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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nutrición-área 51: Frutos secos «activados»

Almendras

Recientemente he sido conocedor de una nueva tendencia nutricional consistente en “activar” los frutos secos antes de comerlos y obtener con está práctica una serie de beneficios.

Al menos se trata de una recomendación nueva para mí y que por lo que he podido comprobar está especialmente asociada a los ritos las prácticas de la alimentación alternativa (ya sabes ese tipo de “alimentación” que se encargan de popularizar  Gwyneth Paltrow y otros especímenes afines). Si bien es cierto que el respaldo que tiene esta práctica con respecto a sus beneficios es prácticamente inexistente, hay que reconocer que algo hay que rascar, muy poco, en esta “activación”. No obstante, antes de que lancemos las campanas al vuelo y de que te desesperes buscando el interruptor de cada almendra veamos qué es eso de la activación de los frutos secos, muchas veces asociado a las almendras en particular.

¿Qué se supone que es la activación de los frutos secos?

Según sus defensores y promotores consiste en someter los frutos secos a un remojo en agua durante un tiempo variable. Digo variable porque entre los que promueven este tipo de prácticas no se ponen de acuerdo, llegando a variar entre las 2-3 horas y las 24. En la temperatura del líquido elemento tampoco hay unanimidad, mientras unos dicen que caliente, otros que “del tiempo” (¿del de Suecia o del de Marruecos?), otros que guardarlas en el frigorífico… y así, en fin, obtener una serie de beneficios nutricionales que de otra forma no se obtendrían. Es aquí, precisamente en el punto de los pretendidos beneficios, cuando llega el desmadre buenrollista. Para una buena parte de los defensores (hay cientos o miles de páginas en internet que te hablan de ello) se consigue:

  • Eliminar o reducir el ácido fítico;
  • Eliminar o reducir los taninos;
  • Neutralizar los inhibidores enzimáticos;
  • Promover la producción de enzimas beneficiosas;
  • Aumentar el contenido vitamínico, especialmente el de las vitaminas del grupo B;
  • Descomponer el gluten y hacer más fácil la digestión;
  • Hacer que las proteínas sean más fácilmente absorbibles;
  • Evitar deficiencias minerales y la pérdida ósea;
  • Ayudar a neutralizar las toxinas en el colon para mantener el colon limpio;
  • Prevenir muchas enfermedades y condicionantes negativos de salud.

¿Qué buen rollo, no? Pues no.

Lejos de semejantes planteamientos lo único sobre lo que se sospecha a ciencia cierta que se obtiene como beneficioso es el punto uno. Nunca una eliminación y sí una reducción de la presencia de ácido fítico. Un compuesto que en cierta medida tiene la categoría de antinutriente de forma que, estando presente en una determinada ingesta puede dificultar la absorción de algunos minerales, en este caso y hablando de frutos secos, principalmente del calcio, del hierro, zinc… No obstante, este mismo ácido fítico también tiene su vertiente positiva, y no poca, sobre la salud, así que cuidadín con las demonizaciones descontextualizadas.

En el «mundo real», la «activación» de semillas sí tiene una justificación más que contrastada en el terreno de la botánica y de la producción agraria, pero no tanto, o más bien nada en absoluto, en el de la nutrición.  Además, dicha «activación», la real, la buena… requiere de condiciones cambiantes (tiempo, humedad, temperatura) en virtud de la semilla que se pretenda activar. Para más señas te sugiero que le eches un vistazo a este post “¿Es mejor comer pre-remojados los frutos secos?” de Inés Alonso en su muy recomendable blog ¿Sabemos lo que comemos?

¿Estás seguro de lo que dices, tienes pruebas?

La mejor de ellas, tengo la prueba en boca de quien se dedica a producir y distribuir almendras, en concreto de uno de los mayores productores mundiales, el Almond Board of Australia o Consejo de la almendra australiana (en España la “mesa de productores de frutos secos” no se ha pronunciado a este respecto) quien en este documento afirma que “quienes creen” en esto de la activación de las almendras lo hacen sin ningún respaldo científico ya que no hay publicaciones serias (y creo que de las otras tampoco) en las que se pongan de relieve tales prodigios activadores. Sin embargo, afirma que la venta de “almendras activadas” es un hecho y que por ser un proceso relativamente caro que encarece el precio final del producto sugiere que te las actives tú en casa. Y, ¡oído al parche! en esta activación almendrera se incluye como ya hemos visto el remojo… pero después también una deshidratación.

Por mi parte, y después de haberle dedicado un tiempo a la búsqueda en un sentido u otro de los posibles beneficios de la activación de los frutos secos no he encontrado nada serio (pero nada de nada) y sí mucha palabrería sin fundamento.

Entonces, ¿qué hago, las “activo” o no?

Mi consejo es que no, salvo que seas un seguidor de este tipo de rituales sin mayor fundamento y tu tranquilidad mental espiritual dependa de ello. Incluir una adecuada cantidad de frutos secos en nuestra alimentación cotidiana (en su justa medida) es, en líneas generales, una sana recomendación en el marco de muchas otras. Tu balance mineral, dependerá de muchas otras circunstancias más que allá de que estén “activados” o no. Al final, preocuparse por estas cuestiones tiene el mismo sentido que inquietarse por llevar la bragueta abierta mientras te precipitas desde lo alto de un rascacielos (menudas preocupaciones tienen algunos).

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Nota: Quiero agradecer la iniciativa y aportaciones de Luis Almagro (@drluisalmagro ), de Pablo Zumaquero  (@pzjarana)y de Inés Alonso (@inalma) para la redacción de este post.

Imagen:  lobster20 vía freedigitalphotos.net