El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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A poco escrupuloso que seas no leas este post (va en serio)

Segunda oportunidad, repito: si eres algo escrupuloso, aprensivo, tiquismiquis o “mirado” con las cosas del comer, te sugiero de verdad que abandones en este punto la lectura de este post. Si sirve para convencerte te diré que yo lo estoy escribiendo de mala gana… ¿y porqué lo hago? te preguntarás, pues porque al parecer es noticia, una desagradable y, desde mi punto de vista, asquerosa noticia. No digas que no te he avisado.

Bueno, en realidad son dos noticias que rivalizan (y de ahí su nexo) en lo más guarro. Para ir poniéndote en antecedentes (y por aquello de dar tiempo a quien quiera, de verdad, de dejar de leer) además de ir calentando el tema poco a poco, quiero traer a colación este otro post en el que se explicaba la razón de que el queso huela a pies… y viceversa. Razones aparte el caso es que tal y como te contaba en aquel post hay quien ha jugueteado con la cuestión y ha creado sus propios quesos utilizando para ello, como los imprescindibles microrganismos fermentadores, las bacterias de sus pies. Una propuesta, científico-curioso-artística sin mayores pretensiones en este caso que la mera divulgación. Pero las noticias que traigo, van más allá, y así lo hacen porque sus fines son otros y porque además hay un salto cualitativo, una escalada en el nivel del Sistema Internacional de medición de las guarradas. Me refiero… allá va, a la placentofagia y a la elaboración de “yogures vaginales”. Ale… ya lo he dicho. Vayamos por partes.

La placentofagia

placenta

Sí, es lo que su nombre sugiere, y si te he de ser sincero, conozco esta porquería de práctica desde hace bastantes años. Pero me resistía a sacarla en el blog por aquello de que estaba claramente enmarcado en lo más extravagante, pero ahora va y se hace noticia con la polémica de las “doulas” en los paritorios. Anteriormente había oído de ella cosas como muy extrañas y gores… como que Tom Cruise era adicto a esta terapia en especial por las absurdas propiedades antienvejecimiento de esta cosa… de este órgano efímero una vez que es expulsado tras el parto. Y luego que si la cienciología para arriba, la cienciología para abajo y todo ese tipo de martingalas sin, quiero pensar, fundamento. Pues eso, lo que te digo, y es que para más inri, si te va la marcha, te sugiero que en google pongas “placentofagia” y veas la cantidad de resultados (a mí hoy me salen más de 10.000, y en inglés, placentophagy, más de 26.000). En ellas encontrarás las más inverosímiles propuestas y explicaciones sobre los beneficios de poner en práctica esta… esta cosa.

Pero nada como llegarse hasta esta página en la que además de la práctica de encapsular la placenta para administrársela en cómodas dosis y liofilizarla y demás… te ofrecen ideas de recetas para comerla en plan “plato”… siempre poco hecho, como los buenos chuletones… o menos aun ya que de otra forma su excesivo calentamiento redundará en la inadmisible pérdida de nutrientes de tan codiciada… cosa. Si decides encapsularla, la misma página te ofrece un procedimiento detallado para hacerlo con garantías y te hace saber que una placenta media da como para 170 a 230 cápsulas.

No pienso entrar en los contrastados beneficios de seguir esta práctica porque un buen compañero, Julio Basulto (@JulioBasulto_DN), ya abordó el tema hace tiempo de forma detallada en este post con todas las bendiciones de estudios y demás. No obstante, te lo resumo: no hay evidencias de los presuntos beneficios que normalmente se cacarean sobre la placentofagia (cruda, cocinada o encapsulada, porque de todo hay) y además, puede ser una práctica peligrosa a causa de las infecciones que puede ocasionar.

“Yogures vaginales”

YogurSeguimos para bingo. Este tema tampoco engaña en su planteamiento, se trata de leche fermentada con las bacterias propias del hábitat de la vagina. Suene como suene, es preciso ponerse estrictos y reconocer que de ninguna forma puede llamarse a este producto fermentado “yogur”. La razón, es que este producto solo obtiene tal denominación cuando se ha fermentado la leche con dos bacterias concretas Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus y Streptococcus thermophilus (por eso, en un Actimel, por ejemplo, otra leche fermentada, no verás la palabra yogur por ningún lado, por que la bacteria fermentadora en su caso es otra).

Bueno, pero a lo que íbamos, resulta que a una buena señora, Cecilia Westbrook, una doctora de la Universidad de Wisconsin, se le ha ocurrido realizar esta porquería con sus propias bacterias de ahí, a modo de réplica al libro Natural Harvest (“Cosecha natural”) en la que su autor propone una serie de recetas cuyo ingrediente estrella es el semen (ya te lo avisé, he procurado ir de menos a más). Pues si ellos pueden hacer guarradas con sus cosas, nosotras también, fue lo que debió pensar. Bravo por Cecilia… doctores tiene la iglesia.

Al parecer, y según esta fuente, después de realizar la receta de forma casera (¿habría otra forma?) y comérsela… y repetir (se comió su cosa con zarzamoras) Cecilia recibió una regañina de su universidad, no le avaló el proyecto y le advirtió que había sido una mala idea la suya, ya que las bacterias del ecosistema vaginal son beneficiosas allí y solo allí hasta cierto punto… y que podía haber pillado una toxinfección de no te menees. Si te van los detalles ad hoc, te diré que Cecilia es psicóloga especializada en desórdenes del comportamiento. Para hacérselo mirar.

En fin, llegados hasta aquí y alcanzado esta cota, te puedo asegurar que en los próximos post de este blog jamás se alcanzará el nivel de guarrería del de hoy. Espero.

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Nota 1: Los comentarios jocosos son bienvenidos, pero de veras lo soez no es divertido. Cuidaros.

Nota 2: mi agradecimiento por la información aportada una vez más a Ana I. Gutiérrez (@Fasmida) y a José Joaquín López (@SimplementeJJ)

Imágenes: Placenta humana de Sarindam7 vía en.wikipedia y yogur de ciruela de joephotostudio vía freedigitalphotos.net

 

Nutrición-área 51: La prodigiosa, pero a todas luces falsa, longevidad de los Hunza

HunzaDentro de los misterios poco misteriosos y más legendarios, los del tipo Monstruo del Lago Ness o Abominable Hombre de las Nieves, figura la existencia de un pueblo de leyenda (nunca mejor dicho) cuya asombrosa longevidad se ha hecho descansar en cuestiones dietéticas. Me refiero a los Hunza.

La región geográfica existe, el valle de Hunza, enclavado a una considerable altitud en el marco de un valle montañoso dentro de Paquistán. Como también existe una población autóctona que recibe el nombre de pueblo Hunza. El caso es que sobre este pueblo se han hecho de descansar una serie de prodigios entre los que destacan su extrema longevidad cifrada en no pocas ocasiones más allá de los 120 años, así como una especial apariencia de juventud a pesar de su avanzada edad y el no padecer enfermedades. Las causas que habitualmente se esgrimen para justificar estas maravillas son variadas, entre las más habituales figura su particular estilo dietético del que se han apuntado “secretos” varios: desde que su dieta es especialmente parca en calorías, a que apenas consumen proteínas de origen animal siendo su patrón dietético principalmente vegetariano, pasando por los habituales periodos de ayuno o las excepcionales características del agua que consumen. En particular, en referencia al agua, las explicaciones son de lo más variopintas y divertidas: algunos hacen destacar su riqueza en cesio, otros afirman que al venir de los glaciares del Himalaya, el agua tiene una viscosidad diferente con un pH alcalino mayor, otros que unos niveles altos de hidrógeno activo, otros que posee un potencial redox negativo y otros más que el contenido de este agua es especialmente rico en minerales coloidales (sean las que sean que estas supuestas propiedades del agua impliquen sobre la longevidad y la posibilidad de enfermar). Internet, fuente inagotable de mitos y justificaciones varias, ofrece una amplia muestra de lo que comento; tienes algunos ejemplos en este enlace o en este otro.

La verdad sobre los Hunza

Antes que buscar las verdaderas razones sobre su excepcional longevidad habría que cuestionarse si en verdad este pueblo vive tanto tiempo y con tan buena salud. Y las respuesta verdadera es que de eso nada. Más al contrario, existen datos que afirman que los Hunza tienen una vida media por debajo de la edad media de las poblaciones del primer mundo y que además enferman como todo hijo de vecino. Muchas veces esas enfermedades que son especialmente prevalentes en esta población son fruto, precisamente, de una alimentación con no pocas deficiencias.

Conviviendo con los cientos de páginas que pululan en Internet al respecto de esta fantástica leyenda que repiten incesantemente las mismas palabras pero sin aportar prueba alguna, también se encuentran las vivencias de un tal John Clark que en su obra Hunza – Lost Kingdom of the Himalayas.pdf (Hunza: El Reino perdido del Himalaya) recapitula, en una especie de diario de bitácora, sus experiencias tras 20 meses de convivencia en el seno de los Hunza allá por la década de los años 50. En esta obra el tal Dr. Clark da cuenta de las frecuentes enfermedades observadas en este pueblo entre las que destacan: disentería, tiña, impétigo, cataratas, infecciones oculares, tuberculosis, escorbuto, malaria, caries dental, bocio, bronquitis, sinusitis, beriberi, neumonía… entre otras. Si bien es cierto que la mayor de estas enfermedades son infecciosas y degenerativas (tanto o más probables en función de la edad) no se da cuenta de patologías psicosomáticas más propias de las civilizaciones occidentalizadas. Así, en este estudio Hunza – a healthy and a long living people (Hunza-un pueblo saludable y longevo) una serie de investigadores búlgaros dan cuenta al parecer de este hecho: los Hunza no presenta enfermedades psicosomáticas fruto del estrés… aunque, todo hay que decirlo, en esta publicación se sigue atribuyendo a los Hunza una vida especialmente feliz y longeva.

Sobre su excepcional longevidad, el hecho incontestable es que más allá de las habladurías que crecen con un efecto bola de nieve, nadie en absoluto ha sido capaz de presentar una sola prueba tangible de que sea una realidad. Bastaría con una foto de familia en la que se pudiera ver a ocho generaciones juntas: el gran patriarca (o la gran matriarca) con 145 años, su hijo de 125; su nieto de 105; su bisnieto de 85; su tataranieto de 65; su chozno de 45; el hijo de su chozno de 25 y; por último el nieto de su chozno de 5 años. Así de “fácil”.

Es más, volviendo al escrito de John Clark, este da cuenta (página 170) de una particular encuesta entre los nueve niños que asisten a las clases que él había establecido y les preguntó al respecto de los familiares que habían perdido. Su resultado fue bastante elocuente: un primer niño había perdido a su madre, tres hermanos y dos hermanas; el segundo a un hermano y una hermana; el tercero a su madre, dos hermanos y dos hermanas; el cuarto a su madre y a una hermana; el quinto a una hermana y un hermano; el sexto a su madre, dos hermanos y una hermana; el séptimo a dos hermanos; el octavo a un hermano y; el noveno a su padre. Significativo.

En resumen

Ya no estamos en el siglo XIX o mediados del XX cuando los primeros exploradores occidentales se adentraron en aquellas remotas tierras. Con la racionalidad en la mano, creo que está bastante claro que si algo verdaderamente excepcional se estuviera cociendo en esta indómita región ya se estaría investigando (o ya se habría hecho). Ahora, el hablar de las cuestiones dietéticas para explicar su excepcional longevidad cuando la causa de así merecerlo ya no solo está en entredicho, sino que todo apunta a que es más falsa que un billete de 13 euros, carece de todo sentido.

Quizá, el conocer que este pueblo se asiente donde, más o menos, se supone que se encontraría aquel lugar ficticio descrito en la novela de 1934 Horizontes perdidos, conocido como Shangri-La (utopía mítica ubicada en el entorno del Himalaya consistente en una tierra de felicidad permanente, aislada del mundo exterior y cuyos habitantes son casi inmortales) tenga parte de la culpa.

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Nota: el pasado viernes aparecí, brevemente, hablando sobre este particular en el programa de radio “Levántate y Cárdenas” (@cardenaseuropa) de Europa FM. Puedes escucharlo en este enlace (minuto 53:48)

Imagen: John Hill vía en.wikipedia

La arrogancia de la ignorancia. Un título redondo, como las manzanas

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Creo que voy con retraso ya que no fue hasta este viernes pasado cuando me enteré del que para muchos es ya “el famoso vídeo de las manzanas con plástico”. Este vídeo, compartido y dispersado de forma viral por las redes sociales como solo este tipo de documentos alarmistas consigue, contiene el experimento y reflexiones de un ciudadano que extrae, raspando con un cuchillo la superficie de la piel de una manzana, una “sospechosa” sustancia blanquecina en forma de polvo. Su protagonista, desconoce de qué se trata y a pesar de que la primera respuesta que le viene a la cabeza es que la sustancia desconocida sea cera (lo que realmente es) este descarta esta posibilidad de forma inmediata en base a contrastar que no arde cuando le aplica una llama y a que le huele a plástico. A partir de aquí, las conclusiones son de lo más disparatadas… como a él le huele a plástico, ha de ser plástico y que al parecer está ahí puesto para envenenarnos mientras las autoridades sanitarias (al parecer conocedoras del hecho) no hacen nada. Conspiranoia pura y dura generada a partir de la ignorancia del protagonista del vídeo que no duda además en aportar conclusiones alarmistas.

El vídeo en cuestión es este:

La cosa ha tomado tal importancia que ya hay quien afortunadamente ha salido a la palestra contratacando con las mismas armas, es decir, con otro vídeo pero en esta ocasión con mucha más lógica y racionalidad para explicar las sandeces que en el vídeo original se expresan. En este segundo vídeo, Mauricio Schwarz (@elnocturno), reflexiona sobre las razones que le pueden mover a alguien para realizar un vídeo tan absurdo como el anterior y termina aportando dos claves para su éxito. Por un lado, la parte más evidente, aquella que refiere al fácil impacto que tienen determinadas “noticias” en nuestros miedos más primitivos, entre ellos la posibilidad de morirnos o enfermar con algo que hacemos todos los días y que además no podemos dejar de hacer: comer. Y por el otro, lo más preocupante, lo que el propio Mauricio cataloga como la arrogancia de la ignorancia. Veamos, el vídeo original tiene dos premisas claras; la primera: el protagonista reconoce que no sabe qué es lo que sale de la manzana cuando la raspa (descartando al mismo tiempo la verdadera respuesta a partir de un experimento casero con una importante cantidad de sesgos) y; la segunda: elucubrar y dar por sentado una serie de conspiraciones que terminan, según él, por situar una sustancia venenosa en las manzanas.

No te pierdas el vídeo de Mauricio Schwarz, enormemente didáctico y divertido.

Como decía, lo más alarmante de esta situación es que hay gente que además de creerse los razonamientos del primer vídeo, provocan el efecto bola de nieve dándole difusión reforzando su credibilidad en lugar de la mofa que es, lo que en buena lógica, a mí me sugirió cuando lo vi por primera vez. Es decir, la peligrosa arrogancia de la ignorancia. Una fea característica para algo que no tiene porque ser intrísecamente malo; ya que tal y como comenta Schwarz, el reconocer que no se sabe algo debería de ser el primer paso para la adquisición del conocimiento. A día de hoy hay muchísimas fuentes confiables a las que poder recurrir antes que arrancarse a divagar y calumniar.

Si te ha gustado este post quizá te interese consultar:

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Notas: No te pierdas el artículo a este respecto de El comidista (@mikeliturriaga).

Mi agradecimiento de hoy para Regina Aragonés (@ReginaAragones) incansable fuente de ideas para este blog (y que siga). Besos guapa.

Imagen: El retorno de los charlatanes

Recochineo con lo “natural” y una distopía ecológica (vídeo dos en uno)

Utopía natural

La distorsión de la palabra “natural” ha alcanzado el paroxismo dentro de la publicidad de alimentos. Todos sabemos que hay muchas otras palabras que podrían perfectamente pertenecer a este poco selecto club… llamémosle el club de las palabras nutricionalmente prostituidas. Sin embargo, pocas tienen el nivel que ha alcanzado “natural”, término que en mi opinión merece ostentar, sin duda alguna, el cargo de madame-presidenta de este burdel publi-alimentario.

Qué así sea es fácil de comprender ya que no existe absolutamente ningún tipo de legislación que limite su uso. De esta forma se le puede decir “natural” a lo que uno quiera… sí, sí, a lo que cualquiera quiera. Todo alimento sobre el que se pretenda puede lucir o alegar que es “natural” si su fabricante así lo desea. Y nadie le puede pedir cuentas por así hacerlo. Por muy descontextualizado que sea su uso. Así que, naturalmente, no te creas nada de aquel alimento que luce en su envase o tiene a gala en la publi ser “natural”. Es más ¿sabes qué? los productos verdaderamente naturales no suelen necesitar anunciarlo… y no lo dicen (¿te imaginas que en la publi de un avión se alegase que es capaz de volar? Pues eso. Por eso yo desconfío de quienes lo esgrimen. Y cuanto más lo gritan mayor suele ser mi sordera.

Da igual lo cierta que sea esta realidad, una buena parte de los consumidores lo saben perfectamente y la industria sabe que lo sabemos… pero como digo da igual, lo siguen utilizando de forma indiscriminada, como si no fuéramos conscientes. O peor aún (me temo) lo emplean sin la menor de las justificaciones, sabiendo que no nos lo creemos pero aun y todo porque les reporta sus ansiados beneficios en el punto de venta: frente a dos similares ignominias alimenticias industriales, aquella con el marchamo “natural” se vende mucho mejor, así que… ¿qué razón podría haber para no utilizarla? Como ves, ninguna.

El clarificador vídeo que hoy te traigo representa una sátira de lo que te cuento. Vale que es estadounidense, pero da igual… tanto el concepto como las circunstancias legales que le afectan (ninguna) son los mismos que por estos lares. Subtitulado gracias al genial Guillermo Peris (@waltzing_piglet) conchabado al efecto con la no menos recomendable Rosa Porcel (@bioamara); en él y en tono de humor, un publicitario nos cuenta “el secreto” en el uso del término “natural” y de los beneficios que su empleo en no importa qué producto alimenticio puede aportar a su productor. Te dejo con él, es simplemente soberbio… si no fuera por una pequeña pega… que te contaré después.

No defrauda, a qué no. Mi parte favorita es en la que el publicitario justifica el uso de “natural” en los alimentos transgénicos ya que de ellos se puede decir que son… “200 % naturales”. Insuperable.

La pega, no sé si coincidirás conmigo es que este pequeño corto está realizado por una plataforma para la promoción de alimentos ecológicos… dando a entender que los que obtienen este sello sí que son verdaderamente “naturales” en lo que constituye un alambicado ejercicio de retorcida manipulación publicitaria. Contrainteligencia marketiniana… o algo así.

Y es que no… se mire por donde se mire una “hamburguesa” de algas y chucrut (por decir algo) envasada al vacío y termosellada tiene muy poco de “natural”. Hay centenares de ejemplos sobre este tema… pero muy en resumen la cuestión se sintetiza en que “ecológico” no es, ni de lejos, “natural”. Se trata más bien solo de un sello que garantiza una forma de producción particular que en su más íntima filosofía tiene más agujeros que una flauta.

Aunque bien pensado, quién soy yo para opinar así, sí como hemos comprobado, a estas alturas “natural” puede ser cualquier cosa. Naturalmente y con un par.

Si te ha gustado esta entrada, quizá te interese consultar:

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Nota: mi más sentido agradecimiento, una vez más, a Miguel Justribó (@migueljustribo)

Imagen: renjith krishnan vía freedigitalphotos.net

Nutrición-área 51: comer almendras no hace aumentar el tamaño de los senos

senos gordos

Ni las almendras, ni los aguacates, ni la alfalfa, ni el fenogreco, ni la soja, ni la miga de pan… ni demás tonterías. Sí ya sé que Internet y la “sabiduría popular” están cuajadas de este tipo de recomendaciones para aumentar el tamaño de tan admirados atributos femeninos.

Además, este tipo de mitos no conocen de fronteras y los podemos encontrar en no importa qué cultura o país y es que, al parecer, el tema del tamaño de las tetas es una cuestión universal y en todas las latitudes se pueden encontrar tonterías nutricionales, que con mayor o menor diversidad, ofrecen soluciones fraudulentas para “de forma natural” favorecer el aumento de las lolas… de su volumen, no de su número.

Para ser sincero, he de confesar que he buscado un asidero en la ciencia que respaldara mis palabras, pero no lo he encontrado. He buscado en las bases de datos científicas más habituales cualquier referencia a estudios, artículos y demás que hubieran puesto en tela de juicio este tipo de leyendas y, para mi sorpresa, no he encontrado ninguno. Parte de la culpa, supongo, es que ni Penthouse, ni PlayBoy, ni Hustler, ni, en otro orden de revistas, los semanarios dominicales o Saber Vivir están indexadas en tales fuentes bibliográficas. Así que, en buena lid, solo se puede afirmar que, bajo el prisma de la ciencia, no hay pruebas de que comer lo-que-sea influya en el tamaño de los senos. No las hay de que no los aumenten y claro, tampoco las hay de que sí.

fcupcookies

A pesar de que son cientos de miles las sugerencias que Internet ofrece tras buscar remedios naturales para este menester. En el colmo de los despropósitos alimentarios, en Japón, hay un productor que ha comercializado unas galletas que aseguran un aumento de los senos con su consumo, se llaman F·cup cookies.

En la mayor parte de los casos, sea el que sea el alimento que se proponga para el efecto en cuestión, las explicaciones que se ofrecen para alcanzar este prodigio se centran en:

  • La riqueza en aminoácidos del alimento (como si este fuera un elemento determinante y no hubiera decenas de alimentos –que no se citan- con igual a mayor cantidad de aminoácidos)
  • Su contenido en algunos fitonutrientes, como flavonoides (mismo comentario que anterior)
  • Su riqueza en vitaminas y minerales (mismo comentario que anterior)
  • Pero muy especialmente, en la mayor parte de alimentos que se mencionan se hace referencia a su contenido en fitoestrógenos (moléculas de origen vegetal análogas de los estrógenos y que ejercerían su efecto como agonistas).

Este último caso sería el de las mencionadas galletas japonesas crece-tetas a partir de su contenido en Miroestrol obtenido de una planta, Pueraria candollei mirifica, cuyos extractos han pasado de caracterizar una cremita con los mismos pretendidos fines a incluirlos por lo que se ve ahora en unas galletas en plan absurda nutricosmética.

Lo más significativo es que a pesar de que evidentemente los estrógenos tienen mucho que decir en el tamaño de los senos (y de ahí el resultado de algunos tratamientos hormonales que persiguen –o no- este efecto) no se ha demostrado en ningún caso el efecto de los fitoestrógenos. Y conste además que volvemos a lo de antes… son numerosos los alimentos que portan este tipo de elementos como para hacer una lista positiva dejando otros tantos en el tintero.

De todas formas, para todas aquellas mujeres que ansíen un aumento en el tamaño de sus pechos quizá les interese saber esta curiosa asociación: al parecer en las mujeres que se han sometido a una intervención quirúrgica con este fin hay una considerable mayor tasa de conductas suicidas. Así se puso de relieve en este artículo, aunque como puedes comprobar no es el único que observó tal asociación. Por ello, los autores recomiendan un abordaje multidisciplinar (incluyendo profesionales sanitarios especializados en salud mental) en aquellas mujeres que acuden a su médico con el deseo de aumentar su talla de pecho, en especial si tienen antecedentes psicopatológicos.

No es del estudio, pero añadiría que ya sean mujeres u hombres… los que promuevan y divulguen chorradas como lo de las almendras y los senos, o similares, también deberían hacérselo mirar. Eso, o pagar sus mentiras con alguna forma de penitencia dolorosa.

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Nota: Esta entrada se ha realizado a colación de la iniciativa #lunesTetas convocada por Arturo Quirantes (@elprofedefisica) a través del portal Naukas (@Naukas_com)

Imagen:  marin vía freedigitalphotos.net

‘Top-Five’ de dietas disparatadas para 2015

Cabeza bomba

Siguiendo con lo que empieza a ser ya una tradición te hago llegar lo que la Asociación Británica de Dietética (BDA) ha considerado como los modelos dietéticos más disparatados que al parecer van a tener un especial auge en este 2015.

Antes, por si quieres comprobar cuáles han sido los listados de años anteriores, puedes consultar este post en lo referente a 2013 y este para 2014.

Pues bien, sin más preámbulos veamos que es lo que la BDA considera como especialmente peligroso para este año desde el punto de vista dietético y que suelen aparecer a la estela de algún personaje más o menos famoso. Tan solo advertir que no todos los planteamientos de esta lista han de ser “adelgazantes”; es más, la mayor parte de los de este año se plantean como una forma de comer “más sana”, de “desintoxicarse” y demás películas en plan buen rollete.

5º Puesto

Maravillosa propuesta la de depurarse y “limpiarse por dentro” a base de comer arcilla o barro. Te lo conté en su día en esta entrada. Según este absurdo planteamiento, una simple cucharada de arcilla al día (no vale cualquiera, hay que comprársela a quienes han montado el tinglado) te mantiene desintoxicado de isótopos negativos y otras toxinas (ejem). Algo que sería muy divertido (para vérselo hacer a aquellos que lo proponen) sino fuera porque entre las arcillas que se comercializan con este fin, se han encontrado cantidades de plomo y arsénico significativas (ole, y ole).

4º Puesto

Se le llama en inglés la dieta VB6, que suena como a misil intercontinental o algo así, pero no. Responde a las siglas Vegan Before 6pm, que viene a ser una propuesta que invita a ser vegano “por horas”, en esencia entre las 06:00 y las 18:00… sin mayores recomendaciones de qué hacer a partir de las 18:00 y las 06:00 del día siguiente. Se trata de un sistema “con libro” pero sin pies ni cabeza, que me parece que es la expresión que más se ajusta a este tipo de planteamientos. Ya sé que en nuestro entorno resulta muy interesante animar a la gente a comer más alimentos de origen vegetal, pero así hacerlo no ha de implicar postular chorradas como esta del horario. Además, este plan aparenta dar por sentado que una dieta vegana es “per se” saludable… cuando lo cierto es que no tiene por qué ser así; de hecho hay veganos 100% que pueden llevar una dieta muy desequilibrada. Además, crear franjas horarias con este tipo de absurdos planteamientos abre de par en par las puertas al descontrol, a partir de las 18:00. Es por tanto un sistema sobre el que planea el peligroso y tontusco concepto de la compensación.

3º Puesto

La BDA otorga la medalla de bronce para la denominada “dieta sin azúcar”. A ver, supongo que se trata de llevar al extremo una sana recomendación, la de reducir nuestro actual consumo per cápita de azúcar. Tomamos mucho, demasiado y al parecer esta dieta propone pasar de la gran remojada a la gran secada eliminándolos en su totalidad, incluidos los presentes de forma “natural” en los alimentos (como es el caso de las frutas más en concreto) e incluso eliminar muy a menudo todos los alimentos que contengan alguna clase de hidratos de carbono. Tanto la BDA como yo mismo aconsejamos una reducción de los azúcares presentes en la dieta, en especial aquellos que provienen de alimentos procesados (refrescos, pastelería, galletería, dulces…) pero eso es una cosa, y la total eliminación es otra. Eliminar por completo los azúcares de la dieta implicaría además prescindir de verduras, frutas, productos lácteos, frutos secos. Además, en lo que resulta el colmo de las contradicciones, en no pocas ocasiones esta “dieta sin azúcar” sugiere sustituir el azúcar de adición por otros productos que no siendo en realidad azúcar como tal, lo contienen como ingrediente mayoritario, me refiero al agave, la miel, etcétera (para saber cuanto en la miel es azúcar pura y dura, puedes consultar esta entrada).

2º Puesto

La medalla de plata se la lleva una vieja conocida: la paleo dieta. Un planteamiento dietético que tiene casi tantas variantes y versiones como seguidores en el mundo. Por eso, dar una definición sobre qué es la paleo dieta es sumamente complicado ya que no se ponen de acuerdo ni entre sus defensores (es casi tan difícil como dar una definición de dieta mediterránea). Unos excluyen unos alimentos, otros los incorporan, otros los usan solo en determinadas circunstancias… Sé que me arrepentiré, pero para quienes no sepan de qué va esto de la paleo dieta, digamos que es una propuesta dietética inspirada en lo que podría haber comido el hombre prehistórico. Así pues, tanto la exclusión de grupos enteros de alimentos como algunas formas de prepararlos están a la orden del día y, desde mi punto de vista no tiene demasiado sentido. Conste que parte de una buena y muy deseable premisa: no consumir alimentos procesados. Pero el problema viene cuando, por ejemplo, hay quien plantea que un tomate o una patata entran dentro de “ lo procesado”… así, la cosa empieza a complicarse y no poco. Lo cierto es que además suelen tender a ser especialmente ricas en proteínas y se podría correr el riesgo de ser deficitarias en algunos nutrientes, incluido la fibra. Sin embargo, tampoco estoy de acuerdo con el balance que hace la BDA al advertir que su seguimiento es una garantía para sufrir deficiencias (y menos utilizando el tema de la exclusión de leche de la dieta y la deficiencia en calcio). Estoy convencido que un servidor podría llegar a compartir alguna de las miles de variantes que tiene lo que se ha dado en llamar paleo dieta. Ahora bien, así en principio, también es cierto que las dietas que empiezan con grupos de alimentos “a excluir” no son de mi especial devoción.

Y por último, en el primer puesto… la tontería de las tonterías, la reina de las simplezas dietéticas…

1º Puesto

La orinoterapia. No sé que más decirte… la orinoterapia es eso… beber tu propia orina con fines terapéuticos. El tema no es para nada novedoso; como buena parte de los disparates dietéticos sus seguidores apelan a un origen ancestral, las culturas orientales y demás. Sin ir más lejos, en España ya tuvimos hace años un sonado defensor de esta dorada tontería de la mano de Txumari Alfaro (conocido por conducir dar su opinión y la cara en un programa de éxito en los años 90, “La botica de la abuela”). Sí, el tema es como para ir a mear y no echar gota, pero es lo que hay, y por tanto, así están las cosas.

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Imágenes: holohololand freedigitalphotos.net

Nutrición y trastornos del espectro autista (capítulo 2): muchas dudas y pocas certezas

Dudas y respuestas

El pasado viernes, en el capítulo 1 de esta mini saga, se abordaron las posibles (y poco claras hasta la fecha) causas de los trastornos del espectro autista (TEA) durante el embarazo y su relación con la situación nutricional de la madre. Así, y como lo prometido es deuda, hoy toca conocer qué se sabe de cierto al respecto de los posibles tratamientos de niños diagnosticados de TEA cuando esos tratamientos están vinculados con la alimentación, o más en concreto con algunos nutrientes determinados. Ya te adelanto que de lo que se sabe de verdad, “a ciencia cierta”, hay poco.

Introducción general sobre el tratamiento de los TEA

Tal y como te conté, como no hay un único TEA, tampoco hay un único tratamiento para las personas diagnosticadas con algún tipo de estos trastornos. Además, como hasta el momento los TEA no tienen cura y en una buena parte de los casos se desconocen las verdaderas causas, no existe ése fármaco o sustancia que lo “cure” y que a muchos nos gustaría que existiese. Así, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) norteamericano reconoce que:

No hay un tratamiento único e ideal […]. Sin embargo, es muy importante enseñarle al niño las destrezas específicas en un contexto bien planeado y estructurado. Algunos niños reaccionan bien a un tipo de tratamiento mientras que otros tienen una reacción negativa o no reaccionan para nada al mismo tratamiento. Antes de escoger el programa de tratamiento, es importante hablar con los proveedores de atención médica del niño para comprender los posibles riesgos y beneficios.

También es importante recordar que los niños con TEA se pueden enfermar o lesionar de la misma manera que los otros niños que no tienen estos trastornos. Los chequeos médicos y dentales de rutina deben ser parte del plan de tratamiento. A menudo es difícil saber si la conducta de un niño está relacionada con una TEA o si es producto de una afección independiente. Por ejemplo, los cabezazos contra un muro pueden ser un síntoma de TEA o un signo de que al niño le duele la cabeza […]. Vigilar un desarrollo saludable significa no solo prestar atención a los síntomas relacionados con los TEA, sino también estar pendiente de la salud física y mental del niño.

Así, con este necesario preámbulo, el CDC clasifica las distintas propuestas de tratamiento actuales de TEA en cuatro grupos: terapias conductuales y de comunicación; tratamientos nutricionales; tratamientos farmacológicos y; medicina complementaria y alternativa

Como verás, aunque los tratamientos nutricionales están claramente diferenciados de aquellos pertenecientes a la medicina complementaria y alternativa, el CDC reconoce que sobre los primeros (y qué decir sobre los segundos) existen muchas propuestas (nutricionales) que no cuentan con la base científica necesaria para hacer una recomendación general. Un tratamiento no comprobado puede ayudar a un niño, pero no a otro.

De esta forma, en el abordaje de los TEA la mayor parte de los tratamientos generales incluyen algún tipo de consideración en relación a la alimentación. De forma general, estos cambios suelen incluir la eliminación de ciertos alimentos y la frecuente utilización de suplementos vitamínicos o minerales. Los tratamientos nutricionales se basan en la idea de que las alergias a los alimentos o la falta de vitaminas o minerales causan síntomas de TEA. Sin embargo, y a pesar de que algunos padres creen que los cambios en la alimentación provocan cambios en la manera en que el niño siente o actúa, lo cierto es que no hay un consenso científico a este respecto tal y como se verá a continuación. En cualquier caso antes de cambiar en algún sentido la alimentación de su niño con TEA es imprescindible hablar antes con su médico y con un nutricionista para asegurarse de que el niño recibe unos aportes nutricionales adecuados.

TEA y tratamiento nutricional: lo que se sabe y nada es casi lo mismo

Que más nos gustaría a nosotros que las cosas fuesen tan “sencillas”, pero va ser que no. A pesar de que no pocas personas se han subido al carro de tratamientos alternativos (entiéndase en este caso, sin pies ni cabeza) de la mano del Dr. Aprovechategui (= aprovechemos el filón de gente desesperada) y de que existen infinidad de planteamientos nutricionales que proponen tratar en mayor o menor medida los síntomas de los TEA, lo cierto es que no hay nada, de nada, claro. Ni los que proponen la restricción de ciertos elementos nutricionales (el más típico y recurrente en la actualidad el famoso gluten que sale hasta en la sopa), ni tampoco los suplementadores o enriquecedores, en el que los ácidos grasos del tipo omega tres, el ácido fólico y los famosos probióticos se llevan la palma. Da igual, aunque nos haría mucha ilusión que las cosas fuesen tan sencillas, la realidad nos dice que  no lo son. Puede que en determinadas casos concretos se experimente algún tipo de mejoría, pero ni parece que se pueda hacer una generalización, ni tampoco (y esto es lo peor) se está en condiciones de describir unas circunstancias concretas en las cuales un determinado tratamiento nutricional esté indicado.

En este sentido merece muy mucho la pena tomar nota de lo que el Instituto de Salud Carlos III (en su Instituto de Investigación de enfermedades raras) sostiene sobre el uso de protocolos dietéticos para el tratamiento del autismo:

La controversia se fundamenta en los testimonios de las familias que usan estas dietas con sus hijos, así como la propia labor de difusión de los propios autores de este tratamiento.

En el lado contrario, están los profesionales que buscan evidencias médicas sobre el tratamiento con estas dietas y o no las encuentran, o lo que encuentran son solo evidencias muy parciales, nunca refrendadas por sistemas de evaluación considerados como patrones para la aplicación de tratamientos médicos de cualquier tipo en las personas. Estos métodos están específicamente diseñados para garantizar la eficacia, la seguridad y la calidad del tratamiento que se quiere aplicar y el uso de las dietas no debe ser nada que se salga de esta norma. Cambiar unos alimentos por otros de otro tipo pero de igual contenido calórico y composición de compuestos básicos, no implica problema alguno. Los alimentos naturales pueden contener compuestos que pueden, sin lugar a dudas, producir alteraciones en el organismo de ciertas personas susceptibles, pero los alimentos fabricados con fines concretos (libres de una substancia específica, etc) deben ser evaluados cuando se pretende utilizarlos de manera sistemática y como alternativa terapéutica para una patología. Para ello se deben probar usando criterios de manera que se puedan comparar sus efectos con otras personas que no están sometidos a esa intervención dietética, es decir, casos con el mismo diagnóstico, ajustados por la distribución de otras variables importantes como edad, sexo, tiempo de evolución, severidad, etc. Se debe hacer un seguimiento por igual a los dos grupos y con el tiempo suficiente para ver si la intervención a estudiar (la dieta en este caso) produce efectos sostenibles a largo plazo y también se deben evaluar sin que el médico que hace el estudio sepa que tratamiento está haciendo cada niño. Trabajar con ambos grupos de casos de manera ciega, es decir, que los investigadores que evalúan el beneficio del tratamiento y recogen también los inconvenientes, no conocen el grupo al que están asignados los casos (con tratamiento dietético o sin tratamiento con estas dietas).

Así, en el mismo documento enlazado (es muy recomendable que le eches un vistazo para entrar más detalle) se hacen una serie de reflexiones y recomendaciones al respecto del planteamiento de cualquier tratamiento nutricional enfocado a los TEA:

Hoy en día está ampliamente aceptado que los TEA son trastornos neurobiológicos cuyo origen puede estar ocasionado en periodos prenatales, sin que se puedan descartar factores preconcepcionales. Por lo tanto, no parece que factores externos, como puede ser la dieta, a los que todos nos exponemos durante los primeros años de vida, puedan ser los causantes de estos trastornos, al menos como factores etiológicas o causales.

Tampoco parece que si no son las causas últimas, puedan ser alternativas terapéuticas que curen el autismo, dado que ni parecen incidir en un supuesto factor causal, ni tampoco está clara la relación entre el potencial efecto beneficioso y el factor neurobiológico responsable de los TEA.

Es obvio que en medicina se han usado tratamientos que claramente eran beneficiosos pero cuya relación con el factor causal o los mecanismos de producción de la enfermedad no se conocieron hasta pasados muchos años del inicio de su utilización. No obstante, existen reglas aplicables a cualquier tratamiento que se propugne como beneficioso para una entidad clínica, que deberían respetarse, sobre todo si tras la decisión de adoptar o no una terapia dietética pueden existir daños asociados no controlables que pueden afectar tanto al niño tratado (bajo contenido en compuestos necesarios para la vida) como a la familia (carga socioeconómica).

En la actualidad, no existen datos de ensayos clínicos con estas dietas que hayan demostrado beneficio, por lo que es necesario conocer que el escepticismo de los científicos es razonable porque no es permisible creer en beneficios derivados de testimonios personales, por muy valiosos que estos sean, sino se siguen de una comprobación y demostración de la eficacia de una manera más específica y contrastada. Esta es la manera habitual en la que se debe trabajar para garantizar la seguridad de las personas y es por lo que el método científico ha sido desarrollado. No podemos, por tanto, admitir otros criterios para aplicar tratamientos a las personas con TEA, por mucho que la falta de disponibilidad de terapias curativas sea un factor que nos presione para una búsqueda más activa de tratamientos para estas personas.

Lo cierto es que en este post me había planteado hacer una revisión personal de lo que se sabe al respecto de elementos dietéticos concretos (como la presencia o no del gluten, el peso de los probióticos, de los omega tres o del ácido fólico) pero después de echar un vistazo a tan claras palabras por parte del Instituto de Salud Carlos III considero que no merece la pena enfangar el mensaje: No hay un tratamiento dietético claro en los casos de TEA, y quien lo plantee miente como un bellaco si, en especial, ofrece algún tipo de garantía al respecto de la mejoría.

Lo dicho, en mi opinión, como cada caso de TEA es un mundo diferente, te sugiero que si estás interesado consultes tanto con un médico como con un dietista-nutricionista sensatos.

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Imágenes:  Stuart Miles freedigitalphotos.net

Tomar alcohol ayuda a calentarse en ambientes fríos: el mito y los San Bernardo

Frío y alcoholCon el frío puertas afuera y el alcohol fluyendo a raudales puertas adentro no es infrecuente que en estas fechas y en ciertos corrillos se vuelva a poner en alza la duda de que si la ingesta de bebidas alcohólicas, en especial las de alta graduación, puede servir de algún modo para ayudar a soportar el rigor de las temperaturas. Sobre el papel, hay que reconocerlo, pinta más o menos bien, las bebidas alcohólicas “queman” en el momento de su ingesta y, además “arden” si se les aplica una llama, más fácil cuanto más alta sea su graduación. Suena muy bien sí, pero… es más falso que un fuera de juego de futbolín.

Por si esto fuera poco, también contamos en nuestro tergiversado acervo cultural con la imagen de unos perros, los San Bernardo, que estando especialmente adaptados para el rescate en alta montaña, portan un barrilito de algún aguardiente resucitador (brandy, whisky…) que se supone ayudan a aquellos que se han perdido en tan gélidos parajes. Sí, lo tenemos grabado a fuego en nuestra memoria asociativa, pero… es tan falso como que la Heidi de Johanna Spyri haya corrido descalza (o con sus suizos zuecos) alguna vez por las praderas alpinas.

Ambos conceptos son falsos, tanto el de que el las bebidas alcohólicas ayuden a mantener el cuerpo caliente como el que los San Bernardo lleven (o hayan llevado jamás) en la práctica el consabido barril. Vamos a verlos.

Beber alcohol acelera la hipotermia

Entre los efectos fisiológicos asociados de forma indefectible con la ingesta de bebidas alcohólicas figura la vasodilatación. Este proceso tiene lugar gracias a la capacidad de los vasos sanguíneos (tanto arterias como venas) de dilatarse frente a determinados estímulos y situaciones ambientales. La vasodilatación implica que los capilares sanguíneos correspondientes a la circulación periférica (la más externa y cercana a la piel) se dilaten y se aproximen hacia el exterior. De esta forma aumenta la cantidad de sangre que corre inmediatamente bajo la piel y, si el entorno es frío, la perdida de calor (que no la ganancia) es impepinable. Supongo que habrás reparado alguna vez en los típicos coloricos característicos de quienes han empinado el codo… pues eso es un claro signo de la vasodilatación: los coloricos de quien ha bebido se deben a que la sangre se hace “visible” al dilatarse los capilares de las mejillas. Ese efecto, aunque no sea tan patente como en los mofletes, sucede en todo el cuerpo. Tal y como es previsible si esto sucede y si el entorno es frío, el resultado consiste en una mayor pérdida de calor corporal, al menos más rápida que si no se hubiera producido esa vasodilatación fruto de haber tomado bebidas alcohólicas.

Pero espera, espera… [podrá pensar alguno], nadie me puede decir a mí lo que yo siento y, después de haber bebido, siento más calor y soporto mejor las temperaturas bajas.

Es cierto, y tendría toda la razón. Eso pasa, pero tiene su explicación; en concreto, dos explicaciones:

CapilaresEn primer lugar ese mayor flujo de sangre cerca de la superficie corporal ayuda a que esa sangre se sitúe más cerca de nuestros termoreceptores de la piel y de ahí que nuestra sensación sea de aumento de la temperatura. Todo un peligro ya que el resultado general de esa situación implica una más o menos rápida disminución de la temperatura interna del cuerpo, a pesar de que el sujeto no es consciente ya que su piel se mantiene caliente. Es peligroso ya que en esta situación disminuyen las naturales defensas del cuerpo frente a las temperaturas frías (que consisten de forma típica en la vasoconstricción para reducir el flujo sanguíneo hacia la piel y mantener mejor así la temperatura interna).

En segundo lugar, el cuadro se agrava si tenemos en cuenta que el alcohol es en cierta medida un anestésico… es decir, la verdadera sensación de frío va a tardar más en ser realmente percibida… y más cuanto más “anestesiado” esté el individuo.

La poco fiel imagen del barril de los perros San Bernardo

Perro san bernardo con barril

Tal y como explicó en su día mi buen compañero y vecino Alfred López (@yelqtls) en esta entrada, la imagen que tenemos de esta raza de perros (en verdad pastores alpinos) se debe a la ocurrencia de un artista de cierto renombre en su época quien con más intención colorista que otra cosa le plantó uno de estos barriles a uno de los perros que retrató en una de sus obras allá por el siglo XIX. En dicha obra se representaba una imagen de rescate perruno y a pesar de que nunca han llevado el consabido barril… desde entonces hasta nuestros días.

La historia de estos perros de rescate, se encuentra indisolublemente ligada a los monjes que fundaron y “regentan” el hospicio de Grand Saint Bernard (sito en el paso del mismo nombre en los Alpes suizos). Y de ahí el nombre que le dieron a aquellos mastines que en su día les ayudaban a rescatar viajeros perdidos o accidentados. Con aquel cuadro como punto de partida, pronto se hizo popular la imagen de estos perros con el consabido barrilito de la mano de los dibujos de animación, novelas populares, etcétera. Sin embargo, los monjes del hospicio Grand St. Bernard aseguran que sus perros ni lo llevan ni lo han llevado nunca… más que nada por el efecto contraproducente que tendría entre aquellas personas que fueran a rescatar.

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Nota: Gracias a Fernando Frías (@FerFrias) por sus aportaciones alpinas

Imágenes: Simon Howden vía freedigitalphotos.net; y Daniel Steger vía Wikimedia Commons

Cosas que has de saber antes de tomar un suplemento para adelgazar

PastillacasSí, sé que la fecha es propicia. Con las festividades navideñas encima y los buenos propósitos a la vuelta de la esquina es muy probable que no poca gente ande planificando esa ansiada pérdida de peso, con sus estrategias y planes estupendos, sus dietéticos menús… como probable es que muchos también estén tentados de usar una “ayudita” en forma de suplemento. Pero, ¿realmente ayudan los suplementos alimenticios, per se, a adelgazar? La respuesta, ya me conoces, es que depende.

Supongo que es fácil creer que el funcionamiento o no dependerá del que escojas… que si de alcachofa, que si de pimiento (sí, ya lo sé, capsicum queda más enrollado y da mejor el pego), que si de judía (venga va… faseolamina mola más), que si de café verde (si ponemos ácido clorogénico suena más serio, pero solo suena), que si de mango africano, que si de Garcinia cambogia, que si… etcétera. Pero no. Va a ser que no, ya que la “ayudita” extra no depende de la naturaleza o “principio activo” ¿Sabes porqué? Porque ninguno ha demostrado funcionar como tú esperas que funcione. Por algo se llaman productos milagro, porque necesitan de creyentes.

Entonces, habrá quien piense que dicho funcionamiento dependerá del fabricante que los produce (laboratorio para los técnicos en marketing): que si con no-sé-cuantos controles de calidad, que si obtenidos solo a partir de cultivos orgánicos o de agricultura ecológica, que si producido en Alemania o en Japón, que si más o menos “natural”… y demás para bienes. Ya siento desilusionarte, pero va a ser que tampoco, la “ayudita” en cuestión tampoco va a depender de la supuesta excelencia en su fabricación, ya que, como te he dicho en el párrafo anterior, ninguno funciona aunque el procedimiento de su elaboración cuente con las máximas garantías. Y, no, tampoco depende del precio. Como ninguno funciona, más barato o más caro tampoco es la clave. Consejo: si aun y todo decides usar alguno, mi recomendación es que sea el más barato. El efecto, creeme, será el mismo (ninguno), pero al menos habrás perdido menos dinero.

Entonces, ¿de qué depende?

Pues básicamente, agárrate a la silla, de que estén adulterados intencionadamente con ingredientes farmacéuticos no declarados que, ¡oh casualidad! esos ingredientes sí que tienen una evidencia detrás más o menos contrastada como coadyuvantes de la pérdida de peso. Seguro que más de uno se hará las consabidas preguntas obvias:

¿Por qué los ponen? Supongo que porque como algunos productores de suplementos saben que sus productos no hacen nada en referencia a la utilidad de su comercialización, el adelgazamiento, pues les ponen sustancias que “sí que hacen”. Así el cliente seguro que queda “satisfecho” y además, le dan un repasito a la competencia.

¿Por qué no los declaran? Porque están prohibidos. Se suele tratar de sustancias con actividad farmacológica que se usan (o no) en algunos medicamentos. Como la categoría de producto de la que estamos hablando es la de los “suplementos o complementos alimenticios” estas sustancias están prohibidas en tales productos. Para más inri, algunas de estas sustancias además tienen prohibido su uso incluso como medicamentos.

Sorpresa (2)

Entonces ¿los fármacos auténticos que contienen esas sustancias prohibidas en algunos suplementos, podrían ofrecer esa “ayudita” extra? Vuelta a la misma respuesta de antes: depende. A día de hoy se conocen decenas de compuestos que bien a través de un mecanismo fisiológico u otro pueden ayudar a perder peso, y ese efecto es algo bueno y deseable… pero al mismo tiempo también suelen tener otros efectos que son malos e indeseables. Lo malo es que esos efectos secundarios negativos suelen resultar inaceptables y, en la actualidad y por estas razones solo hay un principio activo legalmente aceptado en España para el tratamiento de la obesidad, y es el orlistat. Que además, para lo que nos interesa, lo del adelgazar, tampoco es especialmente efectivo.

Curiosamente el orlistat no es el principio activo con el que se suelen adulterar los suplementos alimenticios adelgazantes. Para ello se suelen utilizar drogas mucho más peligrosas que normalmente interfieren en el sistema nervioso.

Te cuento todo esto, porque hace unos pocos meses y de nuevo, la Food and Drug Administration norteamericana volvió a poner de relieve la presencia en el mercado de suplementos adelgazantes adulterados con sibutramina (un principio activo que estuvo legalmente incluido en algunos fármacos contra la obesidad y que hoy está retirado) y con sustancias con un negro historial como la dimetilamilamina. Quizá ahora muchos se pregunten, entonces…

¿Puede estar pasando esto en España con nuestros suplementos adelgazantes? Con sinceridad, no lo sé. Lo más “gracioso” del asunto es que como los controles que se les hacen a estos productos por parte de la administración, no son ni la mitad de la mitad de exigentes que a los fármacos, nadie podría asegurarlo. Y conste que anteriormente en España ya ha habido casos similares.

Así pues, creo que la conclusión es bastante clara. Ningún suplemento dietético ha demostrado funcionar como se espera que funcione; al mismo tiempo los controles a los que están sometidos son escasos; y además hay una cierta probabilidad de que estén adulterados con peligrosas sustancias (sobre todo si no se sabe que están ahí pudiendo interaccionar con verdaderos fármacos).

De veras que no sé dónde puede estar el beneficio de arriesgarse a tomar ningún suplemento adelgazante, y mucho menos comprarlo.

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Imagen: Toa55 y stockimages vía freedigitalphotos.net

Mayonesa, regla y las (esquivas) menotoxinas

Dolor de regla

Desconozco hasta que punto estarás al corriente de este mito, hay mucha gente que sabe de él, pero al mismo tiempo hay mucha otra a la que le resulta desconocido. En estos últimos casos, la sorpresa al conocerlo (por lo extravagante de su mismo enunciado) avanza la idea de su escasa verosimilitud. El mito alude a que las mujeres en edad fértil, cuando están menstruando (con la regla, periodo, etcétera) han de abstenerse de tratar de elaborar una mayonesa ya que esta se cortará, es decir, no emulsionará como debe y, por tanto, hará inútil su intención de comer ese día, por ejemplo, ensaladilla rusa.

Cuando el otro día salió este tema de rebote en una conversación de twitter contrasté que había personas “con carrera” que no habían oído en su vida de la cuestión y me llamó la atención. Es más, se especuló con que el mito tuviera una localización geográfica determinada y no estuviera generalmente extendido. Sin embargo, curioso que es uno, me dio por investigar la cuestión y llegué a hacer asombrosos descubrimientos, o cuando menos curiosos, a colación de esta simpleza que tiene mucha más enjundia que la que uno pudiera sospechar así a botepronto.

Origen y extensión del mito

Ingredientes_mayonesaUna cosa que nos tiene que quedar clara es que según diversas fuentes consultadas el mito de que las mujeres no puedan hacer mayonesa mientras están con el periodo abarca diferentes culturas y localizaciones. No está por tanto circunscrito a determinadas regiones españolas, ni tan siquiera se trata de una tipical-spanish-chorrada ya que su difusión trasciende a nuestras fronteras y es de dominio popular en muchos otros países: se conoce en el Reino Unido, los países del norte de Europa, Estados Unidos, países del norte de África y de Oriente Medio etcétera. En concreto, la obra The Curse: A Cultural History of Menstruation (La Maldición -«la regla» también en su acepción más coloquial-: Historia Cultural de la Menstruación) alude a que el origen del mito de la mayonesa se encuentra en Francia (supongo, aunque no comparto, porque los autores de la obra hacen descansar el origen de esta sublime salsa en suelo francés) destacando que en aquel país se desaconsejaba a las mujeres con la regla que hicieran mayonesa ya que sería una labor por completo infructuosa. Además, dentro de las absurdas prohibiciones en toda regla y en lo que concierne a los alimentos, las mujeres en esta condición también estaban advertidas de no manejar sidra o cerveza ya que estas terminarían en una defectuosa fermentación, agriándose; y tampoco debían encargarse de elaborar salmueras o salazones ya que sus acciones serían en balde, ni amasar pan ya que no “subiría”. Al mismo tiempo tampoco podían realizar labores de jardinería u horticultura ya que, se suponía, las plantas que estas mujeres tocaran en tal circunstancia morirían o no crecerían.

¿Ciencia detrás del mito?

Lo cierto es que sí ya que hubo quien pretendió dotar de una explicación científica a las negativas consecuencias de emprender estas labores domésticas (hacer mayonesa, sidra, salazones, trasplantar vegetales…) mientras se estaba con la regla. Primero demostrando la veracidad del hecho (que efectivamente no se podían hacer) y segundo aportando las pruebas materiales que respaldaban la teoría. Y además, no fueron unos cualquiera los que en principio se encargaron de ello (lo que siempre nos puede servir para poner el llamado criterio de autoridad en su sitio). Te cuento.

Corrían los alegres años 20 del pasado siglo cuando Béla Schick, un reputado médico que hizo importantes avances en el tratamiento de la escarlatina, tuberculosis, desnutrición infantil… abrió la metafórica caja de pandora de la “toxicidad de la menstruación” para dotarla de una explicación científica. Este hombre ha pasado a la posteridad por idear la denominada Prueba de Schick para determinar la susceptibilidad a la difteria, contribuyendo a su erradicación. A lo que íbamos… Schick “demostró” con ayuda de una de sus enfermeras, que si le entregaba un ramo de flores cuando ella estaba con el periodo, el ramo se marchitaba en mucho menor tiempo que cuando no lo tenía.

El segundo científico fue David Macht, otro renombrado médico de la época, que también realizó sus propios experimentos para demostrar la toxicidad menstrual de la mujeres y, más allá de hacerla descansar solo en la sangre, también postuló que la saliva, la orina, el sudor, la leche y las lágrimas de las mujeres con la regla eran capaces de inhibir el crecimiento vegetal. Lástima que apenas queden registros escritos de sus hallazgos y metodología (al menos yo no los he podido localizar).

La comunidad científica alentada (cuando no mosqueada) por los resultados de estas dos eminencias de la época trataron de reproducir los experimentos de estos dos médicos allá por 1934 y en condiciones controladas. Sin embargo, no fue posible. No obstante, la cosa no quedó aquí.

Cosas que se supone no pueden hacer las mujeres con la regla

Cosas que se supone no pueden hacer las mujeres con la regla

Los experimentos de Schick hicieron que este médico postulara la existencia de una sustancia o bacteria en la sangre menstrual causante de los resultados obtenidos. Schick llamó a este elemento o familia de elementos menotoxinas, y aunque las buscaron, las menotoxinas no aparecieron por ninguna parte… Hasta 1950 cuando dos investigadores George Van S. y Olive Watkins Smith afirmaron haber dado con ellas cuando observaron que la inyección de sangre menstrual en ratas inmaduras causaba su muerte en menos de un día. Bravo, habían descubierto, como más tarde reconocieron, el típico efecto de rechazo y que nada tenía que ver con las supuestas menotoxinas.

Otros nombres propios ligados a la existencia de las menotoxinas y al intento de dotar a la teoría de la menstruación tóxica de un agente causal, fueron sin duda alguna los de los antropólogos Ashley Montagu y Clellan S. Ford. Que si bien no son los padres del término (fue Schick), sí que se encargaron de dotarlo de una cierta popularidad.

Sea como fuere, esta cuestión que causó una cierta expectación en la primera mitad de siglo XX fue más o menos olvidada hasta que en la década de los 70 fue retomada por una médico británica, Helen Evans Reid. Esta formuló un llamamiento dirigido a la comunidad científica para tratar de aislar o descartar la existencia de estas sustancias. Aunque inicialmente hubo personal investigador que se sumó a su propuesta (tanto defensores como detractores de la existencia de las menotoxinas) el caso es que hasta la fecha de hoy no se ha realizado ningún estudio que con la suficiente calidad ponga las cosa en claro. La razón probablemente, no me extraña, es que este tema suscita poco interés entre los científicos e investigadores dada la escasa credibilidad de la teoría.

Y es que, digan lo que digan, a mí me parece que esta historia de las menotoxinas es un cuento ligado de forma especialmente intensa a prejuicios culturales y religiosos que se pierden en el albor de los tiempos. Y en lo que se refiere a la mayonesa, yo además también cuento con una cierta experiencia observadora.

Además de los enlaces citados en el texto, si quieres profundizar más en el tema te sugiero algunas lecturas:

Menstruation is just blood and tissue you ended up not using (Post Scientific American)

Studies on the phytotoxic index ii. Menstrual toxin («menotoxin») (Artículo 1934)

Allergy due to menotoxin of pregnancy ( Artículo 1936)

Blood Magic: The Anthropology of Menstruation (Libro 1988)

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Nota: Mi agradecimiento a Guillermo Peris (@waltzing_piglet ), Abraham Vergara (@LBPA) y Laura Morrón (@lauramorron) por, queriendo o no, saberme espolear. También a Piamonte () por sus aportaciones en la traaducción.

Imágenes: Jason Terk vía Wikimedia Commons; marin fredigitalphotos.net;