El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Entradas etiquetadas como ‘amana’

Mi tesoro, mi nevera (relato de una anécdota personal)

Nevera 2Uno de los muchos aforismos que arriman al ascua a la sardina de la importancia alimentaria es aquel que dice que, como definición, el Hombre es una animal que cocina. Al mismo tiempo, en alguna parte leí que no pocas personas atribuyen al frigorífico o nevera uno de los mayores avances de la humanidad por encima de la rueda, el teléfono móvil… o qué sé yo… hasta el Internet.

Pues bien yo soy de esos y, por si tenía alguna duda, la realidad me las arrancó de cuajo el otro día. Un viernes (toma nota, estos datos no son tontería) a las 19:30 cuando en casa nos dimos cuenta de que… ¡joeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer la nevera ha dejado de funcionar!. Y con ella su congelador… Ponte a llamar a nadie, literal, que a esas horas venga a reparar una nevera: más difícil que para el PSOE sacar a día de hoy una mayoría absoluta. Vamos, que muy chungo. Y el sábado, al punto de la mañana, ya ni te cuento, al menos en Zaragoza, el encontrar un servicio técnico que se haga cargo de una nevera “rara” fue imposible (mi nevera es de la desaparecida marca estadounidense Amana, la misma mismita que sale en la peli de ET). Así, pues tocaba…

¡Zafarrancho de cocina! Es decir, sacar todas aquellas cosas de la nevera y del congelador que mereciera la pena aprovechar y ponerse a cocinarlas para comérselas y cenárselas en un plazo de tiempo especialmente breve, además de pedir a vecinos y familiares próximos si nos hacían el favor de guardárnoslas un tiempo (esperemos que poco) en sus respectivos frigoríficos funcionales. Y todo ello sin saber, durante todo el fin de semana y parte del lunes, si la nevera tenía arreglo o no y, en este último caso, si habría que ir de compras caras… muy caras (uf!).

El caso es que en todo ese fin de semana dimos cuenta en la mesa de todo aquello que habíamos podido salvar. Comimos, todo hay que decirlo, cosas raras. Por ejemplo el sábado consistió en gulas con gambas de primero y pizza tuttiguarri de segundo (a base de aprovechar una masa congelada y mil y un ingredientes de origen incompatible… salvo que se encuentren sobre una masa de pizza).

El lunes, con casi todo acabado, tocó cocina de “que no sobre nada” que es aquella que hace buena la ley del pobre: reventar antes de que sobre. Y es que, en casa somos así: la comida no se tira bajo ningún concepto salvo circunstancias de fuerza… muy mayor.

El martes, a primera hora y como si hubiera descendido de los cielos, apareció el técnico de la marca. Eficaz, conciso, concreto… un profesional como la copa de un pino; tanto que en 15 minutos más tarde lo tenía fuera de casa. Comprobó, chequeó, descubrió el problema y cambió la pieza defectuosa: la resistencia que descongela los elementos cuando la escarcha se le acumula. Resultado: una resistencia nueva y 123,44€ menos.

Una vez el técnico salió, me abracé a la nevera. Mis hijas, nada más volver del colegio a la hora de comer, lo primero que preguntaron (y no exagero) fue: ¿qué tal está la nevera?

Así pues, yo estoy convencido, la nevera doméstica es el invento… si no del siglo, seguro sí de la humanidad reciente. Aquel martes, aun con calor, salimos a comprar helados, los comimos… y el resto lo guardamos. Sobró de la acelga que comimos de primero… y también la guardamos… por Dios, ¡qué gusto!

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

————————————

Imagen: @juan_revenga