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Ni eres tú ni soy yo, es que somos sexualmente incompatibles

Normalmente, cuando las películas tratan incompatibilidad sexual, se limitan a representarla mediante una escena en la que, la pareja de turno, en pleno arrebato pasional, se mete un coscorrón.

GTRES

«Oh, vaya, qué incompatibles somos que no nos hemos coordinado bien», parece que quiere decir el momento en el que a continuación solo hay risas nerviosas y más intentos infructuosos.

Sin embargo, la falta de compatibilidad es un universo mucho más profundo, algo que, en más de una ocasión, puede que hayas tenido que experimentar.

Por lo general, si no lo ves claro, lo más habitual es que no repitas con esa persona, algo que se soluciona no volviendo a verla (pero, por favor, procura evitar el ghosting).

Pero cuando la incompatibilidad sexual se da en la pareja, no es tan fácil gestionarlo.

La primera señal de alarma, y la más sencilla de identificar, es que uno de los dos no quiere hablar de sexo de ninguna manera. Es un tema que, directamente, se evita a toda costa.

Un comportamiento que puede ser el primer indicativo de que no se toma la relación sexual como tú. Bien porque piensa que lo relativo a ese ámbito no tiene importancia o porque le puede parecer una tontería.

Sin embargo, como seres sexuales, tiene mucho peso en nuestra vida (¡en toda ella!) y en nuestra relación de pareja, por lo que debemos atender a las alarmas si las necesidades se ven descuidadas.

Las preferencias en la cama son un gran punto de no retorno, una prueba de fuego solo comparable a si le gusta la tortilla con cebolla, donde antes se van a notar las diferencias.

Y aunque no es imprescindible que sean 100% idénticas, es decir, no es indispensable que también sea entusiasta de la agalmatofília, y sienta atracción sexual por estatuas, si una de las dos partes siente repugnancia o llega incluso a juzgar las preferencias, la incompatibilidad es un hecho innegable.

No funcionar en ese aspecto hace que los intercambios sean vividos con desagrado, incluso los que no son nuestros, llegando incluso a sentir embarazo si hay escenas de sexo en la tele (no la incomodidad normal, sino una más profunda).

La incomodidad puede empezar por ahí llegando hasta el punto de no tener deseo ni ganas de tener sexo con tu pareja. También sentir desagrado al ver a la otra persona desnuda es una muestra de falta de compatibilidad.

Y, aunque muchas de ellas pueden llegar a solucionarse con ayuda y trabajo de por medio (para estas cosas existen los expertos especializados en sexología), si no tiene arreglo, lo mejor es poner las cartas sobre la mesa y sincerarse.

Duquesa Doslabios.

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