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¿Cómo es el succionador de clítoris en acción?

No sé cómo, pero de repente, todas conocen el succionador de clítoris. «¿Lo has probado ya?», me pregunta mi amiga, de las pocas que tengo casada.

SONA 2 DE LELO

Pero también sale en la conversación del grupo de solteras y hasta sabe de su existencia mi prima la pequeña. Es como si estuviera en todas partes.

El nuevo tema de conversación después del furor de Carlos Ríos comiendo sandía a boca descubierta o de la fiebre por Óscar Casas bailando con su pareja.

Parece obvio que hay un recién llegado a la ciudad. No se ha bajado de un taxi amarillo ni viene con un halo de luz detrás mientras suena un coro celestial, pero bien podría.

Tengo la suerte de que me invitan a probarlo (a veces me pregunto qué bien he hecho para tener este trabajo) y mis amigas me bombardean Instagram. «¿Cómo es?», «¿Es verdad que te corres en segundos?», «¿Dónde se compra eso?».

Al principio tuve (creo que como todas), mis miedos al respecto. «Succionador» es un adjetivo demasiado visual como para que no asuste de primeras.

Una parte de mí casi se esperaba que aquello fuera casi como meter el clítoris en el tubo de la aspiradora. Nada más lejos.

Por mucho que reciba ese nombre popularmente, en realidad utiliza ondas sónicas para estimular no solo la parte del clítoris que queda a la vista -la punta del iceberg- sino todo el cuerpo interno del órgano.

¿Qué significa esto? Que en cuanto lo apoyas en esa zona, la vibración se nota por fuera y por dentro, traducción: un orgasmo doblemente potente que te sacude la entrepierna, las pestañas, el planeta y te hace preguntarte hasta qué punto la penetración era necesaria en tu vida.

No solo las sensaciones me sorprenden. Al estimular un 75% más del clítoris que los vibradores convencionales, la rapidez es pasmosa. Hasta dejo atrás a Marc Márquez en moto, para que os hagáis una idea.

Aunque en mi visita a LELO no me supieron decir una media, os puedo confesar la mía, ni 15 segundos de ‘espera’.

Así que sí, oficialmente entra en mi lista de productos revolucionarios dedicados a las mujeres, justo al lado de la copa menstrual. Ya formo parte de esa secta orgásmica que ha abierto un hueco en su corazón -y en su cajón más íntimo- para el vibrador de ondas sónicas.

Duquesa Doslabios.

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