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Lo que de verdad hace que una noche sea memorable

Me hace gracia del porno que, según la mayoría de películas, un encuentro inolvidable pasa por ser golpeada contra el cabecero de la cama, como si fueras un tornillo y buscaran dejarte clavada a la pared.

Pero para mí, el polvo ideal, se encuentra muy alejado de eso.

pareja cama

PEXELS

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A diferencia del juego de percusión, de quien se piensa que tu vagina funciona como un tambor, le doy importancia a la conexión entre las pieles.

No la que se queda solo en los genitales, la que va mucho más allá.

La piel de dos manos enredándose, de unos dedos recorriendo la cara interna del brazo, bajando por la axila, persiguiendo una cosquilla o un escalofrío.

La misma piel que va, poco a poco, descendiendo por el costado, redondeado un pecho como si lo estuviera sitiando y avisándole de que se aproxima una batalla de cuerpos, deslizándose por el vientre, acariciando el ombligo y yendo, de arriba a abajo, por los muslos.

Es inolvidable un encuentro cuando los besos se vuelven mandones, reclamando el protagonismo. Y dejan una huella invisible a la vista pero no al recuerdo.

Tanto que al día siguiente te parece que todavía puedes sentirlos. Como si la piel recordara la marca de los labios con un cosquilleo. En todas partes, por supuesto.

No soy capaz de olvidar las noches donde la boca ha caído en picado por mi cuerpo hasta hacerme perder, por unos segundos, el conocimiento.

Gracias, desde aquí, a todos los poetas de la lengua castellana que me han comido el verso.

Aunque, si pienso en las más memorables, no todas han venido necesariamente acompañadas de un orgasmo, pero sí de la sensación de seguridad que me han transmitido.

De estar, aunque acabáramos de conocernos, donde quería estar y con quien quería; conjugando el verbo desear en compañía: «yo te deseo», «tú me deseas», «nosotros nos deseamos».

Con alguien que no dudaba en sacarse el preservativo logrando que me pareciera sexy que se preocupara por la salud de los dos.

Y, aunque quizás menos sensual, me quedo también con la ternura del after sex.

Porque sí, independientemente de si hay sentimientos de por medio, el cariño es siempre de agradecer después de compartir un momento íntimo.

Son memorables quienes se han desprendido de esa idea de que, por ser solo algo físico, no podíamos darnos afecto al terminar.

Especialmente si encima me llega el ofrecimiento de una tarta que ha comprado para la ocasión, porque sabe que soy más de dulce y quería tener un detalle.

Con tan buen sabor de boca, es imposible no recordar la noche como un absoluto éxito.

Mara Mariño

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