El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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El sándwich incorruptible

El caso es que el ejército estadounidense, diversificando en su dedicada investigación armamentística, ha dado con un sándwich que no caduca, bueno, o casi. La realidad es que ha conseguido envasar un emparedado de pollo -a la barbacoa- que tiene una caducidad de tres años. Este sándwich, y otros alimentos más sobre los que se está investigando, forman parte de lo que se denomina First Strike Ration (FSR) que viene a ser un pack de víveres que aporta a un soldado en misión táctica el sustento necesario para un día.

La historia, como suele suceder en estos casos, viene de bastante más atrás. En concreto, parece que se venía buscando algún tipo de solución práctica frente a las anteriores raciones en las que los soldados tenían que “preparar” mínimamente los alimentos o, al menos, habían de calentarlos o reconstituirlos con agua. De esta forma la FSR actual aporta las siguientes ventajas:

  • Los alimentos de la FSR no necesitan reconstituirse y se pueden consumir directamente sin la necesidad de usar cubiertos (vamos, como en cualquiera de las genuínas cadenas de hamburgueserías made in USA). En el caso de las bebidas, los geles energéticos pueden tomarse directamente o bien diluirse con agua.
  • Toda la ración FSR es en sí mucho más ligera (hasta un 50% menos de peso) que los packs de tres comidas utilizados hasta la fecha y su volumen menor.
  • En general, toda la FSR en su conjunto tiene una vida media útil de dos años a unos 27ᵒC y, por tanto, no necesita refrigeración para conservarse. No obstante, algunos elementos como el mencionado sándwich, tienen una fecha de caducidad de hasta tres años.
  • La FSR en su conjunto aporta unas 2.900 kcal/día. En mi opinión un valor energético bastante justito si se tiene en cuenta el desgaste de todo un día “complicado” en la vida de un soldado corriendo, saltando, pegando tiros (o recibiéndolos), con la tensión implícita, etc.

Este “milagro” gastronómico-militar se ha conseguido jugando con diversos parámetros físico-químicos (pH y actividad de agua) con el fin de que las bacterias, mohos y levaduras no consigan proliferar. Además, su elaboración es muy escrupulosa desde el punto de vista de la seguridad e higiene alimentaria y para garantizar su conservación están envasados en una atmósfera protectora.

Quienes lo han probado dicen que “sabe bien”. Habrá que ver el nivel gourmet de estos «expertos» catadores y habrá que considerar cuánto alejada o próxima está la expresión “sabe bien” de “está bueno que de cojones”. En verdad, antes de emitir ningún juicio a tenor de su palatabilidad, lo primero que habría que hacer es catarlo, aunque ya saben, que sobre esto de los gustos, se dice, que no hay nada escrito –aunque es falso, que se lo pregunten entre otros a Brillat-Savarin-

Lo que sí que me gustaría ver es la cara de uno de estos soldaditos a los que se les dice qué, por ejemplo, van a hacer un salto en paracaídas detrás de las líneas enemigas y que no se preocupe mucho porque le van a dar una serie de bocatas que duran enteritos tres años. Tiene que ser gibada la vida de estos tíos.

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Foto: U.S. Army Materiel Command