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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Qué haces tú por tu hipertensión?

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Comentaba el otro día en esta entrada, que vivimos demasiado pendientes de las pastillas, de las soluciones rápidas sin tomar en consideración que quizá, la modificación de nuestros estilos de vida podrían tener en muchos casos un mayor beneficio sobre la salud en general que el fármaco o la pastilla de turno. Y el colesterol no es, ni mucho menos, el único aspecto que mejora cuando se cambia hacia unos mejores hábitos. «Hábitos» repito, algo que forma parte de nuestro estilo de vida… de por vida; no los «arrebatos» puntuales.

Cambiar de estilo de vida para disminuir la presión arterial alta

Si hay una situación agradecida en el ámbito de la salud que se puede ver beneficiada por el cambio de estilos de vida, sin la necesidad inicial de un fármaco esa es sin dudas la hipertensión. Son diversos los elementos sobre los que se puede intervenir y hacer frente a esta situación, aunque lo mejor es, poco a poco, ir abordando pequeños cambios sobre todos ellos: sobre el perder peso, hacer más ejercicio, cuidar la ingesta de sal y mejorar la alimentación en general.

Para que te hagas una idea, teniendo sobrepeso, la pérdida de, aproximadamente, un kilo de peso se traduce en una caída de 1 mm de mercurio, tanto en la presión sistólica (el número superior) como en la diastólica (el inferior).

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La actividad física es otro elemento hipotensor que además es independiente de la pérdida de peso. Así, si te decides a empezar por practicar ejercicio físico de forma más o menos regular (y adaptado a tus circunstancias, no empieces de golpe con grandes intensidades) tu presión arterial se podrá ver beneficiada incluso si tu peso no se modifica.

La reducción de la ingesta de sodio, bien a partir de la sal de adición o de los alimentos que lo contienen en forma de aditivo (alimentos procesados), podría también disminuir la presión sistólica en cinco puntos y la diastólica en tres. Recuerda que una buena parte del sodio que ingieres no lo has puesto tú en los alimentos. Así que ya no es solo la sal que tú adiciones, sino más en especial el tipo de alimentos que escoges.

En cuanto a la alimentación, existe un conjunto de recomendaciones dietéticas para reducir la hipertensión abreviado como DASH que consigue bajar la presión arterial sistólica hasta 12 puntos y la presión diastólica hasta cinco. Estas recomendaciones implican el incorporar una cantidad importante de frutas y verduras (de siete a nueve raciones al día), con dos a tres raciones al día de lácteos desnatados, el aumento del consumo de cereales integrales, frutos secos, carnes magras y pescado, al mismo tiempo que se mantiene a raya la incorporación de alimentos ricos en grasa saturada (carnes rojas) y dulces. Si tienes la disciplina suficiente para seguir un estilo de alimentación de este tipo (nada que por otra parte no se recomiende de forma general en este blog) es probable que la disminución de la presión arterial observada sea comparable a aquella obtenida sólo con medicamentos. Así, está bastante claro que la pérdida de peso, el ejercicio y la alimentación pueden hacer bajar la dosis de la medicación contra la hipertensión o incluso eliminar por completo la necesidad de medicación.

Nota: Esta entrada es una opinión personal basada en la apreciación de la Harvard Medical School sobre “estado emocional y salud”, y no sustituye la consulta con un profesional sanitario.

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Foto: djuggler

Fármacos antiobesidad en Estados Unidos

La Food and Drug Administration, o sea, la administración norteamericana para alimentos y fármacos, la conocida como FDA, ha abierto la mano en lo que respecta a la autorización para la comercialización de “nuevos” fármacos destinados al tratamiento de la obesidad.

En los últimos días dos compuestos han obtenido luz verde para poder ser utilizados dentro del arsenal farmacológico dirigido a combatir esta enfermedad. Este hecho es en sí mismo toda una novedad, ya que los reguladores farmacológicos de EE. UU. han roto de esta forma una sequía que se ha prolongado durante más de 13 años sin haber aprobado ningún medicamento concreto con esta aplicación.

Se trata del “Qsymia” de los laboratorios Vivus estadounidenses y de “Belviq” fabricado por Arena Pharmaceuticals de Suiza.

Ambos preparados cuentan con principios activos que han pretendido en algún momento gozar de la autorización con el fin terapéutico de tratar la obesidad y que se les denegó en su día. Incluso, una sustancia que ahora forma parte de estos nuevos fármacos estuvo en su día autorizada en otro fármaco que más tarde se retiró del mercado.

El primero de los medicamentos autorizados, “Belviq” (cuyo principio activo es el lorcaserin, un inhibidor de los receptores de serotonina), buscó su aprobación por vez primera en el año 2010, pero fue rechazada a causa del hallazgo en estudios animales que ponían en evidencia que el fármaco se asociaba al desarrollo de tumores. Sin embargo, recientes datos entregados a la FDA han aliviado al parecer estos temores y han conducido a su aprobación definitiva (de momento).

Por su parte “Qsymia”, el segundo de los productos aprobados, combina dos principios activos: un supresor del apetito, la fentermina y un anticonvulsivo con indicaciones también contra la migraña, el topiramato. Como les decía, en este caso las sustancias son ya “viejas conocidas”. Anteriormente, la fentermina se recetaba frecuentemente en un medicamento para perder peso, el conocido como «fen-phen», que se terminó por retirar del mercado norteamericano en 1997 después de que su uso se hubiera relacionado tanto con hipertensión pulmonar como con alteraciones de las válvulas cardiacas. En su descargo, los científicos del laboratorio han mencionado que los problemas anteriores se relacionaron con la parte «fen» de la combinación, o sea con la fenfluramina (ahora ausente en el nuevo preparado), y no con la fentermina (parte “phen”) que ahora acompaña al “Qsymia”. Además, la FDA denegó inicialmente la aprobación de “Qsymia” en el año 2010 a causa de los potenciales efectos secundarios: palpitaciones y defectos de nacimiento (como paladar hendido en los bebés) si se toma durante el embarazo.

Sea como fuera la historia de estas dos sustancias, convendría echar la vista atrás y recordar lo sucedido con otros fármacos autorizados y puestos en el mercado para el tratamiento de la obesidad y que posteriormente se han retirado por el procedimiento de urgencia a la luz de sus importantes riesgos. Los ejemplos los tenemos en lo ya relatado y también mucho más cerca cuando no hace mucho más de 2 años la Agencia Europea del Medicamento ordenó la retirada del Reductil (sibutramina), entre otros.

 

 

 

En cualquier caso la autorización actual hace referencia a su indicación en los EE.UU., no en Europa y dentro de unas condiciones muy concretas. Por ejemplo, sólo está indicado para personas obesas (con un índice de masa corporal o IMC a partir de 30) o con sobrepeso (un IMC de 27 o más) que también sufren de afecciones asociadas (comorbilidades) como hipertensión, diabetes tipo 2 o colesterol alto. Además nunca durante el embarazo ni para menores de 18 años.

Sin la intención de interferir en las recomendaciones de su médico y suponiendo que un día alguno de estos fármacos puedan obtener la autorización para comercializarse en Europa (cuestión esta sobre la que si tuviera que apostar sería a que sí con bastante probabilidad) conviene echar un vistazo a algunas de las advertencias que contiene la propia página de “Qsymia” a la hora de dirigirse a los consumidores. En el apartado ¿Qué es “Qsymia”? se ofrecen las siguientes respuestas textuales:

 

  • “Qsymia” es un medicamento que contiene fentermina y topiramato que podría ayudar a algunos adultos obesos o a aquellos con sobrepeso que al mismo tiempo presenten problemas de salud relacionados.
  • ”Qsymia” debe utilizarse con una dieta reducida en calorías y al tiempo que se aumenta  la actividad física.
  • No se sabe si “Qsymia” modifica el riesgo de problemas cardiacos, de accidente cerebrovascular o de muerte por problemas cardíacos o derrames cerebrales. [¡!]
  • No se sabe si “Qsymia” es seguro y eficaz cuando se toma junto con otros medicamentos, sin receta, o junto a preparados dietéticos a base de hierbas para la pérdida de peso. [¡!]
  • No se sabe si “Qsymia” es seguro y eficaz en niños o jóvenes menores de 18 años. [¡!]
  • ”Qsymia” es una sustancia controlada por el gobierno federal, ya que contiene fentermina y puede ser objeto de abuso o conducir a la dependencia. Mantenga “Qsymia” en un lugar seguro, protegido de los posibles robos. Nunca dé su “Qsymia” a nadie, ya que puede dañarles o causarles la muerte. Vender o regalar este medicamento va contra la ley. [¡!]

 

Hay que estar muy convencido de los posibles beneficios que se pretenden obtener si se van a asumir estos riesgos (o incertidumbres), y encima, como decía aquel, para seguir estando a dieta y tener que hacer ejercicio.

 

¿Cómo afrontar el gluten en los medicamentos?

 

 

Algunas personas quizá se sorprendan al conocer que algunos medicamentos aporten gluten (ver entrada al respecto). Quienes desde luego no se sorprenderán serán aquellos que sean celiacos y que por tanto se esfuerzan a diario por descartar aquellos alimentos que contienen este elemento de forma más o menos solapada. Para ellos, ingerir aunque sea pequeñas cantidades de gluten con los alimentos podría suponer el aumento del riesgo de desencadenar un brote de su enfermedad. Recordemos que el único tratamiento para este tipo de enfermos es el seguir una dieta lo más exenta posible de gluten. Pero lo peor viene cuando además esta situación no es diferente cuando se trata de medicamentos. Algunos medicamentos tanto de venta libre como aquellos obtenidos con receta pueden suponer una fuente de gluten.

En algunos medicamentos el almidón (como producto derivado de los cereales que pueden contener gluten) es utilizado como excipiente en la manufactura de comprimidos y cápsulas. La normativa vigente (en vigor desde 1991) obliga a que los fabricantes de los medicamentos declaren tanto en el envase como en el prospecto el gluten y/o el almidón de aquel cereal susceptible de aportar gluten. Desde aquel año diversas las leyes (Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios) y reales decretos (RD 1345/2007, de 11 de octubre) han regulado el uso de esta información y los procedimientos de autorización.

Pero las preguntas importantes para todo celiaco son:

¿Puede un medicamento que declare aportar gluten proporcionar una cantidad significativa de esta sustancia?

¿Cuánto gluten aporta un medicamento con gluten?

Estas preguntas se las planteó y resolvió en su día la Asociación de Celiacos de Euskadi y el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Bizkaia por lo menos en lo que se refiere a los alimentos genéricos, y evidentemente las respuestas dependerán del medicamento considerado.

En cualquier caso en el texto “El gluten y los alimentos genéricos” se pone un ejemplo bastante revelador. Supongamos que una persona celiaca con una enfermedad crónica distinta de esta tiene que tomar diariamente un fármaco que contiene gluten, en concreto Atenolol 100 mg EFG x 30 comprimidos, un medicamento cuya dosis habitual es de 1 comprimido al día en el tratamiento de la hipertensión arterial o infarto agudo de  miocardio. Este medicamento genérico declara en su ficha técnica la máxima cantidad de almidón de trigo que se encontró en su día (2009) en un genérico: 35 mg

Entonces para hallar la cantidad de proteínas totales en ese almidón tenemos que hacer las siguientes operaciones (suponiendo que dicho almidón aporta la máxima cantidad de proteínas admitida por farmacopea, es decir, el 0,3 %):

35 mg x (0,3 / 100) = 0,105 mg de proteínas totales por comprimido.

Si tomamos en consideración que de toda esta cantidad de proteína entre el 80-85% es gluten, y tomando el máximo posible (85%) tendríamos un máximo de 0,089 mg de gluten por comprimido.

0,105 mg de proteínas x (85/100) = 0,089 mg de gluten que tomaría diariamente una persona con este tratamiento

¿Es mucha esta cantidad?

Pues la verdad es que es escasa (no digo irrelevante pero si ciertamente pequeña). Para ello se puede comparar la cantidad aportada por uno de estos comprimidos con la de un alimento que suelen (o suelen poder) incluir diariamente los celiacos en su alimentación: el pan apto para celiacos. Así, incluso esta clase de pan «para celiacos», en 100g aporta hasta 3 partes por millón (3ppm) de gluten, es decir, contiene unos 0,3mg de gluten (3ppm en 100g son 0,3mg). Es decir, puede haber más del triple de gluten en 100 g de pan que se considera exento de él que en un comprimido que declara almidón de trigo y que contiene la máxima cantidad de gluten permitida.

Ni que decir tiene que en el caso de los celiacos toda ingesta de gluten tiene un efecto acumulativo y que el monto total de estas proteínas ha de estar controlado en función del tiempo y de las fuentes de gluten que se incluyan (alimentos, bebidas como la cerveza y como puede comprobarse también medicamentos). Pero en relación a este tema se hace preciso tomar muy en consideración que existen un amplio abanico de medicamentos tanto genéricos como no, que no contienen gluten. Si en cualquiera de los casos se hiciera imprescindible el tomar un medicamento que declara tener gluten o almidón de trigo, las cantidades de gluten que se ingerirían serían pequeñas y habitualmente bien toleradas por la mayoría de las personas celíacas, en especial si hay un control médico de todas las circunstancias. De todas formas ante cualquier duda o sospecha sobre este tema, se recomienda consultar tanto al médico como al farmacéutico.

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Foto 1: RambergMediaImages

Foto 2: frogthroat

Foto 3: dfb

Fuentes consultadas:

Gluten y medicamentos genéricos

Academy of Nutrition and Dietetics