José Alberto Medina Martín es todo un experto en el amor romántico. Como psicólogo, es algo que ve a menudo en la consulta (algo que hace tanto online como presenciales en Ciudad Real).
Por eso decidí entrevistarle sobre el que es uno de los problemas que más me afectan como millennial.

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Y es que los mitos sobre él me pasan factura hasta el punto de que perjudican a mis relaciones de pareja.
Especialmente cuando mis irreales expectativas hacia la otra persona no se ven alcanzadas y me generan ansiedad -y la sensación de que nuestra historia no está funcionando-.
La buena noticia es que, según el terapeuta, podemos librarnos de ellos.
¿Cómo nos condicionan los mitos del amor romántico?
En más de lo que podemos creer. Los mitos del amor romántico limitan y condicionan mucho nuestras relaciones sentimentales, y la clave está en la expectativa. ¿Has oído la frase de que en una relación (monógama) no hay dos sino tres? Porque la
tercera parte implicada es el concepto de la pareja. Si rizamos el rizo, podemos decir hasta 4: tú, yo, lo que pienso de la pareja,
y lo que piensas de la pareja.
Mientras uno parte de una base, el otro puede discrepar, y si no hay comunicación, y además, le añadimos un poquito más de mito de amor romántico como el pensamiento mágico (mi pareja debe saber lo que estoy pensando) ya tenemos el cóctel perfecto para hacernos daño a base de recriminaciones. Pero no sólo condiciona en la pareja. También nos hace descuidar otra serie de relaciones interpersonales como las amistades, que pueden llegar a ser más relevantes que la propia pareja. Y es que los mitos de amor romántico nos obligan a seguir una línea por la cual dejan de transcurrir otras personas, y eso es un grave error.
¿Dónde los aprendemos o cómo llegan a condicionarnos?
Desde bien pequeños. Las relaciones sentimentales, así como la sexualidad entendida como una dimensión biopsicosocial, se mueven en un contexto, donde la cultura del género, la masculinidad hegemónica y la heteronorma tienen un papel clave. Esto organiza la sociedad en cuanto que formamos vínculos con los demás, y a cada uno por nuestras características nos afectan según qué mitos: a los hombres se nos educa con juegos bélicos y mecánicos, a las mujeres en términos de servicios y cuidados, sobre todo emocionales.
Un sector de la población tendrá inculcados una serie de valores y expectativas y al otro sector, otro tipo. Siempre recordando la visión excluyente de otras sexualidades, que es la heteronormatividad. La población lgtbiqa+ no está exenta de tener mitos de amor romántico. Esto condiciona los acercamientos, el estilo comunicativo así como el trayecto de la pareja ya formalizada.
¿Qué clases de problemas generan en las relaciones de pareja?
Desentendimientos y discusiones. ¡Ojo con esto! Una discusión no es sinónimo de recriminación y acusación. Una discusión es un punto de no encuentro, que pone sobre la mesa la posibilidad de negociación y crecimiento, no solo de discrepancias irresolubles.
Debido a los mitos del amor romántico entendemos que la existencia de discusiones es una prueba objetiva de que la pareja no es la adecuada. Y siento deciros que no hay nadie adecuado ni indicado en tanto a que se adapta a tu ser y tú al suyo, bajo ese mito de la media naranja. Todo tiene matices.
Si las discusiones son frecuentes, puede deberse a que no se encuentra, o es insostenible por el esfuerzo que debemos emplear, la solución o soluciones. Sea como sea, la comunicación es uno de los ejes centrales del vínculo. Una complicación más serie puede ser la dependencia emocional. Si bien las personas necesitamos validación, ya que somos seres sociales interdependientes, es un error que la validación de tu persona venga en un porcentaje mayoritario de tu pareja. Ambas partes son entidades individuales, y esto es algo que no se debe de olvidar.
¿Cuáles son los más comunes y/o problemáticos?
Los más estereotipados por la cultura de género y la influencia del catolicismo en nuestra sociedad: el amor es ciego, el amor todo lo puede, quien bien te quiere te hará llorar, ese alguien que te cambia la vida y te llena en todos los aspectos, si te quiere sabe lo que necesitas, si tengo que pedirlo es que no merece la pena, etc.
Todo lo que tenga que ver con romantizar el sufrimiento y el sobreesfuerzo. Volviendo a lo expuesto anteriormente, ¿merece la pena consagrar nuestra existencia a otra parte, que además nos hace sentir mal? Porque leído así suena muy duro y obvio decimos que no, pero cuando el vehículo de estos mensajes es Disney y demás contenido mediático, cala sin darnos cuenta en nuestras creencias, en cómo percibimos el mundo que nos rodea.
¿Cómo huir de ellos?
No reside tanto en huir sino en comprender el porqué de su existencia. Las relaciones sentimentales, entendidas como la formación de un vínculo, cumplen una necesidad, que no siempre debe ser por carencia de uno mismo, sino por deseo de evolucionar y crecer, que es la postura más sana. Hacer hincapié en que somos personas con la capacidad de valernos por nosotros mismos, por nuestras capacidades y habilidades, aprendidas y obtenidas bidireccionalmente por el entorno (familia, amigos, compañeros, etc) sin la necesidad de ese engranaje clave que los mitos del amor romántico nos dicen que necesitamos en modo de pareja en una relación monógama, es indispensable.
Fomentar una educación emocional en las aulas es algo en lo que los psicólogos llevamos años luchando y que también juega un papel clave en la manera que tenemos de relacionarnos. Los mitos del amor romántico no se pueden analizar de manera aislada. No todas las personas partimos de la misma base. El hogar, las experiencias clave en infancia y adolescencia, la validación por las figuras de apego, así como el respaldo de un grupo de iguales junto a variables socioeconómicas y culturales, son relevantes porque pueden funcionar como factores de protección o de vulnerabilidad. En resumen: educar, animar a compartir, no juzgar y acompañar.
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Duquesa Doslabios.