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Este es el reto semanal que despierta tu deseo (y puedes hacer con amigas)

Tres amigas y un dilema sobre la mesa: nuestro deseo sexual estaba un poco de capa caída.

Así que nos propusimos algo, durante una semana nos dedicaríamos a tener (al menos) un orgasmo al día y comprobar qué pasaba con esa falta de motivación íntima.

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LELO

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

He pertenecido a varios grupos a lo largo de mi vida, el del colegio, la universidad, el del trabajo, el piso compartido… Pero ninguno como «Pepitillas».

Este grupo de WhatsApp se fundó el mismo día en el que tres chicas quedamos a merendar en una tarde cualquiera de primavera.

La misma tarde en la que nos negamos a seguir con la libido por los suelos y nos propusimos hacer todo lo que estuviera en nuestra mano (literalmente) para cambiarlo confiando en algo que he defendido un sinfín de veces en el blog.

No necesitamos tener sexo en compañía para mantener el deseo sexual activo. La masturbación es lo único que nos hace falta.

El objetivo del reto era experimentar en carne propia cómo iba respondiendo nuestro cuerpo a una rutina de orgasmos de los que cada una tendría que encargarse.

Mientras que el desafío era libre -cada una podía decidir cómo y de qué manera llegar al orgasmo- lo que se convirtió en requisito imprescindible era avisar a las demás cuando ya estuviera conseguido.

Fue así como ese grupo de Whatsapp también servía como recordatorio de los deberes de cada día de tener al menos un orgasmo.

Y, una vez cumplida la tarea, mandar el emoji con el visto verde a modo de fichaje.

Pasaron varias cosas interesantes a lo largo de esa semana.

La primera, lo divertido que era pertenecer a esta sororidad de masturbadoras y poder hablar sin pelos en la lengua de por qué nos retrasábamos ese día o incluso compartir algún material que pudiera servirnos de ayuda (un vídeo de chicos bailando realmente anima a cualquiera).

También nos sirvió para motivarnos a seguir el reto cuando a lo mejor se echaba la noche encima y avisábamos a la que faltaba por hacer el check.

Pero sobre todo para compartir cómo nos íbamos sintiendo, especialmente cuando una pasó del modo letargo a que se lo empezara a pedir el cuerpo. Nuestro mayor triunfo, el objetivo de las «Pepitillas» se había conseguido.

Y eso que, a mitad del reto, casi nos rendimos. Una decía que se sentía igual, sin mucho deseo sexual.

Si a eso le sumas que muchas veces lo dejábamos a última hora, cuando más costaba y no nos apetecía, era normal que mantenernos fieles al challenge diario fuera el mayor reto.

En mi caso, al poco de empezar, enseguida noté que la libido me aumentaba.

De hecho se convirtió en imposible mandar mi check orgásmico antes de ir al gimnasio, donde las respiraciones de los que estaban entrenando me despertaban de nuevo.

Era como si el orgasmo me despertara y estuviera receptiva todo el día.

Soy consciente de que, haciendo esto, no hemos descubierto la penicilina. Pero nos quedamos con el triunfo de haber comprobado, con las propias amigas, que somos nosotras mismas las primeras capaces de mantener el deseo encendido.

El gran beneficiario, además de sentirnos más activas, fue sin duda nuestro suelo pélvico y dedicarnos ese ratito a nosotras hablándolo con toda la naturalidad del mundo.

Así que recomiendo que cualquiera se apunte al reto. Aunque si es con amigas, como hice yo con mis «Pepitillas», es todavía mejor.

Es más, le hemos puesto ya punto final (solo hemos necesitado una semana para notar los resultados) y una no descartaba seguir poniéndolo en práctica otra semana más.

Al final, no hay nada más adictivo que el placer.

Mara Mariño

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