El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Azúcares añadidos: recomendaciones y etiquetado (deshaciendo la madeja)

Refresco de cola

Antes de comenzar aclaremos que por “azúcares añadidos” se entiende cualquier tipo de azúcar que uno mismo pone en su plato, taza, vaso o receta; y también (esto es importante) todo aquel azúcar utilizado en la fabricación de todos aquellos productos alimenticios manufacturados, y que de forma típica, están presentes en: los (mal llamados) refrescos, las (mal llamadas) bebidas energéticas, los caramelos y chucherías, los productos de pastelería y galletería, las bebidas a base de frutas, los helados… etcétera.

Las recomendaciones

A día de hoy la mayor parte de gobiernos y sociedades científicas implicadas han realizado recomendaciones de límites superiores de ingesta para los “azúcares añadidos” y han establecido ese límite superior en el 10% del valor energético total de la dieta. Es decir, que de todas las calorías aportadas, los azúcares añadidos no deberían contribuir en más del 10% de las calorías. Es más, como ya te conté en esta entrada desde la OMS se está barajando incluso el hacer bajar esta recomendación sobre la presencia de azúcares añadidos a no más del 5% de las calorías totales. El tema es importante ya que uno de los principales problemas con este nutriente es que, tal y como comentamos en este otro post, la mayor parte de los “azúcares añadidos” en nuestra dieta no los añadimos nosotros sino que van insertos en la matriz de ese alimento industrial que nosotros elegimos poner entre nuestras manos o en nuestro plato. Y ya que el elegir estos alimentos es especialmente frecuente, tentador y ubicuo se terminan sobrepasando con facilidad ese 10% máximo de calorías aportadas a partir de los “azúcares añadidos”.

Pero, ¿alguna vez hemos reparado en la cantidad real de azúcar que representa esta cifra del 10%, no digamos ya la del 5%? Pues es muy poco, vamos a verlo.

Considerando una dieta estándar de 2000 kcal, su 10% serían 200 kcal que para aportarlas con azúcar, haría falta a una cantidad de 50g de azúcar. Es decir, las recomendaciones de las que hablaba indican que no se deberían incorporar más de 50g de “azúcares añadidos” y que se estudia reducir esta recomendación para no superar los 25g (la OMS), insisto en una dieta “tipo” de 2000 kcal.

El etiquetado y la legislación

La cosa se complica notablemente cuando uno revisa el etiquetado de algunos alimentos. Tomemos por ejemplo la etiqueta de un conocido refresco de cola (así como la información contenida en su propia página web). Me he tomado la libertad de repoducir sus datos a continuación por si el enlace falla. En ellos, dentro de la información nutricional, se dice que una unidad de 250 mL contiene 27g de hidratos de carbono de los cuales, su totalidad son azúcares. Todos son, evidentemente, de los considerados “azúcares añadidos”. A continuación nos informa de los porcentajes que implica tal cantidad de hidratos de carbono y azúcares respectivamente en la consabida dieta estándar de 2000 kcal… y aquí es donde viene el lío que voy a tratar de aclarar. Recordemos que con 27g de azúcar (los presentes en una botellita de “refresco” de las pequeñitas) estaríamos en principio cubriendo un 54% de las recomendaciones actuales de muchos gobiernos al respecto de la presencia de “azúcares añadidos” ¡y llegando a un 108% si tuviésemos en cuenta las mencionadas expectativas de la OMS de no superar su presencia en un 5%!

Coca-cola Información nutricional

Sin embargo, tanto web como etiqueta informan que esos 27g de hidratos de carbono aportarían el 10% de la energía total que se recomienda provengan de los hidratos de carbono en una ingesta de referencia de 2000 kcal y que además, esos mismos 27 gramos, siendo como son azúcares simples aportarían tan solo el 29% de la energía proveniente en forma de azúcares simples en esa misma dieta estándar. Como se puede apreciar muy lejos del 54%… y no digamos del 108% mencionado como posible. Sin embargo, y aunque parezca un contrasentido hay que decir que la citada etiqueta, y por tanto la marca en cuestión, cumplen escrupulosamente con la legislación del etiquetado. ¿Cómo es esto posible?

Es posible gracias a las aclaraciones que hace el panel de expertos de la EFSA que puedes descargar en este enlace. En él se aclara que el porcentaje de hidratos de carbono que se va a considerar adecuados dentro de una ingesta dietética de referencia de 2000 kcal es del 52%, que traducido a gramos de hidratos de carbono, son 260g. Así sí: los 27g de hidratos de carbono del «refresco»son, aproximadamente, el 10% con respecto a esos 260g, y que es lo que aparece en la etiqueta.

¿Y con respecto a los azúcares? Pues igual. En el mismo documento, el panel de expertos de la EFSA sostiene que la ingesta de referencia para el etiquetado propuesta para azúcares totales (no solo los añadidos) es de 90g, es decir el 18% del valor energético total de la dieta. En este punto hay que aclarar que por “azúcares totales” se entiende tanto los intrínsecos o presentes de forma natural en alimentos como la fruta, las verduras, los cereales y la lactosa en productos lácteos; como aquellos azúcares añadidos a los que estoy haciendo especial referencia en este post. Con estos 90g de referencia queda claro entonces que los 27g de azúcar del refresco se corresponden con el 29% (de azúcares aportados en la ingesta detética de referencia) que refleja.

Así, el comité de expertos entiende que esta cifra de 90g para azúcares totales es compatible con el límite superior de recomendaciones de ingesta para los “azúcares añadidos” del 10% para la población general propuesto por algunos gobiernos ya que:

Se ha calculado que la ingesta de azúcares intrínsecos proporcionada para la ingesta de las cantidades recomendadas de frutas, verduras, cereales y productos lácteos equivale a aproximadamente a 45g en adultos. Suponiendo que los 45g restantes de azúcares (hasta llegar a los 90g propuestos por la ingesta de referencia para el etiquetado) son azúcares añadidos, ello se correspondería al 9% para una dieta 2000 kcal.

Es decir, que la EFSA considera que los azúcares consumidos en una ingesta dietética de referencia (90g) provienen de forma arquetípica de dos fuentes bien distintas. Por un lado los presentes de forma natural en frutas, verduras, cereales y productos lácteos hasta llegar a los 45g de azúcares dentro de un consumo racional de estos alimentos, y otros 45g opcionales (“opcionales” lo digo yo, no la EFSA) con los “azúcares añadidos”.

Conclusiones, son tres

Primera: Con tan solo el consumo de un único envase de medio litro del “refresco” mencionado, muy accesible hoy en día en cualquier máquina de vending, supermercado, etcétera, se supera con creces el actual límite superior (y más permisivo) diario de consumo de «azúcares añadidos» establecido por diversos gobiernos. Imagina lo que supone si además de este refresco, te tomas un café (¿con azúcar?) o dos, más un caramelo… o dos, más una pieza de bollería industrial… en un solo día. Como ves es relativamente fácil superar ese límite con nuestro lamentable patrón de consumo. Y eso sin hacer burradas que seguro todos conocemos y que a lo mejor peor, no son tan infrecuentes. Imagina además que en vez de esa recomendación fijada actualmente en el 10% , se termina por imponer la de 5%. Consumimos mucho, pero que mucho azúcar, y no precisamente del “intrínseco”.

Segunda: El etiquetado como hemos visto (al menos en este ejemplo) es escrupulosamente fiel a la legislación vigente sobre el etiquetado. Sin embargo, las cifras que muestra en forma de porcentaje ofrecen, en mi opinión, una trampa que el consumidor medio dudo mucho que pueda percibir, pudiendo tener la impresión que se pueden llegar a consumir tres unidades y pico de ese “refresco” (del de 250 mL) sin pasarse de la cantidad de azúcar recomendada. Y eso suponiendo que dicho consumidor no le dé por comer además una fruta, algo de verdura, etcétera que también aportará azúcares a la suma.

Tercera: Esto es así, porque en la legislación no se contempla la posibilidad de incluir la información al respecto de la cantidad (y su porcentaje, que sería lo importante) de “azúcares añadidos” dándole el mismo valor gramo-a-gramo al azúcar que vienen en un vaso de leche o una manzana, que al que vienen en un “refresco” o cualquier otro producto manufacturado (pasteles, galletas, chucherías…). Esto, para mí, es una cuestión que se debería mejorar sin lugar a dudas. O al menos que se tenaga en cuenta por el consumidor.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

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Nota: Quiero agradecer a Rafael Urrialde (@RUrrialde_PhD) sus inestimables aclaraciones para confeccionar este post.

Imágenes: Naypong vía freedigitalphotos.net

¿Quién dice que dar azúcar a un niño favorece que se «acelere»?

Niño dulcesSus padres, básicamente lo dicen sus padres, y conste que yo también lo he creído así durante cierto tiempo. Sin embargo, la ciencia no ha establecido hasta la fecha una relación de causalidad entre un relativamente alto consumo de azúcares en un momento puntual y un mayor aceleramiento o hiperactividad del niño o niña. Hablo en esencia de una hiperactividad aguda y pasajera y no del trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

Lo cierto es que me comprometí a hacer una entrada sobre este tema cuando el otro día mi vecino de blog, Alfred, en “Ya está el listo que todo lo sabe” publicó un post sobre esta cuestión: ¿De dónde surge el mito que indica que dar azúcar a los niños los vuelve hiperactivos? Con el que se generó una cierta polémica bien en el propio blog y más en las redes sociales.

Así pues, sin demasiados datos serios sobre la mesa que apoyen tanto una teoría como la otra (el azúcar sí acelera o no acelera) nos basamos demasiado en la “experiencia” de esos padres, en su realidad y no se puede por menos que reconocer que existe una creencia generalizada en que efectivamente sí que les acelera. Esa experiencia bien se podría explicar en base a lo que cuenta Alfred en su post y que se resume en el hecho de que al observar dos variables evolucionando proporcionalmente tendamos a relacionarlas de modo causal: Toma más azúcar; se acelera, luego el azúcar es la causa. Sin embargo, el aceleramiento, no tiene por qué estar causado por la ingesta de azúcar y ser las circunstancias las que propician ambos procesos no relacionados: Ambiente festivo, jolgorio; se consumen más chuches y al mismo tiempo hay más ajetreo, pero por el ambiente, no por el azúcar. En sus propias palabras:

Ya sea en un parque infantil, un cumpleaños o cualquier fiesta especial, es el hecho de estar jugando, correteando y trotando de un lado a otro sin parar con otros niños (amigos, compañeros, primos, hermanos…) lo que causa la sobreexcitación e hiperactividad del pequeño y no lo que ha estado comiendo

Y además, y aquí viene la madre del cordero, no hay ningún estudio que haya validado la creencia popular de que el tomar más dulces invita a su sobreexcitación. Más al contrario, este meta-análisis The effect of sugar on behavior or cognition in children. A meta-analysis (Efecto del consumo de azúcar en el comportamiento y en el rendimiento cognitivo en niños) abordó la cuestión de pleno y no halló relación alguna entre la variable “niño come azúcar” y la de “niño se acelera”. Sus conclusiones fueron claras:

Hasta la fecha, nuestro estudio de meta-análisis no ha encontrado relación entre el consumo de azúcar por parte de los niños y que este afecte tanto a su comportamiento como a su rendimiento cognitivo. La firme creencia de los padres puede ser debido a la expectativa y la asociación común en el tiempo de ambas situaciones. […]

Que viene a ser lo que nos explicaba el bueno de Alfred.

Siguiendo con los razonamientos que podrían explicar este comportamiento, es posible que en estas jornadas festivas, muchas de ellas con tintes maratonianos, a los niños les llegue un momento en el que agoten “sus pilas” y que al tomar más “combustible” revivan y más si se trata de “gasolina rápida” como lo es el azúcar. Posibilidad frecuente que se sumaría a la anterior aportada y que serviría para explicar en otras circunstancias el proceso mitificado.

Otra cosa, hiperactividades aparte, es el escaso beneficio que habitualmente pueden tener este tipo de productos en su salud habida cuenta de las innumerables ocasiones que se tienen para acceder a ellos y las cantidades en las que se suelen tomar.

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Imágenes: Sura Nualpradid vía freedigitalphotos.net

Historia de la Alimentación en dos minutos

sartén dinero

Gastamos mucho en alimentación y desperdiciamos mucho de aquello en lo que invertimos. Ni que decir tiene que de todo ese gasto, los impuestos y otros gastos indirectos se llevan una buena mordida… no es estrictamente el alimento en sí el objeto de todo ese gasto.

Con frecuencia los problemas que el mundo de la alimentación ha trasladado a nuestro entorno los atomizamos de forma que nos es imposible obtener una perspectiva más general de la situación, una especie de aquello de que el árbol no nos deja ver el bosque, y de tiempo en tiempo conviene tomar cierta perspectiva. Afortunadamente hay quien de vez en cuando se encarga de resumirlo y ofrecer una visión sintetizada de la situación y sus porqués. Y de ahí este vídeo que hoy os traigo.

Cierto es que a estas alturas su contenido no descubre nada nuevo pero es interesante la forma resumida que tiene de exponer las causas de la actual situación sin demasiadas estridencias, al menos yo no se las encuentro. Si acaso algunas carencias, eso sí, en especial alguna referencia a en teoría lo mal que estamos y lo mucho que al menos en apariencia nos preocupamos por estas cuestiones del comer y su relación con la salud… me refiero a la importante cantidad de sistemas dietéticos adelgazantes, curativos… que a día de hoy, como bien sabes a poco que sigas este blog, son legión y a los que no se hace ninguna referencia en el vídeo.

Aquí tienes, dos minutos y poco sobre el origen y circunstancias de lo que nos ha hecho llegar hasta aquí

En relación con los contenidos de esta entrada han aparecido estos otros artículos que igual te interesa consultar:

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Nota: quiero agradecer a Spoony Toons (@SpoonyToons) el hacerme llegar este recurso así como las buenas conversaciones compartidas en Twitter

Imágenes:  Boaz Yiftach vía freedigitalphotos.net

«Refrescos» gratis, y no agua: la última (y lamentable) moda importada de los USA

Sí, lo reconozco lo de “la última” no es para tanto, hay establecimientos que ya llevan un tiempo promocionando este tipo de ofertas, pero lo cierto es que la implantación de este tipo de promociones está cogiendo cada vez más fuerza. Me refiero ya no solo a lo de “refrescos” gratis, sino también al “come todo lo que quieras/puedas por un módico precio” o lo que habitualmente se entiende por buffet o “barra libre” de lo que sea.

Antes de seguir aclararé que por “refrescos” y entre comillas me refiero a esa clase de bebidas que popularmente reciben tal clasificación, pero que de “refrescos”, como tal, nada de nada, por fríos que estos estén, tal y como señalaba el otros día Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) en est post… así pues, hablemos de bebidas azucaradas o edulcoradas, y no de “refrescos”.

Bien, sea como fuere, la última campaña de Burger King haciendo promoción de esta oferta está pegando fuerte, ha invertido no poca publicidad en ella y por eso merece una especial atención. Pero no es la única, por ejemplo, el otro día cuando mostré mi indignación sorpresa al hacerme eco de ella en las redes sociales no faltaron (de hecho fueron bastantes) los que me pusieron al corriente de otros establecimientos en los que este tipo de prácticas estaban ya en funcionamiento. Así, a bote pronto y sin hacer una exhaustiva búsqueda en el mercado, me informaron de que Foster’s Hollywood, Domino’s pizza e IKEA (en su web no he encontrado esta promoción pero es una oferta existente según me han confirmado en atención al cliente) también la han llevado a la práctica (actualmente, la mayoría de ellos, o en algún momento reciente otros).

Siendo así, Gemma Tendero (@gemmatendero_dn) tuvo la brillante idea de preguntarse si esta promoción del tipo “rellena tu vaso gratis” traducida nutricionalmente como “suma todas las calorías que quieras que nosotros no te las cobramosse hacía también extensiva al agua. Así pues, me pareció buena idea empezar con una rueda de consultas en las que se trasladaba esta duda a todos aquellos “restaurantes” que ofrecían esta promoción.

Y empecé por Burger King. Lo hice así por la aparente facilidad para contactar con la multinacional a partir del correo electrónico. Bueno, por eso y porque son los que más “ruido” están haciendo ahora mismo y porque son de los que más visibilidad pública tienen como “restaurante”.

Aquí tienes el correo que les dirigí (disculpas por la calidad, pero creo que da para entenderse).

BurgerKing_Rellena gratis 2

Y va y resulta que no han contestado… y no será porque no lo recibieran, ya que a escasos minutos de mi envío recibí este acuse de recibo. Han pasado 4 días laborables y nada de nada. Al final he de dar la razón a mis amigos Guillermo (@waltzing_piglet) y Rosa (@bioamara): estos no han contestado.

BurgerKing_Rellena gratis 3

Además, también han hecho oídos sordos a través de otros canales ya que tras mi consulta vía correo electrónico les mencioné en Twitter haciéndoles partícipes (de nuevo) de mi consulta.

En lo que respecta a Foster’s Hollywood mis pesquisas han dado peor resultado si cabe. En parte por la escasa nula efectividad de los recursos que esta multinacional pone a disposición de los consumidores para trasladarle dudas o preguntas: no hay correo electrónico y sí únicamente una servicio pantomima de atención telefónica. Al final, vía Twitter esta empresa contestó que:

Está incluido el refill de refrescos pagando solo el primero. Es válida para refrescos de máquina. No es válida para vaso de agua, jarras de sangría, tinto de verano, botellas de vino, combinados o licores y café.

Tras intentar continuar la conversación de porqué esta política con excluir el agua en la promoción, de si están al tanto de los aspectos negativos de las “calorías vacías” y demás… prefirieron seguir la adecuada política de Burger King: no responder.

Por su parte, mis indagaciones con IKEA fueron una delicia, tanto en las formas como en el contenido de sus respuestas. En este sentido he de decir que jamás fui atendido con tanta amabilidad y eficacia en un servicio telefónico de atención al consumidor como lo fui por el de IKEA. En resumen, les trasladé de palabra las mismas preguntas que se reflejaban en mi escrito a Burger King. Como la respuesta a la primera pregunta fue afirmativa: sí que se puede rellenar el vaso de agua con agua (con o sin hielo) tantas veces se quiera en sus servicios de restauración las demás preguntas carecían, hasta cierto punto, de valor. Sigo sin estar de acuerdo con eso de “suma todas las calorías que quieras que nosotros no te las cobramos” pero al menos, además de esa opción está la de no sumar, hidratarte y que no te lo cobren.

El tema en cuestión

Nos llevamos las manos a la cabeza cuando oímos de las malas prácticas y circunstancias (las del mercado, entorno…) que se llevan a cabo en los Estados Unidos como paradigma de país desarrollado con unas tasas de sobrepeso y obesidad desorbitadas. Sin embargo, adoptamos esas mismas circunstancias con entusiasmo a la menor oportunidad. Mientras, nuestras autoridades sanitarias no realizan el menor gesto para regular este tipo de prácticas nada beneficiosas.

No sé (bueno, en realidad sí que lo sé) hasta qué punto lo del “come y bebe por poco dinero hasta que revientes te hartes” es una medida plausible desde el punto vista de las cifras de venta de estos establecimientos; pero de lo que no me cabe la menor duda es que mientras esa especie de buffet libre solo se haga extensiva a los productos menos recomendables, las políticas de estas multinacionales quedan al descubierto. En cualquier caso también he de decir que cualquier propuesta tendente a hacer consumos “XL”, sea con los productos que sea, me parece desacertada. Al menos en nuestro entorno, invitar a comer más de la cuenta no es precisamente ni beneficioso ni necesario. Si acaso más al contrario. Es una cuestión de Salud Pública y este tipo de empresas con este tipo de promociones han decidido mirar hacia otro lado y cubrir “otras” demandas y necesidades de los consumidores.

De todas formas, ¿tanto les costaría poner el agua dentro de este tipo de promociones? No creo que sea una cuestión de logística… tampoco de precio (salvo que el agua sea más cara que los dichosos “refrescos”). Tiene que haber algo más y no nos lo cuentan.

A cada día que pasa queda más claro que nuestro entorno promueve cada vez con más ahínco circunstancias incompatibles con un patrón de vida saludable; así, muchas empresas se empeñan en reforzarlas; y las autoridades sanitarias miran también para otro lado o llevan a la práctica campañas que solo sirven para cubrir el expediente y poder decir que ellos ya ponen de su parte. Sin embargo, hacer eso y nada, es lo mismo. Y mira que sería sencillo.

Para terminar y en especial para esa clase de empresas y sus agencias de comunicación les dejo esta saga de post al respecto del consumo de “refrescos” que aportan un mensaje para nada refrescante. En resumen: con sus promociones están haciendo un flaco servicio a los intereses de Salud Pública de los consumidores de nuestro entorno (y por lo que se ve, les da igual)

Beber zumo de fruta no equivale a comer la fruta

¿Te parece que la mermelada equivale a una ración de fruta? Ea, pues con los zumos tampoco. Y eso que para la elaboración de los dos productos –mermelada y zumo- interviene de forma indefectible la fruta… que te quede claro. Y aunque al zumo no se le añada nada más y sea exclusivamente el producto licuado de la fruta… el zumo de fruta ni es fruta, ni su consumo sustituye el de la fruta.

Para la mermelada seguro que no hace falta que te lo explique, seguro que lo entiendes. Vamos con el zumo y con un ejemplo: el paradigmático zumo de naranja.

Veamos las diferencias nutricionales y de efecto sobre la ingesta de un vaso de zumo de naranja natural frente al de una naranja tal cual. Ten en cuenta que para un vaso de zumo se suelen emplear, por término medio, 3 naranjas más o menos. Pues veamos.

Naranja vs zumo

En resumen: el zumo aporta más calorías, menos fibra, menos saciedad y la posibilidad de tomar “más de la cuenta” es mucho mayor… entre otras cuestiones (y todo ello suponiendo que además no se le añada azúcar)

Es por estas razones y quizá otras más que creo que te interesará conocer algunas opiniones especializadas con respecto a este tema. Por ejemplo:

  • La Organización Mundial de la Salud (2003) afirma que existe un alto nivel de evidencia acerca del papel protector de la fruta para prevenir la obesidad, hecho que queda reflejado en recientes investigaciones al respecto. Sin embargo, la OMS afirma que los datos científicos muestran una relación probable entre el consumo de zumos de fruta y la obesidad.
  • La Asociación Americana del Corazón de nuevo propone como verosímil que la saciedad es menor ante un zumo de fruta que ante una fruta entera y por ello desaconseja el consumo de los zumos de fruta, insistiendo en la importancia de consumir fruta en su estado original, y considerando que las calorías consumidas de forma líquida podrían afectar negativamente a los intentos de conseguir y mantener un peso saludable.
  • La Academia Americana de Pediatría recomienda aumentar la ingesta de frutas para prevenir el sobrepeso y la obesidad en los niños, siempre y cuando no sea en la forma de zumos de fruta
  • El Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría afirma que los zumos de fruta no son equivalentes nutricionalmente a las frutas naturales, al carecer de fibra y no estimular la masticación.

Así pues, ¿aún crees que si no tomas fruta, o no la toma tu hijo, esta situación se arregla con un zumito (o dos, o tres, etc.)? La fuente de bebida y de hidratación para ti y para vuestro hijo ha de ser el agua, y la fruta… para comer.

Consume fruta. Fruta de verdad.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

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Imágenes: tiverylucky y satit_srihin vía freedigitalphotos.net

Fuente consultada: ¿Se puede considerar el zumo de frutas como una ración de fruta? del Grupo de Revisión y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas.

Si los cereales «te miran a los ojos» es que son para ti

CerealesEl márquetin, la publicidad y la mercadotecnia es lo que tienen… que se esfuerzan en encontrar atractivas estrategias y en vencer aquellas iniciales barreras que a nuestros ojos (nunca mejor dicho) dificultan el acto de compra de un producto concreto. Y para ello recurren a tácticas que solo unos pocos profesionales dominan. Bueno, mejor dicho pensemos que solo se trata de estrategias que no son de dominio general.

Ya sabes que a mí esto de la publicidad me fascina, no diré que soy fiel seguidor de sus campañas, pero sí que me llama poderosamente la atención la cantidad de detalles que se tienen en cuenta para alcanzar el fin. Un fin que no es otros que el de la venta.

Lo último que ha llegado a mis manos es el tema de la mirada que la imagen central de una caja de cereales dirige hacia sus potenciales consumidores. Que sepas que pocas veces puedes sentirte tan observado, pocas veces hay tantos ojos clavados en tu persona al mismo tiempo, como cuando recorres los pasillos de los cereales de desayuno de un supermercado. Al menos así lo pone de manifiesto el artículo Eyes in the Aisles Why Is Cap’n Crunch Looking Down at My Child? (Ojos en los pasillos, ¿porqué el Capitán Crunch [una marca de cereales] tiene la mirada fija en mi hijo?).

En él, se pusieron de manifiesto dos hechos. Por un lado que las cajas de cereales se disponían en las estanterías de forma estratégica en virtud del colectivo diana al que estaban destinadas: las de cereales “para adultos” a mayor altura que aquellos destinados para los niños y que, además, el ángulo con el que “miraban” los personajes en la caja era netamente diferente: aquellos para adultos miraban “más en recto” a diferencia de los que estaban originalmente destinados para niños que miraban más hacia abajo… buscando, en ambos casos un contacto visual con su consumidor potencial. ¿Y porqué esto? te preguntarás.

Pues por aquello que se puso de manifiesto en un segundo estudio del que se da cuenta en el mismo artículo: que el contacto visual con la figura que aparece en la caja aumenta el sentimiento de confianza del potencial consumidor y su particular conexión con la marca, y de ahí un aumento de las posibilidades de compra del producto en cuestión frente a sus competidores.

Lo más preocupante del tema, ya lo sabes, es que en la actualidad la gran mayoría de los cereales que se comercializan para el público infantil son aquellos que tienen las peores características nutricionales, son especialmente ricos en azúcares simples, y por la tanto con un perfil objetivo menos saludable.

Además de la importante constatación de estos detalles que pasarían inadvertidos para la mayor parte de los mortales, la mejor parte del estudio pone el acento en que este tipo de conocimiento podría ser utilizada de forma positiva en vez de utilizarse para vender aquellas opciones menos saludable, es decir, para promover mejores opciones y promocionar el consumo de alimentos más saludables. Si para ello (y esto es de mi cosecha) hay que terminar poniendo ojos a los plátanos y a las berenjenas, pues adelante. Por otra parte, no sé que me da que el efecto del contacto visual entre los ojos de un niño y la vacua mirada de un besugo en la pescadería no será el mismo que cuando le mira el Capitán Crunch.

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Los convincentes deseos de Jamie Oliver sobre obesidad infantil

Jamie Oliver

Si sigues este blog supongo que estarás al tanto de quién es Jaime Oliver, por si acaso te lo resumo: se trata de un talentoso cocinero británico de 38 años especialmente comprometido con la influencia de una correcta alimentación en la salud y calidad de vida, más en concreto en la de los más pequeños, los niños y adolescentes. Así, gran parte de su fama se debe no tanto a su condición de chef, sino a la insistencia, vehemencia y atino con los que pone a caer de un pino el actual entorno en el que viven nuestros hijos, bien en los comedores escolares o en casa. Por tanto, además de los diversos premios que ha cosechado por su carrera culinaria, en 2010 fue galardonado con el premio TED (Tecnología, Entretenimiento, Diseño –Technology, Entertainment, Design-). TED es una organización sin ánimo de lucro dedicada a poner de relieve aquellas ideas dignas de ser difundidas. Es ampliamente conocida por su congreso anual –TED Conference– y sus charlas TED Talks que cubren un amplio espectro de temas que incluyen las ciencias, arte y diseño, política, educación, cultura, negocios, asuntos globales, tecnología y desarrollo, y entretenimiento.

Por tanto, lo que hoy te traigo es un vídeo, precisamente el de su conferencia en la entrega del mencionado premio TED, en el que se sintetiza de manera sublime las razones, de Jaime Olivier (compartidas por muchas personas, yo mismo entre ellas) para explicar nuestra triste realidad en lo que se refiere a la alimentación cotidiana. Al mismo tiempo enuncia una serie de propuestas, de deseos, para cambiar esta situación.

Es corto, apenas 22 minutos y no merece la pena hacer un resumen, es imprescindible en su totalidad. Jamie da cuenta del papel de la industria, el de las administraciones sanitarias y educativas, los problemas de los negocios comedores escolares (en los que suelen primar las hojas de balance económico antes que la calidad de los menús), el de los padres, el de los educadores y cuidadores, etc.

Es un placer escuchar a este hombre que utiliza sus argumentos para describir nuestra realidad alimentaria como quien conduce un gigantesco bulldozer para recoger la basura… sin contemplaciones. Cuánta razón y cuánto mejoraríamos si este tipo de deseos se implementaran; algo difícil ya que, al parecer, el motor cortoplacista que termina por decidir el sentido en el que se van a hacer estas cosas es única y exclusivamente el dinero.

Quizá te interese consultar:

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Nota: Quiero agradecer, una vez más, a un buen compañero de profesión, Pablo Zumaquero @pzjarana, el proponerme hacer un post con este video.

Imagen: Fr33kman vía Wikimedia Commons

¿Cuánto azúcar hay en….?

Tal y como señalé en esta entrada, el consumo de azúcares en nuestro medio está, literalmente, disparado. En especial si observamos la evolución del consumo de este tipo de nutriente (o alimento) en los últimos siglos, algo que se puede constatar de forma visual en el siguiente gráfico. En resumen, se ha pasado de tener un consumo medio por habitante y año de aproximadamente los 3-5 kg en el siglo XVIII a los cerca de 70 kg en la actualidad: una auténtica barbaridad.

Evolución del consumo de azúcar

Y, como apuntaba, ya no es tanto el problema del uso que de este nutriente (o alimento) hacemos de forma consciente cuando echamos mano del azucarero sino la presencia de este nutriente en los alimentos que habitualmente consumimos.

Sin embargo, en ocasiones no resulta nada fácil cuantificar ese azúcar añadido que con no poca frecuencia se oculta en los alimentos, normalmente procesados, que consumimos. Para tratar de arrojar un poco de luz, allá va este post con el que espero se pueda ayudar a cuantificarlo cuando nos interese.

Por lo general, al hablar de “azúcares añadidos” se hace referencia a todos esos azúcares utilizados como ingredientes en alimentos procesados ​​y preparados, como por ejemplo la bollería y galletería, pasteles, refrescos, mermeladas, chocolates y chocolatinas, helados, etcétera y en otros productos que, a priori, nadie sospecharía de ellos, me refiero a salsas preparadas, alimentos preparados, embutidos, etcétera.

En ocasiones los “azúcares añadidos se “ocultan” con algunas denominaciones más o menos evidentes, por ejemplo y además del azúcar blanco, se incluye también el azúcar moreno, el integral, el jarabe de maíz, los sólidos de jarabe de maíz, el jarabe de maíz alto en fructosa, la propia fructosa (como tal o líquida), los jarabes de malta y arce, la miel, la melaza, la dextrosa, la dextrina… Pero es importante hacer una matización: a la hora de cuantificar los denominados “azúcares añadidos” no se incluyen aquellos azúcares presentes de forma “natural” en el alimento original. Por poner un ejemplo, no son “azúcares añadidos” la lactosa de la leche o la fructosa de la fruta, a menos que se añadan al alimento más allá de su contenido original. Tampoco se consideran “azúcares añadidos” los edulcorantes o los sustitutos de los azúcares.

¿Cómo saber cuántas cucharaditas de azúcar lleva un determinado producto?

Antes de nada hay que establecer cuánto es una “cucharadita de azúcar”. Así, según las tablas de composición de alimentos del Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA), una cucharadita de azúcar de mesa granulado contiene 4,2 g de este alimento. Lo que, de forma muy sencilla, nos lleva a concluir que 100g de azúcar equivalen a 23,8 de las mencionadas cucharaditas. Veamos esto con un ejemplo sencillo:

¿Cuántas cucharaditas de azúcar hay en 15g de miel (la típica monodosis)?

Para ello lo primero que hemos de hacer es contar con una buena información sobre tablas de composición de alimentos. Tal y como decía en esta entrada, en mi opinión, una de las más completas y accesibles es la del mencionado USDA. Así, no hay más que contrastar que en 100g de miel hay 82,12g de azúcar… luego en 15 gramos de nuestra monodósis de miel habrá 12,31g de azúcar, es decir (a razón de 4,2 g de azúcar por cucharadita) 2,93 cucharaditas de azúcar.

Casi tres cucharaditas de azúcar por cada monodosis de miel.

Y así podríamos continuar para saber la cantidad de azúcar en azúcar moreno, el jarabe de maíz, el jarabe de maíz alto en fructosa, la propia fructosa (como tal o líquida) los jarabes de malta y arce, la melaza

Insisto en el hecho que intuir una cierta cantidad de azúcares en aquellos alimentos que son más o menos dulces es algo de cajón (edulcorantes acalóricos aparte) sin embargo, seguro que más de uno se sorprenderá al conocer la importante cantidad de estos en otros alimentos que en principio nadie sospecharía. Pero eso será en otra entrada.

Sobre este mismo tema quizá te interese consultar estas entradas:

Nota: quiero agradecer la útil información para esta entrada que me ha hecho llegar un compañero dietista-nutricionista, Óscar Picazo ‏@OscarPicazo

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Imagen: http://www.newscientist.com/data/images/archive/2954/29540501.jpg

“Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil

Se trata de una producción brasileña y su título original es Muito Allém do peso (Más allá del peso). Toma nota: hacía mucho, mucho tiempo que un documental no lograba conmoverme como lo ha hecho este. Será porque aborda un tema tan preocupante y emotivo como es el de la infancia y su obesidad. Lo hace tocando todos los palos que hay que tocar o al menos los más importantes, retratando la cruel realidad de muchos niños brasileños y, lo que es peor, sus escasas posibilidades de maniobra para salir de sus aciagas circunstancias. Unas circunstancias que, por otra parte son compartidas en prácticamente todo el mundo, con sus matices, tal y como sucede en la mayor parte de los países “desarrollados” y en los que no lo están tanto.

El documental dura cerca de una hora y veinte minutos y, a pesar de lo que parece no es largo, más al contrario se hace corto. En él se ponen de relieve lo que tantas y tantas veces se ha sacado a colacióne en este blog:

Lo vulnerables que son para estas cuestiones las clases más desfavorecidas; que guardar patrones menos saludables de alimentación suele ser más barato que seguir aquellos más recomendables; el papel de la educación nutricional tanto en las escuelas como en casa; la ignominiosa presión de la industria alimentaria; el rol del azúcar en esta historia; el de las grandes superficies de venta de “comestibles”; la opinión de una madre sobre lo ridículo de hacer dieta para adelgazar y sí adquirir buenos o mejores hábitos; las demoledoras y lógicas aportaciones de Jaime Olivier (qué grande este tío en su lucha contra la obesidad infantil), los contundentes datos sobre la situación de gran parte de la población infantil brasileña en cuanto a la obesidad y su descorazonador futuro; la vergonzosa situación de, encima, ver premiados a los directivos de ciertas industrias alimentarias por parte de la administración por “sus acciones emprendidas en pro de la salud”; el papel de la publicidad; la opción de limitarla (¿forma parte de la solución no anunciar aquello que es “malo” y que de cualquier modo se puede adquirir?); los malditos regalos de la comida basura (sí, es en este tipo de comida el que, sus fabricantes, son los únicos que ofrecen regalitos para los niños); el hecho de no concebir el beber otra cosa mas que refrescos y bebidas azucaradas; y así un largísimo y muy recomendable de ver etcétera.

Me había preparado una especie de guión con los momentos estelares del reportaje, pero se haría eterno. Tan solo mencionar algo que, sinceramente, me revolvió las tripas y que casi, lo prometo, me hizo llorar… (a partir del minuto 12:41). Fue el hecho de saber que el 56% de los bebés de menos de un año toman refrescos de forma frecuente y el ver rellenar biberones con refrescos de cola. Asco y repulsión es poco… y no, no solo son los padres los culpables, el documental ofrece no pocas explicaciones a este lamentable comportamiento.

En definitiva, te invito a que saques tiempo de donde puedas y veas este documental enterito, pasa de las palomitas y de los refrescos y ponte serio para verlo. No es broma.

Nota: Sugiero a cualquiera de los responsables de las distintas cadenas de televisión españolas que hagan el esfuerzo de comprar los derechos para difundir este documental imprescindible. Si además, lo doblan sería genial, auguro un éxito de audiencia.

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Si ofreces algo de comer a un niño, pregunta antes a los padres

Niño golosinasEstoy convencido que como padre o madre estás relativamente acostumbrado a que por distintos motivos les ofrezcan comida a tus hijos, me refiero a cuando tus hijos son especialmente pequeños, ya sea desde que los paseas en silleta o cochecito o hasta que tienen 10 y pocos años más.

Las ocasiones pueden ser diversas, desde la visita a casa de un conocido o familiar, un cumpleaños al que es invitado tu pequeño o hasto lo no poco frecuente de cuando se va a la compra con ellos o incluso de tiendas.

En no pocas de esas circunstancias, al menos por mi experiencia vivida y observada, quienes sea, un familiar, la dependienta de una tienda, el tendero de un puesto en el mercado, etcétera suelen ofrecen a los más pequeños algo de comer, normalmente golosinas o caramelos, con los que ganarse el afecto del pequeño (casi seguro) y, de rebote, se supone que el tuyo.

En la gran mayoría de los casos estas personas se dirigen directamente al más pequeño tras una breve alabanza a su aspecto, saltándose a la torera la “cadena de mando”Ay que niña más guapa… ¿quieres, bonita? mientras tienden una cajita llena de chocolatinas, caramelos, gominolas, piruletas, etcétera.

En estas circunstancias mi respuesta suele ser un sonoro carraspeo. Con él, consigo captar la atención del amable oferente que me mira, primero extrañado, como preguntándose qué puede estar haciendo mal… y al final suelen caer en la cuenta y es entonces cuando preguntan a los padres: «¿puedo ofrecerle esto a las niñas?»

Mi respuesta en esas circunstancias, haciendo buena la concisa y muy recomendable máxima de Julio Basulto al respecto, (“no negar, no ofrecer”) suele ser asentir. No de muy buena gana, todo hay que decirlo.

En sentido contrario, lo que sí agradezco infinitamente más, es que en voz queda y sin que las peques se den cuenta, me pregunten de antemano si pueden ofrecerles esto o aquello. Si la oferta no me parece la más adecuada (las sempiternas chuches) mi respuesta suele consistir en preguntar educadamente si no tiene otra cosa. Por ejemplo, si estoy en el mercado (algo bastante habitual) si no tiene una fina loncha de queso o de jamón, o una gamba cocida, o un gajo de naranja. Suele dar bastante buen resultado. Eso cuando hay ocasión, que suelen ser las menos (conforme pasa el tiempo ya me van conociendo y eso facilita las cosas). Lo que es difícil de asumir es lo que me pasaba hace unos años, que en un día de mercado con las nenas, estas se volvían a casa con dos piruletas, 5 sugus y un puñado de gominolas. Así no.

El colmo de la exquisitez me ocurrió el otro día cuando en un puesto nuevo que nunca había visitado, la verdulera se dirigió a mí y me preguntó: ¿puedo ofrecerle a la niña una mandarina? Casi me echo a llorar de emoción. Claro que sí, le respondí… pero la niña, va y no quiso; entonces me mira la mujer y me dice: ¿entonces puedo una fresa? Joer, casi le compro el puesto. La fresa sí que quiso la niña. A pesar de no ser temporada hay que reconocer que aquella fresa lucía y olía de maravilla.

Más allá de la idoneidad nutricional de mantener dopados a nuestros hijos con golosinas y demás, está el tema de ¿y si el niño es alérgico / intolerante a algo que le ofrecen? porque esa es otra.

En fin, sea como sea, mi opinión es que si en un momento dado ejerces de oferente quedas fenomenal si preguntas a los padres antes de ofrecer nada a un niño. Además de amable, quedarás como una persona responsable. Y si ejerces de padre/madre no dejes de mostrar tu interés para que estos ofrecimientos se hagan como deben de hacerse, es decir, pasando por la “cadena de mando”.

Quizá no sea la solución definitiva, eso seguro, pero ayudará a que entre todos tengamos una mejor conciencia nutricional.

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Imagen: Raktim Chatterjee vía freedigitalphotos.net