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¿Por qué es tan difícil recuperar la confianza en la pareja?

El día que te fías de una persona, no eres muy consciente de que has tomado la decisión de hacerlo, pero sí, ha sido algo que ha partido de ti. De ahí que te sientas también mal, a nivel personal, cuando te fallan a la confianza.

Porque, de una manera o de otra, te pareció una buena idea dar el paso y llegar a ese nuevo nivel de intimidad.

DEREK ROSE

Como seres sociales, necesitamos confiar. Confiar en que al día siguiente la nómina estará ingresada en el banco, en que van a contestarnos el mail de trabajo, en que el domingo tendrá lugar la comida familiar y confiar en que el año que viene siempre será mejor que el anterior.

Fiarnos de las personas de nuestro entorno nos hace sentir a salvo e integrados, que tenemos una red de apoyo que nos ayudará en cualquier momento de necesidad.

Es un compromiso que fortalece cualquier vínculo, ya que requiere de la unión para superar el escollo.

Cuando se habla de que la base de una relación de pareja es la confianza, no estamos pensando en casos concretos como que relate punto por punto qué ha hecho en cada hora del día.

Se refiere más bien a ese sistema de protección emocional que sabes que te rodea cuando ves a la otra persona.

A tu lado hay alguien con quien puedes despojarte de las corazas. En quien vas a encontrar refugio y ayuda inmediata. Una persona que conoces porque lo que hace, dice y piensa va en la misma línea.

Algo que, a la larga, hace que el lazo entre dos personas sea irrompible.

Pero, ¿qué pasa cuando esa sólida estructura basada en la familiaridad y la fe absoluta se resquebraja hasta el punto de terminar despedazada por el suelo?

Puede ser o no el fin de la relación, pero lo que sí desencadena es un dolor devastador.

Hay mil y una formas de traicionarla, desde mentir o manipular pasando por retractarse o romper promesas de manera sistemática. Dejar a la otra persona a un lado en un momento difícil, ocultar algo o no llegar a compartir del todo los sentimientos, son otros clásicos ejemplos.

Y, el mal rato, no se debe únicamente a la situación puntual que ha llevado a que se rompiera un acuerdo intangible, es más cómo te hace sentir y por qué llega a ser tan desolador, ya que implica mucho más.

No es solo por, como comentaba en un principio, haber descubierto que nuestro criterio para elegir a la persona digna de confianza no es tan agudo como pensábamos.

También porque encontramos una desigualdad en ese trato de dar y recibir que se supone que debería existir entre ambas personas.

Lloramos la pérdida de la seguridad, la desaparición de un mundo que creíamos conocer y en el que nos movíamos como peces en el agua.

La confianza rota es difícil de reconstruir, porque no es como sustituir la taza del café por una nueva cuando se ha roto por enésima vez. No es algo que ofrezcan en las tiendas.

Por lo pronto, significa ponerle remedio a lo que originó el problema en primer lugar. Pero también trabajar -desde ese momento y sin parar- en que no vuelva a pasar. Lo que puede suponer desde trabajar en ello por cuenta propia hasta ayuda profesional si no se sabe gestionar.

Porque lo más complejo no es cambiar y aprender de los errores (en nuestra mano está). El verdadero reto es que implica volver al punto de partida, a lograr que la otra persona vuelva a tomar la decisión de fiarse de nuevo, como ya hizo en su momento.

Duquesa Doslabios.

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