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Ni orgías ni relaciones esporádicas, así podría ser la vida sexual después de la pandemia

Hay una cosa, y solo una, que todos nos morimos por hacer en cuanto recuperemos (de verdad) la normalidad y en la que estaremos de acuerdo.

Leyendo el titular, pensarías que me refiero a tener (mucho) sexo, pero debes darme la razón en que nuestro primer deseo es viajar.

CALVIN KLEIN

Y es que los pronósticos para lo que dicen que vendrá después del coronavirus solo parecen comparables a la euforia de los felices años 20: un periodo de derroches, fiestas, escapadas exóticas

En definitiva, una válvula de escape a nivel global (o al menos en los países desarrollados) como respuesta a la represión a la que nos hemos visto sometidos desde que el Covid llegó a nuestras vidas.

Este último año nos ha transformado como personas. Nos hemos planteado si éramos felices con quien estábamos viviendo, las relaciones de nuestra vida, nuestro trabajo o incluso el techo sobre nuestras cabezas.

Y hay quienes nos hemos encontrado conque queríamos un cambio en alguna de ellas en cuanto pudiéramos dar el salto.

Claro que quizás no como imaginaríamos en un primer momento. Si pienso en mí, cinco años en una relación de pareja con convivencia incluida, cualquiera podría pensar que volver a la soltería, una vez superada la pandemia, significaría desmelenarme al máximo.

‘Compensar’ por partida doble la monogamia y el barbecho con una sucesión de encuentros esporádicos fáciles y divertidos. Pero, ¿es eso lo que quiero (y queremos)?

Los encuentros casuales volverán, por primera vez, a estar bien vistos sin la carga de que estamos exponiendo al grupo de convivencia.

Y no solo eso, sino que, con la tranquilidad de la vacuna, quitarse la mascarilla dejará de preocuparnos más que quitarnos la ropa. Contagiarnos de una venérea será la única enfermedad que nos preocupará contraer.

Es decir, como si estuviéramos en la antesala de un periodo dorado para las pasiones de una noche.

Entonces, si apunta maneras de que eso pueda pasar, ¿por qué no creo que termine cumpliéndose? Ni vamos a follar más ni con tanta variedad de gente.

Mi teoría es que, tras pasar meses aislados en casa, hemos tenido que conocer(nos) en profundidad. Privados del aspecto físico, hemos tenido, como nunca antes, la oportunidad de conectar en un plano emocional.

Y ha sido un éxito.

Si hablo con los pocos solteros que todavía mantengo en el círculo de amigos y conocidos, el sentimiento es bastante parecido. Nadie quiere algo rápido con fecha de caducidad. Lo de antes ya no nos sirve.

Sentirnos solos, aislados, asustados durante tanto tiempo por una amenaza desconocida e invisible y sobre todo, con el miedo ante un futuro incierto, ha dejado en evidencia lo importante que es sentirnos bien en el día a día, tener una estabilidad.

Y no el bienestar fugaz de un orgasmo, el de verdad. El de llegar a casa y poder fundirte en un abrazo con la persona que quieres, de sentirte escuchada contando tu movida del día en el trabajo, el de la cercanía física y sentimental, el de poder sentir que tienes un apoyo incondicional, alguien con quien contar para todo.

En definitiva, aunque no parezca que se aproxime otra cuarentena, dar con quien no se haría tan cuesta arriba si se diera de nuevo un encierro en casa.

Duquesa Doslabios.

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No es que a las mujeres no nos guste el sexo casual, es que no nos renta

Cuando Terri Conley, psicóloga social, se puso a investigar sobre las diferencias entre hombres y mujeres a la hora de tener sexo casual, se encontró con un mito en el que quiso profundizar: biológicamente, a las mujeres les gusta menos el sexo casual que a los hombres.

SAVAGE X FENTY

Esa especie de afirmación extendida, que lo que hace es idealizar la forma en la que las mujeres tienen relaciones sexuales en las que parece imprescindible un vínculo emocional, fue la que se encargó de desmitificarlo.

Por si alguien tenía alguna duda, no, no hay nada en nuestro ADN que nos frene a la hora de tener sexo casual.

Sí, nos gusta el sexo sin ataduras emocionales tanto como a los hombres, aunque, para todas aquellas heterosexuales, son ellos el problema que termina derivando en una falsa creencia.

Y no lo digo yo, fue a la conclusión a la que llegó la psicóloga con su investigación.

Tras una encuesta entre alumnos de diferentes universidades estadounidenses, averiguó que la principal razón por la que las mujeres evitan este tipo de sexo es porque, aunque afirmaban elegir en función de quién les parecía que podía ser buen amante, lo cierto es que ya tenían claro -antes de acostarse con él- que el sexo no iba a ser bueno.

Por otro lado, los hombres que fueron encuestados, llegaron a contestar -si se trataba de un rollo de una noche-, que su acompañante llegara al orgasmo no era algo que les preocupara.

Así que parecen las dos caras de la misma moneda. Por un lado, nosotras mismas no tenemos mucho interés al saber de antemano que la experiencia no va a conseguir buena nota.

Por otro, somos más que conscientes (no necesitamos un estudio) de que con este tipo de polvos, el acompañante en cuestión no va a ir más que a lo suyo.

De ahí que las mujeres lleguemos a la conclusión de que para qué meterse en este tipo de relaciones esporádicas si no nos van a aportar mucho placer.

Curiosamente, cuando en la investigación examinó la opción de tener sexo entre homosexuales, los resultados eran todo lo contrario.

Los gays y lesbianas que participaron en el estudio, fueron preguntando por la calle a desconocidos si querían tener sexo y tanto hombres como mujeres recibieron respuestas positivas en mayor medida. No había diferencias.

También se repitió el experimento con bisexuales. Mientras que si la mujer era quien hacía la pregunta, recibía una respuesta positiva tanto por hombres como por mujeres, si era hombre recibía la misma cantidad de respuestas positivas por parte de hombres y en menor medida de mujeres.

Si a eso le sumamos que socialmente, y a diferencia de ellos, somos criticadas por este tipo de comportamientos (especialmente por ellos), ¿cómo no mostrarse un poco reacia siendo una mujer heterosexual?

Así que la conclusión a la que llegó Terri -y que me toca reafirmar- es que el problema es más el estigma por tener sexo casual, así como las diferencias que se dan por las distintas actitudes ante la relación sexual, no tanto porque biológicamente no nos guste.

En resumen, ¿sexo malo y encima humillación pública? No compensa.

Duquesa Doslabios.

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