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Si te cuesta llegar al orgasmo con el clásico 69, es hora de que pruebes el 68 o ’69 hawaiano’

No, yo tampoco sé quién bautiza las posturas sexuales, pero lo de ponerles gentilicios como coletilla es algo que no entiendo.

Como que en España llamemos ‘paja cubana’ a masturbar con las tetas pero en Italia eso se conozca como ‘una española’.

CONTROL ESPAÑA

Nacionalidades aparte, es el momento de conocer esta variedad del 69, que también encuentras como ‘el 68’ (y, de paso, nunca más dejar de practicarla de hoy en adelante).

Personalmente, he pasado por mis fases con la postura original. Al principio no congeniábamos porque me costaba pillar el multitasking de recibir placer y concentrarme en recibirlo al mismo tiempo.

Con el tiempo, ha terminado por ser una de mis favoritas para esos momentos en los que necesitas bajar un poco el ritmo pero seguir disfrutando.

Y aunque la más típica es aquella en la que una persona se tumba boca arriba y la otra se coloca a cuatro patas y en sentido inverso, también me atreví a experimentar con la versión vertical (y averiguar que eso de tener sexo oral mientras me baja la sangre a la cabeza, no es lo mío).

El 68 no tiene ese problema, es más, tiene una ventaja respecto a las otras y es que es perfecta para aquellas que, como yo, tienen problemas a la hora de concentrarse cuando hacen este tipo de posturas en las que tienes que estar pendiente de varias cosas.

La principal diferencia es que se centra solo en uno de los dos miembros (adiós a esos pensamientos que te recuerdan que debes mantener el ritmo).

Pero vamos por partes. Antes que nada, la colocación. La persona que vaya a practicarla, debe tumbarse mirando hacia arriba con las rodillas flexionadas.

La pareja utiliza las piernas como respaldo apoyando el resto del cuerpo sobre el torso y dejando justo sus genitales a la altura de la boca.

Es importante que el peso caiga también sobre los brazos y las piernas para no aplastar mucho a quien hace de apoyo y que aguante lo más cómodamente posible.

Con esta postura, chupar y lamer es facilísimo, sí, pero también utilizar las manos.

Y no solo en los genitales, teniendo el ano tan cerca, es la excusa perfecta para hacerle una visita al vecino de abajo.

Duquesa Doslabios.

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