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Grindr, todo un éxito

Querid@s,

Como les conté antes de que acabara el año, me encuentro en suelo escocés. He comprobado, de la mano de mi amigo Miki (el amigo gay del marido de mi amiga), que los descendientes de William Wallace son igual de valientes que su ancestro. Desde que hemos pisado territorio escocés, el Grindr de Miki echa chispas. Fue bajar del avión y en menos de 24 horas ya tiene al menos 15 hombres que quieren roce con él y “comérsela” literalmente, como ellos mismo le dicen. Para los que no sepan de lo que les estoy hablando, Grindr es una aplicación de lo más lúbrica que pone en contacto los intereses sexuales entre gays, definiéndose y mostrando la distancia a la que están para futuribles encuentros sexuales. Vamos, un geolocalizador de gays.

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La cosa se inicia con un Hola y se continúa indicando si se es activo o pasivo. Una vez identificados cada cual como sopla nucas, muerde almohadas o simplemente morbosos y/o mamadores, le sigue un intercambio de fotos bastante explícitas. Si cuadran los gustos y gusta la foto, la conversación se torna calentorra y no suele durar más de una hora. Los grinderianos se preguntan y se informan el uno al otro sobre el tamaño de sus vergas y las preguntas no van más allá. Como dice Miki, «como comprenderás chata, no se trata de saber si te gusta Dickens o Tolstoy, simplemente es follar». La conversación se da por finiquitada cuando se fija sitio y hora para el encuentro.

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Entonces se queda. E imagínense que no se gustan. O él no le gusta, o usted no le gusta a él. ¿Qué porcentaje de fracaso hay una vez se queda? Bajo. En general, “pasado el éxito inicial, el éxito está casi garantizado”. Cuando Miki sale un viernes o sábado de fiesta, sale “folladito de casa”. Ya ha tenido su sesión de sexo antes de salir, porque desde que tiene Grindr, se le amontona la faena. Y los polvos. Miki ya no liga en los bares, ni se va de cruising, ni a saunas ni a cuartos oscuros. Porque para eso, ya tiene Grindr. Le evolución de sus devaneos sexuales ha sido categórica (y meteórica) si comparamos los medios y soportes para conseguir satisfacer sus necesidades sexuales que empleaba antes y los que emplea ahora. Sus usos y costumbres tradicionales de antaño versus las nuevas tecnologías. Definitivamente, ahora folla más que antes. “Grindr es un chollo, el que folla es porque no quiere«.

Hablamos de a qué se debe esta rapidez con la que los gays sin prejuicios ni tabús quedan para follar y luego, si te he visto no me acuerdo. Yo opino que el motivo es que los dos son hombres. Miki opina lo mismo y dice que para él, «echar un polvo con alguien es como echarse una cerveza. Algo natural. Es sexo, única y exclusivamente. Yo sólo quiero pasar un rato. Pues eso, un rato».

Que follen mucho y mejor.