El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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La historia, integral, de la fibra

FibraComentaba casi al principio de la andadura de este blog que una de las características de la alimentación occidentalizada o de los países desarrollados, es la falta de de fibra en relación a lo que se supone es ideal. Y en nuestro entorno más próximo así se pone de manifiesto si atendemos a las cifras aportadas por el Libro Blanco de la Nutrición con respecto al consumo de fibra (páginas 135-143): en este país el consumo medio de fibra se sitúa entorno a los 7,55 g de fibra al día por persona y por cada 1000 kcal consumidas… muy, pero que muy lejos de los 14g/día/1000 kcal recomendados. Al parecer, un signo de nuestro tiempo y circunstancias.

Para ir centrando el tema, la fibra a la que hace referencia “la fibra” es ese componente dietético que el ser humano es prácticamente incapaz de digerir y que se encuentra de forma característica en los alimentos de origen vegetal (aquellos que no se han “refinado” y la conservan, claro) es decir en, frutas, frutos secos, legumbres, verduras, hortalizas y productos elaborados con cereales enteros o “integrales”. Todos estos alimentos tienen dos tipos genéricos de fibra, por un lado la llamada “fibra soluble”; y por el otro la “fibra insoluble”.

La primera está especialmente relacionada con el beneficio de regular el transito intestinal y evitar el estreñimiento; por su parte las propiedades de la segunda están más relacionadas, por un lado, con su capacidad para regular los niveles de glucemia tras las comidas (disminuyendo el índice glucémico de los alimentos que la incorporan) y, por el otro, ayudar a limitar la absorción del colesterol dietético (el presente en los alimentos). No te preocupes demasiado por incorporar más de uno o de otro tipo, normalmente una dieta diversificada con alimentos de este tipo incorpora fibra de ambos tipos en cantidades suficientes.

Pero uno de los beneficios menos conocidos de los alimentos ricos en fibra resulta de conocer que, aquellos alimentos que la incorporan de forma “natural”, consustancial, además se acompañan de una importante cantidad de diversos nutrientes y fitonutrientes de interesantes propiedades nutricionales tales como: vitaminas, minerales, ácidos grasos poliinsaturados, compuestos fenólicos, polifenoles, etcétera, difíciles de “encontrar” en alimentos refinados o, directamente sin fibra.

Así, en una especie de sumatorio de beneficios y propiedades aquellos patrones de alimentación con una adecuada cantidad de fibra proveniente de los alimentos se ha relacionado con la probabilidad de:

  • Disminuir el riesgo de padecer enfermedades corazón, hipertensión, algunos cánceres tales como el de estómago, colon y recto; y de diabetes tipo 2.
  • Además podría contribuir a controlar el peso gracias a su especial capacidad para aumentar la sensación de saciedad y, por tanto reducir la probabilidad de seguir comiendo y con ello la de incorporar más calorías.

¿Cómo se puede incorporar más fibra en nuestra alimentación?

De entrada, si no se tiene un especial hábito de consumir unas cantidades adecuadas y se está muy por debajo de las recomendaciones (como es más que probable a tenor de las cifras anteriormente mencionadas) es preciso advertir que los nuevos hábitos dietéticos que traten de aproximarse más a las recomendaciones han de ser adoptados de forma gradual. Hay personas que notan una especial “hinchazón”, cólicos o gases cuando tratan de incorporar alimentos con más fibra en su dieta de forma más o menos brusca; por tanto se recomienda que estas mejoras se hagan poco a poco durante un periodo de tiempo más o menos largo (de uno a dos meses) con el fin de ayudar a prevenir estos “efectos secundarios” típicos de cuando se pasa de “la gran secada a la gran remojada” y; al mismo tiempo, tener una hidratación adecuada.

Si estás interesado en incorporar más fibra en tu dieta empieza por consumir con más frecuencia verduras y hortalizas (en sus más variadas formas y preparaciones en forma de primeros platos o en forma de guarniciones e ingredientes de otras recetas), posteriormente estaría fenomenal que te pasaras, por sistema, al consumo de productos elaborados con cereales integrales (pan, arroz, pasta…) y que te plantearas consumir más a menudo recetas a base de legumbres (lentejas, soja, hummus, garbanzos, habas, alubias, guisantes…). Si te hace falta, seguro que encuentras mucha inspiración en esta entrada. Además, piensa en fruta: postres, almuerzos y meriendas son buenas ocasiones para incorporarlas… sin dejar de lado, si gustas, los frutos secos.

Ya sabes, todo con mesura y poco a poco. A ver si te vas a cansar antes de empezar, y no es cuestión.

¿Puedo llegar a las recomendaciones de fibra con suplementos?

Pastillas 2

Por poder, se supone que podrías, pero es probable que con estrategias así driblaras muchos de los beneficios que te he comentado al incorporar alimentos con fibra. Aunque las pastillas y los polvos de fibra, los suplementos de fibra, son una fuente concentrada de este elemento y podrían ayudar a prevenir el estreñimiento, le faltarían todos esos nutrientes habituales en los alimentos con fibra. Además este sistema es, seguro, más caro. Ya conoces en líneas generales mi opinión con respecto a los suplementos y complementos.

Trata pues que tu alimentación sea adecuada de forma entera, integral, en bloque y no pretendidamente buena a base de remiendos puntuales o de ir parcheando aquí y allá haciendo del maldito nutricionismo una especie de consumista, y absurda, forma de vida.

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Imagen: Praisaeng y Vichaya Kiatying-Angsulee vía freedigitalphotos.net

Ahora sí que sí: ¿cuánto dinero más supone llevar una dieta saludable?

africa vía freedigitalphotos.net

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Este es un tema recurrente en el blog, y con los tiempos que corren, además, importante.

Entre los profesionales de la salud es habitual comentar que el seguir una dieta saludable es más caro que seguir un estilo de alimentación… a la buena de Dios (por decir algo). Sin embargo, hasta la fecha no contábamos con datos concretos. Hasta ahora.

Recientemente se ha publicado un estudio que precisamente pone estas cuestiones en tela de juicio y ha valorado las diferencias económicas entre seguir una dieta más o menos saludable y otra que no lo sea. Se publicó a principios de diciembre en la prestigiosa British Medical Journal con el elocuente título Do healthier foods and diet patterns cost more than less healthy options? A systematic review and meta-analysis (¿Son los alimentos y las dietas saludables más costosas que aquellas opciones menos saludables? Revisión sistemática y metaanalísis). Sus resultados son elocuentes y, porqué no decirlo, preocupantes. Elaborado en el marco de la Escuela de Salud Pública de Harvard y capitaneado por Dariush Mozaffarian, todo un referente en estas cuestiones, ha llegado a los siguientes resultados y conclusiones:

Las dietas saludables son cerca de 1,1 €/día más costosas que aquellas menos saludables. Para obtener estos resultados se compararon los precios de los alimentos y aquellos estilos dietéticos más “saludables” frente a aquellos menos saludables.

En este estudio se consideraron como “saludables” aquellos patrones dietéticos que estaban caracterizados por la presencia de frutas, verduras, pescado y frutos secos, frente a aquellas con una especial presencia de de alimentos procesados, carnes y derivados y alimentos elaborados con cereales refinados.

El gran problema, apuntan los autores de este estudio, podría resumirse en que las dietas no saludables cuestan menos porque las políticas alimentarias se han centrado en la producción de «bajo costo y alto volumen» de productos básicos, lo que ha llevado a «una compleja red de capacidades agrícolas, almacenamiento, transporte, procesamiento, fabricación y comercialización en la que se favorecen las ventas de productos alimenticios altamente procesados con fines de lucro«.

Como posible solución los autores opian que la creación de una infraestructura similar que apoyara la producción de alimentos saludables podría ayudar a aumentar la disponibilidad y reducir los precios de las dietas más recomendables.

Dariush Mozaffarian sostiene que

Aunque las dietas más saludables cuesten más, la diferencia con las menos saludables no son tan grandes como se asume de forma general.

Bueno, eso es lo que él considera porque 1,1€/día de más por persona implica más de 400 € de más cada año por persona lo que, sin lugar a dudas, supone un exceso difícil de asumir por muchas familias. Imaginemos una familia de 4 miembros… 1.600€ de más el seguir una dieta saludable que otra que no lo sea tanto… eso es difícil de asumir. Sin embargo, los investigadores creen que esta diferencia de precios es muy pequeña en comparación con los costos económicos de las enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, que se reducirían dramáticamente si se siguiera una alimentación más saludable. Y en eso, que queréis que os diga, creo que tiene buena parte de razón, o de intuición.

En esta entrada del muy recomendable blog ¡A tu salud! de Joan Quiles (@JoanQuiles) tienes consejos prácticos para reducir costes a la hora de planificar una cesta de la compra más saludable.

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Otras entradas relacionadas con este tema en el blog son:

Fruta-pasión. El florecimiento de fruterías y verdulerías

No sé si te habrás fijado, pero desde un tiempo a esta parte observo una especial proliferación de pequeños negocios (o no tan pequeños) que tienen a las frutas y hortalizas como objeto de ese negocio. Un poco si me permite la comparación como lo que ocurrió en su día con los videoclubs, los establecimientos de “todo a 100” (pesetas, claro) o las tiendas de chucherías y frutos secos a peso, que tuvieron su momento dorado.

Es algo que me gusta, ya sabes mi especial predilección por este tipo de productos como elementos indispensables que han de estar presentes de forma importante en nuestra alimentación cotidiana; recuerda el plato de la alimentación saludable de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard. Por tanto, creo que una mayor presencia en nuestro entorno de este tipo de comercios favorecerá la posibilidad de que los consumidores recurran a ellos.

Juan Revenga

Juan Revenga

Las formas de negocio son variadas, desde establecimientos minoristas a pie de calle como la foto de esta magnífica tienda que tengo a dos pasos de mi consulta, hasta las empresas que han diversificado su negocio haciendo llegar sus productos a los clientes a través de Internet, como esta de aquí.

Además, normalmente ponen el acento en el producto local y de temporada algo que, más allá de lo que ocurre habitualmente en las grandes superficies suele ofrecer unas mayores garantías en cuanto a calidad y, a veces, precio.

Hablando de precio, no puedo entender lo que me ocurrió el pasado mes de septiembre en el aeropuerto de Barajas en el que en uno de sus múltiples establecimientos para comer del tipo self-service o autoservicio había raciones de fruta (la de la foto) al increíble de precio de 4,40€ los 150g, es decir a más de 29€/kg… ¿pero están locos, qué se creen, que se trata de caviar? Lo pregunto indignado porque además la calidad de aquella macedonia de frutas dejaba bastante que desear (el melón «baboso», la piña con partes duras, etcétera)

Juan Revenga

Juan Revenga

Desde luego que esos precios no invitan nada a su elección… sobre todo cuando las raciones de todo tipo de aperitivos y dulces procesados estaban más baratos que la ración de fruta en cuestión. Desde aquí invito a los responsables de estos establecimientos o a las empresas de catering que les suministra el producto a que reflexionen sobre este particular.

Naranjas PalauOtro de los aspectos para reflexionar sobre estas cuestiones es lo de la fruta en los supermercados que en ocasiones aun estando de temporada, por ejemplo las naranjas en España en este momento, te encuentras con que las naranjas del súper vienen de Argentina, algo que me parece inconcebible (tal y como ocurrió el año pasado en el súper de debajo de mi casa durante casi toda la temporada invernal)

Como ya he dicho en alguna otra ocasión, afortunadamente, suelo tener la posibilidad de acceder a otros puntos de venta para hacer la compra de este tipo de alimentos. Normalmente es en el mercado y rara vez en el supermercado. También estoy valorando la posibilidad de hacer algunas compras por Internet, directamente a los productores ya que, en algunas ocasiones, cuando he recibido algunas muestras de productos como es el caso de Hermeneus Naranjas Palau he de decir que la calidad era soberbia, para disfrute propio y el de mis hijas… suculentos cítricos donde los haya.

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Bebidas que no son la leche (de soja, arroz, almendras…)

zole4 freedigitalphotos.net

zole4 (freedigitalphotos.net)

Una especie de conciencia antilácteos está permanentemente presente en nuestro entorno haciendo recaer sobre el consumo de leche miles de aspectos negativos para la salud. Este posicionamiento antilácteo al que me refiero funciona además como una especie de dial que ofrece distintas intensidades. En la postura más light de este posicionamiento están quienes defienden su consumo solo cuando el producto en sí tenga un origen ecológico; luego están los que ecológica o no, la leche solo será un producto aceptable mientras no haya sido sometida a ningún tratamiento incluida la pasteurización (sí, ya sé que parece increíble, pero de esto también hay) ya que al parecer estos procesos son los causantes de Dios sabe cuántos males; a continuación están aquellos enemigos a ultranza de la leche como producto animal que es y proponen en sustitución el consumo de otras bebidas vegetales, blancas, a las que desustanciadamente llaman leche. En el bando contrario a cualquiera de estas posturas están los que afirman que la leche, la original, es poco menos que imprescindible para un correcto mantenimiento de la salud y que se hace preciso tomar no sé cuantos vasos o litros al día. ¿Qué tal si aclaramos un poco estas cuestiones? Luego que cada cual haga lo que le dé la gana, pero haga lo que haga, por favor, que no trate de convencer a los demás de sus planteamientos y, si lo hace, que aporte pruebas.

Ni la “leche de soja” ni las “otras”… son leche

Antes de continuar es imprescindible hacer algunas aclaraciones semántico-legales. En el contexto alimentario, la legislación advierte que el nombre de “leche” hace referencia a:

La secreción mamaria normal de animales lecheros obtenida mediante uno o más ordeños sin ningún tipo de adición o extracción, destinada al consumo en forma de leche líquida o a elaboración ulterior

Por si esta definición no hubiera quedado clara, el mismo texto legal hace la siguiente aclaración (supongo que sabedora de los múltiples atropellos que se cometen en este sentido):

Podrán denominarse “leche” sólo los alimentos que se ajusten a la definición formulada

Así pues, ni “leche” de soja, ni “leche” de almendras, ni “leche” de arroz… ni “leches” varias. La denominación de estos productos será, normalmente, “bebida de…” o “bebida a base de extracto de…” lo que corresponda en cada caso (puedes comprobarlo yendo a tu nevera o mirando en el súper).

¿Son estas bebidas un buen sustituto de la leche de verdad?

La respuesta es depende. Depende de para qué, me refiero. Desde un punto estrictamente nutricional, como puedes imaginarte, no tienen mucho que ver, así que de sustituto en este aspecto, ni bueno ni malo, sencillamente no lo son. Llegado este punto es necesario aclarar que si por algo destaca la leche como alimento y por algo se la ha recomendado con tanta insistencia (hasta llegar casi a la vehemencia) es por su riqueza en calcio y por ser una fuente dietética de este mineral especialmente importante (recuerda que ser rico en un nutriente y ser al mismo tiempo una buena fuente del mismo no tienen porqué ser una cosa consecuencia de la otra). Pero no es ni de lejos la única fuente dietética de este mineral, según el “manual” Krausse Dietoterapia 12ª ed, las verduras de hoja verde como la col, el brócoli, las espinacas, las espinas pequeñas del pescado, las almejas y las ostras, son, entre otros, buenas fuentes de calcio. Además, también pueden serlo algunas bebidas enriquecidas (en calcio, se entiende), como la de soja, al igual que otros zumos enriquecidos pueden contener tanto calcio como la leche de vaca.

Pero es preciso hacer dos aclaraciones para quien lee demasiado deprisa: en estos últimos casos se refiere a las bebidas enriquecidas (lo digo para que los amantes de lo “natural” lo tengan en consideración) y; Tener tanto calcio como la leche no quiere decir, insisto, que el producto termine siendo tan buena fuente dietética como esta; las cuestiones de la biodisponibilidad, la presencia al mismo tiempo de otros nutrientes que faciliten o dificulten su absorción, etcétera también son elementos a tener en cuenta.

Sin embargo, este tipo de bebidas sí que podrían ser un buen sustituto como elemento intercambiable por razones de conveniencia (a quien le guste, claro). Me explico, si alguien ha decidido no tomar leche por la causa que sea y a la hora de desayunar le apetece un café “con leche” o una tacita de cacao soluble el utilizar como sustituto la bebida de soja, de almendras o la que sea, será más conveniente que, por ejemplo, mezclar el café con el zumo de naranja o poner el cacao en polvo en un vaso de agua calentita…. por decir algo.

¿Entonces que es mejor tomar: leche o bebida de soja?

Esta pregunta es de similar calado a ¿qué es mejor tomar: pan de molde o lonchas de mortadela? Es decir, si por mejor se refiere a sus efectos sobre la salud… no son alimentos nutricionalmente comparables. Pero que no cunda el pánico. Si quieres y te gusta, puedes tomar las dos cosas, leche y bebida de soja… o las cuatro: leche, bebida de soja, pan de molde y mortadela. Además, que algo sea bueno o malo dependerá, tal y como vimos en esta entrada de múltiples factores. De momento de la frecuencia con la que se consume y de su cantidad y, además del resto de nuestra alimentación y del resto de nuestra vida.

Pero, al final, ¿hay que tomar leche?

No. Ni es obligatorio, ni indispensable, ni en sentido estricto tampoco diría que lo es el aconsejar una determinada ingesta de leche al día. De hecho, las más recientes recomendaciones sobre la leche, me refiero a aquellas que me parecen más acertadas, se refieren a la leche como un alimento más, sin darle una mayor importancia y sin asignarle un grupo de alimentos propio, con su frecuencia y cantidad de consumo. Estas recomendaciones de las que hablo son las de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard. Si bien, como sabrás, otras recomendaciones como las del Gobierno estadounidense y más en nuestro entorno, las del Ministerio de Sanidad, siguen otorgando a la leche y en general a los lácteos un papel diario “indispensable” dentro de las recomendaciones. Es más, en el caso del plato de la alimentación saludable de la universidad de Harvard la alusión al tema lácteo es para referirse a controlar su cantidad más que a fomentar su consumo. Es decir, leche si quieres sí, pero no te pases y en especial no la uses como «bebida» en sustitución del agua (algo más frecuente fuera de nuestro hispánico entorno).

En resumen, siempre que lleves una adecuada alimentación la leche es un alimento más sobre el que no es necesario hacer recomendaciones concretas, como tampoco se hacen sobre el consumo de tomates o de las pipas de clabaza, por decir algo.

Ahora bien, el decir esto y creerse las ideas conspiranoicas que a menudo se oyen sobre la leche no son la misma cosa (imprescindible este bodrio documento resumen para ilustrar esas tonterías tomado de la ínclita “Discovery Salud”). Así pues, ni maldita, ni bendita, cuando oigas hablar de la leche que sepas que… blanco y en botella.

Como el tema lácteo da para mucho, te sugiero que si quieres visitas estas otras entradas:

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La sonrisa cítrica: sobre mandarinas, naranjas, clementinas y demás

NaranjaMandarinas, naranjas, clementinas, pomelos, etcétera, volvemos a estar de enhorabuena con esto de la temporalidad… ya sabes unas cosas se marchan (pero volverán) y otras llegan; y ahora empieza el momento de los cítricos (entre muchos otros alimentos propios del otoño y del invierno)

Para los que disfrutan de una buena mesa no conozco pregunta más absurda que aquellas del tipo cuál es tu plato preferido y, en este caso, tu fruta preferida. A mí al menos me pasa, que soy incapaz de dar una, ni tan siquiera una docena… en su punto de sazón, todas las frutas me parecen exquisitas. Pero también es cierto que por las naranjas y cítricos en general tengo una particular predilección, creo que me gusta todo lo que sepa o huela a naranja, limón, etcétera. Me gustan las colonias de inspiración cítrica, mis hijas tienen un bonito cuento titulado “la bella mandarina” y disfruto como un enano de postres y recetas que bien a lo bruto o bien de forma más elaborada incorporan este tipo de elementos (chocolate negro con naranja, mermelada amarga de naranjas cachorreñas, ensaladas con naranja o mandarina, lomo al horno con naranja, etcétera).

 

Zumo vs fruta. No hay color

Una de las preguntas más recurrentes con respecto a estas cosas de los alimentos es la de si un zumo equivale a una ración de fruta, en especial cuando se trata de naranjas que es la típica fruta “del zumo”. Y la respuesta ha de ser clara: NO. Veamos el porqué:

Cuando te haces un zumo empleas cerca de tres naranjas (ya lo sé, depende) y te bebes en medio minuto las calorías de esas tres naranjas al tiempo que dejas gran parte de la fibra en el exprimidor. Sin embargo, cuando comes naranja, comes una, con todas sus calorías pero tampoco más, tardas más tiempo en hacerlo que el hecho de beberse un vaso, lo que favorece el aumento de la saciedad y además te metes toda todita su fibra con todos sus beneficios. Así pues, el zumo, aunque sea “natural” y se elabore a base de fruta, no es fruta. Para más razones sobre si un zumo de fruta equivale a una ración de fruta, te sugiero que le eches un vistazo a este documento de posicionamiento del GREP-AEDN. Y ya que estamos que contrastes en este enlace (¡Y una fruta mierda!) la utilidad de esos preparados que se venden especialmente para niños y que supuestamente equivalen a una ración de fruta.

 

Vitamina C y resfriados

Otra idea bastante bien instalada entre la población general es el hecho de que las frutas cítricas previenen o minimizan los procesos gripales y catarrales, gracias a su aporte de vitamina C.

Con este nutriente como centro de atención y el tema de los enfriamientos y de las gripes se han publicado infinidad de estudios científicos en los que la gran mayoría no observan estos beneficios preventivos y, unos pocos, parece que sí. Afortunadamente en la base de datos Cochrane se cuenta con un reciente metaanálisis sobre esta cuestión (Vitamin C for preventing and treating the common cold) cuyas conclusiones son las siguientes:

El fracaso de los suplementos de vitamina C para reducir la incidencia de resfriados en la población normal indica que la profilaxis con mega-dosis de esta vitamina no justifica racionalmente su uso en la población general. Sin embargo, la evidencia también muestra que su uso podría justificarse en las personas expuestas a una actividad física intensa en ambientes fríos durante breves periodos de tiempo. […] Aquellos estudios en los que se utilizó la vitamina C el inicio de los resfriados como una posible terapia no mostraron ningún beneficio en dosis de hasta 4 gramos al día [de vitamina C]. No obstante, en un gran estudio en el que se utilizaron dosis terapéuticas de hasta 8 gramos, mostró resultados positivos pero controvertidos sobre esta posible utilización al inicio de los síntomas

Nota 1: Para que te hagas una idea de cuanto por encima están 4 y 8 gramos de las recomendaciones de ingesta para la población general en cuanto a la vitamina C, baste decir que esas recomendaciones están concretadas en 75 y 90 mg/día.

Nota 2: En cualquier caso, tanto si estás resfriado como si no, sigue siendo más conveniente que te tomes una naranja (o una manzana o un persimón o…) que, por ejemplo, un bollo suizo.

En resumen

No hace ninguna falta promocionar el consumo de frutas utilizando  para ello el reclamo de sus nutrientes aislados, que no dejaría de ser una expresión más del consabido nutricionismo.

Los beneficios de incluir una adecuada proporción de fruta en nuestra dieta diaria están más que contrastados hasta el punto de que, por ejemplo, la OMS cifra en 1,7 millones las muertes en el mundo directamente atribuibles a un bajo consumo de frutas y hortalizas.

Mi consejo es que para alcanzar ese adecuado consumo, que recurras a los productos de temporada, y las razones son claras: estos productos son más baratos que en otras épocas del año, reúnen todas sus óptimas cualidades sensoriales (están más ricos) y se aprende a seguir una sana variedad sin caer en el aburrimiento.

Para des-estresar un poco con tanta cifra de muertes y demás, te dejo con un desternillante monólogo de Luis Piedrahíta (como todos los suyos) en el que empieza preguntándose si las naranjas se llaman así por su color, o si el color “naranja” se llama así por el color de las naranjas, y termina desvariando sobre la piel de las mandarinas. Una especie de qué fue antes si el huevo o la gallina pero de un color naranja-hilarante.

Si quieres, antes de darle al “play” te sugiero que vayas a por unas mandarinas, o a por una naranja, y que disfrutes el doble mientras lo ves.

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Imagen: Theeradech Sanin vía freedigitalphotos.net

Pues a mí sí que me importan los rábanos

IMG-20130909-00342 (3)Sabes perfectamente que aquí, en este blog, no te vas a encontrar pomposas elegías de alimentos eminentes, si acaso solo de los más humildes, de los más vilipendiados. Y hoy me he propuesto hablar de uno de mis preferidos en este grupo: los rábanos.

Pocos alimentos hay tan desconocidos, poco utilizados y denostados (y baratos) como los rábanos. Y además, ahora, empieza su temporada. Como sucede para el resto de hortalizas pertenecientes a la familia de las Brasicáceas (Crucíferas en tono más coloquial), el otoño y más si cabe el invierno es su época más fetén.

Créeme si te digo que entre los recuerdos más ancestrales que conservo en mi memoria figura el de aquel niño de apenas 5 ó 6 años ante el aperitivo diario y casero de un abuelo materno, Vicente, consumiendo un pequeño bol de rábanos con una copita de vino tinto minutos antes de comer (sí, aquel abuelo). Y el ritual, el mismo de siempre: cuchillo, rabanetas aun con un mínimo de su verdoso pedúnculo nadando en una pequeña cantidad de agua y un salero: Corta pedúnculo, raspa la piel si esos rábanos si eran especialmente picosos… “Juan, ¿quieres?”… jejejejeje, “como no voy a querer, abuelo (pensaba yo)”… y rabaneta para la saca.

Hoy soy yo el que comparte las rabanetas con mis hijas. Hoy sin sal; de verdad que no creo que les haga ninguna falta, mal tampoco les viene, pero nos hemos hecho a comerlas así, y están de muerte. No solo lo digo yo, Adriana y Carolina también, mis hijas, que están mucho menos sugestionadas.

Lo cierto es que el abanico gastronómico de los rábanos (o rabanetas) es muy breve. No gozan de su participación en grandes recetas (que yo sepa) es un alimento humilde y muchas veces quizá por ello despreciado. No obstante, representan una estupenda posibilidad de acceder a un aperitivo agradable y contenido (¿te acuerdas del pinzimonio?), aunque no perdonaría el omitir la posibilidad de adicionarlos a ensaladas diversas o incluso una vez troceados adicionarlos a cremas y purés variados de verduras.

Ya sabes, siguiendo la política de este blog, no te voy a hablar de sus excepcionales cualidades nutricionales, para eso ya hay o habrá otros blog que tengan o no otros intereses distintos de estos. Se trata de un vegetal, más en concreto, de su raíz, que es la que nos comemos y, sabiendo el escaso aprecio que normalmente se hace de él, me basta para dedicarle este post.

Recomendaciones:

  • De rábanos o rabanetas hay centenares de variedades (alargados, globulares, pequeñitos, más grandes…) y, en esencia, dos formas de comercializarlos: en manojos, y más o menos limpios envasados en pequeñas cajitas. Bien, puedes comprar los que quieras, por el manojo (una docena o más de piezas)  no deberías pagar más de 1euro y suelen ser infinitamente mejores que los que vienen en caja que, además, suelen ser mucho más caros.
  • Ahora, a comienzos del otoño comienza su temporada que se prolonga hasta el fin de la primavera. A lo largo de este largo periodo, si frecuentas un mismo puesto verás que evolucionan: cambian de tamaño, de forma y su piel varía. Así, su sabor y matices también suelen variar.
  • Búscalos prietos, redondos o alargados, el rábano ha de presentar una textura dura, compacta. Comprueba su turgencia al tacto; el que estén huecos no suele una característica apreciada. Su piel gruesa o fibrosa, tampoco.
  • Algunos pican, y algunos no poco. Quitarles la piel roja y dejarlos blancos, desnudos, suele ayudar a paliar este inconveniente a quién no le entusiasme. Sus persitentes matices sulfurados, propios de la familia de vegetales a la que pertenecen, a algunos agradan y a otros incomodan.
  • Lávalos de forma intensa antes de comerlos. Para ello ponlos debajo del agua fría corriente y frótalos para eliminar los restos de barro u otros elementos.
  • No dudes en ofrecérselos a tus hijos. Cuida con el picante, a algunos niños no les gusta, sin embargo otros… lo prefieren.

Que los disfrutes! #slurpslurp

¿Son las semillas de chía un nuevo superalimento?

Semillas_de_ChíaCada cierto tiempo un “nuevo alimento” salta a la palestra rodeado de un aura de buenrollismo importante. Se nos suelen presentar como la quintaesencia de la salud, azote de enfermedades tanto metabólicas como infecciosas y también de trastornos menores o más o menos difusos tales como la pérdida de cabello, la falta de “energía vital”, de deseo sexual, etcétera. En los últimos años, al menos aquí en España destacaría el impacto que han tenido por ejemplo el ginseng (en las décadas de los 80 y 90 del pasado S. XX) y más recientemente, las bayas de goji. Un aspecto redundante en todas estas “novedades” súper saludables es su origen normalmente exótico. Resulta curioso comprobar como siempre todos estos productos proceden de lugares remotos en los que antiguas culturas han venido haciendo un uso ancestral de ellos, y siempre con muy buenos resultados. Claro.

En la actualidad, uno de esos alimentos que parecen curarlo todo, que es supersanísimo y que no le puede hacer mal nunca a nadie porque es natural ya que además no contiene gluten ni lactosa, son las semillas de chía. Si es la primera vez que oyes hablar de estas semillas no te culpo, ahora te explico en qué consiste. Ahora bien, ya verás como pronto vuelves a oír hablar de ellas.

¿Qué son las semillas de chía?

Pues tal y como se expresa, se trata de las semillas de una especie vegetal que responde al nombre de Salvia hispánica L. una planta herbácea ampliamente distribuida en diversas regiones que formó parte esencial de la cultura mesoamericana por lo que con frecuencia se le atribuye este origen (principalmente mejicano). Pertenece a la familia Lamiaceae (Lamiáceas) al igual que la menta, el tomillo, el romero y el orégano por citar unas pocas dentro de esta amplia familia.

Lo cierto es que en la composición nutricional de estas semillas destacan algunas características muy notables, entre ellas, su riqueza en ácidos grasos omega-tres (más en concreto de ácido alfa linolénico) hasta el punto de haberse postulado como el vegetal con más omega-tres, superando incluso a la riqueza en este tipo de ácidos grasos contenida en el pescado azul. Además, las semillas poseen una cantidad muy importante de fibra dietética, muy similar o superior a la que se pueda encontrar en las legumbres; y también merece la pena resaltar su alto contenido proteico. Y todo ello, claro está, al tratarse de un alimento de origen vegetal, sin colesterol, con poco sodio, sin lactosa además de sin gluten. etc.

Una de las cosas que más me llama la atención de estos temas es por ejemplo como le hemos trasplantado el nombre… lo que toda la vida ha sido conocido en nuestro entorno como “salvia” y se ha utilizado en la cocina internacional de forma más o menos amplia, hoy lo llamamos “chía”. Supongo que porque suena más exótico, ya lo comentaba más arriba. En realidad, en los recetarios más típicamente franceses e italianos lo que se ha venido utilizando de forma más frecuente eran las partes aéreas y herbáceas de esta planta, las hojas, y no tanto las semillas. Quizá este sea uno de los matices que expliquen aunque no justifiquen este cambio en su nomenclatura.

Sea como fuere el origen etimológico de la palabra “chía” ya nos pone sobre la pista de algunas de sus cualidades bromatológicas. Según la Wikipedia “chía” procede de la palabra chian que en la lengua Náhuatl (una macrolengua uto-azteca que se habla en México y en América Central) significa “aceitoso”.

Salvia_hispanica

¿Son tan destacadas sus propiedades nutricionales?

Lo cierto es que sí o al menos así me lo parecen a mí. Si consultamos las únicas tablas de composición de alimentos en las que he podido encontrar una referencia al valor nutricional de las semillas de chía (USDA Nutrient Database) resulta que 100g de estas semillas aportan cantidades más que significativas de omega-tres, fibra y proteínas. Cuestiones todas ellas a destacar porque la cantidad de omega tres en los vegetales no suele ser como para tirar cohetes, la fibra es un nutriente sobre el que la población actual tiene un consumo general claramente deficitario y la calidad de la proteína es francamente aceptable teniendo en cuenta su origen vegetal.

Pero… hay un pero. Que es el de siempre y que muchas veces se nos olvida a la hora de poner en contexto el valor nutricional de un alimento, que no es otro que la ración de consumo

¿Cuál es la ración estándar de este producto?

Normalmente entre 10 y 20 gramos. Las semillas de chía se suelen consumir más como si fuera un suplemento que como si de un alimento se tratara. Para ello se vierten de una a tres cucharadas de estas semillas en un vaso con agua, se remueve y se deja reposar unos 15 a 30 minutos. Al cabo de ese tiempo se obtiene una especie de gelatina más o menos sólida. No obstante, y en especial desde el año 2009 que la EFSA le otorgó la condición de alimento novel, pudiendo usarse como ingrediente en otras preparaciones, a día de hoy las semillas de chía las podemos encontrar en productos de panadería (no más del 5% del peso final), barritas de cereales, cereales de desayuno… se pueden también añadir a yogures, prepara zumos, etcétera. En este enlace tienes la autorización de la CE para la comercialización de las semillas de chía como alimento (por cierto, al final, tienes un resumen de la variabilidad de su composición nutricional).

Esto quiere decir que, por ejemplo, aunque 100g de semillas de chía tengan muchísimo más omega-tres que 100g de salmón, nadie en su sano juicio se comería 100g de semillas de chía y al contrario sí que comería esa cantidad o más de salmón. Y lo mismo con la fibra… comer un plato de lentejas aportará más fibra dietética que esos 10 a 20g de semillas de chía.

Es decir, las semillas de chía son un alimento que tiene unas cualidades francamente notables. Sin embargo, esta singularidad no nos debe hacer creer que son indispensables o que no se pueda alcanzar de forma sencilla y normal un adecuado equilibrio dietético a partir de una alimentación adecuadamente diversificada (sin que tener que incluirlas).

¿Son buenas para la salud?

De forma sorpresiva me encontré el otro día con un estudio científico que abordaba esta misma cuestión y además se trataba de una revisión sistemática de la literatura. Sus conclusiones fueron las siguientes:

A día de hoy la evidencia que apoya la eficacia de Salvia hispanica en el uso de no importa que enfermedad es limitada. En la actualidad [2009] solo se cuenta con dos ensayos clínicos que hayan examinado los efectos de Salvia hispanica en la enfermedad cardiovascular y sus factores de riesgo (incluyendo el peso). Si bien uno de ellos mostró algunos efectos positivos sobre estos factores de riesgo, el otro no. Ningún estudio ha demostrado efectos positivos de Salvia hispanica en la pérdida de peso. Sin embargo, el uso histórico de esta planta sugiere que su consumo es seguro (siempre que no se sea alérgico). Son necesarios más estudios que aborden el papel de Salvia hispanica como como suplemento dietético, así como su posible uso como tratamiento o prevención en las distintas enfermedades.

Por si te lo estás preguntando en la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria no hay solicitada, ni por tanto aprobada, ninguna alegación sobre el uso de las semillas de chía en relación sobre sus posibles efectos benéficos en la salud humana. Tan solo hay registradas dos consultas y opiniones relativas a su seguridad: esta de aquí y esta otra

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Imágenes: Magister Mathematicae y Pancrat vía Wikimedia Commons

 

 

Chuches de mentira con sabor a verdura de verdad (tesis)

El consumo de frutas y más en especial de verduras y hortalizas entre los más pequeños es observado con no poca preocupación por las madres y los padres de estos. Son frecuentes la ansiedad e inquietudes de los cuidadores al respecto del bajo consumo que los más pequeños hacen de estos grupos de alimentos. Los niños argumentan, y luego los padres repiten haciendo buena la proposición, que estos alimentos son sosos, saben mal (en comparación con otros más de su gusto), huelen mal, son aburridos y, en definitiva, que no gustan. No gustan. Punto. Los niños y adolescentes prefieren alimentos de sabor más intenso, que se puedan comer con la mano, productos más de conveniencia, más divertidos, etcétera.

Y como no gustan no se consumen. Lo cual causa gran preocupación entre los progenitores porque, todo el mundo lo sabe: verduras y hortalizas son alimentos sanísimos. Lo dicen todos los expertos, las más elementales guías sobre alimentación saludable, etcétera. Y yo creo que, más o menos, así es.

Así, un patrón de consumo de alimentos que deja a un lado estos grupos o que, más sencillamente, no los incluye según las más repetidas recomendaciones, termina por convertirse en un patrón de alimentación desequilibrado y poco sano. Muchas veces proclive o tendente a la obesidad con alimentos menos recomendados, más fáciles y cargados de calorías vacías.

Por estas razones, supongo, nació Power Pupis, un producto que trata de acercar los vegetales a los niños. ¿Y cómo lo hace? Pues se presentan en un formato hasta el momento desconocido. Una descontextualización de las verduras, sacándolas del plato y del guiso-al-uso y que las presenta a modo de chucherías, como un snack de conveniencia, algo divertido. Además utiliza uno de los reclamos más frecuentes entre “el otro mundo” de alimentos, el de las chuches. Power Pupis tira de la imagen de superhéroes y superpoderes para vender sus propiedades. Se trata de verduras y hortalizas frescas precortadas con personajes sugerentes para la imaginación de los más pequeños. Así, Zanahorio, Naboki, Remolachina y Calabacita, nos venden a los padres (para que a su vez se lo vendamos a nuestros hijos) los beneficios en el consumo de este grupo de alimentos.

¿Son los Power Pupis una buena propuesta? ¿Es este un método válido para que nuestros hijos alcancen un patrón de alimentación adecuado?

Con sinceridad, sin considerar que esté mal y loando los fines de esta iniciativa, lo dudo. Antes de dar mis razones y aportar mis consejos (algo que sucederá el próximo jueves) habrá que conocer la antítesis en la entrada de mañana. Una entrada que a diferencia de la de hoy se titulará Chuches de verdad con sabor a verdura de mentira. Y tras ella, la síntesis, verduras de verdad con sabor a chuches de verdad.

No te los pierdas.

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Nota: no te cortes y deja en los comentarios qué te parecen los Power Pupis, ¿los has probado? ¿son fáciles de encontrar?

¿Cómo puede engordar un alimento con pocas calorías y mucho azúcar?

Esta pregunta, un poco liosa en su planteamiento, me la hizo llegar una lectora y seguidora de Twitter (@Innventio) a través  de uno de los comentarios del blog. En realidad su consulta y explicaciones concretas fueron las siguientes:

Si lo que engordan son las calorías, ¿cómo va a engordar un alimento que tenga pocas calorías pero mucho azúcar? Esto viene a colación de los refrescos. En general, un refresco tiene un 10% de CDR [Cantidad Diaria Recomendada] de calorías y un 25% de CDR de azúcar. Eso significa que si en un día tan sólo me tomara 5 refrescos (nada más), habría ingerido un 25% más del azúcar recomendado, por lo que engordaría, a pesar de haber ingerido sólo un 50% de las calorías recomendadas, por lo que debería adelgazar. No lo entiendo.

Si voy a comprar un producto, por ej., yogures y quiero elegir entre varias marcas, me encuentro con que la información nutricional no es equivalente. Uno tiene más azúcar, pero otro más grasa. Uno más proteínas, pero el otro más hidratos. Así pues, ¿qué debería priorizarse para elegir aquel yogur (o cualquier alimento) más recomendable, desde un punto de vista nutricional?

Refrescos (2)

Para la primera pregunta hay una respuesta relativamente sencilla siendo que además hay al menos dos post ya publicados en este blog que lo pueden ilustrar fenomenalmente bien. Siendo concisos: la pregunta es falaz en su proposición.

Entrando más en materia. En primer lugar ten en cuenta que la capacidad “engordante” de un alimento no depende solo del alimento en cuestión y sus calorías, sino también y de forma importante de la cantidad ingerida y de la frecuencia con la que se suele ingerir  (no es lo mismo consumir una lata de refresco de ciento a viento que tomar todos los días 10 litros)

En alusión a los refrescos o zumos comerciales, siendo concretos, una lata de refresco estándar o un brick individual de zumo comercial suelen contener entre 30 y 40 gramos de azúcar. Una cantidad que empieza a ser considerable la miremos como la miremos. El caso es que si observamos los valores relativos de todos los posibles nutrientes comprobamos que al no tener ni grasas ni proteínas en cantidades significativas, prácticamente el 100% de las calorías es aportada por los mencionados azúcares. Es decir, tenga la cantidad de azúcares que tenga, son los únicos que intervienen en la suma del valor energético del producto. Para saber de forma aproximada la cantidad de calorías aportadas por los distintos nutrientes o macronutrientes te sugiero que consultes estas entradas:

¿De qué depende que un alimento tenga más o menos calorías?

Dos preguntas para intuir las calorías en un alimento

Pero, al final la pregunta del millón es ¿son pocas o muchas calorías esas 120 a 160 kcal por ración estándar de refresco? Pues son bastantes si consideramos dos aspectos: que el gasto medio diario de un adulto medio ronda las 1800 a 2.500 kcal. y, que son calorías vacías, es decir, con este tipo de productos solo se incorporan calorías, nada más: ni fibra, ni vitaminas, ni ácidos grasos esenciales, etcétera y por tanto su poder de aportar saciedad es francamente escaso. Así, detrás de un refresco, puede venir otro, y luego otro… con todas sus calorías, que no van a contribuir en modo alguno a mantener un balance cero (o negativo si se pretende adelgazar) sino más al contrario. Usando tus argumentos,  si el consumo de un refresco implica “solo” el 10% de la CDR lo que verdaderamente implica es que has aumentado en un 10% la posibilidad de excederte en tu balance calórico porque, no te olvides: estas calorías “no las vas a tener en cuenta” a la hora de regular tu ingesta de alimentos diaria. Es decir un 10% de tus calorías necesarias te las metes al cuerpo sin haber empezado a comer, sin que se acompañen de un valor nutricional más o menos adecuado y sin saciarte…

Si tomaras 5 refrescos al día (y nada más) durante un espacio de tiempo relativamente largo lo que pasaría es que en contra de lo que dices, adelgazarías (es como si te dieran diariamente un saquito con 175 gramos de azúcar con sus aproximadamente 656 kcal). No creo que tú puedas mantenerte con vida y en un buen estado de salud con tan solo 650 kcal/día. Adelgazarías y además sufrirías múltiples deficiencias nutricionales. Pero si además de comer tu minuta habitual (equilibrada en todos los sentidos), la acompañaras con 5 refrescos al día (1 a media mañana, 2 en la comida, 1 a media tarde, 1 en la cena) las probabilidades de aumentar tu peso a la larga serían considerables.

En resumen, pocas o muchas calorías, ya se trate de una persona deportista, con normopeso o con sobrepeso, que coma mucho o poco, este tipo de productos, consumidos de una forma habitual, dentro del actual contexto de nuestra sociedad (con todas sus características inherentes) implica un aumento del riesgo de: pasarse con las calorías y de no estar correctamente nutrido y, por lo tanto caer en alguna deficiencia.

Te sugiero que visites estas entradas al respecto de las calorías vacías y los refrescos:

Calorías vacías, ése concepto

¿Es el azúcar veneno?

¿Puede la compañía Coca-Cola ayudar a combatir la obesidad?

Obesidad y más en dibujos animados

Información nutricional (2)

Con respecto a la segunda pregunta déjame que te responda saliéndome por la tangente: no es preciso que mires las tablas de composición de alimentos para seguir un patrón de alimentación saludable. La mejor prueba es que a pesar de estar ahí la gente no sabe interpretarles (véase tu pregunta). Y es que no es necesario. ¿Qué tal si sigues las más elementales recomendaciones de consumo de alimentos por grupos? Te doy una serie de consejos breves y de lo demás, entiéndeme, puedes “olvidarte”:

  • Procura que tu en alimentación estén presentes diariamente al menos cinco raciones de vegetales frescos (los consumas cocinados u crudos) es decir, verdura, hortalizas y frutas.
  • En cuanto a los alimentos provenientes de los cereales elige mejor aquellos de origen integral.
  • Por lo general huye de los alimentos que en su publicidad hagan alegaciones sobre la salud y te digan lo buenos que son. Es decir si vas a comer yogur, come yogur y punto. Olvídate de todo lo demás.
  • Procura que no haya muchos alimentos altamente procesados (derivados cárnicos, bollería industrial y similares) ni tampoco platos preparados, a domicilio. Es decir, cocina lo que comes.
  • En cuanto a las carnes elige aquellos cortes más magros y menos grasos.
  • La bebida de elección será el agua.
  • En resumen, come como comería tu abuela… y por supuesto muévete.

Te dejo esta entrada con sus diversos enlaces en su interior para que te hagas idea de lo que te digo: La era de los “platillos nutrientes” y sobre todo que te quedes con este tipo de organización de menús por grupos de alimentos de la imagen inferior, más allá de lo que te digan las etiquetas de los alimentos.

Healthy eating plate

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Imagen: Iamnee y Stuart Miles vía freedigitalphtos.net y Harvard School of Public Health

Oda a las legumbres (sí, en verano, ¿por qué no?)

Legumbres_ Witthaya Phonsawat¿Comer legumbres en verano? Pues sí, y es que quizá en esta entrada descubras muchas aspectos que desconocías de las legumbres y que llegado el caso te resulten increíbles.

Empecemos por el dato apócrifo que me hizo llegar en su día un publicista que conocía de primera mano las cifras de venta de una conocida marca de fabada en conserva. Esta marca espera los meses de verano como agua de mayo ya que al parecer es en ellos cuando hace su agosto particular, es decir, cuando registra sus mayores índices de venta en su producto estrella, “la fabada”. ¿Fabada en agosto? Parece un contrasentido pero la marca achacaba el repunte de este producto a la figura de “los Rodríguez” en su acepción más machista. Es decir, tal y como recoge el DRAE a esa figura que, coloquialmente hablando, corresponde a la del hombre casado que se queda trabajando mientras su familia está fuera, normalmente de veraneo (sic). Ver para creer.

El alimento

Como alimento las legumbres son un ingrediente sorprendente. Hace uno días plantee a mis alumnos de la universidad una pregunta-juego en el que había que proponer y razonar una única receta que, en el hipotético caso de que solo pudiéramos comer eso toda nuestra santa vida, fuera lo más completa posible a la par que saludable… Pues bien, muchas de las recetas propuestas tenían como ingrediente central a las legumbres. Con otros ingredientes eso sí, ya digo que había que se podían proponer “recetas” no solo alimentos. Para que te hagas una idea del importante valor nutricional de las legumbres en general quizá te sorprenda el saber que, en términos generales, tienen tantas o más proteínas por unidad de peso que las carnes. Por ejemplo, 100g de  lenteja aporta 23 gramos de proteínas, frente a los 19,3 gramos contenidos en 100g de solomillo de ternera. El “problema”, sí, ya lo sé, es que a estas proteínas les falta un aminoácido esencial (la metionina) y por esa razón se dice de este tipo de proteínas que son de “bajo valor biológico”. Pero ¿es esto un “problema”? Para nada, otros alimentos, como por ejemplo los cereales contienen ese aminoácido, les falta a su vez otro aminoácido esencial (la lisina) eso es cierto y por eso las proteínas de los cereales también son consideradas de bajo valor biológico. Pero lo que les falta a unas lo tienen los otros y viceversa. Quizá por eso y desde hace tanto tiempo es tradicional combinar en una misma receta ambos ingredientes… además de muchos otros.

Otro de los aspectos nutricionales que es imprescindible destacar de las legumbres es su riqueza en fibra. De hecho yo no conozco ningún otro grupo de alimentos que, de forma general aporte tanta fibra por unidad de peso como lo hacen las legumbres. Tú me dirás si hay algo que pueda competir con los cerca de 8 gramos de fibra por cada 100g de lentejas cocidas o garbanzos. Además, ya lo sabes, todo ello con “cero colesterol” (salvo el que pueda caer en la receta de la mano de otros ingredientes que cada uno tendrá la libertad de añadir o no)

En definitivas cuentas, desde el, punto de vista nutricional, muchas ventajas: sin colesterol, de bajo índice glucémico, buen aporte de fibra, económico, etcétera; y pocas desventajas… ¿las flatulencias?

Ya en el terreno más gastronómico las posibilidades culinarias de la amplia variedad de legumbres existentes son casi infinitas. Pueden formar parte de un entrante, de un guiso como ingrediente central y al mismo tiempo pueden ser una excelente guarnición.

En la cocina de verano

Más allá de la aparente y extemporánea conducta de pasar tu verano de rodríguez a base de cocidos y fabadas creo que es cierto reconocer que la típica imagen del consumo de estas preparaciones no se asocia dentro del imaginario colectivo a los meses más calurosos. Las legumbres en general, ofrecen muchas otras alternativas gastronómicas, mucho más refrescantes y ligeras que las antedichas. Sin embargo, en general, la inclusión en nuestra dieta de legumbres está especialmente denostada. A mi modo de ver, y de forma injustificada, su consumo se asocia conscientemente o no al aumento del riesgo de la obesidad y un determinado estatus de pobreza.

El caso es que hace unos días unas compañeras se liaron la manta a la cabeza para promocionar el consumo de las legumbres en verano (¡y sin marcas de por medio!), crearon una etiqueta en twitter (#legumbresenverano) y han publicado una entrada en el blog “Come sano come bien” recopilando todas las recetas que les han hecho llegar.

Te recomiendo que les eches un vistazo y te ilustres acerca del modo de introducir este grupo de alimentos en tu dieta habitual en cualquier época del año. Después de ver las magníficas recetas allí encontradas (y sus fotos) me da un poco de corte el aportar la mía, pero bueno, no me resisto. Allá voy

Receta de ensalada de judías blancas por Juan Revenga

Ingredientes: Un bote de judías blancas cocidas al natural, un pepino de tamaño medio, un pimiento rojo medio, una docena de tomates cherry (o un tomate hermoso de temporada), media cebolla, dos latas de atún, aceitunas sin hueso, pepinillos encurtidos, aceite de oliva Virgen Extra, vinagre de jerez y salsa Worcestershire (Perrins para los amigos)

Elaboración: Abrir el bote y escurrir el líquido. Cortar las hortalizas y los encurtidos como para hacer una guarnición de gazpacho, los tomates cherry a mitades y dejar las aceitunas enteras. Desmigar el atún. Juntar todo. Aliñar al gusto. Enfriar y disfrutar #slurpslurp.

Receta

Agradecimientos: Quiero agradecer a Raquel Bernácer (@aliment_ARTE) Bárbara Sánchez (@Barbara_Schez) y Ana Gallego (@gallego_ana) la magnífica iniciativa #legumbresenverano

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Nota: Quiero agradecer a todos los lectores y comentaristas (asiduos o puntuales) vuestra dedicación y atenciones para con este blog. “El nutricionista de la general” baja la persiana con motivo de sus merecidas y necesitadas vacaciones estivales y volverá a subirla a partir del 16 de julio… con tantas ganas e ilusión como siempre, es decir, con muchas. Feliz verano.

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Imagen: Witthaya Phonsawat vía freedigitalphotos.net