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‘Golfa’, la obra de teatro que da mil vueltas a la charla de sexo que recibiste en el colegio

La educación sexual (o la falta de ella) nos pesa. Lo vemos a diario en las prácticas de riesgo, en el incremento de las enfermedades de trasmisión sexual, en que -a día de hoy- hay quien todavía no tiene claro que es el consentimiento.

No es fácil ponerle remedio, primero toca admitir a nivel personal que algo falla, que no sabemos relacionarnos tan bien como deberíamos y después, luchar por cambiarlo, claro.

CONTROL ESPAÑA

Puede que, pasada esa breve charla afectivo-sexual del colegio (la que apenas duraba una hora en tus 12 años de escolarización) el sentimiento de soledad ante el vasto panorama de la intimidad nos pareciera sobrecogedor.

Por suerte, la solución no está tan lejos. Ya tuviéramos aquel taller o nuestro centro careciera de ello, la cultura se ha implicado en esto.

Y lo ha hecho hasta el fondo, con una original obra de teatro llamada Golfa (ya con el título, la curiosidad se dispara) que, en palabras de Cristian Gallego -asesor en sexología que participa en la propuesta mediante encuentros paralelamente a la propuesta-: «cuando educamos en sexualidades estamos invirtiendo en salud pública, en bienestar, en derechos humanos, en ética…».

«Nos sentimos orgullosas y muy contentas de que el teatro, la sexología, la educación, el arte y el debate formen parte de una sola cosa montar obras tan interesantes y chulas como esta», afirma sobre la curiosa obra que estará en el Teatro Galileo hasta el 22 de noviembre resolviéndome alguna de las preguntas acerca de Golfa.

¿Cómo surgió la idea de hacer una obra de teatro de estas características?
La motivación surge del deseo. De un cambio, de mostrar algo, de sentir que se participa, que una se pone manos a la obra para aportar su granito de arena. Lo importante es destacar que surge de uno o varios. Y de allí si queréis nos vamos al fantástico verbo desear. Tan al pelo en este contexto.

Socialmente, ‘Golfa’ es un término peyorativo. ¿Cómo se convirtió en el título de la obra?
Como con un buen libro, si el título ya llama la atención imagina el contenido. Nuestro lenguaje, en la diferenciación entre adjetivos masculinos y femeninos y los sistemas de valor y significado que conlleva, no ha hecho los ejercicios de un reparto neutro. En base a esa desigualdad evidente se mueve la escena en Golfa pero también nuestros propios escenarios sociales y afectivos.

¿Cuál es tu papel en ella?
La compañía contactó con nuestra fundación, SEXPOL, para recibir asesoramiento sexológico y orientación para tratar ciertos temas nucleares en la obra. De ese espacio de creación e intercambio surgen algunas de las perspectivas y valores que tan fielmente han pretendido ilustrar las compañeras de Golfa con la propuesta.

¿Para qué público está pensado el espectáculo?
Una se puede sentir representada con los personajes en todo momento, empatizar, emocionarse, dudar, sentir en definitiva… Quizás sea una obra con una población diana amplia e integrativa, fácil de entender pero no sencilla, elocuente, fresca y un poco inquietante. Si eres persona y sientes, ya tienes la mitad del trabajo hecho.

¿En qué aspecto nos puede cambiar la concepción del sexo?
Golfa no es una obra que trate específicamente las relaciones sexuales, aparecen líneas asociadas a este tema, pero no es la médula de la obra. Está más orientada a pensar qué sucede con nuestras sexualidades, nuestra identidad, nuestro deseo, nuestra forma de relacionarnos con el mundo en una realidad diferente para cada una dependiendo de la forma que tomen nuestros genitales.

Es decir que versa sobre el sexo sí, pero no como sinónimo de prácticas sexuales, sino de las diferencias que a veces establece la cultura dependiendo de cómo somos leídas por las demás personas, en función de la forma de nuestros sexos biológicos.

Tratándose de un tema que produce reacciones incluso de pudor, ¿qué han tenido en cuenta a la hora de interpretarlo sobre el escenario?
En nuestra cultura la sexualidad ha sido un tema del que no se podía hablar, pertenecía al mundo de lo íntimo y lo privado y estaba (y sigue estando) controlado por fuertes bisagras de control social. Hablar de ello frecuentemente despierta emociones y sentimientos de vergüenza, pudor o a veces incluso asco. Desde la experiencia de la fundación SEXPOL podemos corroborar que la gente suele aprovechar al máximo y agradecer profundamente la posibilidad de generar espacios donde hablar de sexualidad, de género, de relaciones interpersonales, de autoestima, de relación con el cuerpo y con las demás, de igualdad, de diversidad y por supuesto de placer.

¿Reírnos del sexo ayuda a que lo vivamos con más naturalidad?
Reírnos siempre ayuda desde luego. A todo. Y sí, por supuesto, si tenemos en cuenta lo que acabamos de mencionar respecto de las emociones que pueden surgir al tocar temas de sexualidad, muchas de ellas asociadas a estados que no nos llevan al bienestar, la risa puede suponer un bálsamo para lidiar un poco con la tensión inicial.

¿Qué diría que aporta ver la obra?
Sentido crítico, lo básico para que después cada una saque sus propias conclusiones. Aporta un espacio, donde reflejarse, cuestionarse, crecer… Plantea un universo para analizar y sentir, en un rato, desde una butaca cómoda. Un puñado de preguntas, una reivindicación entrelíneas, un arrebato…

En una sociedad en la que el porno es maestra de sexualidad, ¿hasta qué punto es necesario que la cultura se haga cargo de nuestra educación con iniciativas de este estilo?
El arte no es solo representante de la cultura que lo ve nacer, es una herramienta de cambio, de transformación, una ventana a través de la cual pararse a mirar, verse reflejadas y conmoverse. Respecto de la pornografia mainstream, la sociedad en su conjunto tiene la responsabilidad de cubrir y asegurar el derecho a recibir educación sexual científica, crítica, comprometida, feminista, diversa y dialogante. La compañía ya ha hecho los deberes en este aspecto, ahora nos toca a las demás.

Duquesa Doslabios.

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Obscenum, Madrid ‘on fire’

Querid@s,

¿Qué les parece esta sinopsis?

Obscenum«Efe, artista de la fotografía erótica, atraviesa una crisis profesional, emocional e incluso sexual desde que Eme, su modelo y musa, le ha abandonado. En el camino de su recuperación, Efe habrá de cruzarse con Perla, una sofisticada ama de casa que combate el aburrimiento con la promiscuidad, Alfa, un actor porno que redondea sus ingresos alquilando su cuerpo, y Junior, la antigua amiga, amante y confidente de Eme que habla de sí misma en masculino y está, por tanto, convencido de que las personas somos, más allá de nuestros genitales, cabeza y corazón. Juntos o separados, pero especialmente juntos y revueltos, los personajes de “Obscenum” parecen vivir la vida al límite, siempre bajo la máxima de que el amor es la única perversión a la que no conviene nunca abandonarse.» 

¿Impúdica, torpe, ofensiva al pudor?

Es la trama de la obra teatral Obscenum. En cartelera desde el pasado 19 de noviembre, está escrita por José Cruz y cuenta con las canciones de Diego Domínguez. Podrán disfrutarla, si quieren, hasta el próximo 10 de enero. Desde la butaca 3 de la fila 11 del Teatro Galileo me empapé hace unas cuantas noches de esta chocante y divertida mezcolanza de drama, comedia y musical sobre un mismo escenario en el que a los cuatro protagonistas les sobra las vestiduras, la vergüenza y los prejuicios. Quizás por ello, los cuatro se enfrentan a sus luces y a sus sombras desde la transparencia de sus desnudos (sin photoshop) y la desnudez de la palabra. Y los actos sinceros.

¿Recomendable? Si no le gusta que le provoquen, si no le gusta escuchar la palabra coño o polla, o no le gusta ver ninguna de estas cosas en vivo y en directo, no vaya. Ahorrese el disgusto, deje libre la butaca para el que no le hace ascos a las obscenidades, e invierta los 18 euros que vale la entrada en menesteres de su gusto. Si por otra parte no le importa ver desnudos imperfectos pero reales, si quiere ver juntos y revueltos a Alfa, Efe, Eme y Junior y le seduce la idea de que le escandalicen, déjense caer por el teatro Galileo.  No sé si les gustará (eso no lo sabe nadie), pero les garantizo que no será un espectáculo convencional. Y juzguen ustedes mismos.

La cosa va de obscenidades. 

De historias indecentes, impúdicas

De personas deshonestas, inmorales, procazes, concupiscentes,

Relatos pornográficos, lúbricos

De actos sucios y escabroso

Cartel Obscenum

No esperen una historia de príncipes y princesas azules. Eso sería demasiado peligroso. Ya me contarán.

Que follen mucho y mejor.