¿Te acuerdas de cómo aprendiste cosas sobre el sexo? Yo te lo digo, no fueron las clases de educación sexual de una hora en todo el curso las encargadas de que descubrieras qué era eso de una felación.
Si no ha sido el listillo de la clase, el que sabía todo por su hermano mayor, me juego la coleta a que ha sido el porno.
Y vale que la primera vez que viste un pene o una vulva en tu vida, aquello te recordó casi a una criatura de otro planeta (sobre todo porque te parecía que sobraba piel por todos los lados). Pero eso no significa que se convierta en la referencia de tu vida.
De hecho, incluso hay casos de chicos que pasan miedo la primera vez que ven un pubis con pelo. Casi tienes que decirle «Shhh, tranquilo. No muerde, puedes acercar la mano. ¿Ves como es sociable?». No me quiero imaginar si eso ya pasaba con los millennials, qué vendrá después con la Generación Z.
Parece que los vaticinios no son muy positivos, o al menos si analizo los resultados del último estudio de Durex, quienes entrevistaron a 1.000 personas entre 18 y 24 años para saber cuál era su nivel de satisfacción sexual respecto al porno.
Una tercera parte estaba «sorprendida» de lo que era aquello si se comparaba con lo que veían en la pantalla, ya que antes de intimar, eso era lo más parecido al sexo que habían tenido.
También una tercera parte declaró que había afectado en lo que encontraban atractivo en su pareja (tetas gigantes, pubis siempre perfectamente depilados…).
Por último, la cuarta parte afirmaba que aquello no era tan bueno como lo esperaban, lo que les había pasado factura a la autoestima.
Imaginad qué tristeza estar toda tu adolescencia más salida que el pico de una mesa, llegue tu primera experiencia y descubras que no es tan bonito como pensadas. ¿No os da pena?
Si es que lo malo del porno es que ha pasado de ser un producto ‘de mentira’ a algo que esculpe cómo es o cómo debería ser el sexo.
Pero pensar que tu vida sexual va a ser como el porno es como esperar que de los huevos de la nevera salgan dragones porque has visto hace poco Juego de Tronos. No confundas la realidad con la ficción.
Tenemos la suerte de que contamos con más libertad que nunca para hablar de todo y que no es necesario que la educación se quede en la pornografía.
Hay un montón de sexólogos con redes sociales (no tienes excusa para no seguirlos), centros donde te ofrecen información e incluso programas de salud sexual.
Duquesa Doslabios.