El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Archivo de febrero, 2015

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (3): lácteos

Antes de comenzar con este post, te sugiero leer:

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (1): Frutas y verduras

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (2): cereales

Jarra de leche

Leche y lácteos constituyen uno de los grupos de alimentos que más controversia y posturas encontradas suscitan entre la población general. Por un lado están los que defienden a ultranza un consumo diario obligatorio, más allá de la evidencia científica con la que a día de hoy se cuenta; y por el otro tenemos los que con argumentos bastante desustanciados condenan y desalientan su consumo alegando su uso contranatural por parte del ser humano (tal y como se comentó en el post ¿Es el Ser Humano el único que consume leche tras la lactancia?)

En la actualidad: a toda leche

La presencia de la leche y sus derivados en las guías dietéticas más conocidas ha sufrido una considerable evolución aunque, todo hay que reconocerlo, en la mayor parte de las oficiales los lácteos siguen teniendo un papel destacado. Pero antes de seguir, me vas a permitir que ponga de manifiesto una de las mayores incongruencias que nos podemos encontrar entre esas guías oficiales que hacen en el consumo diario de lácteos (y además en varias raciones al día) una de sus más fervorosas recomendaciones. Lo voy a dejar en forma de pregunta: ¿Por qué todas aquellas guías que inciden en la “necesidad” del consumo diario de leche o sus derivados (normalmente de 2 a 4 raciones al día como nuestra actual “pirámide”) incluyen el icono de este grupo en el tercer peldaño de la pirámide? si es tan “importante” ¿no debiera figurar este grupo de alimentos en el primero y más importante de los peldaños? Esta es una de las razones, como veremos en capítulos sucesivos, por las que el esquema “piramidal” me parece un desacierto: no hay forma de interpretarlo de una forma lógica y se presta a no pocos contrasentidos.

En mi opinión, la insistencia con la que se presentan de forma tan habitual los lácteos en buena parte de las recomendaciones obedece a dos circunstancias, la una derivada de la otra pero, sinceramente, no sé en qué orden (y quizá prefiera no saberlo): por un lado la importante cantidad de calcio de la que efectivamente este grupo de alimentos son una buena fuente dietética y, por el otro los intereses de la industria para que este tipo de alimentos figure de forma tan destacada en las guías, algo de lo que se puede encontrar buena muestra en las vicisitudes del informe McGovern (ver capítulo anterior).

De hecho, una de las campañas publicitarias más exitosas en el ámbito de la alimentación en Estados Unidos es la conocida como Got Milk? (¿Tienes leche?) la que desde su nacimiento a principio de la década de los años 90 catapultó el consumo de leche y derivados en aquel país de forma espectacular cuando precisamente el sector vivía una de sus peores y más largas crisis. Así con estrategias francamente impactantes (y a veces controvertidas en relación a su idoneidad) la campaña Got Milk? remachó en la conciencia de los nortemericanos la necesidad de tomar leche para alcanzar una salud ósea de hierro. El primero de los vídeos que aquí te dejo fue con el que debutó la campaña (francamente divertido y sin mayor malicia) para terminar, entre otras, en apuestas tan arriesgadas como la segunda.

Sin embargo, a día de hoy y a pesar de que las recomendaciones oficiales estadounidenses siguen destacando de forma importante la idoneidad, cuando no necesidad, de los lácteos en la alimentación diaria a partir de su más moderna herramienta, My plate, (al igual que en nuestra actual pirámide, y por lo que se ha sabido también en su próxima sucesora) hay otras recomendaciones que con más ciencia y, a priori, quizá menos intereses comerciales, no están por la labor de hacer tanto énfasis en la necesidad de su consumo y, más allá de este, poner el acento en que lácteos sí, más o menos, pero sin pasarse.

La dicotomía

Tal y como ya esperarás, una de esas guías a las que me refiero es el Healthy Eating Plate de la Escuela de Salud Pública de Harvard (HSPH) que argumenta que que hay muy poca o ninguna evidencia de que una alta ingesta de lácteos favorezca una salud ósea o proteja contra la osteoporosis, y que más al contrario, sí que hay una evidencia considerable de que realizar un consumo elevado puede ser más perjudicial que beneficioso. Cuestiones todas sobre las que merece la pena entrar en detalles.

Tal y como se pone de relieve en este artículo de la propia HSPH:

Decir que el calcio es un elemento clave para la salud de los huesos no es precisamente una noticia de última hora. Así, la inclusión a partir de la dieta de suficiente calcio desde la infancia hasta la edad adulta ayuda a la formación y fortalecimiento de los huesos al principio y, posteriormente a retardar el deterioro óseo a medida que envejecemos. Sin embargo, no está nada claro que necesitamos más calcio que el que generalmente se recomienda, así como tampoco está claro que los productos lácteos sean realmente la mejor fuente de calcio en general.

Mientras que el calcio o los lácteos pueden disminuir el riesgo de osteoporosis y cáncer de colon, un alto consumo de este grupo de alimentos podría, posiblemente, aumentar al mismo tiempo el riesgo de cáncer de próstata y de ovario.

Hay una clara dicotomía entre quienes defienden la recomendación del consumo de leche en pro de una salud ósea superior, y aquellos que sostienen que el consumo de lácteos además de tener una modesta incidencia en las roturas óseas también puede suponer el incremento de ciertos riesgos entre ellos y principalmente sobre la salud cardiovascular y los cánceres de próstata y ovario. El caso es que nos pongamos como nos pongamos no hay una decisión contundente. Pero hay margen para poder razonar.

Sobre la primera cuestión (resumida en la forma “toma mucha leche para tener unos huesos fuertes”) hay que tener en consideración múltiples factores más allá de este consejo que es un tanto simplista y excluyente. Simplista porque para alcanzar una salud ósea adecuada hay muchos factores en juego. La presencia de calcio en la dieta es solo uno de ellos (y no tiene porqué ser el más importante); además influyen y de forma muy importante: la adecuada presencia de vitaminas D y K, no pasarse con la cantidad de vitamina A, tener una adecuado, pero no excesivo, aporte de proteínas, no pasarse con las refrescos en particular de cola, y tener un patrón de vida activo. Y excluyente porque la leche no es ni de lejos la única fuente de calcio dietético, ni tan siquiera es imprescindible. Se puede llegar sin problemas a una adecuada ingesta de este mineral sin recurrir a la leche o los lácteos, por ejemplo con: vegetales de hoja oscura (acelga, espinacas, coles…); las legumbres, los frutos secos, las conservas de pescado en conserva tipo sardinas o anchoas o muchos pescados, en especial los que se consuman “enteros”.

En relación a la segunda cuestión (resumida como “el tomar demasiados lácteos aumenta el riesgo de padecer distintas patologías”) no está claro. Hay ciertas evidencias que apuntan en esa dirección así que, siendo realista, no se debe ser tajante. Habrá que esperar a futuras investigaciones para ver si se puede aclarar, en un sentido u otro, esta problemática.

A modo de síntesis

Por tanto, con toda esta información concluyo. Primero: habida cuenta de que en la actualidad el consumo de más de una ración de leche al día dentro de una dieta razonable con otras fuentes de calcio no vaya a suponer una mayor reducción del riesgo de fractura de huesos; y segundo: teniendo en cuenta el posible, aun no esclarecido, aumento del riesgo de padecer ciertos trastornos a partir del aumento de este tipo de alimentos con sus nutrientes… podría ser conveniente no recomendar un mayor consumo que el ya mencionado de una ración al día… como mucho.

En resumen: en mis recomendaciones sí que estarían presentes los lácteos, pero no para potenciar o favorecer su consumo (como el actual, cifrado en 2 a 4 raciones al día) sino para invitar a su control al tiempo que se invitaría a una mayor diversificación dietética con otros grupos de alimentos fuente de calcio.

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Imagen: John Kasawa vía freedigitalphotos.net

Nutrición-área 51: La prodigiosa, pero a todas luces falsa, longevidad de los Hunza

HunzaDentro de los misterios poco misteriosos y más legendarios, los del tipo Monstruo del Lago Ness o Abominable Hombre de las Nieves, figura la existencia de un pueblo de leyenda (nunca mejor dicho) cuya asombrosa longevidad se ha hecho descansar en cuestiones dietéticas. Me refiero a los Hunza.

La región geográfica existe, el valle de Hunza, enclavado a una considerable altitud en el marco de un valle montañoso dentro de Paquistán. Como también existe una población autóctona que recibe el nombre de pueblo Hunza. El caso es que sobre este pueblo se han hecho de descansar una serie de prodigios entre los que destacan su extrema longevidad cifrada en no pocas ocasiones más allá de los 120 años, así como una especial apariencia de juventud a pesar de su avanzada edad y el no padecer enfermedades. Las causas que habitualmente se esgrimen para justificar estas maravillas son variadas, entre las más habituales figura su particular estilo dietético del que se han apuntado “secretos” varios: desde que su dieta es especialmente parca en calorías, a que apenas consumen proteínas de origen animal siendo su patrón dietético principalmente vegetariano, pasando por los habituales periodos de ayuno o las excepcionales características del agua que consumen. En particular, en referencia al agua, las explicaciones son de lo más variopintas y divertidas: algunos hacen destacar su riqueza en cesio, otros afirman que al venir de los glaciares del Himalaya, el agua tiene una viscosidad diferente con un pH alcalino mayor, otros que unos niveles altos de hidrógeno activo, otros que posee un potencial redox negativo y otros más que el contenido de este agua es especialmente rico en minerales coloidales (sean las que sean que estas supuestas propiedades del agua impliquen sobre la longevidad y la posibilidad de enfermar). Internet, fuente inagotable de mitos y justificaciones varias, ofrece una amplia muestra de lo que comento; tienes algunos ejemplos en este enlace o en este otro.

La verdad sobre los Hunza

Antes que buscar las verdaderas razones sobre su excepcional longevidad habría que cuestionarse si en verdad este pueblo vive tanto tiempo y con tan buena salud. Y las respuesta verdadera es que de eso nada. Más al contrario, existen datos que afirman que los Hunza tienen una vida media por debajo de la edad media de las poblaciones del primer mundo y que además enferman como todo hijo de vecino. Muchas veces esas enfermedades que son especialmente prevalentes en esta población son fruto, precisamente, de una alimentación con no pocas deficiencias.

Conviviendo con los cientos de páginas que pululan en Internet al respecto de esta fantástica leyenda que repiten incesantemente las mismas palabras pero sin aportar prueba alguna, también se encuentran las vivencias de un tal John Clark que en su obra Hunza – Lost Kingdom of the Himalayas.pdf (Hunza: El Reino perdido del Himalaya) recapitula, en una especie de diario de bitácora, sus experiencias tras 20 meses de convivencia en el seno de los Hunza allá por la década de los años 50. En esta obra el tal Dr. Clark da cuenta de las frecuentes enfermedades observadas en este pueblo entre las que destacan: disentería, tiña, impétigo, cataratas, infecciones oculares, tuberculosis, escorbuto, malaria, caries dental, bocio, bronquitis, sinusitis, beriberi, neumonía… entre otras. Si bien es cierto que la mayor de estas enfermedades son infecciosas y degenerativas (tanto o más probables en función de la edad) no se da cuenta de patologías psicosomáticas más propias de las civilizaciones occidentalizadas. Así, en este estudio Hunza – a healthy and a long living people (Hunza-un pueblo saludable y longevo) una serie de investigadores búlgaros dan cuenta al parecer de este hecho: los Hunza no presenta enfermedades psicosomáticas fruto del estrés… aunque, todo hay que decirlo, en esta publicación se sigue atribuyendo a los Hunza una vida especialmente feliz y longeva.

Sobre su excepcional longevidad, el hecho incontestable es que más allá de las habladurías que crecen con un efecto bola de nieve, nadie en absoluto ha sido capaz de presentar una sola prueba tangible de que sea una realidad. Bastaría con una foto de familia en la que se pudiera ver a ocho generaciones juntas: el gran patriarca (o la gran matriarca) con 145 años, su hijo de 125; su nieto de 105; su bisnieto de 85; su tataranieto de 65; su chozno de 45; el hijo de su chozno de 25 y; por último el nieto de su chozno de 5 años. Así de “fácil”.

Es más, volviendo al escrito de John Clark, este da cuenta (página 170) de una particular encuesta entre los nueve niños que asisten a las clases que él había establecido y les preguntó al respecto de los familiares que habían perdido. Su resultado fue bastante elocuente: un primer niño había perdido a su madre, tres hermanos y dos hermanas; el segundo a un hermano y una hermana; el tercero a su madre, dos hermanos y dos hermanas; el cuarto a su madre y a una hermana; el quinto a una hermana y un hermano; el sexto a su madre, dos hermanos y una hermana; el séptimo a dos hermanos; el octavo a un hermano y; el noveno a su padre. Significativo.

En resumen

Ya no estamos en el siglo XIX o mediados del XX cuando los primeros exploradores occidentales se adentraron en aquellas remotas tierras. Con la racionalidad en la mano, creo que está bastante claro que si algo verdaderamente excepcional se estuviera cociendo en esta indómita región ya se estaría investigando (o ya se habría hecho). Ahora, el hablar de las cuestiones dietéticas para explicar su excepcional longevidad cuando la causa de así merecerlo ya no solo está en entredicho, sino que todo apunta a que es más falsa que un billete de 13 euros, carece de todo sentido.

Quizá, el conocer que este pueblo se asiente donde, más o menos, se supone que se encontraría aquel lugar ficticio descrito en la novela de 1934 Horizontes perdidos, conocido como Shangri-La (utopía mítica ubicada en el entorno del Himalaya consistente en una tierra de felicidad permanente, aislada del mundo exterior y cuyos habitantes son casi inmortales) tenga parte de la culpa.

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Nota: el pasado viernes aparecí, brevemente, hablando sobre este particular en el programa de radio “Levántate y Cárdenas” (@cardenaseuropa) de Europa FM. Puedes escucharlo en este enlace (minuto 53:48)

Imagen: John Hill vía en.wikipedia

Quiero perder peso: ¿Cada cuánto tiempo he de pesarme?

Báscula macizaEl título tiene trampa, lo reconozco… pesarse o no, el acto en sí, no va a influir directamente sobre la evolución de nuestro peso salvo… (y esto es importante) si su lectura condiciona nuestros hábitos. Es decir, si alguien se pesa y no va a adoptar cambio alguno en virtud de su resultado, el hecho de subirse a una báscula con mayor o menor frecuencia no va a influir en el peso de nadie.

Ahora bien, parece que hay una cierta relación en la trayectoria ponderal de las personas y el hábito que tengan de pesarse. Sea como fuere, las recomendaciones en este sentido son especialmente divergentes (para no variar). Por ejemplo, la conocida franquicia Weight Watchers recomienda a sus afiliados pesarse una vez por semana. Sin embargo, otros sistemas recomiendan olvidarse de pasar periódicamente por la tortura de subirse a una báscula y deshacerse de ella(s).

Antes de continuar es preciso aclarar que el peso de las personas puede fluctuar en no poca medida en el transcurso de 24 horas, casi 1 kilogramo, y que esta variabilidad parece estar relacionada más con la retención de líquidos que con el ingreso o gasto calórico.

Centrándonos en el adelgazamiento, aumento de peso o mantenimiento del mismo sí que algunos investigadores han encontrado una frecuencia óptima asociada (que no causalmente relacionada) con el hecho de pesarse. Así, en este estudio, se analizó la trayectoria de pérdida de peso de una muestra de 40 personas que tenían la intención de perder peso y que estaban, en principio, realizando una serie de cambios en sus estilos de vida conducentes a tal fin.

Así, se contrastó que las personas que más peso perdían eran aquellas que se pesaban al menos una vez al día. No es probable como decía una relación causa y efecto, pero sí que es más probable que aquellas personas que más fidelizadas están con sus cambios se suban más a menudo por que les gusta ver el resultado… a diferencia de aquellos que habiendo hecho mayores o menores transgresiones dietéticas prefieren no ver lo que marca la báscula. Una especie de mezcla entre el “ojos que no ven… corazón que no siente” o la estrategia del avestruz al pensar que por meter la cabeza bajo tierra el peligro o la situación incómoda va a dejar de existir. En este sentido, el promedio de tiempo sin subirse a la báscula que resultó en no ya pérdida de peso, sino en al menos no ganancia, fue de 5,8 días.

El estudio señalado coincide con otros hallazgos. Está bastante bien documentado que en un promedio de tres a cinco años una buena parte de las personas que en su día consiguieron perder una cantidad significativa de peso, lo vuelven a recuperar. Sin embargo, este estudio observó que aquellas personas que se pesaban a diario tras haber adelgazado de forma importante tenían menos probabilidades de engordar con el paso del tiempo.

En la misma línea de resultados se encuentra este otro estudio que concluye que:

El hecho de pesarse puede ayudar a mantener con éxito el peso perdido ya que permite tomar medidas conducentes a la prevención del aumento de peso. En sentido contrario, la disminución de la frecuencia en el pesarse se asocia de forma independiente con una mayor ganancia de peso.

Sea con el fin que uno se suba a una báscula es importante tener en cuenta que en condiciones normales el peso individual, además de tener una previsible fluctuación diaria, también es objeto de cambios cíclicos y normales a lo largo de la semana: aumenta durante el fin de semana hasta un máximo obtenido el domingo o el lunes para, luego, en el transcurso de la semana ir disminuyendo para volver a empezar otro ciclo conforme se acerca el fin de semana. Pero también se pueden sacar ciertos patrones al respecto de esta fluctuación semanal. Este estudio pone de relieve que aquellas personas cuyo peso tiene una mayor horquilla de variación de peso en el transcurso de una semana eran los más propensos a mantener su peso estable a largo plazo. ¿Curiosidad, casualidad, o las dos cosas?

Por último y a modo de consejo, yo me quedo con esta frase lapidaria de la Academia Americana de Nutrición y Dietética que en su muy recomendable documento de posicionamiento sobre el control del peso (Position of the American Dietetic Association: Wheight Menagement) sentencia:

La meta en el control del peso trasciende los kilos que marque la báscula: tanto si el peso cambia, como si no, el cambio de hábitos ha de ser uno de los objetivos [por no decir «el objetivo»]

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Imagen: Ambro vía freedigitalphotos.net

Con médicos así la lactancia materna no necesita muchos enemigos más

Pulgares abajo

En poco tiempo he sido conocedor de un par de hechos francamente alarmantes al respecto de la percepción que algunos profesionales sanitarios tienen de la lactancia materna.

El más gordo de los dos y que ha generado un revuelo considerable en las redes sociales ha sido el anuncio de la próxima aparición de un libro titulado “Víctimas de la lactancia materna ¡Ni dogmatismos ni trincheras!» cuyo autor según parece es el médico pediatra José María González Cano. El caso es que el anuncio de su presentación, habida cuenta de lo que del libro se sabe por su contraportada, pone en entredicho las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y de la Asociación Española de Pediatría (AEPED).

Esto es lo que se podía leer en una página que anunciaba el evento correspondiente a la presentación del libro y que está(ba) previsto precisamente para hoy, 5 de febrero:

La LM Prolongada está generando muchos ingresos en los Hospitales por desmedro. No es lo mismo dar pecho tres meses que darlo durante seis y no digamos nada si se prolonga por encima del año de vida. Por poder hacerse, puede hacerse. Pero ¿es bueno o malo para los niños? ¿Acaso un niño de dos años de edad medio desnutrido, con estigmas raquíticos y anémico, no es una «víctima» del actual dogmatismo? Y eso sin hablar de los complejos de Edipo severos que están aflorando ante amamantamientos tan prolongados. En contra de las Recomendaciones actuales, considero que en los países desarrollados el destete total o parcial debe hacerse a los cuatro meses de vida. A partir de ese momento llega la primera papilla de cereales y progresivamente de fruta, verduras etc. Si el destete es más tardío, casi siempre hay problemas con las papillas y eso conduce inevitablemente a carencias nutricionales y a convertir a esos niños en «victimas» del actual dogmatismo.

Como se ve, más que cuestionar las recomendaciones de la OMS las contradice sin ambages, ya que tanto este organismo como la AEPD y por ejemplo también la Academia Americana de Pediatría recomiendan la lactancia materna en exclusividad durante los seis primeros meses de vida y, partir de ese momento, mantener la lactancia materna junto con la alimentación complementaria… hasta el año, los dos años, o hasta que el bebé y la madre lo quieran (depende de las fuentes consultadas).

Tal y como comentaba, el escándalo que ha generado la presentación de este libro ha sido mayúsculo, las redes sociales ardían (aun hay bastantes brasas) e incluso se ha planteado una recogida de firmas en la plataforma Change.org para solicitar: la corrección de los contenidos del libro según indicaciones de la OMS al respecto de la lactancia materna; y la supervisión del trabajo de José María González Cano como pediatra en la sanidad pública. Si quieres ver y firmar esta petición, lo puedes hacer en este enlace.

Si bien me parece que hay frases o contenidos del libro que van en contra de lo que se debería hacer como profesional sanitario y que por tanto difícilmente se pueden salvar, opino que lo correcto sería contar con todo el libro y dejarle explicarse a su autor por ver si opta por la conveniencia o no de rectificar en algún sentido. De entrada, parece que habida cuenta de la que se ha montado la presentación del libro se ha suspendido tal y como reflejan algunos medios de comunicación (aquí, aquí y aquí).

El colmo: la lactancia materna observada como una enfermedad

Y tal y como anunciaba al principio, esta no es la única cuestión rocambolesca al respecto de la lactancia materna. Cambiando de tercio, el otro día una seguidora de Twitter (@batnaigz), me hizo llegar esta foto en la que, en el marco del informe de un reconocimiento médico laboral, la anamesis recoge la situación de ser una madre que da el pecho dentro del epígrafe patologías comunes:

 Lactancia materna2

¿Error a la hora de redactar… hábito de poner estas cuestiones en ese curioso lugar? No lo sabemos o yo al menos no he llegado a enterarme si la afectada (la que indignada twitteó la foto de su informe colocando las letras en rojo sobre la misma) ha preguntado sobre las razones de esta situación o si le van a recomendar algún tratamiento para su curiosa “patología”.

Viendo a la lactancia materna ser tratada con este desdén…. cuando no menosprecio, que mal futuro le veo.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

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Nota: Mi agradecimiento a @batnaigz, “madre reciente” (@madrereciente), @jmarinosa y @Pilar_Mtnez (ver en este enlace su post)

Imagen: stockimages vía freedigitalphotos.net

 

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (2): cereales

Antes de comenzar con este post, te sugiero leer:

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (1): Frutas y verduras

CentenoA día de hoy nuestra Guía Alimentaria de referencia (la famosa pirámide SENC 2004, página 20) hace el mayor de los énfasis sobre aquello que es beneficioso comer (es decir, con mayor frecuencia y en mayor cantidad que ningún otro grupo de alimentos) en el grupo de alimentos derivados de los cereales. Para ello figuran en el primer y más grande peldaño de la pirámide y así han estado durante mucho tiempo (pretérito imperfecto) en muchas guías alimentarias de otros países. Me refiero al arroz, la pasta alimenticia, el pan y las patatas (aunque estas no sean de origen cereal, pero ahí se incluyen en la mencionada Guía, supongo, por ser ricas en hidratos de carbono).

El origen de la cerealofilia

Que así sea, deriva en gran medida de lo acontecido en 1977 en Estados Unidos. En aquel entonces se emitieron una serie de directrices nutricionales para los estadounidenses con las que se pretendía combatir a través de la dieta las principales enfermedades metabólicas que azotaban a la población (las de todos los países industrializados por otra parte). Así, con el título Dietary Goals for the United States, (conocido más en concreto como el «Informe McGovern«) se propusieron una serie de directrices generales con el fin de sugerir, muy en resumen, unas recomendaciones especialmente bajas en grasas, con menos colesterol, menos azúcares refinados y procesados, y más carbohidratos complejos y fibra.

Estos matices son importantes porque de hecho fue el informe McGovern el que utilizó por vez primera el término carbohidratos complejos. Así, la mayor parte del consenso en el informe se centró en aumentar el consumo de frutas, verduras y alimentos elaborados principalmente con cereales enteros. Sin embargo, no sé por qué, tras el informe McGovern las primeras guías norteamericanas (hoy ya en desuso) y que sirvieron para inspirar las de muchos otros países (entre ellas las españolas y hasta el día de hoy) pusieron el mayor de los acentos en los alimentos elaborados con cereales antes que en las frutas, verduras y hortalizas. ¿Por qué se hizo así? Con sinceridad no tengo la certeza, pero mi opinión es que se pudo deber a las presiones de los sectores industriales implicados. Ninguna novedad por otra parte, ya que si algo caracterizó aquel informe McGovern fue precisamente eso… el cómo los distintos sectores implicados presionaron para cambiar la redacción del informe final. De hecho, dentro del propio informe se contrasta que la publicidad en televisión de los alimentos basados en los cereales era varios órdenes de magnitud mayor que la de frutas y verduras. Y si la publicidad era mayor (como hoy) los ingresos derivados de la misma también. ¿Alguien estaría dispuesto a cargarse la gallina de los cereales de oro, así por las buenas? Pues eso, y conste que es solo una opinión.

Importante: los cereales suelen ser algo más que cereales

Otro de los problemas es que cuando alguien habla de “alimentos de origen cereal” (aunque sean integrales) al mismo tiempo, se abre la puerta para que en ese mismo peldaño entren otros alimentos altamente procesados y, muy habitualmente ricos en azúcares refinados. Es más, tal y como sentencia el Dr. David Ludwig de la Escuela de Medicina de Harvard: “Tanto te da comerte un bol de cereales sin azúcar añadido, que un bol de azúcar sin cereales añadidos” (ver documental en esta entrada, minuto 30:10). Al final la respuesta metabólica va a ser casi idéntica. Sobre el tema de los cereales “saludables” te sugiero que eches un vistazo a este post sobre como pueden ayudar a “cuidar la línea” de Lidia Folgar – @Lidia_Folgar-)

El caso es que mientras en otros países la mayor parte de las recomendaciones hace tiempo que han cambiado haciendo pasar los alimentos procedentes de los cereales al menos a un plano de menor importancia que los vegetales frescos, en España las guías siguen igual… y lo peor es que por lo visto en esta entrada tienen pinta de continuar en el mismo sentido.

No hay nada de malo en dar la justa y en mi opinión adecuada presencia en las guías alimentarias a este grupo de alimentos, pero habría que dejar las cosas suficientemente claras como para que el ciudadano entienda que de forma general, cuando se dice arroz, se quiere decir arroz integral, que cuando se dice pasta, debería ser también integral, que con el pan lo mismo, que también tienen cabida en ese nicho otros cereales, más o menos poco usuales en nuestro entorno… pero sobre todo, lo que habría que dejar claro, es que en este grupo de alimentos no tiene cabida la galletería, ni la bollería, ni los típicos cereales de desayuno o barritas de tal por muy bajos en grasas que sean. No, ante todo, sobre este grupo de alimentos de lo que se trata es de potenciar los alimentos poco refinados que cada uno se cocina en su casa. La cultura del “vivan los cereales” y así ponerlos en el primer peldaño, ha servido para meter un gol por toda la escuadra en las políticas de salud pública que en cierta medida han pagado y siguen pagando los ciudadanos.

Así, mientras el mensaje sobre el consumo de alimentos provenientes de los cereales no se minimice, al tiempo que se detalle y aclare qué se quiere decir y hacer llegar a los ciudadanos sobre este grupo de alimentos, la confusión va a seguir siendo importante para deleite de una buena parte de la industria alimentaria, de la española, que viviendo de las rentas del “bajo en grasa”, y que poniendo faldones en sus anuncios, parece que le sirve para que todo lo demás pase a un segundo plano.

En resumidas cuentas, alimentos cereales sí, pero:

  1. Dejando de ser “la base” de la pirámide o el centro de cualquier recomendación general;
  2. Puntualizando (como ya se hace, pero con muy poca fuerza en mi opinión) que la presencia de los integrales ha de ser mayoritaria frente a los refinados y;
  3. Destacando que los alimentos procesados, por muy “de cereales” o “con cereales” que sean no tienen cabida en estas recomendaciones (que para eso de momento son mías)… Vamos que si tiene más de cuatro ingredientes (y soy generoso) mejor que nos olvidemos.

Nos vemos el martes que viene con el siguiente capítulo: los lácteos

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Imagen: Serge Bertasius Photography vía freedigitalphotos.net

TomTato® y Potato Tom®: Plantas combinadas para tus platos idem

Patata-tomateRecuerdo con verdadero deleite la clase magistral que en el marco de mi licenciatura de CC. Biológicas nos ofreció el profesor de Ecología Arturo Ariño. En ella, y en tono de humor, el Dr. Ariño pretendió abrirnos los ojos ante el fabuloso mundo profesional que como biólogos se abría ante nuestros ojos. Entre las más prometedoras de esas futuras realidades estaba la ingeniería genética y con ella, además de otras disciplinas biotecnológicas la posibilidad de dar pie a plantas y animales fabulosos mucho más productivos, más nutritivos, etcétera. Uno de sus ejemplos fue maravilloso… podríamos crear las reses con dos cabezas que serían mucho más productivas al poder comer mucho más deprisa. Pero no te equivoques no se trataba de poner las dos cabezas una al lado de la otra, si no de poner la segunda en sustitución del ano, en su parte posterior; de esta forma el animal, además de poder comer el doble, también le aprovecharía al máximo ya que todo lo que entrara le quedaría dentro… todo beneficio.

Así dicho, hay que reconocerlo, suena raro de narices pero créeme si te digo que el hilo conductor de aquella clase fue soberbiamente hilarante, incluso nuestros familiares que nos acompañaban acabaron desternillándose. Fue una buena elección para aquella clase magistral.

Bueno, el caso es que la noticia que hoy acerco hasta el blog tiene algo de aquel espíritu frankenstiniano, ya que al parecer dos empresas, cada una por su cuenta han creado y están comercializando una planta que, ella misma, es capaz de dar al mismo tiempo tomates en su parte aérea y patatas en la terrestre… una planta combinada en toda regla.

Tal y como se lee en el título se llaman TomTato® y Potato Tom®, y son un buen exponente de lo que podría tildarse como una quimera hortícola. En la mitología griega se entendía por “quimera” un animal imposible, un monstruo, con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón… una engendro contranatural fruto de las fábulas clásicas.

Pero en este caso no hay nada fabulístico, son bien reales, y se han obtenido después de mucho trabajo mediante técnicas de injerto. En este sentido, ambos productores ponen de forma reiterada el acento en este matiz, al hacer destacar que no siendo plantas transgénicas, la planta es completamente “natural”. Sí, ya ves, una risa esto de lo “natural”.

Más allá del distorsionado concepto de “natural”, la planta resultante es posible, en cierta medida, gracias al estrecho parentesco taxonómico del tomate y de la patata. Ambas plantas pertenecen a una misma familia, las Solanáceas. Esto no quiere decir que llegar a este resultado haya sido fácil, ni mucho menos, pero sí bastante más fácil que, por ejemplo, obtener una planta viable a base de injertos de remolachas con manzanas. Salvando las muy enormes distancias, esto de los injertos vegetales funciona en cierta medida como los trasplantes. Hay que encontrar dos organismos más o menos similares para que el injerto o el trasplante funcionen como se pretende, de otro modo, cualquiera de estas operaciones no serían viables a la larga.

No me extrañaría que, como a mí, esta cuestión te traiga a la cabeza aquel capítulo de los Simpson en los que esta amarilla familia descubre por azar un híbrido entre la planta del tomate y la del tabaco, dando lugar a una nueva planta bautizada como Tomacco. No creas que esta posibilidad es una originalidad de los guionistas de esta genial serie, ya que el Tomacco tiene al parecer un trasfondo real… y es así que porque también el tabaco pertenece a la familia de las Solanáceas (como el tomate).

¿Qué inconvenientes tiene o puede tener cualquiera de estos dos productos?

Con sinceridad los desconozco. Desde luego, me costaría creer que sus inconvenientes pudieran estar relacionados con algún problema de salud. Aunque bien mirado, tampoco sería esta una posibilidad descartable al estar esta familia de las Solanáceas especialmente relacionadas con la producción de ciertos alcaloides como la solanina, la nicotina, la atropina, etcétera. Así que habría que ver.

En un sentido más práctico los principales inconvenientes los veo en el terreno de su excelencia como alimentos. Aunque sus productores hablan de patatas y tomates “comestibles” me costaría creer (en especial sin haberlos probado) que sean los mejores tomates o las mejores patatas en su género. Además está la cuestión de la cosecha… ¿qué madura antes, qué se cosecha antes: las patatas o los tomates? si la respuesta es las patatas… adiós tomates (parece que según se explica en una de las páginas webs, primero se cosechan los tomates y después las patatas). Otro tema, es el uso de fertilizantes y fitosanitarios ¿lo que le va bien al cultivo de las patatas, le va bien también al de tomates?

En definitivas cuentas, así a bote pronto yo veo en estos TomTato® y Potato Tom® más un juego de salón o si se prefiere de jardinería que un método productivo realmente eficiente. Ya me contaréis qué os parece a vosotros.

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Nota: Mi agradecimiento a José Miguel Mulet (@jmmulet) por las reflexiones al hilo.

Imagen: Thompson & Morgan’s TomTato® video vía youtube