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¿Ha sido viral el ‘efecto Manada’ sobre los casos de violaciones grupales?

Leo en El periódico.com que, desde los Sanfermines, las denuncias de violaciones grupales se han multiplicado. Podría parecer que abusar en grupo es la nueva moda, el reto viral último, lo más guay que hacer con tus amigos. En lo que llevamos de año han sido 42 las denunciadas, y aún quedan otros cuatro meses por delante.

GTRES

Estoy segura de que si algo nos pasa por la cabeza a todas nosotras, cada vez que un diario anuncia un nuevo caso en otro punto de España, es el miedo. Porque, hablemos claro, casi da la sensación de que, desde La Manada, las violaciones en grupo han sucumbido al efecto bola de nieve.

Hoy quiero tranquilizaros, un poco en la medida de mis posibilidades, al respecto. Desgraciadamente, las violaciones colectivas no son cosa nueva. Ya eran un instrumento de represión que se utilizaba hace miles de años.

Lo que vivimos ahora casi semanalmente es la versión contemporánea que demuestra que, en realidad, no hemos avanzado tanto como deberíamos.

Quienes hemos evolucionado hemos sido las mujeres. Mientras en otros momentos de la historia no quedaba otra que callar y vivir con la losa de la agresión cometida, sin poder denunciar, sin conseguir ningún tipo de justicia, el feminismo ha puesto el punto y final a nuestro voto de silencio.

Time’s Up no ha sido solo una moda, sino el grito de las mujeres de España, India, Alemania o Suecia que se ponían de acuerdo en algo: que te violen es violación.

La consecuencia de hacer ruido, de que las mujeres ya no seamos ciudadanas de segunda, es que la igualdad, le pese a quien le pese, forma parte de la agenda.

La sensibilidad con el tema afecta a la esfera política, a la social, a la económica y también a la doméstica. Las injusticias en nuestra contra aparecen en la conversación cuando antes era algo que ni se planteaba.

Si algo hemos aprendido en estos años es que gritando en las calles que «No es no», el país escucha. Puede que no tanto como quisiéramos y puede que ni siquiera hasta el punto de poner una pena con la que estemos de acuerdo, pero el mensaje ha calado: hay consecuencias.

Quedan aún frentes abiertos. La pornografía es la nueva maestra. El gangbang, un contenido sexual de alto éxito. Y las agresiones en grupo se seguirán repitiendo siempre y cuando los niños continúen recibiendo mensajes de que el consentimiento es algo opcional, que son ellos quienes están en una posición de poder.

Las agresiones han existido siempre. Antes nos callábamos, pero ahora, muchas de nosotras nos animamos a denunciar. Hemos dejado claro a voz en grito, a golpe de pancarta, en manifestación y en nuestras redes sociales que nuestros cuerpos son nuestros, que nuestra libertad incluye nuestro armario, nuestra sexualidad, nuestra vida.

Si se denuncian más que antes las manadas es porque las mujeres nos hemos dado cuenta (tiempo nos ha costado) de que no es nuestra la culpa. Que somos las víctimas.

«Quedó con uno de ellos, se mandaba mensajes con contenido erótico, acudió al piso a mantener relaciones sexuales…», todo eso se ha acabado. Pueden empeñarse en que retrocedamos y volvamos a guardar silencio tildándonos de culpables, pero ahora contamos con respaldo.

Hemos aprendido lo que es y lo que no es violación, somos conscientes de ello como quizás nunca lo habíamos sido hasta ahora. Tenemos claro que no es no, que no decir nada es no, que oponer y no oponer resistencia es no, que todo lo que no sea un consentimiento explícito, es violación.

La pregunta es, por qué, si aumenta el número de denuncias, se sigue poniendo el foco en nosotras. Por qué si hay adolescentes menores de edad, de jóvenes adultos o de hombres de más de 50 años, o de composiciones de todo lo anterior junto, nadie se pregunta cómo es posible que de un grupo de cuatro, cinco o diez hombres, ni uno solo de ellos echara el freno y pusiera el punto de cordura, de respeto y todos optaran en cambio, con conocimiento de causa, por cometer un crimen.

Duquesa Doslabios.

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