El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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«Déjà vu» olfativo: o el olor (y sabor) del pan de verdad

¿Han visto la película Ratatuille de Disney? Si no lo han hecho y les gusta el tema de la gastronomía, les sugiero que la vean.

Si la han podido disfrutar sabrán a qué me refiero. ¿Se acuerdan del desenlace, del momento en el que a ese crítico gastronómico llamado Anton Ego, tieso y engolado como el solo, (fantástico el nombre, por cierto) se le desarma el chiringuito al probar, recordar y evocar sus años de infancia cuando le presentan un “nuevo” plato? Se lo recuerdo, es esta escena…

Supongo que a quién más y quién menos le ha pasado algo así alguna vez. Precisamente es por lo frecuente de estas sensaciones que la escena tiene la fuerza que tiene y conecta con nosotros de ese modo.

Bueno, pues el otro día me pasó algo parecido con una barra de pan. Mi mujer trajo una barra que había adquirido en un obrador cercano a nuestro domicilio pero al que nunca habíamos terminado por recurrir a causa de las largas y frecuentes colas de personas que quieren comprar allí el pan. Sea como fuere que se adquirió aquel día el hecho es que aquel pan acabó en casa. ¡Cuánto tiempo hacía que no identificaba ése olor en el pan! Y no será porque no procuramos comprar pan de verdad en el día a día… sí, pero no era ése pan, aquel pan, no otro parecido. Aquel pan que hace más de 30 años te esperaba, de par de mañana, junto a dos bolsas de leche fresca al otro lado de la puerta de casa (como ven eran otros tiempos para todo, hoy este “servicio” sería impensable).

Y el “efecto túnel” el mismo o muy similar que el que le acontece a Anton Ego en la peli… los aromas de la leche caliente con chocolate del desayuno, el pan con mantequilla, el chorizo de Pamplona que acompañaría a ése mismo pan dentro de una bolsa para disfrutarlo más tarde en el recreo… en fin, otro pan. O sencillamente pan, no sé.

Este agradable “déjà vu” me pasa con relativa frecuencia cuando preparamos, hoy con mi familia, una excursión y nos llevamos una bolsa con bocatas y fruta para comerlos a lo largo de la jornada, en el campo, en la playa… Así, a media mañana o bien más tarde cuando vas a buscar la merienda a la mencionada bolsa, el olor que sale de la misma me aporta una importante carga emocional y me lleva, aunque no lo quiera, a las excursiones que hacía de niño con el colegio, más frecuentemente a la localidad de Javier a visitar su castillo que era todos los años (cosas de estudiar con los Jesuitas y de ser pamplonica). Aquella mochila roja en la que tantas veces habían viajado dos bocatas de tortilla, uno de chorizo, una naranja, un plátano y una cantimplora con agua.

En fin, cómo ven no siempre estas evocaciones alimentarias se tienen porque relacionar con alimentos mejores o porque antes fueran mejores. Aunque, qué duda cabe, la barra de pan del otro día era infinitamente mejor que el 99% de las que se vende hoy en día como pan en… no importa casi que sitio (el super, la gasolinera, etc). En este sentido, algo que me llama poderosamente la atención es el que algunas gasolineras se hayan convertido en auténticos referentes (para ciertas personas) en la venta de pan. Y no me refiero a la “compra de conveniencia”, que eso lo entiendo más o menos (paras a echar gasolina, ves el pan y le dices: “tú te vienes conmigo hoy a casa”) si no al ir a la gasolinera a por pan. Pan de gasolinera. Madre mía.

Disney mueve ficha en relación a la alimentación

La semana pasada fuimos testigos de una nueva noticia relacionada con la alimentación de la mano de Michelle Obama. En esta ocasión, la Primera Dama norteamericana fue la elegida para acompañar a los directivos de la compañía Disney en el comunicado de prohibir los anuncios de comida basura en sus programas de televisión, radio e Internet para menores de 12 años.

Como he dicho ya muchas veces, este tipo de intervenciones prohibicionistas siempre me dejan un sabor más agrio que dulce. Entonces, ¿qué es lo que ocupará el lugar de ésos anuncios en los espacios publicitarios… juguetes, otros alimentos? ¿Qué criterios son los que se van a emplear para prohibir o permitir los anuncios de alimentos en la publicidad alrededor de Disney? Y otra cosa… ¿Seguirá la compañía cediendo los derechos de sus personajes característicos para que se incluyan como regalo en menús infantiles de las empresas de comida rápida o en los productos de otros fabricantes de alimentos?

Al mismo tiempo, este comunicado se acompaña de la intención de revisar los menús y la oferta alimentaria de sus parques temáticos… algo que sí que me parece adecuado, siempre que se haga convenientemente. Estuve en EuroDisney hace muchos años ya, y me pareció de escándalo la “política alimentaria” que exigía a sus visitantes. Por un lado, la oferta que se podía encontrar dentro de las instalaciones era francamente deplorable y por el otro, no permitían la entrada de comida desde el exterior, así que si querías comer e incluso beber, tenías que ir a morir a algunos de sus chupi-establecimientos en los que la comida (y los precios) eran de todo menos chupis. Supongo y espero que la cosa habrá cambiado; como decía, hace ya bastante tiempo que fui por allí, estaba soltero y sin hijas, y ahora me toca ir con ellas. Lo cierto es que tengo muchas ganas de que llegue ese día, pero también es igualmente cierto que la cuestión alimentaria en estos macrocentros turísticos me produce cierta aprensión.

Sin salir del mundo Disney, sí que me gustaría destacar lo que a mi juicio ha sido una de sus iniciativas más brillantes en los últimos años relacionada con el tema de la nutrición. Se trata de una de sus últimas películas WALL·E. Para una buena parte de personas esta película es un alegato anticonsumista en favor del medio ambiente. Este es su tráiler.

Sin embargo, también contiene una ácida crítica sobre el futuro que nos espera en relación con el sobrepeso y la obesidad de seguir determinados patrones. No hay más que ver el aspecto de los habitantes de la Axiom (nave espacial en la que se desarrolla parte de la acción) y que se relaciona ¿subliminalmente? con su estilo de vida.

Este aspecto de la peli fue objeto de duras críticas en su día, más en concreto hubo quien sugirió que “jamás se había visto hasta ahora a una corporación gastar tanto dinero [en referencia a la producción de la película] para emitir un insulto hacía sus consumidores” en clara alusión a los usuarios de Disney.

Espero que no nos pase algo similar cuando visitemos EuroDisney.

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Foto 1: http: miss karen