentos) en estrecha relación con la naturaleza u origen de esas calorías, es decir de esos alimentos. Dicho de una forma más llana: no todas las calorías implican las mismas respuestas metabólicas que otras y por tanto no todas las calorías alimentarias son iguales. Los efectos sobre el metabolismo, la saciedad, la satisfacción… de la misma cantidad de calorías aportadas por alimentos diferentes pueden ser totalmente dispares… y además estas distintas respuestas van a condicionar en no poca medida la pulsión para seguir comiendo más o menos, así como la respuesta metabólica inmediata relacionada con mecanismos tendentes a la obesidad o no. Vamos con un ejemplo: a pesar de que las calorías contenidas en dos naranjas pueden ser bastante parejas a las contenidas en un refresco al uso su efecto sobre múltiples variables metabólicas así como sobre la posterior ingesta de otros alimentos (tiempo transcurrido, alimentos que se comen en compañía de una y otra alternativa…) no tienen nada que ver. Aunque las calorías, insisto, sean las mismas. Y además tengo pruebas:

Refrescos (2)

En este estudio se puso en evidencia de forma bastante clara que excederse con 150 calorías de azúcar en la dieta (por ejemplo, una lata de refresco al uso), implica un aumento de 11 veces en la prevalencia de diabetes tipo 2, en comparación con un exceso idéntico de 150 calorías proveniente de la grasa o proteína.

Empezaba diciendo que la cuestión del balance energético o de calorías es más vieja que la tos pero que está siendo objeto de un importante resurgir de la mano de la industria alimentaria quien se enroca en este clásico subterfugio con dos fines claros en mi opinión: 1º sacudirse de encima su responsabilidad en el aumento de la obesidad poblacional y 2º invitar a seguir haciendo un uso extensivo de sus productos. Intereses que para nada son novedosos, pueden ser más o menos silenciados, pero no novedosos, tal y como te conté en esta entrada.

Al mismo tiempo y como viene siendo la estrategia habitual, la industria colabora o patrocina la publicación de determinados artículos científicos que arrimen el ascua a su sardina. Sin ir más lejos, el grueso de sus argumentos para señalar como causa de la obesidad al sedentarismo (nos movemos poco) frente a la cantidad de calorías ingeridas consiste en hacer estudios que observen la cantidad de calorías que se ingerían hace 40 años y las que actualmente se ingieren. Si a día de hoy se ingresan menos calorías que antaño y sin embargo cada vez hay un mayor porcentaje de la población con obesidad, la conclusión parece inequívoca… si comemos menos y engordamos más, es por que nos movemos menos que antes (la estrategia consiste en documentar estas cuestiones para dejar la culpa en el balcón del ciudadano, no en la del alimento). Esto que digo es lo que parece haber encontrado este estudio, cuyos resultados preliminares son elocuentes cuando llegan a los titulares:

El sedentarismo es más culpable de la obesidad de los españoles que la dieta, según la FEN

Así, la cuestión de la importancia del balance energético va a llegar a las próximas recomendaciones alimentarias dirigidas a los españoles en forma de pirámide tal y como mencioné en este post.

Sin embargo, y en sentido contrario tenemos esta otra publicación que sostiene que tras contrastar que en los últimos 30 años las cifras de obesidad se han disparado de forma alarmante, este aumento ha ocurrido mientras la población mantenía patrones de actividad física prácticamente idénticos entre los de entonces y los de hoy en día. Así, los autores del estudio hacen descansar la famosa culpabilidad de la obesidad en la calidad de la dieta, no tanto en la actividad física. Como dato objetivo creo que podría ser interesante valorar que el primer estudio está realizado en colaboración con la industria y este último no.

A modo de resumen me gustaría dejar aquí por escrito las últimas líneas de un editorial que se publicó hace dos semanas en una importante revista y que ha día de hoy ha sido retirado (aunque se puede consultar íntegro aquí). Su título: It is time to bust the myth of physical inactivity and obesity: you cannot outrun a bad diet (“Ya es hora de echar por tierra el mito de la inactividad física y la obesidad: es imposible escapar de una mala dieta”) ya lo deja bastante claro… y concluye:

Ya es hora de acabar con todo el daño que causa la maquinaria de mensajes publicitarios de las industrias de la comida basura. Desterremos el mito de la inactividad física y la obesidad. Nadie puede escapar, por mucho que corra, de las consecuencias de una dieta inadecuada.

No es habitual que un artículo sea retirado de una revista de este calibre… y menos un editorial. Sin embargo, alguna razón habrá aunque no nos la cuenten… Lo mejor-peor en este caso es que en estas circunstancias cada uno puede echar su imaginación a volar tras leer el artículo.

Y si quieres, para ti la perra gorda

Dicho lo dicho, ahora es cuando colándome por una de las puertas interiores que unen falacia y realidad, me paso al lado de la falacia para hacer bueno lo del balance energético: ¡ea! digamos que sí, que el balance energético es lo que cuenta… Pues bien, incluso dándolo por válido, ese equilibrio energético entre lo que se ingiere y lo que se gasta es muchísimo más facil de conseguir con un patrón de consumo que incluya alimentos netamente saludables… y muy difícil cuando se incluyen con no poca frecuencia esos alimentos que promociona la industria que constantemente nos cuenta la batallita de la importancia del balance energético.

Mi consejo, en definitivas cuentas es, come saludablemente y haz ejercicio; ambas cosas por salud (más allá de los kilos); destierra al cuasi-olvido los refrescos, los platos preparados, la bollería industrial, el azúcar que tú no pongas en los alimentos y el sofá. Así pues, come alimentos que no necesitan de la publicidad para decirnos lo buenos que son, cocina el resto y muévete.

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Imágenes: GTRES y Iamnee vía freedigitalphotos.net

Productos y dietas milagro: mucha legislación, (casi) cero control

Método LevUna de las preguntas que más a menudo me realizan es si está permitido (casi) todo lo que vemos en la publicidad y promoción de productos y dietas milagro; y mi respuesta es que ese casi todo al que se refiere mi interlocutor está en la mayor parte de los casos textualmente prohibido por la legislación española o europea que nos afecta. Sin embargo…

Sin embargo, esta contestación suele crear cierta incredulidad en quien la recibe y argumenta, no sin cierta lógica, que si está prohibido, es decir, que si es ilegal, como es que hay tanta basura entre las alegaciones, las promesas y las garantías del peso que se va a perder con la dieta o el producto en cuestión.

Yo que no soy jurista y por lo tanto no soy experto en la interpretación de las leyes, solo encuentro una explicación, y es porque no hay control. Hay mucha legislación, pero (casi) nadie hace nada por hacerla cumplir. Vamos con un ejemplo.

Supongamos algo muy fácil de suponer: que estuviera prohibido conducir un automóvil sin ponerse el correspondiente cinturón de seguridad. Suponiendo, ahora sí, que todos fuéramos unos inconscientes y que su uso solo dependiera de lo que dijera la norma y no de que estuviéramos perfectamente convencidos de su utilidad (yo me pongo el cinturón no para evitar la multa, sino para evitar males mayores en caso de accidente) su uso o no dependería exclusivamente del temor de que a alguien le cazaran sin el cinturón puesto. Pues bien, en estos casos si se supiera que no hay efectivos de la Guardia Civil para hacer cumplir esta norma, o si los hubiera cada rara vez que cazaran a alguien sin el cinturón le pararan para echarle una regañina y decirle que tiene que ponérselo… nadie se lo pondría. Es lo que pasa cuando hay legislación pero no hay (casi) nadie velando por hacerla cumplir.

Pues esto mismo es lo que pasa con las alegaciones referentes a los productos y dietas milagro. Nuestra legislación prohíbe con poco género de dudas:

  • Sugerir propiedades específicas adelgazantes o contra la obesidad,
  • Proporcionar seguridades de alivio o curación cierta,
  • Hacer referencia a su uso en centros sanitarios o a su distribución a través de oficinas de farmacia,
  • Aportar testimonios de profesionales sanitarios, de personas famosas o conocidas por el público o de pacientes reales o supuestos, como medio de inducción al consumo,
  • Pretender sustituir el régimen de alimentación o nutrición comunes,
  • Atribuir a los productos alimenticios, destinados a regímenes dietéticos o especiales, propiedades preventivas, curativas u otras distintas de las reconocidas a tales productos conforme a su normativa especial,
  • Sugerir o indicar que su uso o consumo potencian el rendimiento físico, psíquico, deportivo o sexual
  • Utilizar el término «natural» como característica vinculada a pretendidos efectos preventivos o terapéuticos.

Por si te parece poco (lo que está prohibido) nuestra legislación relativa a los productos alimenticios destinados a ser utilizados en dietas de bajo valor energético para reducción de peso prohíbe de forma directa:

la inclusión en el etiquetado, la publicidad y la presentación de los productos cubiertos por las mismas de cualquier referencia al ritmo o a la magnitud de la pérdida de peso a que puede llevar su consumo, así como a la disminución de la sensación de hambre o al aumento de la sensación de la saciedad.

Son muchas las marcas, sistemas, “laboratorios”, franquicias, productos, suplementos y sustitutos dietéticos que se ponen la legislación por montera. ¿Por qué? Pues por que no hay control… y si los pillan, palmadita en los hombros y a no ser malote… un que no te vea yo otra vez… y punto.

Y no lo hacen a escondidas precisamente… desde mi punto de vista, la publicidad ilícita, se realiza a partir de canales de difusión masiva, en grandes medios de comunicación, sin cuya participación esto no tendría tanto sentido. Algo que además está también prohibido según se recoge también en nuestra legislación:

Las agencias de publicidad, periódicos, revistas, emisoras de radio y televisión y cualquier otro medio de comunicación no admitirán publicidad que contravenga lo dispuesto en este Real Decreto.

Pues bien, sin ir más lejos y conste que es uno entre decenas de ejemplos posibles, la foto que ilustra este post de “Método Lev, comer para adelgazar” (¡adiós 7 kilos en 30 días!) está sacada de un número de hace pocas semanas de la conocida revista HOLA.

Pero hay más, mucho más, por ejemplo Naturhouse, que sin ambages y como tantas otras franquicias de su misma clase, ofrece testimonios así como “soluciones” para perder unos kilos de forma exprés. Todo ello por no hablar del “mercado” en Internet… que además de escandaloso es cosa aparte.

En el caso de los escasos “pillados” las sanciones acciones contra ellos son de risa. Como te decía, palmadita en los hombros y a seguir, que son dos días. Esto es lo que se contrasta, por ejemplo en el caso del “denunciado” Té chino del Dr. Ming o con la alcachofa de Laón y tantos otros.

Incluso, cuando el ilícito es especialmente grave (al menos a mi juicio) la solución es la misma, regañina suave, retirada del producto o publicidad y hasta otro día. Tal es el caso del complemento alimenticio “VIGORAXIA cápsulas” que sin ningún género de dudas publicita(¿ba?) ese aumento de la potencia sexual tan deseado por muchos. Y resulta que no lo sancionan, ni lo retiran por la publicidad a todas luces ilícita, sino por contener y no declarar una sustancia farmacológica, tal y como señala la Agencia Española del Medicamento. Te recuerdo que la presencia de fármacos no declarados en determinados complementos alimenticios no es infrecuente. Sin embargo, aquí tienes muestra de cómo se está prohibiendo su comercialización y promoción.

¿La solución? No tengo ni idea de cual es la solución a estas cuestiones ni si esta ha de pasar por sacar los colores a nuestras autoridades.

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Imagen: @juan_revenga

Leer determinados blogs puede salvarte la vida (y leer otros ponerla en peligro)

Pocas bromas, o mejor ninguna, con la noticia de un luctuoso acontecimiento fruto de una irracional y poco recomendable, pero frecuente, carrera en pos del adelgazamiento exprés. Del rápido, del milagroso, del cómodo… del peligroso. Me refiero en concreto a eso de comprar pastillas que prometen perder peso, eliminar la grasa y todas esas cosas que molan mucho… sobre el papel o mejor dicho sobre la pantalla del ordenador.

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Este es el relato, el homenaje si se prefiere, ya que así fue publicado en la página web de la policía local, de una madre que hace apenas una semana vio morir a su hija de 21 años que había comprado e ingerido unas pastillas adelgazantes:

Un homenaje a Eloise Aimee Parry, escrito por su madre Fiona Parry:

La mañana del domingo amaneció clara y fresca. Ya a la hora de comer se levantó bastante viento, las fuertes ráfagas parecían anunciar una próxima tormenta. Sin embargo, el cielo era de un azul brillante, casi sin nubes, lleno de promesas.

En aquel momento no sabía que ‘Ella’ [diminutivo de Eloise] había comprado unas pastillas adelgazantes en Internet. Estas pastillas contenían una sustancia conocida como DNP (2,4-dinitrofenol) que no es apta para el consumo humano debido a su toxicidad. Había tomado una cantidad de “pastillas adelgazantes” por encima de las que el envase recomendaba tomar y no tenía modo alguno de saber lo peligrosas que podían llegara ser. ¿Cuántos de nosotros hemos pensado “Si una pastilla funciona… tomar una o dos más no le puede hacer daño a nadie”?

Cuando comenzó a sentirse mal fue por su propio pie al hospital donde la ingresaron inmediatamente en urgencias. Mi hija relató sin miedo y perfectamente lúcida las pastillas que había tomado. En aquel momento todavía parecía encontrarse más o menos bien. Pero estas sensaciones cambiaron de forma súbita cuando se conoció el informe de toxicología poniendo de manifiesto la verdadera gravedad de la situación. El producto se había dispersado por todos los sistemas, no había antídoto, y menos aun sabiendo que mi hija se había tomado ocho comprimidos, siendo que dos ya constituían una dosis letal.

A medida que el estado de salud de Eloise se deterioraba, el personal de urgencias hacía todo lo posible para estabilizarla. Conforme la sustancia se diseminaba por su organismo el metabolismo de ‘Ella’ se disparaba; y aunque en el hospital se hacía todo lo posible por frenarlo… era una lucha en vano contra un enemigo que cada vez se hacía más fuerte. Mi hija se estaba literalmente “quemando” desde el interior. Cuando dejó de respirar, le aplicaron respiración asistida y siguieron luchando por salvarla. Pero cuando su corazón se detuvo no pudieron reanimarla ya. Mi hija reventó. Tomó tanto DNP que las consecuencias fueron inevitables. En esas condiciones el personal sanitario jamás tuvo la menor posibilidad de salvarla. Mi hija se carbonizó y reventó.

En el exterior, el viento había parado y llovía mansamente.

Alrededor de las 15:00 del domingo 12 de abril de 2015, mi hija, Eloise Aimee, murió de una sobredosis.    

Nunca tuvo la intención de quitarse la vida. Nunca supo realmente lo peligrosas que eran las pastillas que tomaba. La mayor parte de nosotros no creemos posible que una pastilla adelgazante pueda matar.

El DNP no es una pastilla milagrosa para adelgazar. El DNP es un tóxico letal. Es similar a TNT en su estructura. El TNT es un explosivo. El DNP hace que el metabolismo se dispare hasta hacerlo explotar hasta el punto de jugarnos la vida.

Esta sobrecogedora historia podría haber tenido otro final… o directamente no haberse producida jamás si esta pobre chica hubiera tenido la suerte (o el interés) de formarse una opinión contrastada al respecto de los peligros que tenía el hacer lo que finalmente hizo.

La cuestión de la información

2,4-Dinitrophenol

2,4-Dinitrophenol (o DNP, el «quemagrasas» de mierda)

Entre muchas de las características con las que se puede definir nuestro tiempo, se podría decir con poco género de dudas que vivimos en la era de la información. Pero esta particularidad, virtuosa en ciertas ocasiones, se torna defecto y peligro cuando el volumen de la información es de tal magnitud que impide o dificulta el trillado de la misma. Tenemos mucho acceso a mucha información… pero tanto a la buena como a la mala y en ciertas ocasiones se hace difícil el poder discernir la una de la otra. Máxime cuando en el caso de la mala información suele haber intereses solapados (o no tan solapados, los crematísticos suelen ser los más habituales) de forma que esta, la información inconveniente, en realidad se nos presenta especialmente atractiva y resplandeciente… más incluso que aquella que es válida.

Traigo todo esto a colación porque un reciente estudio ha puesto de relieve el importante y beneficioso papel que pueden desempeñar algunos blogs. Me refiero a las ventajas que tendría el seguir fuentes de información más o menos contrastada y por lo tanto más o menos válida, a la hora de acercarse o mantener uno estilo de alimentación saludable. Así, el estudio Exploring Women’s Beliefs and Perceptions About Healthy Eating Blogs: A Qualitative Study (Averiguando las creencias y percepciones de las mujeres sobre los blogs de alimentación saludable: un estudio cualitativo) puso de relieve, entre otras muchas que:

Esta muestra de 33 mujeres valoró de forma positiva la credibilidad de aquellos blogs de alimentación saludable conducidos por dietistas-nutricionistas colegiados, así como la posibilidad de contacto con estos profesionales y que este tipo de medios posibilitan. Este tipo de blogs podrían proporcionar un interesante punto de partida con apoyo empírico, para el diseño de intervenciones dirigidas a la prevención de las enfermedades crónicas relacionadas con los estilos de alimentación.

El estudio en sí tiene muchas lagunas: la muestra es muy pequeña, además de unas determinadas características socioeconómicas y no otras, el análisis se hace a partir de tan solo 4 blogs, etcétera. Pero desde luego me parece un interesante punto de partida para poner de relieve la labor que pueden estar realizando muchos de los blogs escritos por personas con criterio cualificado.

Estoy convencido que si en el caso de Eloise Aimee Parry hubiera habido una mayor presencia de blogs confiables en su idioma que advirtieran de lo peligroso de su conducta, la probabilidad de acabar como acabó hubiera sido mucho menor. Una pena en cualquier caso y que en mi situación invita a apretar los dientes y a estar más convencido aun más si cabe de mí trabajo.

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Nota: MI agradecimiento por las aportaciones para realizar este pos a Miguel Lurueña (@gominolasdpetro) y a Eduard Baladía (@EBaladia y @EvidNutrition)

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Imagen: Eloise Aimee Parry, foto tomada de la página web West Mericia Police con fines educativos y Wikimedia Commons

Prohibición al “rellena gratis” en locales de comida rápida: Una crítica constructiva del caso francés

Gratis

Tal y como suena: la semana pasada la Asamblea General francesa estableció un coto al libre servicio de bebidas azucaradas o edulcoradas en los “restaurantes” de comida rápida, dentro de una enmienda a su Ley sobre la modernización del sistema de salud.

Ya hablamos sobre esta estrategia hace unos meses en el blog. Se refiere a la adecuación de que los consumidores puedan rellenar tantas veces quieran su bebida, por lo general cualquiera azucarada o edulcorada, en este tipo de establecimientos tras haber abonado, o no, un determinado precio por una primera consumición. Lo más curioso, insisto, tal y como lo hice en aquella ocasión, es que por lo general el agua no esté incluida en este tipo de ofertas “rellena gratis” o cuanto quieras.

La medida se explica, según los proponentes políticos, en virtud de la relación entre el consumo de este tipo de bebidas, en general los mal llamados refrescos, y el riesgo de obesidad:

La intención de la ley es la de proteger a la población general de una práctica comercial que promueve la atracción de consumidores a partir de un cebo basado en el consumo excesivo y nocivo para la salud.

Me parece bien… pero no del todo… o mejor dicho, me parece mal… salvo que esta medida estuviera basada en una estrategia más amplia y general de prevención de la obesidad. Lo que no tiene pinta, y me explico.

Las medidas puntuales y, sobre todo efectistas como lo es esta, poco o escaso resultado van a tener sobre el objetivo final que, según dicen, está centrado en la prevención de la obesidad. Cierto es que tal y como comentaba el pasado viernes, soy de la opinión que detrás del actual consumo de azúcares y bebidas “refrescantes” hay una cierta influencia en las cifras de obesidad… pero no lo es todo; es más, todo apunta a que este tipo de productos solo sean la punta del iceberg. Pero supongamos que…

Pero supongamos que sí, que los refrescos azucarados son lo peor de lo peor (aunque en mi opinión no hay que suponer demasiado, al menos en cuanto a sus estrategias de márketing) y que son la causa última de la obesidad en el mundo… francés: ¿Me puede explicar alguien porqué el gobierno galo, preocupadísimo como está por estas cuestiones, propone establecer la solución a este problema en la última trinchera? Entiéndase como “última trinchera” el acceso que en última instancia tiene el consumidor final en determinados entornos, me refiero en este caso al de los “restaurantes” de comida rápida.

En mi opinión, si de verdad los franceses, o cualquier otro gobierno u administración pretendieran acabar con la causa del problema, deberían de dirigir sus acciones a la raíz del problema y no a sus frutos. Es decir, si de verdad el azúcar (y los alimentos que la suplantan) son los malos de la película… ¿porqué demonios no regular y desalentar su producción y comercio al principio (productores, industria…) en vez de establecer medidas al final del proceso que no tienen otra utiliad que la de un arco iris de fuegos artificiales?

De nuevo en mi opinión, tengo toda la sensación que lo único que se pretende es implantar medidas queda-bien en las que a las autoridades no se les pueda acusar de inacción. Quién sabe además si este tipo de medidas no están incluso pactadas con la industria implicada. Medidas que al mismo tiempo es fácil que propicien un cierto resentimiento por parte de algunos sectores de la ciudadanía cuando observan en “papá- Estado” y “mamá-administración” una especie de Gran-Hermano hacia el que no es precisamente fácil sentir demasiada simpatía. Una imagen, la del Estado proteccionista, que si contara con unos “hijos-ciudadanos” correcta y verdaderamente formados, maldita la falta que haría que “papá-Estado” prohibiera nada.

En resumen. No puedo decir que esta medida no me guste, tanto como que de veras me gustaría verla implantada en España (si se quiere, véase en mi opinión un feo resentimiento revanchista). Sin embargo, pienso que para tener un valor significativo, esta prohibición solo tendría (tendrá) sentido en el momento que hubiera sido adoptada tras, y solo tras, otra serie de medidas políticas encaminadas a limitar la producción y promoción de este tipo de bebidas. Solo detrás de aquellas medidas que incidieran de forma directa en el productor, y no indirectamente en el distribuidor (el señor que tiene una franquicia al uso de este tipo de establecimientos) y por ende en el consumidor. Paganos últimos, ambos y a pachas, de los desmanes de una industria en cuyas pupilas solo se barrunta el símbolo del dólar, y del malhacer de una clase política miope que te cagas.

Una vez más se pone de manifiesto que estamos ante un problema macroeconómico, con poderosos intereses implicados. Así, mientras no se golpee la base del problema, sus raíces, el árbol de la ignominia dietética seguirá ofreciéndonos de forma incesante sus atrayentes frutos… y si no es a partir de una de sus ramas, lo hará a partir de otras. Es lo que tiene aquello de matar moscas a cañonazos.

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Nota: mi agradecimiento a @coplefmadrid y en especial a @jesusmnavarrol por su conversación y reflexiones.

Imagen: Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Consumir menos azúcar y refrescos reduce la obesidad y las enfermedades asociadas. Sin tonterías

RefrescosHe reconocer que he pecado… no sé cómo se me ha podido escurrir este pedazo de artículo en el “debe” y del que acabo de ser conocedor. Por eso ahora lo comparto y espero que vosotros también le podáis dar su verdadera importancia.

Se trata de este artículo titulado Resolved: there is sufficient scientific evidence that decreasing sugar-sweetened beverage consumption will reduce the prevalence of obesity and obesity-related diseases que podría traducirse como un elocuente “Asunto resuelto: ya tenemos suficiente evidencia para decir que disminuir el consumo de bebidas azucaradas reducen la prevalencia de obesidad y las enfermedades asociadas”. Es de 2013 y está publicado en la prestigiosa revista Obesity Research.

¿Y qué nos dice el propio artículo más de lo que el conclusivo título esconde? Pues la verdad que poca cosa más y que realmente no es precisamente tontería. En resumen que:

Las bebidas azucaradas son, pásmate, tanto la principal fuente de azúcar en la dieta de los norteamericanos como también la principal fuente calorías. Con este elocuente punto de partida, en el estudio se hace una revisión para poner de relieve si existe suficiente evidencia científica como para poder concluir que la disminución del consumo de este tipo de bebidas tendría algún resultado directo en la reducción de la prevalencia de la obesidad y de las enfermedades que le acompañan… pero en plan serio, es decir, encontrando una relación causa y efecto palpable. Así, los resultados de estudios prospectivos bien diseñados han mostrado de forma consistente una asociación significativa y han mostrado una relación directa dosis-respuesta entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento del peso a largo plazo, así como del riesgo de diabetes.

Además un metaanálisis de ensayos clínicos incluido en esta revisión y encargado por la Organización Mundial de la Salud halló que la disminución de la ingesta de azúcares añadidos redujo de forma significativa el peso corporal; al tiempo que el aumento de la ingesta de azúcares condujo a un aumento de peso. Otro de los metaanálisis tenidos en cuenta, encontró que un mayor consumo de bebidas azucaradas por parte de la población infantil estaba asociado con un riesgo un 55% mayor de tener sobrepeso u obesidad con respecto a aquellos niños que consumían menos refrescos.

Por si fuera poco, otro metaanálisis de estudios observacionales halló que el consumo de una a dos bebidas azucaradas al día se asoció con un riesgo un 26% mayor de desarrollar diabetes de tipo 2 que aquellos que consumían bebidas azucaradas de forma ocasional (menos de una bebida azucarada al mes). Otros ensayos clínicos han puesto de relieve que la reducción en consumo de bebidas azucaradas disminuye de forma significativa el aumento de peso y la cantidad de grasa corporal tanto en niños como en adolescentes.

Por tanto, teniendo en cuenta todos estos hallazgos y analizando toda esta información en su conjunto las conclusiones son demoledoramente claras: Consumir menos bebidas azucaradas disminuye tanto el riesgo de padecer obesidad como de las enfermedades relacionadas con esta, más en concreto Diabetes de tipo 2.

A la luz de estos datos… ¿hemos de esperar más tiempo para obtener pruebas aún más contundentes para ponernos manos a la obra y dejar al azúcar, a los alimentos que la proporcionan, a los refrescos y al resto de basurilla dietética afín en su sitio? Yo creo que no.

Sin embargo, está claro que no todo el mundo parece pensar como un servidor o se mueve por otros “intereses”. Así, esos otros, con el fin de otorgar al azúcar un tratamiento algo más que indulgente se sigue aferrando a otros artículos que, financiados por la industria, afirman que “no es tan mala” o que, directamente, no hay relación entre el consumo de bebidas azucaradas y la ganancia de peso. En realidad, los artículos que no observan tal relación son solo aquellos que están financiados por la industria. En el resto de artículos, en los independientes, la asociación es clara y en la línea de lo que te he contado. Así se puso de manifiesto en esta publicación: Financial Conflicts of Interest and Reporting Bias Regarding the Association between Sugar-Sweetened Beverages and Weight Gain: A Systematic Review of Systematic Reviews (“Conflictos de intereses económicos y sesgos de información en la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y la ganancia ponderal”)

Más claro agua.

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Imagen: Iamnee vía freedigitalphotos.net

“Apología del gordo”: Carta-respuesta a Juan Manuel de Prada

Buda feliz

Los motivos de este escrito se remontan a hace dos semanas cuando se publicó un artículo firmado por Juan Manuel de Prada en el suplemento dominical XLSemanal titulado, tal cual, “Apología del gordo” que se puede leer íntegro en este enlace.

En él, el autor hace una pueril defensa de su ponderal circunstancia, la gordura, atribuyendo a esta característica una serie de elevados valores morales y de carácter en virtud de, según parece, una relación causa y efecto entre el ser “gordo” y poseer una juiciosa ética. Hecho que por lo que se lee le hace levitar dos palmos por encima de los demás.

Los demás, los que no pertenecen a su casta, la de los “gordos”, somos, según de Prada, una especie de masa aborregada por las modas que, o bien somos víctimas propiciatorias de la liposucción, o bien solo sabemos circunscribir nuestra existencia a través de las periódicas vistas a “esos manicomios con olor a sobaquina llamados gimnasios”. No contento con esa clasificación, absurda dicotomía de la naturaleza humana en virtud de su peso en la que al parecer no hay sitio para los grises, aventura de forma gratuita y bastante mezquina que quienes al gimnasio acuden regularmente con el fin de rebajar unos centímetros de su perímetro abdominal, además, “le ponen los cuernos a su mujer con una monitora machuna e inflada de anabolizantes”… y remata la jugada con una frase lapidaria, su conclusión pues, a resultas de esta (su) realidad, no puede ser otra:

Ser gordo, en fin, se ha convertido en un acto de distinción y aristocracia

Así, Juan Manuel, haciéndote pasar por un moderno intelectual, guía espiritual del populacho inconsciente (no sé dónde acabaríamos sin tus escritos) terminas, quieras o no, por poner en alza las trasnochadas y decimonónicas teorías del positivismo criminológico, aquellas de Cesare Lombroso y Raffaele Garofalo, quienes de alguna forma hacían descansar en la fisionomía del sujeto, si acaso no una causa directa de su inclinación al delito, desde luego sí un libro abierto sobre el que leer su carácter o, por ceñirme a tu bodrio satinado, el valor de su moralidad y humor.

… es una evidencia que todos los mandamases de la Unión Europea, esos tiranos disfrazados de eficientes burócratas, son flacos como anchoas; y también que los escritores más revirados y consumidos por los celos se preocupan mucho de mantener la línea. A los gordos, en cambio, nos asiste la virtud de la apacibilidad; y tenemos un aplomo, una forma de llenar el traje y de repantigarnos en el sofá que transmite confianza, empaque, sosiego y majestuosidad.

Como se puede contrastar, mejoras conforme sumas líneas a tu apología. Solo te faltaba haber mencionado que Hitler era delgado, al igual que Himmler… y qué decir de Goebbels, escurridizos flacuchos de carácter tiránico, avinagrado e incluso sádico como bien todos conocemos. Más aún, por si acaso tu absurda teoría falla (los gordos son gente simpática de generosa inteligencia, y los delgados ásperos y de escasos valores morales) aportas tus retorcidas explicaciones ante las posibles excepciones insistiendo una vez más… ¿en la auto complacencia?:

No negaré que haya gordos histéricos y culebrillas, acomplejados y cagapoquitos; pero estos gordos indignos no son sino flacos que viven prisioneros dentro del cuerpo del gordo, flacos disfrazados de gordo a los que conviene encerrar de inmediato en un manicomio con olor a sobaquina, para que se froten la cebolleta con una monitora machuna e inflada de anabolizantes, mientras recuperan su verdadero ser.

De_PradaDicho de otra forma, para ti los gordos chungos en realidad no son otra cosa que flacos cautivos en un cuerpo que no les pertenece… De otro modo no se podría explicar el carácter de determinadas personas que teniendo sobrepeso se comporten de forma mezquina. Déjame decirte pues tocayo, en confianza, que si solo por tu argumentario hubiérase de juzgarte, en mi opinión tú mismo… sí, tú, eres la viva representación de la radiografía de un silbido. Para que me entiendas: por cómo te expresas y solo por ello, aparentas ser un flacucho que te cagas. Siguiéndote la corriente y en el ejemplo que te negaste mencionar, tu caso sería similar al de Göring. Supongo que a estas alturas ya te estarás dando cuenta de la absurdez de tu escrito.

No obstante lo dicho, quiero que sepas que he tratado de comprenderte, algo que en cualquier caso no llegaría a justificarte. Leía el otro día a Luis Jiménez un buen compañero en esto de la divulgación dietética alimentaria, que es preciso coincidir en que sobre las personas aquejadas de obesidad planea un estigma demoledor. Sobre los “gordos” (como tú dices) se hace descansar una torcida imagen, verdaderamente negativa en su resultado, fruto de los prejuicios que la población general les traslada: las personas “gordas” pasan por ser torpes, estúpidas, zafias, cortas de miras y de luces, toscas, necias, vagas, adocenadas… sea como fuere, dignas al parecer solo de mofa y desprecio. Y yo estoy al cien por cien de acuerdo con ese colega: ésa es la injusta imagen que tienen asociada algunas personas cuando, además, se les hace culpables solo a ellos de su crasa circunstancia. Me consta que tú también te has dado cuenta de este ilógico ultraje tal y como has puesto de manifiesto en otro artículo y, de rebote, ahora vas y pagas el agravio con la misma moneda, con la misma injusticia. Pero en tu caso esta forma de actuar es doblemente perversa ya que dándote cuenta de la insustancial ofensa, dando por cierta tu elevada posición y empleando una plataforma pública de amplia difusión y prestigio, aprovechas estas circunstancias para pagar ojo por ojo, diente por diente. El resultado, por tanto, es paradójico. Vomitas críticas sobre aquellos que no son como tú aduciendo una elevada benevolencia fruto de tu genuina condición ponderal y, al mismo tiempo, utilizas los mismos procesos (i)lógicos que el objeto criticado utiliza habitualmente contra las personas en tu condición. Y todo ello como te decía sin dar la posibilidad a los matices de grises. O se es un gordo afable, bonachón, inteligente, aristocrático como tú… o se es una especie de forzudo narcisista, un Hommo croassanis de moral distraída con menos luces que una vespa.

A mí Juan Manuel, qué quieres que te diga, tu escrito, además de no ser el primero en esta línea auto justificativa y autocomplaciente fruto de tu cosecha, me da la sensación que responde a un profundo complejo. Pero no seré yo quien asegure tal diagnóstico, a fin de cuentas, solo soy un ciudadano que no tiene más idea de psicología que aquella que pertenece a la culturilla popular media.

Creo, ya termino, que tus escritos (los del dominical) tratan de ser complejos y, no pudiendo alcanzar la coherencia, se quedan en confusos. En este caso, añado porque me toca… lo profesional, peligrosamente confuso. Digo así porque que a día de hoy haya una persona ilustrada y premiada como tú lo eres haciendo una defensa moral del sobrepeso y la obesidad me parece una grave imprudencia habida cuenta de los muy contrastados riesgos que sobre la salud tienen asociadas tales circunstancias. Déjame decirte que además, en este caso sí que hay verdaderas evidencias de lo que te cuento. Me refiero a esas otras evidencias distintas de las que tú esgrimes de forma torticera en tu artículo.

Por ejemplo, tal y como menciona la propia Organización Mundial de la Salud al hablar de los importantes riesgos sobre la salud de la obesidad, destacan:

  • las enfermedades cardiovasculares (principalmente cardiopatía y accidente cerebrovascular), que en 2012 fueron la causa principal de defunción;
  • la diabetes; y
  • los trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante)

Como es fácil de comprobar, no se trata de un mensaje aislado. En Estados Unidos, el reconocido Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades menciona reconoce que la obesidad supone un incremento del riesgo para sufrir determinadas situaciones patológicas, entre ellas (aunque hay más): enfermedad coronaria del corazón, derrame cerebral e hipertensión arterial, diabetes tipo 2, cánceres, tales como endometrio, de mama y cáncer de colon, colesterol total alto o niveles altos de triglicéridos, enfermedades del hígado y la vesícula biliar, apnea del sueño y problemas respiratorios, la degeneración del cartílago y el hueso subyacente dentro de una articulación (artrosis), complicaciones de salud reproductiva, como la infertilidad y problemas de salud mental.

En nuestro continente el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC) advierte de las consecuencias de la obesidad en similares términos.

Para terminar, es preciso recordar que según una muy reciente publicación en The Lancet en el que se aborda de forma extensiva el problema de obesidad en el mundo con una meticulosidad encomiable, se vuelve a poner de relieve el efecto tanto del exceso de peso como del perímetro de la cintura a la hora de convertirse en riesgos para la salud… con todo el impacto que esto puede tener en la calidad de vida las personas, la salud pública y no nos olvidemos sobre la economía.

Por todo lo dicho, me parece muy peligrosa, desacertada e inconveniente tu apología de la obesidad, Juan Manuel, máxime cuando además se basa en argumentos falaces y contrarios a la verdadera evidencia.

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Posdata: Juan Manuel, sería ridículo pretender competir contigo en tu terreno, el de las palabras, la expresión escrita y demás, pero como última sugerencia te invito a que cuando quieras decir obeso, digas eso, obeso… y no gordo. No solo porque el DRAE le reconoce una acepción, aunque anticuada, claramente negativa, sino porque su uso popular sigue teniendo un clara inclinación peyorativa tal y como se recoge en este recomendable post de un buen compañero Julio Basulto.

Imagen:  Lavoview vía freedigitalphotos.net y De Prada vía Wikimedia Commons

La dieta del grupo sanguíneo: tan útil como la del color de ojos

Jeringa

Como ya he dicho a menudo, las diferentes dietas milagro que en la actualidad gozan de una mayor o menor presencia en la población general distan mucho de ser novedosas. Algunas, las más clásicas, conviven sin apenas variaciones desde tiempo casi inmemorial entre nosotros. Entre estas, las más típicas serían por ejemplo, la dieta de la alcachofa, la de la sopa de col (con amplio seguimiento en el mundo anglosajón), la del sirope (de arce)… y, por supuesto, la del grupo sanguíneo. Cierto es que estas dietas “clásicas” alternan periodos de esplendor con otros de aletargamiento, pero a fin de cuentas siempre están ahí para poder echar mano de ellas cuando la absurda necesidad por encontrar una solución mágica, rápida… pero también ineficaz, aprieta. Otras, menos clásicas en su apariencia, no suelen consistir en otra cosa más que en un lavado de cara de otras dietas anteriormente olvidadas a las que se le cambia el nombre, se le pone una imagen diferente y se las recicla… uno de los ejemplos más típicos de este caso sería la dieta Dukan… una dieta hiperproteica como cualquier otra anterior pero con el sello de calidad de un médico francés. Es decir, más de lo ya conocido (y olvidado en cierta medida) pero con otro nombre y merchandaising para que parezca algo nuevo.

Bueno, a pesar del rutilante éxito del ya casi extinto método Dukan (quién lo hubiera dicho hace un par de años, ¿eh?) el post de hoy está dedicado a una de las clásicas, una de esas que apenas sufren modificaciones a lo largo del devenir de los años. Me refiero a la dieta del grupo sanguíneo.

¿En qué consiste la dieta del grupo sanguíneo?

Este sistema dietético es aquel que postula que nuestra salud se va a ver influida de forma importante en virtud de nuestro patrón alimenticio (algo con lo que no cabe sino estar de acuerdo) pero que a su vez habrá de ser diferente en base al grupo sanguíneo de cada persona. Es decir, la dieta del grupo sanguíneo postula que con el fin de obtener un máximo beneficio sobre la salud, incluido el adelgazar, cada persona debería comer de forma diferente en base a los diferentes grupos sanguíneos básicos A, B, AB y 0. No tengo la menor intención de entrar a definir que es lo que deberían comer y evitar las personas en función de su grupo sanguíneo, para eso ya están las páginas que defienden su utilidad… Quién mejor que el hijo del fundador de esta propuesta dietética (y principal impulsor actual de la misma) para que nos explique en qué consiste la dieta ideal de las personas con el grupo A, con el grupo B, con el grupo AB… y con el 0. Así pues, hablando como es el caso de una “dieta generacional” en el sentido de que es el hijo el que defiende las propuestas originales del padre, creo preciso hacer un poco de historia.

La historia de la dieta del grupo sanguíneo

SangrePara conocer el germen de este planteamiento es preciso retrotraerse hasta principios del siglo XX cuando Karl Landsteiner descubrió y tipificó los grupos sanguíneos que hoy conocemos como A y B, y su distinta expresión fenotípica en virtud de los 4 serotipos que todo el mundo conoce: A, B, AB y 0.

A partir de este conocimiento con importantes implicaciones en el terreno de las transfusiones un tal James D’Adamo (el padre) se inventó allá por la década de los años ’50 una película que, carente de todo rigor científico, tenía cierta lógica interna a la luz de la ciencia de aquellos años. En resumen, el argumento de esa película viene a decir que la existencia de los distintos grupos sanguíneos no serían otra cosa que el fruto de la evolución y que surgieron como respuesta al distinto entorno alimentario en el que vivieron nuestros antepasados. Así, según el inventor (que gran adjetivo) de esta teoría el grupo 0 se consideraría el fenotipo “ancestral” o primigenio, grupo a partir del cual evolucionaron el resto (algo bastante cuestionable de entrada ya que todo apunta a que realmente fue el grupo A ese serotipo “ancestral”). En este caso pues el grupo 0 sería el cazador-luchador y le correspondería comer cosas que se hacían bajo este perfil (y evitar el resto), el grupo A sería el recolector-agricultor (ídem que anterior), el grupo B el ganadero (ídem que anteriores) y el grupo AB, el más evolucionado, sería una mezcla de los dos anteriores y podría beneficiarse, más o menos, de una dieta mixta.

La verdad sobre la dieta del grupo sanguíneo

A pesar de lo bonita de esta historieta y de lo coherente que pudiera resultar a primera vista y en aquellos años, se trata de una patraña como la copa de un pino a la luz de evidencia más actual.

Aunque jamás de los jamases sus defensores (primero el padre y luego el hijo, Peter) han podido demostrar fehacientemente su eficacia (lo que le va bien a las personas de un grupo sanguíneo le va mal a otro y viceversa) este método ha gozado de tiempo en tiempo de cierta relevancia entre la población general, nunca entre la comunidad sanitaria. Precisamente por su elevado impacto popular se han publicado algunos artículos que dejan más que clara su escasa validez. El primero de ellos una revisión sistemática de todo aquello que pudiera aportar cierta luz sobre el tema: Blood type diets lack supporting evidence: a systematic review (Ausencia de pruebas que apoyen la evidencia del grupo sanguíneo) que deja poco margen para la duda ya en su título… y concluye que:

En la actualidad no existe ninguna evidencia que otorgue validez a los supuestos beneficios sobre la salud de las dietas basadas en el grupo sanguíneo. Para validar sus afirmaciones, se requerirían estudios que compararan los resultados de salud entre aquellos participantes que siguieran una dieta en base a su grupo sanguíneo concreto (grupo de intervención) y aquellos otros participantes que continuaran con una dieta estándar (grupo control) con el mismo grupo sanguíneo.

Y claro… a pesar de lo que ha llovido desde los años ’50 y como esto no se ha hecho… no hay pruebas de que funcione.

Otro de los artículos, más reciente, de 2014: ABO genotype, ‘blood-type’ diet and cardiometabolic risk factors (Los genotipos A, B y 0; las dietas en base al grupo sanguíneo y los factores de riesgo cardiometabólico) concluye que:

Seguir determinadas propuestas dietéticas según el patrón de las conocidas como dietas del grupo sanguíneo está asociado con algunos beneficios sobre los factores de riesgo cardiometabólico. Sin embargo, estas asociaciones son independientes del genotipo A, B, AB o 0 de los individuos. Por tanto, estos hallazgos no apoyan la hipótesis de las dietas basadas en los grupos sanguíneos.

Alerta fraude

¿Qué quiere decir esto? Pues muy sencillo, que alguna de las cuatro propuestas típicas que se incluyen dentro del planteamiento dietético “del grupo sanguíneo” parece ser beneficioso para la salud cardiovascular, pero que el efecto de dicha dieta, es independientemente beneficioso del grupo sanguíneo del individuo. Es decir, imaginemos que alguien propone tres dietas diferentes en virtud del color de ojos: marrones, verdes o azules. La primera dieta podría estar caracterizada (por decir algo) por la riqueza de dulces, bollería y refrescos; la segunda por la presencia de grasas trans, sal y la ausencia de fibra… y la tercera, para los de ojos azules, por verduras, frutas y hortalizas. Lo que nos está queriendo decir este estudio es que, efectivamente, hay una dieta dentro del planteamiento “come en virtud del color de tus ojos” que es más beneficiosa que el resto (la dieta para ojos azules) pero que esta es beneficiosa con independencia del color de ojos.

¿Y cuál es la dieta que según la teoría de “come según tu grupo sanguíneo” es más beneficiosa… pero para todo el mundo? Pues sin lugar a dudas aquella que supuestamente está indicada, solo, para personas con grupo sanguíneo A. Es decir, la que enfatiza un amplio consumo frutas y verduras, al tiempo que un bajo consumo de productos cárnicos. Algo que no tendría que extrañar a nadie ya que este patrón es similar al que recomiendan todas las instituciones sanitarias serias con el fin de reducir el riesgo de las enfermedades cardiovasculares.

La puntilla adelgazante

Además de lo dicho, suficientemente contundente y de rabiosa actualidad, en 2007 el Ministerio de Sanidad Español realizó una revisión de las dietas milagro más frecuentes en nuestro entorno en la que la dieta del grupo sanguíneo era una de las incluidas. Así, en un trabajo firmado por la Organización Médica Colegial, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición y la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética se afirma de esta dieta que:

No existe una relación comprobada desde el punto de vista científico entre el tipo de sangre y la utilización de tejido graso. La prohibición de alimentos hace que la dieta esté asociada con sensaciones de hambre y sufrimiento, e induce a la pérdida de masa libre de grasa, en vez de masa grasa.

Por su parte el portal de Internet MedLine (un servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU) incluye esta estrategia adelgazante dentro de las consideradas dietas milagro o de moda.

A pesar de lo dicho, todo apunta a que los libros que promueven esta solemne tontería a partir de diversos autores, además del original, seguirán siendo un éxito editorial. Es lo que tienen los clásicos… que mucha gente es fiel a ellos .

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Nota: agradezco a Luis Jiménez (@centinel5051) y a Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) sus aportaciones para la realización de este post

Imágenes: gameanna, dream designs, Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Industria del azúcar y recomendaciones de salud: el tenso tira y afloja de siempre

La noticia la verdad es que no lo es tanto, es de las del estilo, “perro muerde persona”, es decir, era esperable que pasara y ha pasado. ¿Y qué es eso que ha sucedido te estarás preguntando?

Pues que tal y como te contaba hace más de un año, ese horizonte que se veía muy lejano ha llegado: la OMS por fin se ha retratado y ha hecho sus nuevas recomendaciones al respecto de la presencia del azúcar en nuestras dietas. El resumen:

La OMS recomienda que tanto la población adulta como la infantil reduzca su consumo diario de azúcares libres a un máximo cifrado en 10% de su gasto energético total.

Nada nuevo pensarás y tienes toda la razón por que es lo mismo que se decía antes, salvo por la coletilla que le acompaña:

Una reducción adicional por debajo del 5% el probable que proporcione beneficios adicionales sobre la salud.

Latas de refrescoPuedes contrastar la información en la página de la OMS, y si lo prefieres puedes consultar el informe completo (solo en inglés) o bien el resumen (disponible en castellano).

Y resulta que ha habido a quien no le han sentado bien estas recomendaciones ¿Quién será, será…? Pues tal y como era fácil de prever al Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas (ICBA) le ha faltado el tiempo para salir a la palestra pública y decir que “la recomendación de la OMS se sustenta en estudios de calidad científica muy baja”.

Por si tienes alguna duda, el ICBA está compuesto entre muchos otros por PepsiCo, Coca-Cola, Red Bull y otras empresas que típicamente se dedican a vender bebidas azucaradas y edulcoradas. Tienes a todos los miembros del ICBA en este enlace. Llegáramos.

Parece que, ahora, se les va aponer más cuesta arriba a estas empresas el vender sus productos siendo que van a estar tachados de una peor imagen en su relación con la salud (en mi opinión, poco para lo que haría falta).

No se vayan todavía, que aun hay más

El caso es que, además de esta noticia, esta semana ha venido cargadita de malas nuevas para el sector azucarero, bueno, más bien para la industria de alimentos en las que el azúcar es un ingrediente principal o característico. Como se trata de sacar la luz una información que permanecía oculta, no puedo decir más que me alegro (la mierda flota, y al final sale a la superficie por muy profunda que se hunda)

Digo esto porque hace poco hemos conocido la verdad al respecto de la sucia estrategia de la industria alimentaria vinculada al azúcar al publicarse el estudio Sugar Industry Influence on the Scientific Agenda of the National Institute of Dental Research’s 1971 National Caries Program: A Historical Analysis of Internal Documents (Influencia de la industria del azúcar en la agenda del Instituto Nacional de Investigación Dental en el programa Nacional anticaries de 1971: Un análisis histórico de los documentos internos). En esta publicación se ponen de relieve las poco éticas estratagemas para modificar, aparentemente desde la ciencia, las políticas sanitarias relativas a la caries. Así, con diferentes argucias y representando la industria el papel de “amigo” el fin último era evitar la reducción del azúcar en las recomendaciones de consumo y por tanto “salvar el negocio”.

Soborno

Pero es que además de dedicarse a “marear la perdiz” con diversas ingerencias, el estudio también ha puesto de relieve la presencia de feos, muy feos, conflictos de interés o si se lo prefiere decir, de “puertas giratorias” a partir de las cuales científicos al cargo de la administración sanitaria pasan a ser directivos de lobbies vinculados a la industria o a la inversa. Y claro, con semejantes lobos cuidando de las ovejas, ocurre que las mejores medidas no fueron tomadas durante mucho tiempo en relación con los alimentos con azúcares y la caries.

Algo que me recuerda poderosamente, no me digas porqué, aquel artículo que se titulaba Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública en el que la directora general de la OMS ponía de relieve este tipo de feas circunstancias.

A partir de aquí, me parece que la duda es razonable… en el momento actual ¿estarán las industrias alimentarias relacionadas con el azúcar tratando de presionar o de ejercer alguna maniobra semejante a la puesta de relieve en los años 70? Hoy el foco de atención no está en la caries si no en el papel que este tipo de alimentos desempeñan en las alarmantes cifras de sobrepeso y obesidad.

Yo ya tengo mi respuesta. Y sí… creo que coincide con la tuya.

Para saber más de este tema quizá te interese consultar:

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Imagen: Victor Habbick y FrameAngel vía freedigitalphotos.net