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Cosificar el pecho o por qué no nos sentimos cómodas yendo sin sujetador al trabajo

Fue a mis 25 años cuando decidí empezar a ir sin sujetador por la vida. Y lo que significaba que, tampoco lo llevaba cuando iba al trabajo.

no llevar sujetador

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Es verdad que, pasando varios años en una redacción donde la mayoría de mis compañeras eran mujeres, nunca me sentí que estuviera haciendo algo especial.

Ahora me doy cuenta de que tenía el privilegio de estar en un sitio donde tenía la libertad de vestir como quería sin que nadie me mirara distinto por ello o llegara a escuchar ciertos comentarios.

No pasa así con muchas de mis seguidoras, que, tras una ronda de preguntas por Instagram, me contaron que era algo que no se sentirían cómodas de poner en práctica.

Y claro que si tienes un pecho grande -que no es mi caso-, el sujetador cumple una función de sujeción, como su nombre indica, que evita el dolor de espalda logrando que descansen los hombros y la columna vertebral.

Pero hablo de quienes teniendo la opción de ir más cómodas sin nada puesto, terminan utilizándolo por causas externas.

En su mayoría, personas que no les hacen sentir a gusto si no lo llevan:

«Si al no llevarlo con amigos no faltan los comentarios, no me imagino en el ambiente de trabajo».

«Los tíos te van a mirar sí o sí si vas sin sujetador. A mí eso me intimida».

«Muchas veces voy sin porque me siento cómoda y bien conmigo, pero si aspirara a ascender sí que me condicionaría».

«Cuando trabajaba de cara al público 90% masculino, sobre todo en verano, prefería con sujetador».

«Tengo los pechos tirando a grandes y noto las miradas».

«Siendo profe es complicado incluso ir con bralette porque me da palo que se note algo el pezón».

«Me encantaría ir sin, pero soy enfermera y puedes imaginar las miradas de los señoros».

«Muchas veces me apetece no llevarlo, pero siento que llamaría la atención o parecería poco profesional y me jode porque sé que no debería, pero luego sigo sin atreverme».

«Trabajo en hostelería y depende del día no quiero lidiar con según qué mierda de clientes hombres».

Estas son solo algunas de las historias que me dejaron respondiendo a la pregunta de si querían compartir sus experiencias.

La (larga) sombra del sexismo

Sí, soy consciente de que reflexionar de que me gustaría que hombres y mujeres se sintieran igual de cómodos en el trabajo con su ropa no es una lucha que pueda parecer tan urgente como muchas otras a las que se enfrenta el feminismo.

Pero puesta a hablar de la igualdad, ¿por qué no reivindicar esta también?

La igualdad de que no nos sintamos obligadas a llevar algo porque, de no llevarlo, nos sentimos acosadas o que se nos toma menos en serio en el trabajo.

Por lo pronto, la valía profesional no se mide en los pezones, en serio.

Tengo conocidos en departamentos de recursos humanos, en la parte de contratación de nuevos talentos, y no es en lo que me dicen que se fijan.

Tampoco ir sin sujetador hace que seas peor trabajadora en equipo, que tardes más en realizar tus funciones o que te hagas más lío en las conversaciones de Slack -porque ahí nos liamos todos sin distinción.

Hombres y mujeres tenemos pezones, pero que aún muchas se sientan así demuestra que venimos arrastrando que, siendo la misma zona del cuerpo, no se percibe por igual.

El pezón masculino tiene vía libre en playas, piscinas, redes sociales o incluso la oficina cuando se marca por debajo de la camisa (sí, amigos, a vosotros también os pasa).

En cambio, el femenino, continua abriéndose camino en todos esos ambientes.

Y no es otra cosa que la enésima prueba de que el sexismo que venimos cargando incluye la cosificación de las mujeres.

Es decir, reducirlas a su cuerpo o partes de este-, algo que las discrimina porque se las trata de manera distinta (con miradas, comentarios, etc).

Consejos para cuando tu compañera va sin sujetador al trabajo

¿Lo bueno? Que ponerle las cosas más fáciles está en nuestra mano.

Empieza por no pensar en el pezón femenino como una invitación a mirarlo ni a hacer comentarios si se aprecia de alguna manera por debajo de la ropa.

Hay una diferencia grande entre un vistazo que se escapa de refilón, que a todos nos puede pasar en algún momento, y mirar fijamente -con la incomodidad que produce-.

A continuación, todos los comentarios al respecto se pueden ahorrar, en serio. No queremos que nuestro pecho sea tema de conversación.

Da igual que sea para hacer una apreciación que crees que puede ser positiva como por ejemplo «Se te marcan los pezones» (sí, es normal que se marquen, se marcan porque los tengo).

Si yo no comento a mi compañero de trabajo que se le marcan las entradas, por muy a la vista que esté, creo que debería ser igual al contrario.

También evitar bromas de esas que para algunos son muy graciosas del tipo «Parece que hace frío».

Y por supuesto, no sugerir que el pecho no quedaría tan caído sin el sujetador.

Para resumir en este caso, aunque se puede aplicar a cualquier observación del físico, se debería aplicar la regla de los 5 segundos.

Si hay algo de mi aspecto que no se pueda cambiar en cinco segundos (un moco, un trozo de ensalada…) no lo comentes.

Por tentador que resulte preguntar  «¿Hoy no llevas suje?», no es necesario. Si da esa sensación es probable que no llevemos, pero no hace falta que sea tema de conversación de la misma manera que no vamos preguntando si se llevan o no calcetines.

Para terminar, la única manera de evitar que se considere que es poco profesional, es recordar que el pecho no es algo que nos aleja del puesto de trabajo ideal.

Si no llevar sujetador fuera lo que realmente evita que logremos el ascenso de nuestros sueños, ¿por qué las que sí llevan sujetador también se han encontrado con el techo de cristal?

Mara Mariño

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