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Por qué no deberías reciclar nunca un condón (aunque solo lo hayas usado un rato)

Aunque la mayoría de las historias que os suelo contar son vivencias propias, la de hoy no me pasó a mí (por suerte), pero sí a una de mis amigas.

El panorama era el siguiente: había invitado a aquel chico a casa. Teniendo en cuenta los horarios de repartos a domicilio de cena, pidieron algo de comida y se dispusieron a matar el tiempo con otros asuntos.

Aquello fue in crescendo y, al poco, estaban en el clásico ‘magreo interruptus’ de a ver cuál de los dos era el que se levantaba de la cama a por los condones.

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Le tocó a él y mi amiga se quedó esperando. No hace falta que entre en detalles de lo que pasó a continuación, más allá de que cuando llegó el pedido con la cena, tuvieron que dejar sus asuntos pendientes a medias.

Hay dos tipos de personas, las que son capaces de aguantar el hambre por la pasión del momento y las que -una vez hay comida-, lo demás desaparece del mapa y el estómago manda.

Ellos eran del segundo tipo, así que dijeron de retomarlo después de cargar fuerzas. Cuál fue la sorpresa de mi amiga cuando, otra vez en materia, su invitado se puso a buscar el condón anterior para usarlo otra vez.

Yo no estaba allí, pero me imagino perfectamente la cara de asco de mi amiga hasta el punto de que él le preguntó extrañado que qué tenía de malo si no había llegado a correrse.

Clásico problema de falta de educación sexual: relacionar el preservativo con la barrera de protección ante el embarazo y nada más.

Pero incluso aunque esa fuera su única función en un maravilloso mundo en el que no existieran las enfermedades de transmisión sexual, tampoco se podría reciclar.

Al extenderlo para colocarlo y darle uso, hemos gastado la vida útil del condón, como cuando cortamos un trozo de papel higiénico y nos limpiamos, nadie se planetaría volver a usarlo.

Aunque hayan pasado solo unos minutos, es mejor coger otro que usar el mismo ya que pierde efectividad.

¿Te imaginas colocarlo una vez desenrollado? Se resbalaría y no habría forma de que quedara tan bien puesto como al principio.

Y eso es algo que se traduce en que podría haber fugas por no aislar el pene por completo y hasta romperse.

Si uno de los dos tiene una enfermedad venérea, es el perfecto caldo de cultivo para que cualquiera pille algo por los restos de fluidos de la otra persona.

Vamos a asumir desde ahora que el preservativo no es la bolsa del supermercado y hoy puedes ir a por el pan y mañana a por pescado.

Podemos ahorrar en salir con los amigos, en ir al cine o en comprar ropa, pero no en salud sexual. Y, si no nos da para una caja de condones, mejor no hacer nada. Hay un montón de vías alternativas igual de placenteras que te animo a explorar.

(Aunque plantéatelas si realmente te compensan si das con una persona tan cutre como la que se encontró mi amiga).

Duquesa Doslabios.

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