El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Ninguno de los factores que intervienen en la obesidad infantil está bajo el control del niño

Si visitas este blog con cierta asiduidad supongo que ya conocerás aunque sea de oídas a Margaret Chan. Se trata nada más y nada menos que de la Directora General de la Organización Mundial de la Salud, y cada vez que abre la boca sube el pan. En especial cuando se refiere al tema de la obesidad, las políticas sanitarias que la facilitan (¿políticas sanitarias que la facilitan?) el papel de la industria y las relaciones entre ambas. Si además lo que está en liza es la obesidad infantil, ya puedes atarte los machos porque esta mujer, con más razón que un santo, arrasa con todo lo (chungo) que atreva a menearse dentro de este panorama. Para ponerte en sintonía te sugiero que visites este artículo del que se pueden extraer auténticas perlas fruto de sus declaraciones públicas. Aquí un breve extracto:

  • Son pocos los gobiernos que han priorizado las cuestiones de salud frente a los grandes negocios
  • Si una industria está involucrada en la formulación de políticas de Salud Pública, tengan la seguridad de que aquellas medidas más eficaces serán o bien minimizadas o bien apartadas en su totalidad
  • La industria alimentaria teme una regulación de sus productos por parte de las administraciones sanitarias y la está recurriendo a las mismas tácticas que antaño puso en práctica la industria tabacalera: grupos de presión, promesas de autorregulación, financiar estudios de investigación que lo que consiguen es tergiversar la evidencia y confundir al ciudadano, etcétera.

Pues bien, no hace demasiado Margaret Chan ha vuelto a salir a la palestra pública para dejarnos un buen manojo de reflexiones y sentencias para enmarcar. No estaría nada de mal que los responsables de nuestro querido Ministerio de Sanidad, aquel que entre otras cosas cobija el maravilloso plan Havisa, otorga los premios de la estrategia NAOS y apoya los fantásticos códigos de autorregulación de esta industria (como el PAOS)… tomara buena nota. Parece que lo hubiera escrito para nosotros.

Niña comiendo

Primero te cuento el cuándo: el 22 de junio de 2015; luego el cómo: en un discurso dirigido a una de las comisiones de la OMS encargada de plantear estrategias para acabar con la obesidad infantil; y luego el qué (tienes toda la información original en este enlace). Así, y en referencia a la erradicación de la obesidad infantil, Margaret Chan, Directora General de la OMS, dijo:

  • Muchos de los factores que contribuyen a la obesidad infantil o que se interponen en su prevención no son sanitarios. Influir sobre estos factores externos para obligarles a asumir este problema de salud no es fácil, aunque nuestra experiencia con respecto al tabaco muestra que es posible lograrlo.
  • Con independencia de que en la edad adulta se alcance un peso normal, aquellas personas que hayan padecido obesidad infantil sufrirán sus consecuencias de forma permanente.
  • Algunos niños están expuestos a un importante riesgo de padecer obesidad desde el mismo día en el que nacen o incluso antes de llegar a nacer. Así lo muestra la más reciente evidencia.
  • Modificar el “ambiente obesogénico” en el que estamos inmersos no es suficiente para atajar el problema de la obesidad infantil. No obstante, ninguna solución tendrá éxito sin abordar esta importante parcela.
  • Por encima de las causas de la obesidad infantil hay que considerar la responsabilidad moral de este asunto y recordar que ninguno de los factores que intervienen en la obesidad están bajo el control del niño.
  • Esta singular conclusión [reflejada en el informe] hace descansar una responsabilidad moral sobre toda la sociedad a la hora de actuar en nombre de todos los niños y así reducir el riesgo de obesidad a partir de las iniciativas que sean precisas.
  • [En este sentido] Existen dos líneas rojas que la OMS no debe permitir que se traspasen: Por un lado el asegurarse que la industria alimentaria no tenga ni voz ni voto en cualquiera que sea la recomendación realizada por este organismo. Y por el otro, que la industria alimentaria tampoco pueda estar implicada en la formulación de políticas de salud pública.
  • El mayor de los daños [hablando de obesidad infantil y de industria] proviene de la comercialización de bebidas azucaradas no alcohólicas y de alimentos ultra-procesados, especialmente calóricos y pobres en nutrientes, que al mismo tiempo suelen ser los más baratos y están más disponibles, especialmente en las comunidades más pobres.
  • [El sector de la industria alimentaria que fabrica estos productos] se adhiere a acuerdos voluntarios y se opone firmemente a cualquier enfoque normativo. Ambas industrias [la de las bebidas azucaradas y la de los alimentos procesados] son al mismo tiempo poderosos agentes económicos. Este poder económico se traduce fácilmente en poder político.
  • Dejemos a la industria alimentaria hacer sus promesas. Demos la bienvenida a sus nuevos productos reformulados, pero no dejemos de vigilarlos y hagámosles responsables de lo que sucede.
  • Esta es una estrategia que se sigue en muchos países, pero al mismo tiempo es imprescindible dar a la industria suficiente cuerda para que ella misma se ahorque cuando se contraste que no ha cumplido sus acuerdos de autorregulación. No se les debe excluir sin darles una oportunidad.

El azote de la industria alimentaria tiene nombre y trabaja en la OMS

Margaret Chan

Dar a la industria alimentaria suficiente cuerda para que se ahorque ella misma si no cumpleAmigos, es preciso reconocer que Margaret Chan acaba de destronar al Hombre de negro (creo que no hace falta presentarlo, pero por si acaso, me refiero al de El Hormiguero). Así pues, creo que esta mujer se merece un breviario de frases intimidantes que hagan glosa de su verdadera gallardía y ponga la del Hombre de negro en su lugar… es decir a la altura del betún. Vamos allá, me arranco yo, y ya si eso lo continuamos todos en los comentarios y en twitter con el hastag #MargaretOMS (eso sí, para que funcione hay que darle la entonación que Trancas y Barrancas le ponen al asunto):

  •  #MargaretOMS desayuna hombres de negro crudoooooooooooos,
  • #MargaretOMS se hace pendientes con las botellas de refresco de cola de dos litroooooooos,
  • #MargaretOMS no pone las peras al cuarto… las pone al kilooooooooo,
  • #MargaretOMS le echa salsa tabasco a los pimientos jalapeñooooos…
  • Todo el mundo teme al brazo izquierdo de #MargaretOMS… del derecho tiene miedo hasta ella mismaaaaaaaaa,
  • #MargaretOMS se hace enjuagues bucales con bollería industriaaaaaaaaaal,
  • Cuando #MargaretOMS habla la felicidad mira para otro ladoooooooooo,
  • #MargaretOMS enciende fuego frotando helados de coloooooooooores.

Etcétera… ¿te animas?

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Imagen: GTRES y http://www.who.int/dg/es/

Nuevo libro: Coaching nutricional. Haz que tu dieta funcione (cuando lo importante es la actitud)

Coaching nutricionalHay momentos en el que el cómo es tan o más importante que el qué. En esto del adelgazar, o mejor dicho, en esto del cambio de hábitos ya que en esencia es de lo que se trata, el qué hacer es, al menos en su enunciado, bastante sencillo… lo complicado está en el cómo llegar a hacer eso habida cuenta de la enorme variabilidad interpersonal.

Cada uno somos de una madre y de un padre y, además, vivimos en unas circunstancias absolutamente particulares que hacen que el hecho de adelgazar, mejor dicho de nuevo, de cambiar de hábitos no sea tan sencillo aunque todos sepamos, teoricamente, qué es lo que hay que hacer. A las pruebas me remito, si adelgazar, o mejor dicho, cambiar de hábitos fuese sencillo (ya no lo repito más) no sería la preocupación cotidiana, perenne e irresoluta de tantas y tantas personas en el mundo entero. Y si el asunto como digo fuese sencillo, no sería este tema una cuestión de Salud Pública mundial como realmente es.

E insisto, el meollo del asunto no es tanto saber el qué hacer para solucionar un problema, sino el cómo hacer para terminar provocando un cambio vitalicio con el que estemos satisfechos… y ya puestos perder peso si esa es una de nuestras metas.

De eso en esencia se encarga el Coaching, de establecer la mejor estrategia de entre las posibles habida cuenta de las circunstancias personales para alcanzar el objetivo. Tratándose de Coaching nutricional uno de esos objetivos principales se personifica en conseguir una adherencia eficaz al nuevo plan nutricional (y de vida) que se va a establecer en virtud de unos objetivos concretos.

Reconozco que soy muy poco amigo (pero que muy poco de verdad) en eso de practicar el naming cañí, es decir, en eso de referirse con términos extranjeros (habitualmente anglófonos y acabados en «ing») para aludir a prácticas o costumbres más o menos cotidianas pero que un día adquieren cierto renombre. En esencia: que soy más de salir a correr que de running. Ahora bien, también he de reconocer que la filosofía del Coaching no es fácil de encajar en nuestro vocabulario con todos los matices que el término ha adquirido, más allá de la traducción literal del inglés.

En cualquier caso, el tema del Coaching en general y más en concreto del Coaching nutricional supone una muy interesante herramienta para optimizar el cambio en materia de estilos de vida.

De la mano de este libro y de sus autores, Yolanda Fleta (coach y socióloga) y Jaime Giménez (dietista-nutricionista) se ayuda a los lectores a ser los protagonistas de su propio cambio, autogestionándolo a través de una actitud claramente positiva. Al mismo tiempo se ponen en alza importantes valores que son las piedras angulares del Coaching como por ejemplo la responsabilidad, la confianza y la motivación; todo con el fin de ayudar a perfilar y definir los verdaderos objetivos, poner de relieve y ser conscientes de nuestros puntos fuertes y débiles en el camino para mejorar nuestro estilo alimentario de forma permanente.

Dedicatoria Coaching nutricional

A título de crítica constructiva he de decir que me parece una obra que podría estar destinada de forma idónea a los profesionales de la salud más que a la población general, salvo que, esas personas estén verdaderamente implicadas en aquello de ponerse manos a la obra en su propio cambio. Autogestión del cambio. No obstante, opino que para los profesionales sanitarios tampoco debiera constituir una obra que habilite o capacite para operar y autodenominarse como “Coach nutricional” tras su lectura. Más al contrario, me parece una obra magníficamente estructurada para introducirse en este mundillo del Coaching nutricional que, bien llevado por profesionales debidamente formados y experimentados, puede constituir una herramienta de gran interés a la hora de reconducir nuestros hábitos.

A modo de interesante acicate es imprescindible hacer constar que el libro está prologado por Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) y que tanto Jaime como Yolanda, los autores, formaron en 2008 Nutritional Coaching (@Nutricioncoach) la primera consultaría en España por aquel entonces especializada en estas cuestiones.

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Coaching nutricional. Haz que tu dieta funcione.

¿Cuántas muertes se pueden atribuir al consumo de bebidas azucaradas? (2)

Este post es la continuación de este otro anterior en el que a modo de resumen se expuso el efecto sobre la salud (mortalidad) atribuible al consumo de bebidas azucaradas. A modo de resumen, se trata de explicar y poner en valor los datos arrojados por este estudio en el que se puso de relieve que se puede atribuir al consumo de las bebidas azucaradas cerca de 184.000 muertes al año… ¿Nos podemos fiar de estos estudios que dejan sobre la mesa un mensaje tan alarmante?

¿Beber refrescos y morir? Espera, espera...

¿Beber refrescos y morir? Espera, espera…

El problema de la fiabilidad de este tipo de datos

En ciencia resulta realmente complicado el aislar aquellos factores que terminan por propiciar una determinada condición de salud, una enfermedad en concreto o si es el caso el fallecimiento de un sector de la población. Vamos con un ejemplo.

Supongamos que alguien fallece a causa de un cáncer de pulmón. Siguiendo con el ejemplo supongamos al mismo tiempo que el fallecido era fumador activo, que convivía con otros fumadores (era por tanto también un fumador pasivo) y que además trabajaba en la minería, en concreto en la obtención de asbesto… otro elemento claramente identificado a la hora de aumentar de forma considerable el riesgo de padecer un cáncer de pulmón. Y ahora imaginemos que hay un número importante de personas que reúnen esas mismas características. Pues bien… las preguntas del millón son varias: ¿qué elemento de los citados ocasionó su cáncer? ¿Hubo algún tipo de sinergia entre todos los riesgos citados? ¿Hasta qué punto la genética de cada persona pudo influir teniendo en cuenta la exposición a estos factores de riesgo? Etcétera. No resulta nada fácil atribuir una magnitud concreta de riesgo a situaciones patológicas que tienen múltiples factores de riego… no digamos ya sí, al mismo tiempo coinciden elementos protectores y de riesgo, con determinadas predisposiciones genéticas. Lo que además suele ser habitual.

Volviendo al tema dietético

La cuantificación del impacto de la dieta en la génesis de enfermedades y en el riesgo de fallecimiento tiene las mismas dificultades que el ejemplo anteriormente expuesto. Sin embargo, el tipo de estudios que nos darían ése tipo de información tan útil y que tanto ansiamos serían muy fáciles de diseñar… Veámoslos.

Se trataría de ensayos de intervención a los que a una parte de la muestra en estudio se le sometería a unas condiciones dietéticas concretas y a la otra parte a condiciones distintas modificando una sola variable. En el caso que nos ocupa a un grupo se le obligaría a beber 12 latas de refresco azucarado al día frente a otra parte de la muestra en la que se mantendrían las mismas condiciones que en el primer grupo salvo que en este segundo se sustituirían aquellos refrescos por agua. Es más, podría haber otra(s) submuestra(s) a las que se aportara 6, 3, etcétera… latas de refresco al día. Luego se trataría de comparar los resultados de todos los grupos detallando en cada caso el impacto sobre la salud de la única variable entre todos los grupos considerados. Estos estudios como digo son fáciles de diseñar y se podrían hacer con todos los alimentos, desde la ginebra o la cerveza, a la panceta, pasando por las ciruelas claudias o la mantequilla de Soria… Todos. Pero, Houston, tenemos un problema. Y gordo: por razones más que obvias este tipo de estudios son éticamente reprobables y por tanto, al menos a día de hoy, es imposible llevarlos a cabo (al menos públicamente).

La solución: observación de cohortes

Por tanto, a la hora de establecer causalidades en este terreno no queda sino recurrir a lo que se denomina estudios de cohortes en las que una población es observada durante un cierto tiempo. Se miden ciertas variables y luego se observa si hay algún tipo relación (directa o inversa) en los parámetros de estas variables. Por ejemplo, una relación directa sería: “mientras hemos estado observando, los que beben más refrescos se mueren más”. Y si fuera inversa, al revés: “mientras hemos estado observando, los que beben más refrescos se mueren menos”. Aunque hay que tener en cuenta una serie de elementos, en el primer caso se podría decir que el consumo de refrescos incrementa el riesgo de muerte y; en el segundo que su consumo es un elemento protector.

En ambos casos la potencia de las conclusiones de este tipo de estudios quedará establecida por múltiples características, pero entre las más relevantes figuran el número de personas observadas (el número de la muestra) y el tiempo que han estado bajo observación.

Los principales problemas

Sin embargo, tal y como supongo que imaginarás este tipo de observaciones se prestan a un par de problemas típicos.

El primero de ellos es establecer la causalidad. Aunque dos variables evolucionen al mismo ritmo (cambios en un sentido de una variable implican cambios en el mismo sentido de la otra)… o de forma inversa (el aumento o disminución de la primera variable se asocia a cambios de signo contrario en la otra variable) no quiere decir a priori que los cambios de una de ella sea la causa de los cambios en la segunda… o sí. Recuerda esta entrada al respecto del chocolate y de su efecto sobre el adelgazamiento en lo que constituyó un nefasto ejercicio de divulgación periodística de un artículo científico al mismo tiempo también cuestionable.

Relacionado con el primer problema está el segundo a la hora de eliminar o al menos identificar los confusores. Un aspecto especialmente complicado en los estudios de este tipo. Los confusores son esos elementos que o bien no se han tenido en cuenta o que no se han ponderado de la forma adecuada y que influyen de forma significativa en la magnitud de la variable observada (lo más típico el fallecimiento o el padecimiento de una determinada enfermedad). El ejemplo clásico con el que suelo poner de relieve un confusor clásico es el del consumo de sandía y el número de muertes por ahogamiento: ¿Sabías que cuanta más sandía se consume, más aumenta el número de ahogados? Entonces, ¿acaso piensas que prohibir el consumo de sandía ayudará a evitar o a reducir el número de ahogados? La respuesta, ya la sabes, es que no. La correlación entre ambas variables existe (aumentan al mismo ritmo, asociación directa) pero no implica causalidad. La población toma más sandía cuando hace más calor (el verdadero elemento confusor) ya que en estas latitudes la temporada de sandía es el verano y también entonces se baña más gente, con lo que la probabilidad de que haya más ahogados aumenta.

Bebidas azucaradas y muerte ¿se han tenido en cuenta los confusores?

Pues para el pesar de la industria de los refrescos me temo me congratulo que sí. Precisamente el estudio en sí dedica unas pocas líneas a explicar la dificultad de demostrar fehacientemente el que este tipo de estudios ofrezcan datos fiables o lo que es lo mismo, que en este caso el número de fallecimientos mencionados (184.000, no te olvides) se pueda atribuir al consumo de bebidas azucaradas.

Para convencer de ello hay que partir del conocimiento de que la autoría principal del artículo descansa sobre una de las personas que en la actualidad gozan del mayor prestigio a la hora de investigar sobre estos temas, Dariush Mozaffarian. Y además el artículo hace constar que se ha hecho todo lo posible para controlar los elementos confusores, y de esta forma no sobreestimar en las conclusiones finales el impacto de las bebidas azucaradas sobre la salud frente a otros elementos dietéticos.

En resumen

  • El estudio en cuestión estima que cada año mueren 184.000 adultos y que la causa es el consumo de bebidas azucaradas.
  • Para llegar a estas conclusiones se han empleado los mejores datos que en la actualidad podemos obtener de forma ética.
  • Este resultado no sirve para identificar de forma personal el riesgo de muerte atribuible por el consumo de bebidas azucaradas. En su lugar, y no es tontería…
  • Sirve para establecer medidas válida encaminadas a evitar un buen número de fallecimientos a nivel poblacional… evitando/controlando (no alentando) el consumo de bebidas azucaradas.
  • Algo que hay que tener muy en cuenta cuando de forma ¿interesada… desinformada… torticera? se nos hacen llegar mensajes a través de los medios de comunicación generalistas como el que se puede ver en la imagen (MujerHoy, 1 de agosto de 2015), en el que se equipara el consumo de refrescos con el de otras bebidas, incluida el agua y otros productos netamente más interesantes desde el punto de vista de la salud, a la hora de mantener una correcta hidratación.
Con un par... de vasos de refresco, todo solucionado

Con un par… de vasos de refresco, todo solucionado

  • Aunque el estudio en cuestión está referido a la población adulta, me parece especialmente interesante hacer constar que las bebidas azucaradas (refrescos al uso, bebidas comerciales a base de frutas, batidos, etcétera) son un producto cuyo target de consumo, y por ende su publicidad, está dirigido a la población más frágil e inerme de nuestra sociedad: los niños y adolescentes.
  • Como consumidor, padre o madre, y ciudadano te toca a ti poner en su sitio a este tipo de productos. El momento de hacerlo (si no tienes un blog) es el de dejar de realizar determinados gestos en los lineales de tu supermercado, bares, cines y, en general, en cualquiera de los sitios donde estos productos de conveniencia (nunca de necesidad) se ponen a tu alcance.

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Imagen: http://giphy.com/gifs/vCHKWBlygEAtG

¿Cuántas muertes se pueden atribuir al consumo de bebidas azucaradas? (1)

Burbujeante

Tenemos bastante bien asumido que el tabaco mata y que el consumo de alcohol también. Bueno, en realidad lo que tenemos claro es que ambos factores aumentan de forma considerable el riesgo de fallecer a causa de diversas dolencias inexorablemente asociadas a su uso.

Al mismo tiempo y en los últimos años se está poniendo de relieve a través de diversos estudios que el consumo de bebidas azucaradas también tiene sus riesgos sobre la salud… pero lo cierto es que nunca, al menos que yo sepa hasta la fecha, se ha concretado este riesgo con cifras claras. Pero ahora sí y de forma bastante contundente. No obstante, antes de mostrártelo, déjame hacer una pequeña introducción a la cuestión de las cifras de muertes atribuibles.

Yo mato más que tú

Citar los datos aportados en el cine, como por ejemplo los que aparecen en la película “Gracias por fumar”, no resulta ni muy serio ni muy convincente, lo sé, pero hoy esta estrategia me va a ayudar a centrar el meollo de este post… y de su continuación. Espero que no me lo tengas en cuenta, máxime sabiendo que con mucha probabilidad esos datos a los que me refiero estarán bastante cercanos a la realidad. Por resumir mucho digamos que en la mencionada comedia se relatan los conflictos éticos de una persona en su desempeño profesional, un auténtico tiburón y tergiversador: el portavoz de una supuesta Academia de Estudios del Tabaco. Una entidad que en la ficción (pero basada en hechos reales) tiene como fin el loable objetivo el buscar las relaciones entre el consumo de cigarrillos y cualquier posible mal para sus consumidores, aunque en realidad esta Academia no sea otra cosa que un organismo interpuesto por las grandes tabacaleras para, tal y como se dice en la película, “guardar secretos y manipular la verdad” (no me enrollo demasiado con la peli ya que le dedicaré un post enterito la semana que viene. Lo merece). El caso es que en un momento de esta peli salen a colación las muertes atribuibles en Estados Unidos a tres elementos: el consumo de bebidas alcohólicas, la posesión de armas de fuego y, claro está, el fumeque. Así, el representante de las tabacaleras se pavonea como un ave Real de este tipo delante de sus compañeros (los portavoces de las otras dos industrias) al poner de relieve que su producto mata a muuuuuuucha más gente cada año que lo que lo hacen los otros. En concreto en USA y según la peli: El tabaco mata a 475.000 personas al año, las bebidas alcohólicas a 100.000 y el uso de armas de fuego a 11.000. Solo en USA.

Dando un paso hacia la seriedad, entre aquellos datos de la OMS más fiables, y globales, no solo referidos a USA, se estima que el consumo de tabaco mata a más de 5 millones de usuarios al año en todo el mundo y a más de 600.000 fumadores pasivos. En lo que respecta al uso del alcohol, las cifras que la OMS maneja, atribuyen a este tipo de bebidas más de 3,3 millones de muertes al año en todo el mundo. (No he encontrado datos en la OMS al respecto de las muertes ocasionadas por armas de fuego).

Fumar es guay de la muerte

Fumar es guay de la muerte

El consumo de bebidas azucaradas solo mata a…

Conocidas las anteriores cifras, es posible que las que ahora te voy a mostrar te resulten casi ridículas. No obstante, ya verás porque no hay que perderles, ni mucho menos, el respeto.

El reciente estudio Estimated Global, Regional, and National Disease Burdens Related to Sugar-Sweetened Beverage Consumption in 2010 (Estimaciones mundiales, regionales y nacionales de la morbilidad vinculada al consumo de bebidas azucaradas en 2010) despeja muchas dudas sobre el impacto sobre la salud del azúcar añadido en la dieta. El estudio estima que de forma global se puede atribuir al consumo de las bebidas azucaradas cerca de 184.000 muertes al año; y hace el siguiente desglose:

  • 133.000 por diabetes,
  • 45.000 por enfermedad cardiovascular, y
  • 6.450 por cánceres.

Es más, se afirma también en él que el consumo de este tipo de bebidas está detrás de cerca del 1,2% todas las muertes por diabetes, por enfermedades cardiovasculares y por cáncer de todo el mundo.

Te decía que estas cifras parecen casi ridículas al lado de las anteriores del tabaco y del alcohol, pero me parece especialmente interesante hacer estas dos reflexiones a la hora de poner estos datos en contexto:

  • Hablamos solo de las muertes atribuibles al consumo de bebidas azucaradas, refrescos, etc… no de todos los elementos que en su conjunto pueden llegar a caracterizar un mal estilo de alimentación. Es decir, este es solo uno entre los múltiples elementos dietéticos que pueden estar detrás de fallecimientos prevenibles. Solo uno.
  • Además, tal y como señalan los autores en su escrito, las bebidas azucaradas son un elemento muy fácilmente identificable y mejorable (su presencia vs su ausencia) a la hora de mejorar los hábitos dietéticos. Por tanto, se indica que estos datos debieran servir para poner de relieve la necesidad urgente de cambiar e implementar este conocimiento en los programas de prevención tanto nacionales como internacionales.

Aunque también lo mencionaré en el siguiente capítulo, no te olvides de que aunque el estudio está centrado en población adulta, las bebidas azucaradas (refrescos al uso, bebidas comerciales a base de frutas, batidos, etcétera) son productos cuyo target de consumo, y por ende su publicidad, está dirigido a la población más frágil e inerme de nuestra sociedad: los niños y adolescentes.

En el próximo capítulo se abordará la cuestión de cómo poner en valor este tipo de datos, es decir de su consistencia… ¡No faltes!

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Nota: Quiero agredecer a mi padre el haberme aportado algunos enlaces y argumentos para la confección de esta entrada. Además de conocerme bastante bien en lo personal parece que cada vez estamos más en sintonía en lo dietético.

Imagen: Paul vía freedigitalphotos.net y http://giphy.com/

Fruta y verdura de aquí y de ahora

Potenciar el consumo de frutas y verduras de producción nacional entre el público que no es consumidor habitual por una parte; y fomentar el apoyo directo del Departamento a los productores afectados por el estancamiento del consumo por la otra son los dos objetivos con los que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) lanzó la campaña “fruta y verdura de aquí y ahora” que cuenta con su versión de invierno y de verano.

Me congratula ver como de vez en cuando las campañas institucionales se alinean con el grueso del mensaje dietético de uno, aunque la intencionalidad sea distinta. Dicen que el fin justifica los medios… bueno, hasta cierto punto o dentro de unos límites y estos de hoy a mí me parecen aceptables. No obstante, no hubiera estado de más que la iniciativa del MAGRAMA hubiera tenido de cómplice al MSSSI (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad): “Oye Javier, que soy Fernando, del MAGRAMA. Que resulta que el sector hortofrutícola las está pasando canutas y vamos a hacer una campaña para aliviarlo. Qué os parecería arrimar el hombro y promocionar el consumo de frutas y verduras como elemento de prevención primaria; vamos, utilizar la salud como ariete o palanca en las decisiones de compra del consumidor medio… y así, además rentabilizamos el millón y cuarto largo de euros que vamos a poner para la campaña”.

La campaña, nacida ante el temor de las posibles consecuencias negativas para el sector del embargo ruso del año pasado y del aparente descenso en el consumo de frutas y verduras por parte de los españoles según datos del Panel de Consumo hace especial hincapié en los aspectos económicos que afectan al sector, pasa de puntillas por las cuestiones medioambientales (la importancia que tiene en este sentido el consumo “local”) e ignora por completo los contrastados beneficios que tendría para la ciudadanía el hacer promoción de estos grupos de alimentos por cuestiones de salud. Un tiro, en mi opinión, mal aprovechado.

Y no lo digo por decir. Según un informe de la OMS y la FAO se recomienda como objetivo poblacional la ingesta de un mínimo de 400 g diarios de frutas y verduras (excluidas las patatas y otros tubérculos feculentos) para prevenir enfermedades crónicas como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes o la obesidad… entre otros beneficios. Además, se aportan una serie de elocuentes datos:

  • Un consumo suficiente de frutas y verduras podría salvar hasta 1,7 millones de vidas cada año.
  • La ingesta insuficiente de frutas y verduras es uno de los 10 factores principales de riesgo de mortalidad a escala mundial.
  • Se calcula que la ingesta insuficiente de frutas y verduras causa en todo el mundo aproximadamente un 19% de los cánceres gastrointestinales, un 31% de las cardiopatías isquémicas y un 11% de los accidentes vasculares cerebrales.

Fruta y verdura de aquí y ahora

Así pues, haz caso de la campaña del MAGRAMA y además de los motivos que esgrime, aumenta el consumo de este grupo de alimentos. Seguro que ayuda a la fortaleza económica de un sector al que le deseo lo mejor… pero sobre todo quien saldrá ganando será tu salud y la de los que más te importan.

Para poder llevar a la práctica este consejo de la mejor forma posible te sugiero que consultes este enlace para conocer las temporadas óptimas de las distintas frutas, verduras y hortalizas. Por cierto, la campaña tiene etiqueta y esas cosas  #AquíyAhora

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El aumento de la oferta calórica (que no la ingesta) como motor de la obesidad

Comida basura

Ya he contado en alguna ocasión que en la actualidad buena parte de la industria alimentaria está empeñada en sacudirse la culpa de encima al respecto de la obesidad. Su estrategia, ejercitada en plan elefante-en-cacharrería consiste en inundar los medios de comunicación con artículos basados en publicaciones científicas que “demuestran” que hoy se comen menos calorías que ayer… ergo, no me mires a mí como facilitador de esas supuestas calorías de más porque esa no es la causa del problema. Solo les falta rematar cada una de esas publicaciones con un ampuloso quod erat demonstrandum.

Al mismo tiempo sabes que a estas alturas soy persona poco influenciable por el simplismo del “balance energético”, ahora bien, el tema calórico es un elemento más que afecta, y no poco, nos pongamos como nos pongamos a la cuestión ponderal. Esto lo sabe muy bien la industria y, lo más importante, esta sabe que el consumidor también lo sabe y de ahí su erre que erre en poner de manifiesto que los ciudadanos de hoy en día ingresamos menos calorías que los de hace 40 años que además también comían menos refrescos y pizzas industriales que en la actualidad.

Sin embargo, no todo el mundo está convencido de la “exactitud” de esos estudios. Hay quien argumenta que los métodos que se emplean para estimar la ingesta de antaño y compararla con la actual no son especialmente fiables. Por tanto, lo que han propuesto algunos es poner de manifiesto las diferencias inter anuales de disponibilidad calórica de los distintos países. Es decir, contrastar si a día de hoy, hay más disponibilidad alimentaria por habitante que antaño.

Y eso precisamente es lo que se ha puesto de manifiesto en este estudio que investigó la relación entre los cambios en el suministro nacional de energía alimentaria (en calorías) de diversos países y los cambios en el peso corporal medio de su población.

Para ello, y entre otras cosas se recopilaron datos de 69 países (24 de ingresos altos, 27 de ingresos medios y 18 de ingresos bajos) en relación con el peso corporal medio de población adolescente y adulta, además de datos de suministro de energía alimentaria obtenidos de los balances sobre alimentación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Al mismo tiempo también se calculó el cambio en la ingesta de energía que, en teoría, podría explicar el cambio observado en el peso corporal medio mediante el uso de un modelo experimentalmente validado.

Con todo ello se contrastó que en 56 países el aumento del suministro de energía alimentaria en forma de calorías coincidió con un aumento del peso corporal medio. Además, en 45 de los 69 países, se observó que el aumento del suministro de energía alimentaria fue mayor que el aumento de ingesta energética previsto en el modelo. La relación entre el cambio en el suministro energético alimentario y el cambio en el peso corporal fue estadísticamente significativo en general y en países de ingresos altos.

La conclusión: Los resultados sugieren que el incremento en el suministro de energía alimentaria basta para explicar el aumento del peso corporal medio de la población, en especial en países de ingresos altos.

Dicho de otra forma… tenemos dos tipos de datos, uno más objetivo, más fácilmente mensurable y controlable que el otro. El más errático y difícil de estimar es la ingesta y el otro, el más fiable, la cantidad de calorías de las que se disponía en forma de alimento per cápita entonces y ahora. Parece bastante claro que desde entonces a nuestros días hemos sido testigos de un incremento significativo en la disponibilidad de calorías.

Ahora bien, ahora tendrán que argumentar algunos que si nos las comemos o no, eso es ya otra cosa… Puede que una vez que las tenemos a nuestra disposición, las tiremos a la basura, las incineremos o las exportemos a otros planetas… todo sea para justificar que aunque actualmente tengamos más calorías a nuestra disposición estas no acaban en el buche.

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Imagen:  KEKO64 vía freedigitalphotos.net

Y tú… ¿eres más de capricornio o de espárragos trigueros?

Aun no siendo creyente en estas martigalas, pocas cosas hay más autocomplacientes que regalarse los oídos leyendo las particularidades objetivas (ay, que me meo) de la personalidad, el carácter y comportamiento del signo zodiacal de cada uno (o de sus allegados) para luego terminar por concluir con gesto grave un elocuente «claro, claro, claro… ahora entiendo«. En realidad da igual de qué signo seas, si lees las particularidades de cualquier otro signo del zodiaco también son chulas. Todos los signos del zodiaco molan. Es como lo de ser un súper héroe u otro, al final, sean los que sean, tener súper poderes está genial.

Yo soy Capricornio y por tanto de mí se dice por ejemplo que pertenezco a:

Uno de los signos del zodiaco más estables, seguros y tranquilos. Son trabajadores, responsables, prácticos y dispuestos a persistir hasta sea necesario para conseguir su objetivo. Son fiables y muchas veces tienen el papel de terminar un proyecto iniciado por uno de los signos más pioneros. Les encanta la música. Un Capricornio exige mucho de sus empleados, familiares y amigos, pero solo porque se lo exige también a sí mismo. Suelen ser personas justas [etcétera]

Mola ¿eh? Sin embargo también molaría por ejemplo ser Escorpio:

El Escorpio es un signo intenso con una energía emocional única en todo el zodiaco. Aunque puedan aparecer tranquilos, los Escorpio tienen una agresión y magnetismo interno escondidos dentro. Son afables, buenos tertulianos, reservados y cortés, pero aunque parezcan estar algo retirados del centro de actividad, en realidad están observando todo con su ojo crítico. El Escorpio es tremendamente poderoso y su carácter puede causar enormes beneficios o grandes riesgos para los demás.

Buenrrollista

Y así podríamos seguir con todos y cada uno de los 12 absurdos signos del zodiaco. Todos molan en no poca medida… ¿qué quieres ser Spiderman o Superman? Pues eso, más allá de las fobias y filias personales, la cosa de tener súper poderes gusta… igual que ser Tauro, Libra… o Capricornio con ascendente Acuario.

¿Y qué puñetas tiene que ver esto con la cosa alimentaria te estarás preguntando? Pues mucho cuando se compara la zodiacal bobada con la estupidez alimentaria milagrosa.

Me refiero a los cientos de “documentos” apócrifos (por mucha referencia interna que quieran aportar) que, en forma de hoax guayón o bulo descontextualizado, cuajan la red (léase Internet) cuando no la bandeja de entrada de nuestros correos electrónicos.

Y si eres del gremio, es decir dietista-nutricionista, ya ni te cuento… cada dos por tres (en realidad cada uno por uno) se recibe la consulta de algún seguidor (en realidad de verdadero seguidor tiene poco, ya que de otra forma no me consultaría estas simplezas) al respecto de que hay de cierto en las bondades del aguacate, el ajo, los espárragos, las naranjas, la canela, los limones, la cebolla, las sardinas, el vino, la miel, la cerveza, el azafrán, la granada, las nueces, el kéfir, la chía… etcétera. ¿He dicho bondades? Perdón, quería decir milagros salutíferos descontextualizados… ¡por Dios, pero si sirven para todo! Curan y previenen el cáncer, alivian el dolor de estómago, erradican el estreñimiento, por supuesto también la diarrea, combaten el mal aliento, ejercen como potentes afrodisiacos seas hombre o mujer, incrementan el cociente intelectual, alivian el reuma, curan la diabetes, previenen cualquier enfermedad infecciosa (desde la gripe al ébola, pasando por el sida, el tifus y las paperas), evitan la utilización de las pérfidas vacunas, mejoran el aspecto de las uñas quebradizas, elevan el espíritu, revitalizan el humor, corrigen la escoliosis, hacen desaparecer la anemia, prolongan la vida, purifican el cutis, refrescan la función respiratoria, garantizan un embarazo exitoso (da igual cuál sea tu género) y como no, curan el cáncer… ¡Ah! ¿que eso ya lo he dicho? Sí, es verdad, pero es que con el tema canceroso se suele dar un especial coñazo. Con su consumo, podrás prescindir de la pérfida industria farmacéutica que solo pretende envenenarte y, por fin, ser una persona libre, feliz y con una salud a prueba de todo lo malo que te puedas imaginar. Cada uno de ellos son la panacea universal, el maná milagroso.

El formato habitual en la que nos solemos encontrar esta especie de resúmenes pluripositivos de no importa qué alimento es el de presentación powerpoint… aunque los vídeos en youtube son también legión.

Cuando soy consciente de que todos los seres humanos de este planeta pertenece a cualquiera de esos signos del zodiaco tan molones y que al mismo tiempo todos nosotros tenemos la posibilidad de alimentarnos con semejantes súper alimentos, aun no entiendo cómo ocurren esas grandes lacras de la humanidad como las guerras… o cómo, a fin de cuentas nos terminamos muriendo y padeciendo las mismas, u análogas enfermedades, que los perros o las lombrices de tierra.

Sabiendo de las excelencias de los seres que nacen bajo algún signo del zodiaco y con semejantes alimentos a su disposición, creo que en buena lógica… deberíamos ser seres luminosos o al menos eternos e incocupiscentes.

Así pues, cuando veas el próximo vídeo o ppt sobre lo estupendísimos que son algunos alimentos, avalados siempre por doctores de currículums interminables (e ilocalizables) haz lo mismo que cuando te enfrentas al horóscopo: léelo con humor, haz un comentario jocoso si acaso… y luego olvídalo y ponte a comer bien.

En definitiva, deja de dotar a tu alimentación de un efecto halo, de un envoltorio, ajeno al verdadero contenido y… ¡demonios ya, come bien!

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Imagen: Danilo Rizzuti vía freedigitalphotos.net

La cara más amarga de las bebidas azucaradas (44 años después)

Refresco de cola (2)Con la que le está cayendo a la industria del azúcar no era de extrañar que alguien aprovechara sus propios recursos publicitarios de hace años y los utilizara en su contra dándoles, a aquellos anuncios, la vuelta como a un calcetín.

Al final de este post tienes una serie de enlaces para que si lo deseas te pongas al día en cuestión de azúcar y refrescos, pero déjame que por favor te presente esta maravillosa iniciativa.

Su autor es el conocido como Center for Science in the Public Interest (CSPI) o lo que es lo mismo, el Centro para el aprovechamiento de la ciencia en interés público que en realidad se trata de una especie de organización para defender los intereses de los consumidores llevando a cabo programas de investigación y promoción de la salud a partir de la nutrición. Con ellos el CSPI pretende hacer llegar a los consumidores una información actualizada y útil que redunde en su bienestar.

Con estos fines el CSPI ha escogido una de las sintonías más icónica de los años 70 vinculada de forma indeleble a una conocida marca de refresco y le ha cambiado la letra. Así, en vez de hablar en la canción original de amor, felicidad y buen rollete en plan flower-power… se habla de enfermedad, diabetes, obesidad, hígado graso, pérdida de piezas dentales, etcétera.

Haciendo un poco de historia patria, hay que reconocer que el anuncio original (titulado Hilltop) fue estrenado en Estados Unidos a principios de los años 70; sin embargo, aquí en España la cancioncilla se coló en nuestros televisores a partir de los años 80 y con motivo, exclusivamente, de una campaña navideña por parte de la esta compañía que lleva “hidratando al mundo desde 1886”.

No obstante la grandeza de esta acertada adaptación va más allá de una empresa en concreto y, tal y como debe ser, dirige su mensaje a todas las empresas que elaboran “refrescos” azucarados. De esta forma en el vídeo se pueden intuir algunas de las señas de identidad de las empresas más representativas al menos en Estados Unidos.

El Director ejecutivo del CSPI, Michael F. Jacobson, ha comentado que “las campañas publicitarias de las empresas de refrescos azucarados son “cada vez más sofisticadas e implican el lavado de cerebro de los consumidores destinando para ello miles de millones de dólares; campañas que están diseñadas para distraer la atención de la diabetes y centrar el mensaje en la felicidad. Por estas razones, nos pareció que ahora era el momento de cambiar la letra a la canción”.

No me entretengo más, te dejo con “Change the tune” (Cambia de melodía) invitándote a que no dejes de visitar el anterior enlace.

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Imagen:  tiverylucky vía freedigitalphootos.net

La distorsión de la ración: cómo crear una nueva normalidad… pero anormal

La especie humana ha cambiado francamente poco en el último medio siglo. Me refiero en su naturaleza, en su biología. Si comparáramos este periodo de tiempo dentro de lo que sería la evolución de la especie con la vida de un ciudadano medio actual, cincuenta años de evolución podría equivaler a la décima parte de la duración de un estornudo… y como este dato solo es una opinión para la que no tengo pruebas no sería improbable que, además, me haya quedado corto. Vamos pues con un símil musical: decía Gardel en su famoso tango “Volver” que veinte años no es nada… pues cincuenta, digo yo, es menos que nada cuando lo que se observan son los posibles cambios de la madre naturaleza a través de la evolución.
CDC The New (Ab)normal

 

Sin embargo, nuestro entorno ha cambiado de forma salvaje. Brutal. Me refiero en este caso a cómo han cambiado las raciones que se nos ofrecen en la actualidad si las comparamos con las de hace medio siglo. Si atendemos a la transformación de las raciones cualquiera diría que el ser humano de hoy en día es una especie con unas necesidades inmensamente mayores que las de entonces. Te pongo solo unos ejemplos. Según el CDC norteamericano:

  • Desde 1950 hasta nuestro tiempo el peso medio de una hamburguesa se ha incrementado un 223%; y el tamaño de los “refrescos” un 500%
  • Desde principios de S XX el tamaño de una “ración de chocolate» (una chocolatina) se ha visto incrementado en un, pásmate, 1233%. Todo ello, en este caso y en los anteriores, sin hablar del aumento al largo de los años de la oferta o del acceso a este tipo de productos (no te voy a contar el acceso que yo tenía a los refrescos de cola a la edad de mis hijas y el que tienen estas actualmente)
  • Al mismo tiempo, desde 1960 el peso medio de las mujeres estadounidenses se ha incrementado 11,3 kilogramos y el de los hombres 12,7.

En resumidas cuentas el tamaño de las raciones ha crecido y el nuestro, los que nos comemos esas raciones cada vez más grandes también. Que sean dos hechos independientes (las raciones aumentan y nuestro peso también) y que no haya una relación de causalidad entre ambas circunstancias me costaría creerlo. Me cuesta creer por tanto que la industria alimentaria no tenga nada que ver en el aumento poblacional de la obesidad en el mundo en el último medio siglo, me cuesta creer que la presión que ejerce la industria del refresco, la de los dulces y la de la comida rápida sean actividades meramente circunstanciales pero no causales en el incremento mundial de la obesidad. La cantidad media de comida en un restaurante hoy en día es más de cuatro veces mayor que la de la década de 1950… no será desde luego la única razón que explique el incremento del perímetro de nustras, pero que es una de ellas me parece que es bastante evidente

¿Qué podemos hacer?

El propio CDC norteamericano ofrece algunas “soluciones” para cortar con esta negativa influencia de las nuevas raciones. Si queremos comer de forma más equilibrada, propone, hay algunas cosas que podemos hacer. Por ejemplo, si hay posibilidad, pedir aquellas raciones más pequeñas, compartir una misma ración con alguien (en vez de comérsela uno mismo), o bien comer una cantidad razonable y pedir que nos preparen el resto para llevárnoslo a casa (una alternativa muy típica en otros países y que empieza a cobrar cierta relevancia en nuestro entorno más cercano).

Sin embargo, desde mi punto de vista, estos consejos se circunscriben normalmente a malas elecciones de partida, es decir, a lo que sucede cuando se eligen para comer fuera de casa los típicos establecimientos de comida rápida (eufemismo de basura) así que, simplemente, de lo que se trataría es de hacer mejores elecciones para comer fuera de casa, y no pisar ese tipo de establecimientos

En cuanto a las comidas en casa, ya lo sabes, se trataría de prescindir de las comidas preparadas, que además de otras cuestiones nutricionales también suelen ser sustancialmente grandes, y en su lugar consumir comida de verdad de esa que se compra en los mercados… ¿te acuerdas?

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Imagen: http://makinghealtheasier.org/newabnormal

Tengo la tensión arterial baja (hipotensión), ¿puedo tomar toda la sal que quiera?

MareoLa lógica subyacente aparenta no tener fisuras: si a las personas con la presión arterial alta se les recomienda de forma habitual el restringir la cantidad de sal en su dieta… a las que tienen la presión arterial baja podría recomendárseles el tomar más sal de la habitual. Si… pero no.

Antes de continuar es preciso hacer una aclaración importante: además de poder tener la tensión arterial alta (algo relativamente habitual en nuestro medio) o baja (algo relativamente poco frecuente) hay más posibilidades, entre ellas, la de tener una tensión arterial considerada normal o entre valores “adecuados”. Aquí, gran parte del problema viene de creer que si no la tengo alta… la tengo baja, cuando no es así.

Al mismo tiempo hay que tener en cuenta otra importante consideración. El consumo de sal por parte de la población general está muy por encima de las recomendaciones, así pues, lo que debería hacer la gran mayoría es reducir su consumo, y tener en cuenta que los que verdaderamente tengan la tensión arterial baja (no normal, si no baja de verdad) lo más probable es que ya hagan un consumo de sal por encima de las recomendaciones. En cuyo caso no veo nada razonable el darle importancia al mensaje de aumentar su consumo.

De todas formas veamos qué es eso de la tensión arterial baja.

Conociendo un poco la hipotensión

La definición de hipertensión o presión arterial alta es unánime. Para creo todo el mundo los criterios diagnósticos para esta situación están meridianamente claros, tener la tensión alta implica realizar lecturas constantes y en distintas ocasiones de valores de 140 / 90 o superiores. Se trata de un criterio objetivo basado en valores absolutos.

Curiosamente, este tipo de criterios no sirven para definir y establecer los casos de tensión arterial baja o hipotensión. Partiendo de lo que he mencionado antes, lecturas de la tensión arterial por debajo de 130 / 80 son consideradas normales y deseables. Por debajo… y punto, nada más, ni hasta cierto límite inferior, simplemente por debajo. No obstante, sin ser criterios universales se considera en general que se tiene la tensión arterial baja cuando se observan valores por debajo de lecturas de 90 / 60. No obstante y tal y como anticipaba, cuando se trata de calcular la incidencia de hipotensión de una muestra o población dada, lo que se suele hacer es distribuir dicha población en percentiles y atribuir a aquellos que están por debajo del percentil 5 la condición de hipontensos. Por ejemplo, en este caso, se terminó concluyendo que eran hiponesos aquellos varones que tenían valores de tensión arterial diurna por debajo de 114,7/69,7 y nocturna de 97/56; y por su parte las mujeres con tensión arterial diurna por debajo de 104,6/64,6 y nocturna de 91,6/52.

El tener una tensión arterial baja suele propiciar síntomas como mareos, pérdida del equilibrio, pérdida de la consciencia y por tanto desmayos, confusión, visión borrosa, palpitaciones cardiacas, náuseas y debilidad en general.

Por su parte, las causas más habituales de sufrir de hipotensión pueden ser más o menos inherentes a la propia persona y difíciles de modificar: la propia genética, la hora del día (más baja por las mañanas), la edad (la tensión suele aumentar con la edad), el estrés, el ejercicio (la actividad física aumenta la tensión arterial), la temperatura (el frío hace descender la presión arterial) y el comer (las digestiones hacen descender la tensión); o bien circunstanciales y debida a “elementos externos”: ciertos fármacos, padecer un cuadro de deshidratación (menos volumen de sangre, menos tensión arterial), ciertos trastornos neurológicos, problemas hormonales, pérdida de sangre o líquido importantes por traumatismos o quemaduras, shock anafiláctico, infecciones bacterianas masivas o shock séptico,

La hipotensión y la sal

Las posibles herramientas terapéuticas de los cuadros tanto crónicos como agudos son variadas. Además de algunos fármacos existen ciertas medidas de estilo de vida que pueden ayudar a sobrellevar o mejorar los estados hipontesivos. Entre estas últimas medidas el incremento del consumo de sal es una de ellas en determinadas circunstancias, en especial cuando dicha hipontensión está causada por una deshidratación… pero difícilmente lo será en otras circunstancias.

Así pues, la respuesta rápida a título del post de hoy, de si se puede o debe tomar más sal ante los casos de hipotensión es que NO. Y, en cualquier caso, habrá de ser el médico el que valore esta posibilidad terapéutica que como tal está ahí. Habrá que considerar la ingesta actual del paciente de sal, el origen de su hipotensión y con todos los datos en la mano decidir el mejor tratamiento. Sobre todo por lo ya comentado en la introducción: la mayor parte de la gente, hipertensa e hipotensa, ya incluye demasiada sal.

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Imagen: iosphere vía freedigitalphotos.net