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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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El efecto del alcohol sobre la salud. La opinión de la OMS

Existe una buena parte de la población, que cree que el alcohol en bajas dosis o con moderación, en especial cuando proviene de bebidas fermentadas tipo vino o cerveza tiene un efecto beneficioso para la salud.

No niego que determinados aspectos de nuestro nivel de salud puedan verse beneficiados por este tipo de consumo de bebidas alcohólicas, pero considero que sería injusto el tener en cuenta sólo estos beneficios sin prestar atención al mismo tiempo a los posibles riesgos. A fin de cuentas cuando se consume cualquier bebida alcohólica lo hacemos –siempre refiriéndome al terreno de la salud- para lo supuestamente bueno y también, indefectiblemente, para lo potencialmente malo.

Para todos aquellos que aun duden de los efectos de las bebidas alcohólicas, sean las que sean, en el conjunto de la salud les recomendaría que echaran un vistazo a un reciente documento de la Organización Mundial de la Salud (Alcohol in the European Union. Consumption, harm and policy approaches) que lamentablemente sólo está en inglés y que aborda de pleno las consideraciones salutíferas del alcohol, entre otros aspectos. He tenido el interés de haceros un breve resumen de algunos aspectos que me han parecido interesantes dentro de los respectivos apartados. Espero que al menos sirva para que aquellas personas más fundamentalistas con respecto a las alegaciones positivas en el consumo de bebidas alcohólicas se replanteen algunas cuestiones.

Introducción

El consumo de bebidas alcohólicas es una de las tres prioridades más importantes en el ámbito de la salud pública en el panorama mundial. A pesar de que sólo la mitad de la población lo consume, el alcohol como factor de riesgo a escala global es la tercera causa de enfermedad y de muerte prematura tras el bajo peso al nacer y el sexo sin protección. En Europa, el alcohol es también el tercer factor de riesgo en relación con la salud y la mortalidad, por detrás sólo del tabaco y la hipertensión arterial. […]

 

En relación con la salud general

Con independencia de que sea una droga capaz de generar dependencia, el consumo de bebidas alcohólicas se ha asociado de forma convincente con cerca de 60 tipos diferentes de enfermedades y circunstancias no deseables, incluyendo lesiones mentales y trastornos del comportamiento, afecciones gastrointestinales, cánceres, enfermedades cardiovasculares, trastornos inmunológicos, enfermedades pulmonares, enfermedades óseas y musculares, trastornos reproductivos y daños perinatales, incluyendo un mayor riesgo de alumbramientos prematuros y de bajo peso al nacer (enlace) […]

Aunque se ha demostrado un pequeño efecto protector entre el consumo ligero y moderado de alcohol sobre las enfermedades isquémicas, su consumo ha de considerarse como abrumadoramente tóxico para el sistema cardiovascular.

En relación con el cáncer

En 2007, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer concluyó que existía una relación causal entre el consumo de alcohol y distintos tipos de cáncer: cavidad oral, faringe, laringe, esófago, hígado, colon, recto y mama (enlace 1 y enlace 2). Todos estos tipos de cáncer mostraron una relación dosis-respuesta, es decir, el riesgo de cáncer aumenta de manera constante (enlace). La fuerza de esta relación con niveles de consumo medio de alcohol varía sensiblemente para los diferentes tipos de cáncer. […] Entre los mecanismos causales identificados para algunos tipos de cáncer, el efecto tóxico parece provenir del acetaldehído, un metabolito fruto de la degradación del alcohol.

Enfermedad cardiovascular

La relación entre consumo de bebidas alcohólicas y diversos trastornos cardiovasculares es negativa, y este extremo está respaldado de forma contundente en especial con la enfermedad hipertensiva (enlace), el accidente cerebrovascular hemorrágico (enlace) y la fibrilación auricular (enlace). Para la enfermedad isquémica y el accidente cerebrovascular isquémico, la relación es más compleja. En cuanto al consumo crónico de bebidas alcohólicas, este está asociado claramente con resultados adversos cardiovasculares (enlace).

Por su parte, el consumo ligero a moderado parece tener un efecto protector en las enfermedades isquémicas (enlace). Este efecto resulta ser igual para las personas que sólo beben cerveza o sólo vino (enlace). Sin embargo, cada vez con más pruebas que lo respalden, este efecto sobre algunas enfermedades cardiovasculares parece que puede deberse a factores de confusión (enlace), apuntando la idea de que el consumo bajo o moderado de alcohol debe ser considerado más como un indicador de buena salud y una mejor posición social que una causa de la mencionada buena salud (enlace). En cualquier caso, el efecto protector desaparece totalmente cuando los consumidores realizan, un consumo excesivo de alcohol aunque sea una vez al mes (enlace). Además no hay ningún efecto protector para los más jóvenes, para quienes cualquier dosis de alcohol aumenta el riesgo de eventos isquémicos (enlace). En cuanto a las personas mayores, la reducción del riesgo de fallecimiento por enfermedad isquémica se obtiene de forma mucho más efectiva mediante la realización de actividad física y con una dieta más saludable que tomando una bajas cantidades de alcohol (enlace). […]

 

Después de esto que cada uno asuma su responsabilidad a la hora de recomendar el consumo de la cantidad que se quiera de cualquier bebida alcohólica por motivos de salud. Yo desde luego lo tengo claro: por motivos de salud, cuanto menos mejor.

Evidentemente, y siendo conocedores ya de los riesgos que tiene sobre la salud el consumo de bebidas alcohólicas (y no antes) se podrán considerar los aspectos sociales, culturales e incluso gastronómicos de su uso.

Nota: La mayor parte de esta entrada (aquella parte del texto en cursiva) es una traducción personal del mencionado documento de la OMS. Insisto que quien quiera revisarla tiene a su disposición el texto original en este enlace.

 

Las bebidas alcohólicas dentro del panorama calórico

Cuando se habla de beber y de calorías casi todas las referencias que encontramos aluden a la escasa contribución favorable de los refrescos azucarados en esta relación, ya saben, por aquello de las calorías vacías y todo eso. Sin embargo, son muchas otras las bebidas que tienen un peso significativo a la hora de contribuir al sumatorio total de las calorías ingeridas a los largo del día. Además de los refrescos mencionados, los zumos son muchas veces pasados por alto, pero en especial, pocas veces se alude a las bebidas alcohólicas, lo que es un error, ya que esta es otra de las fuentes típicas de las mencionadas calorías vacías.

Según un reciente estudio los adultos estadounidenses consumen un promedio de cerca de 100 kcal/día a partir de bebidas alcohólicas. Este es el resultado de examinar el aporte calórico de las bebidas alcohólicas entre adultos mayores de 20 años entre 2007 hasta 2010, utilizando los datos de la Encuesta Nacional de Salud sobre Nutrición (NHANES) obtenidos a partir de recordatorios de 24 horas.

El portavoz del estudio ha señalado que:

Además de los riesgos inherentes al consumo de alcohol en términos de lesiones y/o enfermedades crónicas, es importante considerar la contribución al total de calorías diario de este tipo de bebidas. Tal y como sucede con las bebidas azucaradas, las bebidas alcohólicas son unas de las principales fuentes de calorías con escasos nutrientes. Aunque las calorías consumidas con las bebidas azucaradas se han examinado con bastante detalle, el estudio de las calorías aportadas por las bebidas alcohólicas se ha descuidado bastante.

Diariamente y de media, un tercio de los hombres y el 18 por ciento de las mujeres ingieren bebidas alcohólicas y casi el 20 por ciento de los hombres y el 6 por ciento de las mujeres consumen más de 300 kcal procedentes de las bebidas alcohólicas.

En el estudio también se puso en evidencia que los hombres consumen más calorías que las mujeres a partir de este tipo de bebidas y que los adultos jóvenes consumen más calorías procedentes de las bebidas alcohólicas que los adultos mayores. En cuanto al tipo de bebida, la cerveza fue la que se llevó la palma en cuanto al aporte de calorías por encima de cualquier otra bebida alcohólica. Sin embargo no hubo diferencias entre grupos las diferentes razas y grupos étnicos.

Para que nos hagamos una idea de las posibles implicaciones en el peso, consumir diariamente 100 kcal procedentes de las bebidas alcohólicas, implica que un año se ingresan 36.500 kcal (en kilos unos 4,8 al año) y los que consumen 300 kcal/día unas 109.500 kcal que si se transformaran totalmente en grasa serían unos 14,6kg… casi nada.

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Foto 1: Grahamtastic

Foto 2: FBellon

 

Bebidas alcohólicas y salud: ¿Buena o mala relación?

El tema de la salud «a taves de» o «con» las bebidas alcohólicas es una cuestión controvertida, es decir, distintos sectores de la comunidad científica sostienen posturas contrapuestas. Por un lado, están los que opinan que las bebidas alcohólicas fermentadas (más típicamente vino y cerveza, aunque se pueden incluir algunas más) aportan considerables beneficios en base a su efecto fundamentalmente sobre la salud cardiovascular, y por el otro aquellos que, sin negar este posible efecto beneficioso, observan todos los efectos de este tipo de bebidas, incluidos los potencialmente negativos, es decir, los riesgos, y concluyen que en ningún momento compensa el hacer promoción de la salud a partir del consumo de bebidas alcohólicas. Es decir, en estos casos se sostiene que los posibles beneficios no compensan en magnitud los posibles riesgos y por tanto no se debe fomentar en ningún caso su consumo utilizando la salud como ariete. Para que no queden dudas, yo pertenezco a este último grupo.

Dentro del primer grupo, los que promueven o alientan su consumo, al menos hay un consenso a la hora de establecer la frecuencia y cantidad de la ingesta alcohólica y normalmente se suele hablar que los posibles beneficios derivan de un consumo moderado, sea lo que la expresión “moderado” quiera decir, ya que en esto no hay tanto consenso. Al mismo tiempo también en este colectivo suele ser asumido que los beneficios se obtienen con las bebidas fermentadas de «baja graduación» y no así con los destilados, aguardientes y demás de mayor grado alcohólico.

Bien, como ya me he retratado y supongo que me darán hasta en el carnet de identidad dentro de los comentarios de esta entrada, quiero decir que esta no va a ser ni mucho menos la única entrada al respecto de esta cuestión y ya que soy un claro defensor de la NO promoción de la salud a partir del consumo de bebidas alcohólicas, sean las que sean y en la cantidad que sea, hoy voy a abrir mi línea argumental. A ver si hay suerte y encuentro entre los comentarios alguien que piensa como yo, porque haberlos haylos.

 

Dicho esto y para abrir boca , hoy quiero traer a colación un reciente artículo publicado en la revista Annals of Oncology consistente en un meta-análisis (esa clase de estudios que reportan una evidencia científica más sólida) titulado: “Light alcohol drinking and cancer: a meta-analysis” (Consumo de alcohol en pequeñas cantidades y cáncer: Meta-análisis) y que pueden consultar al completo en este enlace. No voy a entrar en más detalles que aquellos que se refieren a las conclusiones después de haber analizado en este trabajo 222 estudios que abarcan una población de más de 92.000 sujetos denominados “light drinkers” o bebedores de alcohol “escasos”. Pues bien, la conclusión es clara:

El consumo de alcohol, aunque sea en pequeñas cantidades, aumenta el riesgo de padecer  cáncer de la cavidad oral, faringe, esófago y mama

A lo mejor va siendo hora de que incluso los que defienden el consumo de alcohol por cuestiones de salud en cantidades moderadas se replanteen su posicionamiento.

Por cierto, en el apartado de “conflicto de intereses” los autores manifiestan que no tienen conflictos de esta clase en relación con el tema abordado. Algo que no sé si muchos de los autores de los trabajos en los que las bebidas alcohólicas salen bien paradas pueden decir.

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Foto: Brandon Koger

La tontería de beber cerveza (o agua) helada para perder peso

Interesante la pregunta (por decir algo) que me han formulado en un par de ocasiones:

«¿Se puede adelgazar bebiendo cerveza helada?«

He de reconocer que al principio me sorprendió, ya que, según mi interlocutor, “está total y científicamente comprobado que beber cerveza helada sirve para perder peso, es decir, para adelgazar”. La pregunta, como supe después, se basa en la argumentación del documento científico que pueden leer a continuación y que circula en en forma de spam en algunos correos electrónicos. Y que dice tal que así, cito textualmente:

«Por las leyes de la Termodinámica, todos sabemos que una caloría es la energía necesaria para pasar 1 gr. de agua, de 21,5º a 22,5º C. No es necesario ser ningún genio para calcular que si el hombre toma una copa de agua helada (200ml o 200g), aproximadamente a 0º, necesita 200 calorías para ponerla a 1º. Para que haya un equilibrio térmico con la temperatura corporal, serán necesarias unas 7400 calorías para que estos 200grs. de agua, alcancen los 37º de la temperatura corporal (200 g x 37ºC). Y para mantener esta temperatura, el cuerpo usa la única fuente de energía disponible: LA GORDURA CORPORAL. O sea, que precisa quemar grasas para mantener la temperatura estable. La Termodinámica, no nos deja mentir sobre esta deducción. Así, si una persona bebe una pinta de cerveza (aproximadamente 500cc) a la temperatura de 0º, pierde aproximadamente 17500 calorías (500 g x 37ºC). Ahora bien, no vamos a despreciar las calorías que tiene la pinta de cerveza, que son aproximadamente 1000 calorías para los 500grs. Si se restan estas calorías, tendremos que una persona pierde aproximadamente 16500 calorías por la ingesta de una pinta de cerveza helada. Obviamente, cuanto más helada esté la cerveza, mayor será la pérdida de calorías. Como debe estar claro para todos, esto es mucho más efectivo que, por ejemplo, andar en bicicleta o correr, con lo que solo se quemarían unas 1.000 calorías por hora. Así pues, adelgazar es terriblemente sencillo. Basta con beber cerveza bien helada, en grandes cantidades, y dejemos a la termodinámica hacer el resto»

 

¿Verdad que suena bien? Pues es una patraña. Bien organizada, más o menos, pero una patraña destinada a engañar a aquellos que han oído hablar de calorías, de energía de los alimentos, etcétera, pero que en realidad no tienen ni idea. El contenido de este documento científico está totalmente tergiversado. Está ideado con el único objetivo de engañar. Es, en definitiva, un ejemplo claro de cómo suelen organizarse estos mitos del adelgazamiento fácil. Vamos a analizarlo:

1. La definición de caloría es acertada, más o menos: en realidad se trata de la cantidad de energía necesaria para incrementar en un grado centígrado la temperatura de un gramo de agua (en concreto, desde 14,5 ºC hasta 15,5 ºC). Por tanto, es cierto que la cantidad de energía necesaria para calentar 200 mililitros de agua helada (a 0 ºC) hasta que alcance 37 ºC (la temperatura corporal) es de 7.400 calorías aproximadamente.

2. Es cierto que cuanto mayor sea el volumen de líquido helado, mayor “inversión” de calorías será necesaria para calentarlo hasta 37 ºC. En el caso de medio litro de cerveza helada, la cantidad de calorías es de 18.500 (ya sé que en el texto afirma que 17.500, pero este dato da muestra, una vez más, del calado científico del mismo. Su autor no sabe por dónde se agarra una calculadora).

3. Falla estrepitosamente en el cálculo del aporte de energía de la cerveza. No son 1.000 calorías, como afirma alegremente, sino unas 225 kilocalorías. Fíjense bien, no he dicho 225 calorías, sino 225 kilocalorías, es decir, 225.000 calorías (todo en letra, como en los cheques: doscientas veiticinco mil calorías).

4. El “pequeño error” de esta placentera pero absurda (e ineficaz) herramienta para perder peso trincando cerveza está en confundir calorías con kilocalorías.

 

Hagamos las cuentas bien y veamos el balance de beber medio litro de cerveza helada:

  • Beber medio litro de cerveza helada implica un desembolso energético de 18.500 calorías (para calentarla hasta 37 ºC).
  • Esa misma cantidad de cerveza aporta 225.000 calorías (para llegar al contenido calórico de esta cantidad de cerveza se puede consultar esta entrada)
  • Por tanto, el balance final después de beberla (aparte del puntito gracioso) es de 206.500 calorías positivas.

Alguien podría pensar que la dieta de la cerveza helada (que aporta calorías con una resultante claramente positiva) puede cambiarse por la dieta del agua helada (ya que el agua es el único alimento que no aporta calorías). Pues bien, para llegar a un balance “cero” entre las calorías que necesita diariamente una persona (pongamos 2.500 kilocalorías, en términos medios) a base de calentar ese agua hasta los 37ºC habría que beber cada día:

 

(500ml x 2.500.000 cal) / 18.500 cal para pasar medio litro de agua helada a 37ºC = 67.567,56 ml de agua helada

O lo que es lo mismo, algo más de 67,5 litros de agua helada al día, es decir unos 270 vasos. Lo que no parece muy coherente ni saludable.

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Foto 1: GlobalCitizen01

Foto 2: ::paqman::

Foto 3: Mountain/\Ash

 

 

Fútbol, olimpiadas, patatas, cervezas y sofá: ¿quién da más?

La noticia la oí este miércoles en la radio (se puede escuchar a partir del minuto 40’ 30” del enlace) de la mano del equipo del programa “En días como hoy” de Juan Ramón Lucas. No me la podía creer, tenía que haber un error, así que hice mis indagaciones, fui a la fuente, y resulta que no, que el apunte radiofónico era cierto: “en 2.012 la Asociación de Fabricantes de Aperitivos estima que los españoles nos meteremos en el cuerpo 280.000 toneladas de aperitivos”… casi nada.

Este dato da para entretenerse un ratico mientras jugamos con la calculadora, veamos:

  • 280.000 toneladas son, redondeando, 280.000.000 kilos de aperitivos, ya sean del tipo patatas fritas diversas (estilo mediterráneo, al jamón, barbacoa, a las finas hierbas, vinagreta, artesanas, light…), maíz en todas sus vertientes (nachos, en tiras, tex-mex, palomitas, kikos…), pipas (saladas, naturales, peladas, chile…), frutos secos variados, etc. Doscientos ochenta millones de kilos, solo los españoles. En un año.
  • Esto supone qué, tomando como bueno el dato que nos aporta el Instituto Nacional de Estadística, que cifró en 47.190.494 los habitantes de España en 2.011, cada habitante toca más o menos a 5,7 kg de aperitivos al año. Un resultado en cierta medida distorsionado porque, seamos honestos, habrá una buena parte de ésa población que ni los pruebe (lactantes, niños menores de un año –aunque seguro que me sorpredería- personas con determinadas dolencias, etc.). Así, lo que nos queda es que la media por consumidor de este tipo de productos y año alcanza (y probablemente supera) los 6 kg. Para simplificar los siguientes cálculos supongamos que son sólo patatas fritas de las “normales”.
  • Dejando de lado el tema de la caducidad, esto implica que si una familia de 4 miembros (padre, madre y dos hijos mayores) tuviera que comprar de golpe todas las bolsas de patatas que les “tocaría” comerse en un año para cumplir con la media nacional, habría de comprar cerca de 140 bolsas de patatas (de 170 gramos) y llevárselas para casa (unos 152€/año en patatas fritas por familia de 4 miembros).
  • Si tomamos como medida de la ración estándar de este tipo de alimento la que sugieren muchos fabricantes en sus envases (unos 30 gramos) resulta que cada miembro de la familia hará uso de este tipo de raciones unas 200 veces al año. Llamativo para un grupo de alimentos que tiene una frecuencia de consumo recomendada en términos de “ocasional”.
  • Y ya que estamos, no puedo por menos que aportar el porcentaje de calorías que el consumo de estas patatas supondrían en relación al consumo del total de calorías que la mamá de la familia (necesidades medias estimadas en 2.000 kcal/día) precisa en un año. Una señora tipo medio, que consuma 6 kg de patatas fritas al año incorpora unas 32.400 kcal/año. Siendo que se estiman sus necesidades  en unas 730.000 kcal/año, la ingesta de las patatas fritas representa el 4,5% de sus necesidades calóricas anuales. Casi ná para un grupo de alimentos (salvo los frutos secos) que ocupan la cúspide de la pirámide de los alimentos (=de consumo ocasional y en cantidades moderadas).

Y todo esto lo uno al sofá y al deporte (en la tv). Ya que cuanto más mediático es el evento deportivo más se frotan las manos los fabricantes de aperitivos… y de cerveza. Hasta el punto que en la última semana del mundial de fútbol (nuestro glorioso mundial) se incrementó la venta de aperitivos un 18% y no son de extrañar las estimaciones que se hacen desde esta asociación que apuntan a que durante la Eurocopa que viene aumentarán sus ventas un 10% y durante las olimpiadas un 5%. El gremio de los cerveceros es también un gran seguidor de “La Roja”, saben a ciencia cierta que cuanto más lejos llegue España más cerveza venderán.

Al final va a resultar que las retransmisiones deportivas son un elemento implicado en el actual problema de sobrepeso y obesidad entre la población, ¿quitarán el fútbol de la tele algún día por este motivo? Espero que no, pero igualmente deseo que la población en general tome conciencia respecto a que así no se puede seguir. Es un problema colectivo pero con solución individual.

Y no se crean que hablo por hablar, una reciente publicación en una prestigiosa revista (se puede consultar aquí) ha puesto de manifiesto que cuanto menos tiempo se pasa en el sofá, menos probabilidades hay de estar amorrado a la bolsa de patatas fritas; y que en una intervención con el fin de mejorar los hábitos de una población, resulta más efectivo centrar los objetivos en aumentar el consumo de alimentos vegetales frescos y reducir el tiempo de permanencia diaria en el sofá, que centrarse en un plan dietético de reducción de las grasas presentes en la dieta junto con la promoción de la actividad física. Así pues ya lo saben, aunque ninguna de las dos estrategias es negativa por sí, al contrario, ambas son recomendables, resulta más rentable centrarse en aparcar el sofá e incluir frutas y hortalizas, que el hacerlo en bajar el consumo de grasas totales y procurar hacer más ejercicio.

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Foto 1: TheDeliciousLife

Foto 2: craigmdennis