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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Carta de derechos del paciente obeso

No es muy conocida pero los pacientes obesos cuentan con una declaración de derechos que les asiste, o que debieran asistirles más bien, al menos en los Estados Unidos. Esta “carta magna” del paciente obeso está confeccionada por la Asociación Americana para el Tratamiento de la Obesidad (American Obesity Treatement Association -AOTA-) y el cumplimiento de estos derechos no tiene el carácter, ni mucho menos, de obligatorio, lo que es una pena. Pero quizá sí que sirva a los pacientes con problemas de obesidad para saber distinguir quién le está proporcionando un servicio o tratamiento ético, aunque yo diría normal y esperable, y quién no. La carta de derechos del paciente obeso según la AOTA recoge estos 14 artículos:

1. Los pacientes tienen el derecho a ser tratados con respeto y dignidad en todo momento.

2. Los pacientes tienen el derecho a conocer todas las opciones que hay para el tratamiento de su caso y el grado de efectividad real de dichas posibilidades.

3. Los pacientes tienen el derecho a ser informados de que el sobrepeso y/o la obesidad son enfermedades que implican un riesgo conocido para la salud.

4. Los pacientes tienen el derecho a saber que la obesidad es una enfermedad crónica cuyo tratamiento requiere un esfuerzo personal y continuado, y que con mucha probabilidad, conlleve cambios de estilo de vida, actividad física y alimentación de por vida.

5. Los pacientes tienen el derecho a estar informados de que las pérdidas rápidas de peso tienen el riesgo asociado de poder causar graves problemas de salud.

6. Los pacientes tienen el derecho a saber cuál es el coste económico previsto y la duración de los servicios prestados derivados de su tratamiento.

7. Los pacientes tienen el derecho de poder reconocer y comprobar las credenciales académicas del profesional [sanitario, se entiende] que le atiende.

8. Los pacientes tienen el derecho a preservar la confidencialidad de su caso y, por tanto, todos los implicados (el centro hospitalario, profesionales sanitarios y resto del personal relacionado) velarán por mantener la correspondiente discreción.

9. Los pacientes tienen el derecho a conocer si el personal sanitario o el centro de salud en el que se le atiende tienen relaciones con terceros que puedan influir en su tratamiento y cuidado. Estas relaciones podrían estar establecidas, por ejemplo, con instituciones educativas, otros centros de salud o bien con proveedores de algún producto.

10. Los profesionales tienen el deber de mantenerse debidamente actualizados tanto en cuanto a los más recientes avances en la investigación de la obesidad, como en las mejores prácticas relacionadas con su profesión.

11. Los profesionales tienen el deber de evaluar previamente el estado de salud psicosomático de cada paciente antes de la prestación de sus servicios.

12. Los profesionales tienen el deber de aconsejar a cada paciente sobre aquellas metas que sean realistas para bajar de peso, los plazos para alcanzar esos objetivos, así como la dieta, ejercicio y cambios de comportamiento necesarios para mantener la pérdida de peso y alcanzar los beneficios asociados para la salud.

13. Los profesionales deberán mirar siempre en favor de los intereses de sus pacientes y no recomendar o promover el uso de otros productos o servicios de los que no pueda esperarse un resultado eficaz. En el caso de usar los datos del paciente en la participación de un estudio, deberán informar al paciente, y si es el caso, de la posibilidad de participar en un estudio experimental, y obtener en todo caso su consentimiento informado.

14. Los profesionales deberán informar a los pacientes de esta Declaración de Derechos como un miembro de la AOTA y su adhesión a la misma*.

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No se deje engañar, y si bien no va a poder exigirlos a todos los “profesionales” que se dedican a este muchas veces turbio chanchullo, busque el verdadero profesional que sí sea capaz de cumplirlos sin la necesidad de que usted se los tenga que exigir. Por cierto, sin menospreciar ninguno, todos son imprescindibles y necesarios… pero ¿saben cuál es uno de mis favoritos? Pues ya que estamos en las olimpiadas, con sus aros y todo eso, seguro que lo han adivinado.

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* En realidad este último artículo podría tener algún sentido en Estados Unidos, pero no aquí.