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Ora, el juguete sexual que simula sexo oral

Querid@s,

¡Qué ilusión más grande me ha hecho recibir hoy el correo! La famosa marca de juguetes sexuales LELO me ha regalado el último grito (literalmente) en sexo oral artificial. Ya tengo en mi poder Ora, un elegante simulador de sexo oral creado galardonado con prestigiosos premios internacionales. No es para menos.

Con un cabezal rotatorio más grande situado bajo una suave capa de silicona, Ora ofrece largas y seductoras rotaciones e intensas pulsaciones sobre y alrededor del clítoris. Este hermoso juguete está dotado de un mecanismo interior que “rota” y “toca”, recreando los movimientos de la lengua durante el sexo oral. Con un vanguardista diseño de silicona circular y tecnología SenseTouch, Ora le ofrece hasta 10 programas diferentes de estimulación. Puede usarlo en la ducha, la bañera e incluso bajo el mar. Es 100% sumergible.

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Ora viene con su cargador, su fundita de satén y un muy útil manual para las usuarias, por si se lían. Está disponible en tres colores (morado, negro y azul), y además se lo enviarán discretamente por su cara bonita (entrega exprés en 3 días). Si se le escoña en algún momento de tanto usarlo, que sepa que tiene 1 año de garantía y otros 10 años de garantía de calidad. Todo esto por menos de 130 euros.

En realidad no es el primer juguete que simula el sexo oral, pero sin duda es el más avanzado en su especie. Yo le recomiendo que se entregue al placer oral más fascinante que pueda imaginar. Ora es, además, muy complaciente con la usuaria. Casi tanto como las lenguas más dedicadas.

¿Se acabaron los hombres? No, por Dios. Eso jamás. Pero a falta de lenguas hacendosas y dispuestas, que Ora nos dé placer.

Pruébelo, le va a gustar.

Que follen mucho y mejor.

Histeria femenina. Y con ella llegó el vibrador

Querid@s,

En mi mesita de noche, silencioso y expectante, descansa mi pequeño pero letal vibrador. Hasta que abro el cajón para darle vida, claro.

Este es un llamamiento a las mujeres que habitan la faz de la tierra, porque tienen ustedes que saber quién ideó este bendito invento. Fue el médico británico Joseph Mortimer Granville, allá por la época victoriana. ¿Sabían ustedes que hasta mediados del siglo XIX existía en la medicina occidental una enfermedad llamada histeria femenina? En el contexto de la época se la denominaba «paroxismo histérico» y cualquier cosita de nada era  más que suficiente para que a una la consideraran histérica: que si no duerme por las noches, que si  pierde el apetito, que si le duele la cabeza.

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Hysteria, Doctor Joseph Mortimer Granville tratando a una paciente

Antes de que el vibrador hiciera su aparición estelar, el tratamiento consistía en que el propio médico acariciaba manualmente a la paciente hasta que alcanzaba el orgasmo, sanando así la histeria. Vamos, que literalmente la masturbaba. El tratamiento masturbatorio finalizaba cuando la mujer llegaba al orgasmo, a lo que se referían como «paroxismo histérico», considerando el deseo sexual femenino reprimido como una enfermedad.

Quizás porque el buen doctor no querría andar todo el día con las manos en la masa (tampoco era lo más ortodoxo médicamente) o porque a su esposa no le haría ni puñetera gracia que se pasará el día otorgando orgasmos a otras (quizás a todas menos a ella) y metiendo los dedos en las vaginas de media ciudad, Granville inventó el primer vibrador a pilas con fines puramente terapéuticos, sustituyendo las manos del médico por una auténtica bomba orgásmica.

Fue en 1870. El nuevo artilugio conseguía que, en menos de diez minutos, las pacientes alcanzaran el orgasmo y se volvieran histéricas.

Hubo entonces que aguardar hasta expectantes hasta finales del siglo para ver como en los balnearios más lujosos de Europa y Estados Unidos, los tratamientos anti histeria con vibradores alcanzaban una popularidad absoluta. No fue hasta 1902 cuando la compañía estadounidense Hamilton Beach lanzó el primer vibrador eléctrico destinado a la venta comercial, convirtiendo al vibrador en el sexto aparato doméstico en ser electrificado. Así fue como este pasatiempo sexual comenzó a venderse como churros y muchas compañías diseñaron sus propios modelos. Las distintas versiones se anunciaban en revistas y catálogos de moda y confección, atiendan, como máquinas de masaje antiestrés. Razón no les faltaba. Una página del catálogo Sears de electrodomésticos de 1918 incluye un vibrador portátil con accesorios, anunciado como “muy útil y satisfactorio para el uso casero«. A ver si lo encuentran entre todas las ayudas para ellas.

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Con el tiempo y una caña la imagen y reputación de los vibradores cambió completamente a mediados del siglo XX. Para bien y para mal, les explico. En 1952, la Asociación Americana de Psiquiatría por fin declaró oficialmente que la histeria femenina no era una enfermedad legítima, sino un mito obsoleto, carca y anticuado. Por otra parte, los vibradores adquirieron más difusión con un cine porno que comenzaba a mostrar actrices utilizando el vibrador como juguetito para el placer sexual.

Hasta ahora los vibradores se vendían disfrazados con fines terapéuticos, pero se hizo público que el tratamiento para la histeria femenina era básicamente una sesión de masturbación puesto que la enfermedad no existía, y el cine porno mostraban a las actrices porno gozando de la mano de estos artilugios, ratificando el auténtico uso del  vibrador, la gente empezó a ver a los vibradores como objetos de perversión sexual. Acaso ese fue el  motivo por el que desaparecieron de las revistas femeninas, catálogos y estantería de tiendas como Sears, donde se habían exhibido sin vergüenza durante casi medio siglo. Vena sino esta publicidad de 1910.

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Gracias a la modernización de la sociedad, la revolución tecnológica, al empeño de los fabricantes de juguetes sexuales, hoy en día con estos artilugios una se corre en menos que canta un gallo. Precisamente esta mañana ando más feliz que una perdiz. Aunque hoy he dormido sola, esta mañana he salido folladita de casa. No ha sido en brazos de un hombre, esta vez Ocean, mi vibrador, que es mi insaciable fuente de placer onanista, me ha dado lo mío. ¿Ocean? se preguntarán. Sí, porque el placer con él, junto a él, provocado por él, es infinito. Como el océano.

Que los hombres no se alarmen, no se me echen las manos a la cabeza y aclamen al cielo. Los vibradores pueden ser, si ustedes quieren y se dejan llevar, excelentes aliados para los hombres que se atrevan a innovar.Con o sin vibrador…

Que follen mucho y mejor.

El sexo está en el aire: llega el dildo drone

Querid@s,

Me muero por compartir la siguiente información con ustedes. Claro está que las mujeres estamos sobradamente preparadas para hacer dos cosas a la vez, pero ¿qué me dicen si la ciencia y la tecnología se embarcan juntos para echarnos una manita en esas cuestiones tan nuestras e íntimas como coquetear con nuestro consolador o vibrador particular? Mientras podemos dedicarnos a lo que más nos guste, ya sea comer, beber o hacer corte y confección. O no hacer nada, simplemente disfrutar de este dildo que funciona sin manos!!! Además hasta te persigue por toda la casa para darte lo tuyo y lo de tu prima. No hay escapatoria. Ahora sí que sí,  Sex is in the air.

 Les estoy hablando del dron más sexual de la historia de los drones. Un híbrido mitad juguete sexual, mitad avión que es capaz de geo localizar su vagina e introducirse en ella para hacerle gozar, sin que usted tenga que mover un solo dedo. Literalmente. Ya está aquí y se llama Dildo Drone. Este cachivache es un avión vibrador no tripulado que va en busca de su ama y señora para ofrecerle la más vibrante y completa de las experiencias onanistas. ¿Cómo funciona este cacharro? El vídeo promocional del artículo, protagonizado por la humorista Jenni Ruiza, lo deja claro como el agua. Si requieren más señas de identidad, apunte. El dildo drone ha de conectarse al ordenador con una simple llave electrónica. Compatible con Windows, Mac y Linux. Podrá tener absoluto control sobre el dildo drone  utilizando la interfaz online  desde cualquier parte, incluso desde el móvil.

No se me emocionen en demasía señoras, desgraciadamente el dildo drone es por el momento una bromita de su creador, el guionista y creativo publicitario Michael Krivicka, para una conocida marca de dildos. Es su particular manera de desternillarse de todos nosotros, de nuestra paleta sociedad obsesionada con robots que lo hagan todo por nosotros, de tal modo que pronto acabaremos convirtiéndonos en completos inútiles incapaces de hacer algo por nosotros mismos. Se ríe del furor que están causando estos pequeños artefactos voladores que funcionan con control remoto y para los que se buscan las más sorprendentes aplicaciones. ¿Qué mejor que el sexo?

Ojala, pero en este caso es harto difícil que la realidad supere la ficción, pues estos drones aparentemente inofensivos entrañan no escasos peligros para nuestra integridad física. ¿Recuerdan al pequeño Enrique Iglesias que por ir de gracioso e intentar hincarle el diente – más bien la mano- a uno de estos objetos voladores inanimados casi se queda manco? No quiero ni pensar qué podría ocurrirle a cualquiera de sus genitales. Ténganlos a buen recaudo, se lo ruego. Pero no es la primera ocurrente salida del amigo Michael Krivicka, pues su cabecita no para. Hace unos meses ya sorprendió a todos con un invento del palo: el palo-selfie-dildo. Otra falsa alarma a las que ya nos tiene acostumbrados este genio de los dildos. Ver para creer.

Aunque ambos son productos de ciencia ficción, el artista afirma en su twitter que ya son muchas las client@s que solicitan pedidos reales. Michael, no sea pérfido  y deje de jugar de una vez con nuestros sentimientos. Vaya un paso más allá y conviértalos en realidad. Que nosotras sí somos de carne y hueso.

P.D.: Yo ya soy un juguete roto. He perdido la ilusión.

Que follen mucho y mejor.

Urgencias: Lo que hay que ver, lo que hay que oir

Querid@s,

Una compañera de trabajo más maja que las pesetas, de la que tengo mucho que aprender, me ha dejado en herencia, haciendo limpieza de estanterías, este simpático y divertido libro. Se trata de La Medicina Todo (Lo) Cura. Escrito por Elisabeth G. Iborra, resulta ser un compendio de historietas y anécdotas de médic@s y enfermer@s . Es un  homenaje, con todos los respetos, a esas cosas curiosas con las que vienen a los hospitales los pacientes más extraordinarios e irrepetibles.
http://www.huffingtonpost.es/2015/12/06/anecdotas-de-medicos_n_8709020.html

Este libro de cabecera habla, entre otras lindas curiosidades, de esa pobre gente que aparece a horas intempestivas, aquejándose de que, por accidente, se les ha metido por sus partes un objeto inanimado capaz de adentrarse por arte de magia en lo más profundo. Así el personal sanitario ve fuera de su sitio arsenales como botellas, velas, pilas, botes de champú y desodorantes, morteros, teléfono de antaño, hasta crucifijos o rosarios en el caso de los más creyentes. En estos orificios para el placer también hay sitio para la más variopinta flora y fauna del planeta: ratoncillos, zanahorias, berenjenas o tomatitos cherry que con toda la buena intención la pareja pretende insensatamente extraer como si fuero un pincho moruno.

Un hombre que llegó a Urgencias con dos botellas de cerveza introducidas en el culo. El hombre desconocía cómo se sucedieron los hecho y no se explica ante el personal sanitario dónde fueron a parar las chapas y el zumo de cebada. Otro caballero echaba la culpa a dos berenjenas con vida propia que le perforaron el ano hasta instalarse dentro. O un señor que alegó que las vinagreras que enjabonaba se le deslizaron y acabaron envolviendo su pene, colándose por la bragueta y esquivando sus calzoncillos.

Cuando los calentones aprietan, el ser humano es capaz de todo. Y en urgencias bien lo saben. Bolsas de pipas en lugar de condones que inevitablemente acaban arañando la vagina. Entiendo que cuando nos entra un calentoó, nos pueden entrar cortocircuitos y podemos acabar actuando como bárbaros. Pero lo de la bolsa pipas es demasiado, antes recurría yo a una bolsa de Mercadona. O como los romanos, en cuya época no existían los condones y con las tripas de los cerdos,follaban los muy cabrones.  A falta de lubricante estándar, hay quien piensa que lo mismo da embadurnarse las partes con el aceite calentito de la moto.

Otros copuladores más precavidas pero con mala suerte son los que llegan a Urgencias sangrando , uno encima del otro, con la verga de él enganchada sin remedio en los brackets de ella. O una pareja moderna que compra en un sex shop, pero que se deja llevar por la pasión en exceso, se introducen el juguetito demasiado profundo y no caen en esos momentos de lujuria y desenfreno, que los sex toys, llega un punto de no retorno, que hacen ventosa.

Pero sin duda me quedo con dos historias desternillantes. Esa mujer de poca fe que no entendía cómo su marido pudo tragarse una manzana entera después de que se la encontraran metida en el ano. Y  otra buena mujer que juraba y perjuraba que el bebedor de pájaros se le introdujo él solito en la vagina. El personal de urgencias sigue poniendo en duda la fuerza perforadora que puede ejercer dicho utensilio a través de la falda, las medias y las bragas de la buena señora.

Urgencias. Lo que hay que ver, lo que hay que oir.

Que follen mucho y mejor.

Cena por todo lo alto con vibrador incluido; morbo asegurado

El morbo residía, especialmente, en tener que disimular. Allí estaban ambos, rodeados de gente en un carísimo y moderno restaurante del centro de Madrid. Elegante y sexy ella, impecable él. Querían celebrar sus 10 años juntos. Animados por el vino y excitados por lo que solo ellos sabían, no se quitaban los ojos de encima, divertidos. Ella, que bajo el vestido llevaba una exquisita ropa interior negra, ocultaba entre las piernas un pequeño juguetito. Dentro, muy dentro.

huevo vibrador con control remoto

VIBRAFACCION.COM

Ni lo habría notado si no hubiera sido porque él, cuando consideraba oportuno, apretaba los botones del mando a distancia que guardaba en el bolsillo de la chaqueta. Dar placer a su voluntad… e interrumpirlo, arrebatarlo. “¿Más vino, señora?”, pregunta el camarero. Ella intenta mantener la compostura.

Me lo cuenta entusiasmada, con la risa nerviosa de una niña pequeña que acaba de cometer una travesura. “Lo mejor fue el polvo de después”, me dice. Y eso que llevan 10 años juntos. Claro, así cualquiera.