El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Archivo de la categoría ‘Libro’

Cocinar en el lavavajillas, libro sobre una idea original

cocinar-con-el-lavavajillasSí, ya lo sé, estás mirando la pantalla del ordenador con cara rara. A mí también me pasó cuando el otro día en Twitter @gloleab me puso al corriente de esta excentricidad originalidad. La filosofía es sencilla: aprovechar el calor que se genera en el lavado para, dentro de recipientes herméticos, cocinar lo que en ellos introduzcas. El otro día salió en las noticias de TVE

Sé que así, a botepronto, parece una excentricidad (por ser suaves) pero si lo pensamos una segunda vez la cosa tiene su enjundia. Antes de que te aceleres, no se trata de poner el lavavajillas para cocinar, ni tampoco de cocinar todo en este electrodoméstico. No. Se trata de, si queda espacio en el lavavajillas y te encaja “preparar algo”, que sepas que se pueden aprovechar las condiciones de tiempo y temperatura que se van a generar en cada ciclo de lavado. Míralo si quieres como una idea feliz para ahorrar en tu factura de la luz.

El caso es que tanto la noticia en sí como esta entrada parten del reciente lanzamiento de un libro de recetas que se llama tal cual: Cocinar en el lavavajillas. En él se ponen de relieve todas las posibilidades y ventajas de este sistema. Las cuestiones higiénicas, antes de que pongas el grito en el cielo, también se han contemplado y así, sobre el papel, no hay mayor problema siempre que se recurra a envases convenientemente herméticos.

Para mí el mayor inconveniente radica en el planteamiento. No sé hasta que punto se puede lograr un cocinado suficiente en un tiempo aproximado de 2 horas a una temperatura de 65ºC (que es, por ejemplo, la temperatura máxima que alcanzan muchos de estos electrodomésticos). Supongo que el número de recetas, más allá de las incluidas en el libro será relativamente limitado. Otro problemilla es que hasta que se le coja el tranquillo a este sistema no se puede ver cómo avanza la cocción, es decir, si te pasas o si te quedas corto. Bueno, supongo que el quedarse corto no es mayor problema porque se podría seguir con la cocción una vez fuera del lavavajillas y al estilo tradicional.

Estoy pensando que igual hay que comprarse el libro en cuestión. Está escrito por Lisa Casali, blogera y cocinera, y en la actualidad lo presentan como un éxito de ventas en Italia, Francia y Alemania. Puedes ver su ficha técnica en este enlace y hojear algunas páginas en este otro. Yo desde luego le pienso echar un vistazo la próxima vez que me deje caer por una librería, aunque solo sea por curiosidad. Ya de paso también miraré en la sección de libros de cocina a ver si hay algo sobre lavadoras XD.

 

“Plomo en los bolsillos”, fascinante lectura sobre la épica del ciclismo

Plomo en los bolsillosEl libro se llama tal que así “Plomo en los bolsillos” y es altamente recomendable. Ya de entrada el subtítulo de la portada nos pone en antecedentes de forma breve pero también precisa sobre sus contenidos: “malandanzas, fanfarronadas, traiciones, alegrías, hazañas y sorpresas del Tour de Francia”. Publicado en 2005 (premio Marca de Literatura Deportiva) y reeditado en 2012 por la ed. Libros del K.O.,está firmado por el periodista Ander Izaguirre (@anderiza).

En resumidas cuentas se trata de un relato sorprendente desde la primera hasta la última línea sobre la historia del Tour de Francia, su nacimiento, sus héroes (y villanos), algunos curiosos entresijos y una buena parte de sus anécdotas más destacadas. No quiero destripar a nadie sus contenidos pero… ¿sabías que el nacimiento de esta titánica prueba en 1903 fue un reclamo creado para vender más periódicos? Para ello se diseñó una prueba deportiva que parecía más bien creada por algún sádico inquisidor medieval. Toma nota: 2.428 km divididos en ¡6 etapas! Los participantes de aquellas primeros tours de principio de siglo XX no podían llevar coches de apoyo que les suministrara víveres, sin entrenadores, sin posibilidad de cambiar de bicicleta… es decir circunstancias absolutamente increíbles que sumadas a la dureza de la prueba, incluso con etapas “eternas” de 28 horas que les obligaba a pedalear de noche y/o a dar la salida de algunas etapas a las 3 de la madrugada, hacen de este libro un compendio de historias sorprendentes.

Como no podía ser de otra forma el tema de la alimentación sale a colación en numerosas ocasiones. Desde el caso del Luxemburgués Faber que tomaba la salida con doce chuletas repartidas entre sus bolsillos, hasta el bilbaíno Vicente Blanco (apodado “el cojo”) que se “dopaba” con bacalao, pasando por los temibles caféraids, en los que el pelotón al completo, o al menos varios integrantes, entraban a saco en una posada, hostal o restaurante de carretera y arramplaban por las buenas con todo lo que tuvieran a su alcance. Luego el botín lo repartían entre el resto, en especial entre sus jefes de filas. Quizá te sorprenda saber que en aquel entonces el alcohol (las bebidas alcohólicas) era un elemento bastante consumido, antes, durante y después de las etapas.

Para que te hagas una idea del estilo de gente de la que se habla en el libro, de la que corría las grandes pruebas ciclistas de aquel entonces, quiero volver sobre el mencionado Vicente Blanco quien se trasladaba a tomar la salida de las pruebas en las que participaba en bici. ¿Que el Tour salía de París? Casi de víspera, o dos o tres días antes de la salida agarraba la bici y se iba pedaleando desde Bilbao hasta allí. Con un par, máxime teniendo en cuenta que, además, prácticamente le faltaban los dos pies.

El doping, otro de los elementos tristemente asociados a la alta competición, también está presente. Desde 1904, segunda edición del Tour, ya se empieza a hablar y comentar sobre la presencia de fármacos y sustancias sospechosas. Sin embargo, no fue hasta 1966 cuando se estableció un control antidoping y en 1967 cuando fallece, dándole a los pedales en el Mont Ventoux, el primer participante, Tom Simpson, a causa de una mezcla de calor, anfetaminas y posiblemente alcohol. Es francamente estremecedor leer este capítulo de la mano de Ander Izaguirre.

No quiero seguir, pero hay mucho más, entre otras cosas las etapas épicas, las batallas entre Coppi y Bartali; Anquetil y Poulidor; Merckx y Ocaña; las hazañas de Hinault, Induráin, etcétera. Es un libro que si aun no lo conoce mi vecino de blog Eduardo Casado (@educasado) sé que le entusiasmará. Así que te aseguro que ya seas un aficionado al deporte, un amante del ciclismo o alguien a quien le gusta descabezar una siesta desde el sofá viendo el Tour de Francia este libro no te dejará indiferente. Más aun, quizá como a mí, te deje con la boca abierta. Estupendamente contado, alejado de modas y bestsellers no te defraudará.

Ideal para el verano.

¿Puedo beber agua de mar, tiene algún beneficio? (Parte 2, la dieta del delfín)

DelfínA estas alturas del cuento ya no sé cómo llegué a ser consciente de la existencia de una propuesta dietética llamada “la dieta del delfín” y eso que, eso sí lo recuerdo bien, fue hace poco. Quizá fuese hablando con Julio Basulto a cerca de este maravilloso post a cerca de la infraestructura de la charlatenería nutricional.

Sea como fuere la cosa me picó bastante. No por el hecho de conocer “una más” entre los cientos de dietas con nombre más menos estrambótico o exótico, sino por el hecho de la grandísima fascinación que desde pequeño me ha causado el mundo del mar en general y más en concreto el de los mamíferos marinos. Por tanto este concepto reúne para mí dos elementos que coincidentes en su proposición no podía dejar escapar: dieta y delfines. De verdad que si no hubieran estado unidos estos dos términos creo que no le hubiera dadicado la menor atención, porque no se la merece.

Como en muchos otros casos similares, se trata de la formulación de unos postulados dietéticos más o menos adecuados (comer alimentos integrales, más vegetales, con moderación, mantenerse activo, etc.) es decir, nada que no se sepa; al tiempo que se adornan con excentricidades como el beber agua de mar. Son precisamente estas extravagancias a las que se les termina por atribuir la mayor parte de los beneficios del mencionado postulado dietético. Algo para nada nuevo y que ya hemos comentado hasta la saciedad en este blog y que se resume, una vez más con la frase: “Las dietas de moda tienen cosas buenas y originales, pero las buenas no son originales y las originales no son buenas

Lo primero que pensé fue, ya está: esto tiene que consistir, casi por definición en mazarse a comer atunes y/o sonreír de forma bobalicona. Pero no, una somera búsqueda por internet de en qué podía consistir el tema me llevó a este vídeo del programa Espejo Público de Antena 3 en el que se entrevista (eufemismo de “discute acaloradamente”) a Ángel Gracia autor de “la Dieta del Delfín” quien promueve los beneficios de beber agua de mar (directamente y/o rebajada), entre otras cosas. Hecho que motivo el post de ayer acerca del hecho de beber agua de mar y esta, su segunda parte. Puedes ver el vídeo a continuación.

Lo segundo fue ponerme a buscar por la red a ver si en algún lado se podía encontrar el libro en cuestión, a poder ser en pdf… y he de decir que no me resultó nada de difícil encontrarlo (sin transacción que medie, se entiende).

Mi resumen del libro “la dieta del delfín”

Aburrido hasta decir basta. A pesar de contar con 302 páginas, una vez leídas al principio las bases de esta supuesta dieta, el libro consiste en una machacona repetición hasta el hastío de aquellos conceptos por los que el autor hace descansar en el consumo de agua de mar tanto beneficio. Al principio es divertido y hasta resulta curioso jugar a adivinar cuál será la siguiente excentricidad formulada sin el menor atisbo de la evidencia científica o contradiciendo directamente a la misma.

Además está la sempiterna demonización del conocimiento científico ortodoxo al que no solo le atribuye la incompetencia en no lograr curar prácticamente nada sino al que también culpa de la mayor parte de nuestras enfermedades. Ojo al dato de esta frase:

La panacea del agua de mar basa su poder curativo y preventivo en tres ejes que actúan equilibradamente gracias a la información que les suministra la sabiduría innata del ADN marino. El mismo ADN que dió origen a la primera célula, sana y sin mutaciones. Mutaciones que son la excusa para justificar la ignorancia de los sanitaristas cuando fracasan sus diagnósticos y tratamientos. Por ejemplo, cuando fracasa la vacuna contra la gripe que proponen para “todos los niños y ancianos” al final de cada verano.

No podía faltar, como es costumbre en los textos de este estilo, la separación de los alimentos en alcalinos y ácidos, la necesidad de mantener un medio interno alcalino, ya que de otra forma sobrevendrán todo tipo de enfermedades (en especial, claro, el cáncer) y por supuesto la eterna criminalización del consumo de lácteos (algo que no deja de ser curioso cuando, luego, en un menú propuesto incluye sin rubor al yogur). Por ejemplo:

Porque “todas las enfermedades son ácidas” y son tan ácidas que no hay nada tan ácido como un cadáver, un muerto. Acidez mortal progresivamente patológica” que dispara la corrosiva y traicionera oleada de microbios que desintegran y vuelven cenizas al organismo que los albergó –pleomorfismo Bechamp.

Hala, ahí queda eso.

Impensable sería pensar que se dejara de citar y defender los trabajos en el terreno de la nutrición de personas tan ilustres a día de hoy como el celebérrimo Premio Nobel Linus Pauling y su defensa de la nutrición ortomolecular:

Pauling descubrió la nutrición celular creando la Medicina y la Psiquiatría Ortomoleculares. Todo un concepto holístico para conservar la salud

Nota: Si quieres saber un poco más sobre que pensamos algunos sobre la llamada nutrición ortomolecular, te sugiero que sigas este enlace

Paisaje marino

En realidad el padre de todo este rollo del tipo consuma agua de mar para sentirse mejor parte de un tal René Quinton quien al parecer en 1904 postuló las Leyes de la Constancia del medio interno:

Leyes de la Constancia del Medio Interno: Osmótica, Térmica, Marina y Lumínica –fluorescencia. Leyes que rigen la vida celular y orgánica de todos los vertebrados, incluidos los humanos, los mamíferos marinos, los peces, las aves y el resto de los animales vertebrados. Hace mas de 100 años Quinton comprobó científica e irrefutablemente que el Medio Interno de todos los vertebrados es agua de mar –70% del volumen humano– y dijo: “la célula es la expresión concreta de la idea abstracta de la vida”. ¿Por qué los científicos han olvidado a Quinton?

No pienso contestar la última pregunta ya que aunque a mi me parezca retórica, me asusta el pensar que se formule en serio o que merezca una respuesta.

En el vídeo anterior como habrás comprobado se encontraba entre los invitados un representante de los “Laboratorios Quinton” quienes al parecer, no rehúsan rechazar este tipo de prácticas, aunque es cierto que entre sus preparados a base de «suero marino» (esto lo digo yo) hay más cosas.  Más al contrario, invitan a consumir el agua de mar que, eso sí, ellos comercializan una vez extraída del mar en puntos muy concretos  y precisos (denominados «vortex»). Posteriormente el agua es tratada por medio de la microfiltración en frío (sin comentarios) y puesta a su venta en farmacias (sí, en farmacias). Ni que decir tiene que el autor del libro y el representante de estos laboratorios discrepan ya que según Ángel Gracia en este proceso se pierden gran parte de las propiedades del agua de mar.

En fin, que ya me he extendido más de lo que pensaba y de lo que por supuesto merece este tema (aun estoy dudando si merecía la pena publicarlo).

Tal  como me decían el otro día en twitter (@alimmenta) a estos del agua de mar y a esos otros que se “alimentan” del sol los metía yo en una habitación solos y… hala, como los inmortales.

Nota: «La dieta del delfín» Ángel Gracia. Ed. Oreal, 2011

————————————–

Imagen: Bill Longshaw, 9comeback vía freedigitalphotos

Porqué le dicen enzima si en verdad se trata de una tontería prodigiosa (y peligrosa)

Asombrado_Stuart MIlesLa verdad es que me he resistido hasta el último momento pero al final el tema de la “Enzima prodigiosa” y el tristemente famoso libro del médico japonés Hiromi Shinya me ha podido. Las razones principales por las que me resistía eran tres: 1ª que me parecía de una simpleza tan absurda que creía ridículo el tener que comentar nada; 2ª que no tenía el libro como tal y todo lo que había leído era de terceros y; 3ª que no me daba la gana de darle más pábulo al tema del que ya tenía (y mucho menos comprarme el libro)

Al final, pasando por encima de tercer razonamiento y habiéndome encontrado un ejemplar digital de la obra (investigando un poquito no es difícil de encontrar) me he decidido a hacer esta entrada. En gran  parte también por lo mucho que me están socarrando las orejas con el tema en cuestión, así que creo haciendo este post me ahorraré bastante saliva si termino por dirigir a mis interlocutores directamente al blog.

Lo que más me inquieta es que no son pocas las personas que teniendo una carrera universitaria (da igual en qué área de conocimiento, a fin de cuentas todas ellas habrán tenido que cursar para obtenerla la educación obligatoria) se lo han comprado, lo están leyendo y les parece “guay” (por decir algo). Empezando por Mercedes Milá. Parece mentira que con lo escrupulosa que es esta mujer para algunas cosas con sus programas de periodismo de investigación y el tema del intrusismo en el ámbito sanitario y demás, se le cruce el cable, y se ponga ahora a hablar maravillas sobre el tema. Eso o se ha caído del caballo porque si no, de verdad, que no lo entiendo.

Bueno, vamos allá, al meollo del asunto.

No hay meollo. Y aquí debería acabarse la entrada.

No hay tal enzima prodigiosa, el bueno de Hiromi (su autor) lo reconoce, solo se la imagina, sospecha de su existencia y le atribuye propiedades que a la luz de la medicina actual solo pueden ser consideradas de milagrosas. Cualquier niño en sus últimos cursos de primaria con los más elementales conocimientos de biología podría (debería) echar por tierra los argumentos de este libro. Lamentables en boca de un señor que ejerce la medicina. Por ejemplo:

Cuando pones cuidado en comer de forma adecuada y vivir un estilo de vida saludable que no desperdicie enzimas, la vida produce la energía que tu cuerpo necesita.

Bonita, preciosa e incluso holística frase entresacada del libro… ¿se las podrías explicar a un niño?

Empezando porque la famosa enzima no existe y que solo el autor es capaz de presumir su existencia, este ensayo es un despropósito detrás de otro. Por ejemplo, bien es sabido que no estoy muy a favor de la actual corriente hiperproteica-proteinada o como quieras llamarle y al parecer Hiromi Shinya tampoco, pero utiliza una serie de argumentos para demonizar el consumo de proteínas francamente lamentables y sin aportar, además, ni la más mínima prueba, estudio o artículo, diciendo cosas como:

Las toxinas de la carne alimentan las células cancerígenas

Lapidaria frase… digo, estoooo… una frase para lapidar. Y se queda tan ancho dando una explicación increíble (en su más estricto sentido) sobre el ADN, su oxidación y las infecciones en un claro ejemplo de cómo mezclar churras con merinas usando un lenguaje técnico. Supongo que utiliza esta estrategia por que suena “guay” y para que quien no sabe de biología no le entienda. Pero hay un grave problema en esta estrategia que es que quien si sabe, tampoco lo entiende (y no olvidemos que se trata de una obra de divulgación general)

Pero hay más, mucho más. Habla de procesos de pasteurización de la leche por encima de 100ºC (algo más que improbable en este proceso). Además, como no podía ser de otra forma en todos estos planteamientos más filosófico-ideológicos que científicos afines al rollo New Age y terapeutas alternativos, el tema de culpar a los lácteos de gran parte de todos nuestros males es un denominador común. Se dice tal que así en el libro en referencia a la leche habitualmente comercializada en nuestro entorno:

En cierto sentido, la leche es el peor tipo de alimento

De hecho, he oído que si un becerro es alimentado con leche que venden en tiendas, en lugar de con leche recién ordeñada, morirá en cuatro o cinco días.

Y lo afirma sin el menor rubor, y tampoco sin atisbo de prueba alguna. El libro está cuajado de expresiones de este tipo: He oído; según mi experiencia; he observado; escucha tu cuerpo…

Pero lo peor de todo a mi juicio, lo peor de lo peor es la estigmatización de los recursos sanitarios para curar las enfermedades, en especial el cáncer, cuando afirma que las medicinas enferman el cuerpo, la quimioterapia es cancerígena, etc.

Os prometo que de verdad soy incapaz de salir de mi asombro cuando analizo el éxito que este libro está teniendo. Más allá de ser una solemne tontería, lo peor es que es peligroso. En el momento que un determinado paciente pueda verse influido para dejar el tratamiento convencional con cientos de estudios a sus espaldas y pasarse a estas otras tonterías. Se trata por tanto de un libro potencialemente peligroso y dañino.

En cuanto al planteamiento dietético que hace, pues sucede lo de siempre, hay cosas que están bien y no son nada novedosas (incluye más vegetales, procura incluir más alimentos frescos y menos procesados, etc.) y cosas novedosas que no están nada bien. ¿Cuando caerán en la cuenta todos estos gurús de la nutrición y dietética que para dar buenos consejos no hace falta ni mentir ni recurrir a cuentos de hadas?

Meditación_Marin

Porque, ¿sabes que pasa? que cuando se hace de esta forma aumentan las probabilidades de tener una sociedad cada vez más estúpida, más creyente en unicornios rosas invisibles. Y sí, es cierto, siemrpe existirá gente que se reúna en noches de luna llena alrededor de una magnífica fogata para invocar a Gaia o a la enzima prodigiosa, madre cósmica de todas esas otras enzimas chiquitinas que habitan en cada ser vivo, eso es algo inevitable y si te digo la verdad me inquieta poco y hasta me parece algo folclórico. Pero lo que me parece todo un desacierto es que alguien utilizando su hábito de médico se ponga, ora a convencerte en virtud de sus conocimientos científicos abusando del criterio de autoridad, ora a invocar a una enzima que ni existe, ni es prodigiosa, ni nada de nada. Esa enzima es una solemne tontería y es peligrosa.

Antes de despedirme, te recomiendo que si quieres conocer otras opiniones en el mismo sentido sobre el libro de la enzima prodigiosa pinches en este enlace del blog de “comer o no comer” (@MitosComer) o en este otro de @centinel5051 (no debes perderte la entrevista que hay al final del post a Mercedes Milá… quizá así se entienda mejor porque esta mujer se pone a decir y a hacer este tipo de cosas)

Actualización 1: Solo la casualidad («serendipia» se dice en el universo más holístico de las conspiraciones) ha querido que el mismo día que se publicaba esta entrada se publicara otra con similar contenido en el blog de un buen amigo 2.0. Imprescindible el análisis que @jmmulet hace del bodrio prodigioso en esta su genial aportación.

Actualización 2: Aquí puedes encontrar es un reportaje aparecido el el periódico El Mundo en la sección «Ciencia» el día 7 de junio de 2013 de la mano de María Valerio en el que aparece un servidor mencionado. Una de las cosas que me gustaría resaltar con el fin de aportar una muestra más de la verosimilitud de la obra «La enzima prodigiosa» queda reflejado en esta parte del texto del artículo del periódico y que dice tal que así:

El japonés [en referencia a Hiromi Shinya, el autor], conocido por sus trabajos en el campo de la colonoscopia y la cirugía digestiva, figura en el prólogo como profesor de cirugía en el Colegio Albert Einstein de Nueva York (Estados Unidos. Sin embargo un portavoz de la institución ha negado a este periódico [El Mundo] que Shinya ejerza allí, pese a que la editorial sostiene que sí. Sobre la posibilidad de contactar con él, Aguilar [la editorial] admite que todo se hace a través de su agente. “Pero no responde. Hemos intentado varias veces contactar con él sin éxito” reconocen.

———————————————

Fotos: Stuart Miles, marin vía freedigitalphotos

«Nutrición-área 51»: A la caza de las calorías negativas

Libro calorías negativasUno de los más habituales mitos en la inmensa galaxia de la pérdida de peso es el concepto de “calorías negativas”, una entidad –energética- que lleva bastantes años planeando sobre nuestras cabezas y que de tiempo en tiempo sale a colación entre quienes creen haber encontrado la piedra filosofal del adelgazamiento.

A pesar de lo ridículo del planteamiento (conseguir adelgazar con alimentos que sean fuente de calorías negativas) lo más gracioso es que en el fondo del asunto hay una brizna de verdad. Lo que, sin embargo, como seguro te imaginas no hace que el planteamiento completo sea cierto.

¿Qué se supone que son las calorías negativas?

Este planteamiento sostiene que hay algunos alimentos que gracias a su particular composición requieren el aporte de más energía para masticarlos y digerirlos que la que finalmente terminan por aportar. Así, el balance energético entre las calorías gastadas en su procesamiento y las contenidas en el alimento resulta en forma de “calorías negativas”. Y de aquí su posible efecto a la hora de ayudar a perder grasa. En resumen, que se supone que se queman calorías al comer y que cuanto más comes, más peso pierdes.

La lista de alimentos capaces de obrar este prodigio es relativamente corta y no esperes encontrar entre ellos, el chuletón de Ávila, el cocido montañés, el chocolate o las torrijas. El estilo de alimento con estas características calorías negativas sería el típico del pepino, la berza, los rábanos, la lechuga… y el rey de todos ellos, el apio.

Si bien esta parte parece bastante cierta (hay algunos alimentos que aportan tan pocas calorías que en los procesos de masticación, digestión, absorción y excreción se gastan más) parece bastante difícil, por no decir imposible que alguien consiga mantener un adecuado estado de salud incluyendo una lista cerrada solo con estos alimentos. Además, ¿te vas a comer el apio o la lechuga sin aliñar, la col sin cocinar? Imagino que no. Lo digo por que hay que tener en cuenta que el balance sale tanto más negativo cuanto menos cocinado esté el alimento. La aplicación de las diversas técnicas culinarias, ablanda las estructuras vegetales, hace más disponible algunos nutrientes y, en resumen aumenta la digestibilidad, necesitando menos energía para procesarlos. Es decir, si aun no has desistido de probar esta estrategia dietética con calorías negativas, has de saber que habrás de comer todo crudo y sin aliñar (además recuerda que es el aceite el alimento con más calorías del mundo).

El efecto de las calorías negativas más allá de los alimentos

Pero aun hay más detrás del concepto de las calorías negativas. Si recuerdas esta entrada hay algunas personas que se empeñan en hacer un mal uso de la calculadora y que sin tener muy claro el concepto de “caloría” afirman que tomar bebidas muy frías (casi heladas, sin olvidar la posibilidad de chupar hielo), incluida la cerveza facilita un balance negativo de energía al tener que calentar nuestro cuerpo esas bebidas. Como ese calor no deja de ser una energía que nosotros “gastamos” al final el balance resultaría negativo o no tan positivo. Bueno, como ya comenté se trata de un mal uso de las unidades. Si alguien quisiera llegar a un balance cero (y digo cero, no negativo) entre las calorías que ingresa con los alimentos (supongamos 2.500 kcal) y el consumo de agua helada, debería tragar 67,5 litros al día; y si se quiere “compensar” un exceso calórico de tan solo 500 kcal habría que beber “solo” 13,5 litros.

Otros incluso afirman que en la cuestión de las calorías negativas también interviene lo que nos cuesta obtener el alimento, y por ejemplo, afirman que el esfuerzo de sacar la escasa carne de un cangrejo (rompiendo sus pinzas, urgando, etc.) con tan magro resultado es un elemento a tener en cuenta y que por tanto también los cangrejos (nécoras, centollos, cangrejos de río, bogavante, buey de mar, etc.) habrían de considerarse alimentos con calorías negativas. Claro, y siguiendo con esta argumentación, no habíamos caído antes, podríamos considerar que en vez de ir a la carnicería o a la pescadería o a la panadería a por sus alimentos característicos, podríamos salir al campo a cazar (con las manos, que requiere más esfuerzo) ir al mar a pescar (andando, si vives en Madrid sería un puntazo para sumar calorías negativas con ese pescado que consiguieras) o al campo a recolectar lo que podamos… respectivamente. Así sí que se sumarían un montón de calorías negativas y no con la tontería de los cangrejos.

En resumen, un concepto bonito teóricamente que ha dado para muchos debates e incluso para escribir libros con este tema. Pero la realidad nos dice que no es nada práctico. (Curiosidad: El concepto de producto o elemento “quema grasa” fue acuñado a principios de los años 90 precisamente en el libro que tienes enlazado y que es imagen de esta entrada)

La única parte positiva de este asunto es que los supuestos alimentos con calorías negativas tienen un perfil nutricional bastante saludable y que por tanto no está mal el animar a que la población incorpore más de este tipo de productos (fundamentalmente vegetales) en su alimentación. Pero (siempre hay un “pero” en la nutrición-área 51) no todo el monte es orégano ya que es preciso comentar el “efecto halo” que tienen este tipo de alimentos entre la población general, y que se comentará en una próxima edición de esta subsección.

Puedes consultar otro post de «Nutrición-área 51» en esta entrada.

——————————–

Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

——————————–

¡Todos a comer! Libro y música para papás con niños

Todos a comer.jpgCreo que a nadie descubro a estas alturas si digo que el comer con hijos es para nosotros una gratificante experiencia. Bueno, con nuestros hijos y casi, casi con cualquier niño que tenga una mentalidad relativamente abierta hacia el acto alimentario y salvando sus naturales limitaciones fruto de su corta edad e inexperiencia. Precisamente es esa inexperiencia la que lo suele hacer tan gratificante: conversaciones sobre el origen de los alimentos, sus cualidades, texturas, sabores, etc y las extemporáneas (o no tanto) conclusiones de los niños son esos elementos que tanto nos satisfacen.

El caso es que el otro día a Adriana, la mayor de nuestras hijas (8), le dio por pedirnos un libro que le gustaría tener. Se trata de ¡Todos a comer! que además viene con un CD de canciones. Su autora es la genial ilustradora zaragozana Eva Armisen y se trata de un libro al que Marc Parrot le pone letra y música a partir de 6 canciones.

La obra, eminentemente visual, recrea 6 estereotipos típicos de los niños y su actitud hacia la comida con unas ilustraciones cargadas de una cierta cualidad onírica y evocadora. Su texto, breve, consiste en la letra de las distintas canciones que se encuentran en el CD.

Todos sabemos que los estereotipos son eso, conceptos demasiado típicos que rara vez se pueden atribuir por completo a un determinado sujeto o realidad. El caso es que a partir de ellos: El explorador (por aquellos niños a los que les gusta probar), la lima (por los que comen sin mayores prejuicios independientemente de lo que haya), el tiquismiquis* (por lo “raritos” que son algunos), los rápidos (aquellos que parece que comen más que respiran), el gourmet (para los que son más “selectos” por naturaleza) y “Dulce” (por la irresistible pulsión de algunos por lo dulce)… se recortan algunos de los comportamientos más fácilmente identificables cuando se come rodeado de niños (ejem, o no tan niños). Al final, como digo, pocas veces un niño se comporta siempre dando cumplida cuenta de un estereotipo concreto, sino que con su genuina personalidad unas veces se inclina más hacia uno de los patrones y otras hacia otro. Depende de días, de comidas concretas, de alimentos determinados, etc. Algo así como el signo del zodiaco que define cierta personalidad y su “ascendente”  que la matiza (lo sé, lo sé, no hace falta que me eches la bronca por poner este ejemplo, ya me flagelo yo mismo XD)

En definitiva, una obra que en casa está dando mucho juego a la hora de comer, en el desayuno de fin de semana y demás. Nos lo pasamos pipa atribuyendo a los demás cualesquiera de estos estereotipos y también imitándonos, haciendo apuestas sobre quién comerá qué… para regocijo del resto.

Una entretenida obra para abrir mentes, reírnos de nosotros mismos, de los demás con respeto y para relativizar nuestro comportamiento alimentario. No te olvides:

¡Todos a comer! de Eva Armisen y Marc Parrot. Ed Lumen. Random House Mondadori. 2012

* Carolina, nuestra peque de 4 años no le sale decir «tiquismiquis» y dice «pitismiquis»… para su desesperación (XD)

«Se me hace bola», una guía indispensable para comer con tus hijos

se_me_hace_bola_julio_basultoHay libros que los esperas como esperas la llegada de un hijo, o al menos como esperas los hijos de los buenos amigos o los de un hermano. Muy en especial cuando son tan deseados, como es este caso y además has estado al corriente de toda la gestación que ha culminado con su alumbramiento . Se trata de «Se me hace bola» del dietista-nutricionista  Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) un manual, una guía más bien, en la que poder encontrar respuesta a muchos, no sé si todos, los paradigmas de la alimentación de los más pequeños, desde que nacen y hasta que se hacen como tú eres ahora.

Como digo, me hace una especial ilusión porque sé que a su autor también se la hace. Y eso que no se trata de su primera publicación, pero sí la primera que firma en solitario (ya era hora). Además, la temática abordada, lo sé porque me consta, es uno de los temas predilectos del autor que, aunque volcado en general en cuerpo y alma a la ciencia de la nutrición, pone desde que lo conozco un especial énfasis cuando estas cuestiones aluden a los más pequeños. Así que, de nuevo, ya era hora y, por tanto, enhorabuena.

El libro acoge muchas de las claves para que tú y tus hijos abordéis el natural momento de la alimentación con felicidad. ¿He dicho «natural»? Pues sí. Sabes bien que tengo mis reticencias con el uso de esta expresión ya que muchas veces se asocia con algunos estereotipos poco afortunados. Sin embargo, parte de esas claves que contiene el libro consisten en saber dejar hacer a nuestra naturaleza a la hora de proveernos alimentos y que ello redunde no solo en una mayor salud, sino también en una mayor satisfacción. Con menos presiones, disgustos, berrinches y sinsabores que, para ambas partes, niños y mayores, muchas veces supone el enfrentarse a un plato de comida, la que sea. Tú y tus hijos sabéis cuál es vuestro particular talón de Aquiles.

Con el permiso del autor te voy a transcribir algunas de las secciones que dentro de los distintos capítulos se encuentran en su índice y que dan buena muestra de lo que vas a poder encontrar en su interior:

  • Los dos mandamientos: no negar, no ofrecer
  • Amamantar no es de «hippies perroflautas» (ni de científicos)
  • La madre que no da el pecho es tan buena madre como las demás. La que lo da también
  • El mito: padres excesivamente prudentes
  • La realidad: padres (o sanitarios) excesivamente imprudentes
  • Apetito: errático e impredecible
  • Si no toma fruta, ¿le doy zumo?
  • ¿Y si no come nada de verdura?
  • ¿Crece porque come, o come porque está creciendo?
  • ¿Debo respetar el apetito de mi niño con obesidad?
  • Ser respetuoso no es malcriar

Y así un largo etcétera de temas candentes, de preguntas con soluciones esquivas para las que, es frecuente, cada aparente especialista tiene una respuesta, y todo ello salpicado de consejos y buenas recomendaciones para afrontar la alimentación de tus hijos a lo largo de todo su desarrollo.

Así que no lo dudes, si eres de los o las que lo tienen claro en cuanto a quienes son sus especialistas de cabecera para la edad pediátrica, como por ejemplo quienes eligen al pediatra Carlos González, este es tu libro. De hecho, y para mayor gloria de este volumen, está prologado por él, por Carlos González.

Su coste es casi simbólico y su precio casi incalculable: «Se me hace bola«. Cuando no comen como queremos que coman» de Julio Basulto, editado por «DEBOLS!LLO clave»

_____________________________

 

“Dónde está mi servilleta” un ilusionante proyecto editorial que precisa de tu ayuda (si quieres)

Where is my napkin_bookLa semana pasada hice una entrada comentando los rasgos más característicos que tenemos los españoles cuando nos sentamos a la mesa a comer según la perspectiva de un ciudadano inglés que ha pasado (y pasa) bastante tiempo en nuestro país. Lo titulé “Costumbres españolas a la hora de comer, así nos ve un inglés” y mi post tomó como punto de partida esta otra entrada en el blog de Jonathan Pincas.

El caso es que la entrada de Jonathan ha causado un cierto revuelo tanto en su país como en España y, por tanto, ha decidido ahondar en el tema de nuestras costumbres gastronómicas y lo pretende hacer no precisamente con otro post sino con la edición de un libro tituladoWhere’s my napkin? What Differentiates Spanish Eating Habits from the Rest of the World” (¿Dónde está mi servilleta? Características propias de los españoles a la hora de comer que los diferencia del resto del mundo) En este libro se pretende recabar y comentar de forma mucha más extensa todas nuestras particularidades en este terreno.

Para ello Jonathan ha lanzado una campaña en Kickstarter (una página para recaudar fondos) y si todo marcha según lo previsto en breve tendremos un análisis mucho más profundo de aquellas costumbres que se comentaron en el artículo original y mucho más.

La página en la que se puede apoyar este proyecto es esta de aquí: http://www.kickstarter.com/projects/579891664/wheres-my-napkin y con ella se pretende recaudar los “compromisos” que permitan hacer de este proyecto una realidad. Para quienes no estén familiarizados con este tipo de iniciativas os cuento de qué va, reconozco que yo no tenía ni idea de estas cosas hasta que Jonathan me informó.

Where is my napkin_Tshirt

Las personas que estén interesadas se comprometen a aportar una cierta cantidad de dinero a fin de que el proyecto vea la luz. Si se alcanza el mínimo necesario el proyecto se pone en marcha y se hacen efectivos los compromisos (pledges en inglés) de, valga la redundancia, los compromisarios. Y si no se alcanza, no se hace. Es decir, nadie paga nada hasta estar bien seguro que hay suficientes compromisarios con el suficiente capital como para llevarlo adelante.

Si al final sale, los compromisarios recibirán distintas gratificaciones que dependerán de la cantidad aportada (se pueden consultar en la página que he comentado, a la derecha de la pantalla: Libros electrónicos, en papel, firmados por el autor, camisetas…). La página es muy completa, en ella se informa de las razones que impulsan el proyecto, de los futuros contenidos del libro y de los retos y dificultades con que cuenta. Además, por si tienes alguna duda, puedes consultársela directamente a Jonathan a partir de un enlace que posibilita esta acción (abajo del todo en la página señalada). Me consta que habla correcto castellano así que no dudes en dirigirte a él si hay alguna cuestión que no ves clara.

A mí me parece un interesante proyecto que desde luego va a contar con mi apoyo. En este sentido he de aclarar que un servidor no forma parte activa del mismo y que hoy, simplemente, me hago eco de la iniciativa de Jonathan en este blog. Creo que se lo debo, fundamentalmente porque me gusta que le gusten nuestros usos y costumbres; él se considera un amante de nuestra gastronomía y con este proyecto a buen seguro que pondrá en valor muchas de nuestras virtudes. Todo mi apoyo para Jonathan.

Nuevo libro: La dieta inteligente

Hace unos pocos meses vio la luz el trabajo editorial de tres compañeras de profesión que amablemente me hicieron llegar un ejemplar para conocer mi opinión.

Afortunadamente y muy en contra de la actual tendencia de publicar libros sobre dietas con postulados disparatados y enfrentados con todas las recomendaciones, “La dieta inteligente” aborda el tema del comer con criterio y racionalidad. Cierto es que gran parte del mismo está enfocado a la pérdida de peso, pero en él también se podrán encontrar diversas claves para todas aquellas personas que se cuestionan, aunque sean pequeños matices, su comportamiento alimentario. De forma práctica toca muchos de los obstáculos con los que la población general se topa a la hora de cambiar su estilo de alimentación: la falta de tiempo, el fumar (o dejar de fumar), los horarios laborales, la falta de recursos en la cocina, etc.

Dos terceras partes del libro están dedicadas al abordaje del tema en sí, de los distintos elementos que intervienen en los hábitos alimentarios tales como el gasto energético, la motivación para el cambio sin dejar de apuntar pequeñas píldoras relativas a muchos de los mitos más frecuentes que rodean al mundo de la nutrición, incluidas las dietas milagro. La última parte consiste en un compendio de recetas tipo que, a modo de ejemplo podrían formar parte de las dietas semanales que como tal se detallan en sus páginas.

Fenomenal el trabajo de estas dos dietistas-nutricionistas, Julia Farré Moya y Anabel Fernández Serrano, que junto a la tecnóloga de los alimentos, Juana Mª González, nos dejan, ya era hora, una obra sensata en las estanterías de aquellos libros dedicadas a las dietas.

Si me lo permiten las autoras, he de decir que la cuestión de plantear u ofrecer a los lectores (y llegado el caso a sus pacientes) dietas calibradas al milímetro, por calorías y gramos de alimento, no es mi fórmula preferida a la hora de reconducir los hábitos de una persona, ni tan siquiera al principio. Pero qué duda cabe que este tipo de ejercicio de la profesión sigue teniendo sus defensores y seguidores. Al igual que a cualquiera le pueden gustar los coches y “ser” de una marca y otra persona, de igual forma “ser” de otra. Lo importante en este caso es que conduzcas lo que conduzcas se haga respetando las recomendaciones de circulación y sabiendo en todo momento qué se tiene entre manos.

Les invito, tal y como hacen las autoras en su web que le echen un vistazo a su libro descargándose el índice y primer capítulo en este enlace.

 

¿Dónde encontrar información confiable sobre tablas de composición de alimentos?

Son diversas las personas que me consultan acerca de la posibilidad de poder encontrar una fuente fiable de información sobre composición de alimentos.

La primera advertencia que hay que hacer a este respecto es el tener en consideración que, pese a contar con una buena tabla de composición de alimentos, al consultarla, esta nos aportará una información relativa o aproximada de, por ejemplo, un jamón que tengamos sobre nuestro plato (o cualquier otro alimento). Es decir, hay que ser consciente de que los datos que tenemos en el papel (o en la pantalla de ordenador, los de la tabla) son de un jamón concreto que en su día fue analizado. O también, también cabe la posibilidad, que sean los de una media de los distintos valores nutricionales que el autor de la tabla hizo de distintos jamones. Por consiguiente, no será salvo por casualidad que los datos coincidan exactamente con nuestro jamón, el que nos terminaremos comiendo junto con una magnífica rebanada de pan con aceite de oliva. Los datos de las tablas de composición de alimentos son, por tanto, orientativos.

Bueno, más en concreto, existen diversas web que ofrecen esta información, sin embargo algunas de ellas tienen el inconveniente de no ofrecer la información referente al origen de los datos que aportan y, en estos casos y a mí juicio, no son fuentes confiables. Esto se contrasta con relativa facilidad si se tiene alguna idea sobre el tema y se observan en poco tiempo algunos disparates en los datos de este tipo de páginas web. Así pues, me ahorraré en esta entrada las referencias a este tipo de páginas. En Internet, yo recomendaría acudir a consultar dos páginas web concretas. Cada una de ellas con sus ventajas, pero también no exentas de inconvenientes:

  • La Base de Datos Española de Composición de Alimentos conocida como BEDCA y alojada en la web de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Sus principales ventajas es que es de origen español, que contiene alimentos típicamente españoles, al menos en principio. Entre sus principales inconvenientes destacada la limitación de alimentos disponibles para la consulta. Surgida hace un par de años más o menos, en su «nacimiento» se aseguró que periódicamente se le incorporarían nuevas entradas, nuevos alimentos, que la irían enriqueciendo. Sin embargo, a día de hoy deja bastante que desear en este sentido (por ejemplo, si se quiere contrastar la información nutricional del plátano, es imposible, no aparece). Es de esperar que con el paso del tiempo este aspecto mejore, aunque me da la impresión, por el tiempo que lleva y por el seguimiento que periódicamente de ella hago, que el tema está un poco, demasiado, parado.

  • Sin lugar a dudas la base de datos más útil y que tiene más posibilidades de consulta en red tiene es, a mí juicio, la del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de América (USDA Database). Su mayor ventaja, la inmensa cantidad de datos y de entradas que contiene. Sus principales inconvenientes son dos, por un lado que es complicada de consultar para quien no está familiarizado con ella y, por el otro, que está en inglés y que para muchas personas supone una dificultad añadida. Cuando digo “complicada en su consulta” me refiero a que para encontrar un determinado alimento hay que ser muy conciso en la búsqueda, ya que de otra forma, un criterio de búsqueda «general» ofrecerá múltiples resultados relacionados con la búsqueda. Por ejemplo, buscar por «manzana» ofrecerá muchos resultados relativos a si es con piel o sin ella, cocida, asada… o cruda, triturada, en conserva o natural, en zumo, pulpa, deshidratada… una maravilla para quien sepa algo de inglés y tenga claro lo que busca, y un tormento para el resto.

No obstante para todas aquellas personas especialmente interesadas en este tipo de herramientas la mejor recomendación que puede hacerse es la de que se hagan con una base de datos de alimentos física (en forma de libro y/o CD) que se puede encontrar en librerías especializadas. Las más utilizadas en España son las de:

Que sea de provecho.

—————————

Foto 1: Jayel Aheram