El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Un «vuelo saludable» o cómo meter 222 declaraciones de salud en un menú

A primera vista, cuando te lo cuentan a bote pronto, apostarías a que es imposible. Pero va y no, perderías. El Dr. Paul Berryman, jefe ejecutivo de la empresa “Leatherhead Food Research” desafió a su equipo de expertos científicos con el fin de desarrollar en una única comida, un menú que contuviera las  222 declaraciones de salud que la EFSA ha autorizado recientemente y de las que les hablé en la entrada “Industria alimentaria: ¿nos engaña o está desinformada?

El caso es que este reto no es en verdad más que un juego conceptual que ha servido para promocionar los servicios que ofrece esta compañía. Pero el reto ha sido concluido con éxito. Así, la Leatherhead Food Research ha ideado lo que sería un menú ultrasaludable que daría respuesta a esas 222 declaraciones de salud ya mencionadas y le ha dado la forma de una cajita para cubrir la hora de la comida en un viaje de avión. Recordemos que 222 son muy pocas en comparación con las cerca de 44.000 solicitudes, pero aun y todo siguen siendo un montón de declaraciones como para meterlas en un solo menú.

¿Lo han conseguido? Ellos dicen que sí y para demostrarlo aquí tienen la propuesta de los “platos” que contendría la cajita-menú. A continuación se detallan cuáles serían las aportaciones de cada uno de ellos y, de esta forma, llegar al monto total de 222 declaraciones de salud legalmente alegables (en base a los dictámenes de la EFSA) que se podrían hacer sobre esta propuesta dietética. Tengo la sensación que en vez de un etiquetado nutricional al uso, esta cajita habría que contener una especie de biblia (por su volumen) para poder explicar todas y cada una de ésas declaraciones.

El menú propuesto es el que sigue, y para saber cuál es el beneficio concreto que aportaría cada plato les sugiero que se dirijan a este enlace en el que les desplegará un documento pdf con letra pata-de-mosca (y que hará indispensable el uso de la herramienta «ampliar» o la lupa de su Adobe® Reader). El “Leatherhead Airline Meal Formula 222 for every EFSA permitted Health Claim!” está compuesto de:

  • Tarrina de Salmón fresco y ahumado (con ácidos grasos alfa linolénico y docosahexenoico para el cerebro y la función del corazón)
  • Mezclum de lechugas en ensalada con aderezo de aceite de oliva virgen extra (especialmente beneficioso para la colesterolemia)
  • Rollito de pan multicereales rico en fibra (que da respuesta a 17 de las declaraciones de propiedades saludables fundamentalmente por su contenido en fibra y ácido fólico)
  • Cazuela de pollo con lentejas y verduras  (en relación con su aporte de múltiples vitaminas, hierro y otros minerales)
  • “Manjar blanco y vivo” de yogur (que cubriría declaraciones relacionadas con la salud intestinal, de nuevo el colesterol y el control de glucemia)
  • Bebida para deportistas a base de arándano, frambuesa y saúco (que aportaría más vitaminas y electrolitos)
  • Agua pura de manantial (por aquello de la deshidratación)

Pero hay más, sólo con la “comida” no se llegaba. Por tanto, la menúcaja contiene también un sustituto de comidas en forma de batido a base de frutas silvestres para todos aquellos que, según se dice en la cajita, “estén preocupados por el contorno de su cintura” y, además, un batido extra suave de chocolate, con melatonina para ayudar a vencer el jet-lag.

En lo que cada vez más se podría parecer a la caja menú que McGiver pediría a los reyes magos, se incluyen también unas tabletas de carbón activado para reducir las posibles flatulencias (un elemento muy útil en un avión, y que el resto de pasajeros y personal de vuelo no dudarán en agradecer) y chicle sin azúcar para masticar después de la comida con el fin de refrescar el aliento y neutralizar los ácidos de la placa. El consumo de chicle ayudaría incluso, según afirma el Dr. Berryman, a aliviar la presión en los oídos (evitando el tener que practicar la maniobra de valsalva), pero eso sí, esta no es una de las 222 declaraciones de propiedades saludables oficiales.

Esta noticia que hoy les traigo me resulta especialmente interesante ya que en el mes de septiembre viajaré a Australia y conociendo mi acostumbrada inclinación a poner en tela de juicio toda aquella comida que me dan y sobre la que no tengo capacidad de elección (supongo que algo me darán de comer en el avión) espero contarles las diferencias entre este chupisaludable menú y mi realidad.

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Foto: leatherheadfood.com

 

Industria alimentaria: ¿nos engaña o está desinformada?

Con la pregunta del título me estoy refiriendo a este titular: La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha autorizado 222 declaraciones de propiedades saludables sobre los alimentos.

¿Qué son las declaraciones de propiedades saludables?

Básicamente estas declaraciones aluden al reclamo que el fabricante de alimentos puede o no hacer en relación a la ventaja o beneficio que el consumo de dicho alimento tiene sobre un determinado aspecto de la salud. La expresión «reclamo sobre la salud» (health claim) hace referencia a las posibles menciones de ése beneficio en la publicidad del alimento (y que para poder hacerlo ha de estar científicamente comprobado) .

Entonces ¿se puede decir que un determinado alimento es bueno para un aspecto concreto de la salud?

Sí y no al mismo tiempo. Es algo más complicado (pero no demasiado). En realidad para poder establecer una relación beneficiosa de un alimento sobre la salud se han de concretar y relacionar cuál es el componente del alimento (más habitualmente un nutriente) y su efecto específico sobre la salud. Las declaraciones aluden normalmente a los nutrientes y no a los alimentos propiamente dichos aunque, por extensión, aquellos alimentos que tengan ése particular componente en una adecuada proporción podrían ser destinatarios finales de la declaración.

 

¿Puedes poner un ejemplo?

Hay casi 222 ejemplos. La mayor parte de las 222 declaraciones permitidas aluden a nutrientes concretos. Por ejemplo, los alimentos que aporten una cantidad adecuada de ácido alfa-linolénico (un ácido graso esencial de la familia omega-3) podrán declarar que «El ácido alfa-linolénico contribuye a mantener niveles normales de colesterol sanguíneo» en base, eso sí, a las condiciones que marca el reglamento para el uso de esta alegación que, en este caso es: «Esta declaración solo puede utilizarse respecto a alimentos que son, como mínimo, fuente de ácido alfa-linolénico de acuerdo con la declaración FUENTE DE ÁCIDOS GRASOS OMEGA-3 que figura en el anexo del Reglamento (CE) no 1924/2006. Se informará al consumidor de que el efecto beneficioso se obtiene con una ingesta diaria de 2 g de este ácido graso«.

Como digo la mayor parte de las declaraciones se atribuyen a una molécula, a un componente específico o a un nutriente como tal: vitaminas, minerales, ácidos grasos concretos, fibra, cultivos vivos bacterianos, quitosano, etc. Sin embargo, hay también otras declaraciones que no aluden a un elemento específico como los ante dichos y sí a un alimento, pero estos casos son pocos entre las declaraciones autorizadas; por ejemplo, han obtenido el visto bueno de la EFSA el propio agua, la carne y el pescado, el chicle, sustitutivos de comidas para el control del peso y algunos sustitutos del azúcar (xilitol, sorbitol, manitol, maltitol, lactitol, isomaltosa, eritritol, sucralosa y polidextrosa; D- tagatosa e isomaltulosa).

Pueden consultar al completo todas las declaraciones autorizadas y su marco de utilización respectivo en el «REGLAMENTO (UE) 432/2012 de la Comisión de 16 de mayo de 2012 por el que se establece una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos distintas de las relativas a la reducción del riesgo de enfermedad y al desarrollo y la salud de los niños» accediendo en este enlace.

 

 ¿Son muchas 222 alegaciones?

Pues yo diría que son muy pocas si las comparamos con las cerca de 44.000 solicitudes que se han presentado a la EFSA desde 2006 para ser autorizadas. Dicho de otra forma se han autorizado cerca del 0,5%  de las declaraciones solicitadas por la industria alimentaria.

 

¿Qué quiere decir esto?

Pues más o menos que durante este tiempo, desde antes del 2006 y desde ése año y hasta la fecha nos han estado metiendo una serie de goles de campeonato. Usando el símil de la actual Eurocopa, la industria alimentaria tiraba todos los penaltis que a ella le daba la gana, y además el equipo del ciudadano de a pie estaba sin portero. Es decir, gol seguro: los distintos fabricantes de alimentos han podido estar atribuyendo una serie de propiedades sobre la salud al consumir sus alimentos que, en la mayoría de los casos (recuerden, se han autorizado el 0,5% de las solicitudes) o eran mentira o no se ha podido establecer científicamente la veracidad de dicha declaración.

 

Entonces, la industria alimentaria ¿nos engaña o está desinformada?

Aquí quería yo llegar. En algunos casos estará «desinformada» y en todos ellos es interesada (algo bastante previsible por otra parte). Pero antes de proseguir es preciso tomar en consideración que «la industria alimentaria» no es una. Bajo este nombre se enmarcan miles de pequeñas empresas, cientos de asociaciones empresariales y unas pocas decenas de «holdings» macroeconómicos. Así pues no sería justo utilizar el mismo rasero para todas.

Algunas, las más pequeñas, es probable que no tengan un equipo de investigación especializado y es posible que influenciados por lo que por ahí se cuenta, las ganas de vender y lo que te dice un amiguete se propongan las más disparatadas declaraciones sobre los beneficios que tiene el consumo de su producto. Este tipo de empresas serían a las que me refiero como desinformadas (por no ser demasiado sangrante). Pero en cualquier caso a ellas también se les aplica aquello de que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento.

Sin embargo, en el polo opuesto (y dejándonos por medio un amplio abanico de modelos empresariales) tenemos a los grandes grupos empresariales que acogen bajo sus alas a numerosas marcas. En estas «instituciones» sí que hay un departamento de investigación, otro de marketing, otro de cuentas, etc. Muchas veces estos departamentos andan a la gresca entre ellos, pero siempre de puertas para adentro, porque hacia el exterior y de facto el consumidor no se entera de las posibles tiranteces entre estos departamentos. Son la misma empresa y la política es una. En estos casos sí que tiene toda la pinta de que nos engañan o tratan de hacerlo aprovechando las rendijas que les deja la legislación para seguir metiéndonos goles con toda la intención y empleando no importa que artimañas para conseguirlo.

 

Quiero un ejemplo

Uno de los mejores ejemplos que se pueden poner a este respecto lo personifica Danone y su Actimel, y también la recua de productos de otras marcas o de «marca blanca» que han surgido a la estela del primero, casi siempre con el eslogan de «ayudar a tus defensas o al sistema inmune». Podría contarles toda la película, los múltiples premios recibidos por la multinacional francesa en distintos países «a la publicidad más engañosa»… pero ¿saben qué? Hay alguien que ya lo ha contado y, sinceramente, lo ha contado y explicado como los ángeles. Soy incapaz de superarlo. Así pues les invito a que lean de la mano de José Manuel López Nicolás en el blog Scientia «La verdadera historia de Actimel» en dos capítulos. Aquí está el capítulo 1, y en este otro enlace el capítulo 2 (¿me siento engañado por Danone?). Vaya desde aquí mi más sincera enhorabuena. Se hace difícil destacar una entrada sobre las demás en este blog, pero estas dos en concreto son de las que te dejan sin palabras. No se las pierdan.

Entonces, ¿ahora sí podemos estar seguros de que todo lo que nos dice la industria al respecto de la salud en sus alimentos es cierto?

Pues no, si han leído lo de Actimel, habrán comprobado que algunas empresas han optado por, acatando la legislación, hacer una publicidad que, a primera vista, parece que dice una cosa y que solo si te fijas con detalle, tienes suficientes conocimientos y te pilla con ganas por desenmascarar la verdad, te enteras de que dice otra. Es decir, determinadas empresas siguen tirando penaltis contra nosotros. Ahora, en el equipo del ciudadano de a pie, con este Reglamento, se ha puesto un portero digamos «de oficio» y, aunque éste se esmera por hacer bien su trabajo, lo tiene francamente complicado para parar los penaltis de la industria. Y esto es así porque muchas de las empresas que se siguen empeñando en ganar a base de tirar penaltis tienen unos delanteros desproporcionadamente hábiles y fuertes para las capacidades de nuestro portero. El trabajo de los departamentos de marketing es, objetivamente, soberbio… y nos siguen metiendo muchos goles.

¿Qué puede hacer «el equipo» del ciudadano de a pie?

Yo lo tengo claro, y aunque no lo cita muy a menudo, el legislador también lo tiene (ver ¿Funcionan los alimentos funcionales?). En mí opinión la mejor opción es pasar olímpicamente de aquellos productos que nos dicen que son buenos para… lo que sea. ¿Han visto alguna vez una sandía con declaraciones de salud; y en las lechugas, el arroz, las lentejas, las lechugas, los tomates, el pan-pan de toda la vida, etc, las han visto? Si las han visto, porque haberlas las hay, son siempre anecdóticas en comparación con las que se hacen de los otros productos. Aprovechando el ejemplo de Scientia ¿han visto esas declaraciones en los plátanos? Pues sepan que las mismas razones por las que Actimel sigue anunciando que su producto «ayuda al sistema inmunitario» en base las conclusiones de la EFSA (que es por su contenido en vitamina B6 y no por otra cosa) están presentes también en el plátano. Pero… no solo están presentes, sino que además, la cantidad de vitamina B6 en un plátano mediano triplica la de una «dosis» de Actimel. Insisto: ¿Han visto declaración alguna al respecto de que el plátano ayude a tu sistema inmunitario tres veces más que un Actimel?

Pues eso.

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Foto 1: FoodCultura

Foto 2: eozikune

Foto 3: EraPhernalia Vintage . . . (playin’ hook-y ;o)

Foto 4: Express Monorail

Foto 5 : Imagen facilitada por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente