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Los ejercicios de Kegel también son para ellos

Querid@s,

Los ejercicios de Kegel no son solo cosas de chicas. También son para ellos. Los hombres también pueden sacar tajada de los beneficios de los Ejercicios de Kegel, que como ya bien saben mejoran la fortaleza y la resistencia de los músculos perineales masculinos. Pueden resultar altamente útiles para aquellos caballeros que presenten alguno de estos contratiempos:

  • Problemas para el control de orina
  • Disfunción eréctil
  • Trastornos en la defecación (dificultad para el vaciado e incontinencia fecal)
  • Prolapso rectal
  • Problemas de suelo pélvico tras cirugía de próstata.

Tampoco es necesario que se encuentre en alguna de las tesituras anteriores para poner en marcha su suelo pélvico. Ya saben, más vale prevenir que curar, así que nunca está de más que conozca esta musculatura suya y la ejercite. No en vano puede tener múltiples beneficios sobre su calidad de vida.

Robert Mapplethorpe, Patrice, N.Y.C., 1977, de X Portfolio.

Empezamos…

La principal dificultad de los Ejercicios de Kegel consiste en localizar cuáles son exactamente los musculos que hay que poner a trabajar para poder proceder a su contracción, que es la manera de ejercitarlos. Les doy un par de pistas:

  • Son los músculos que emplea para detener el flujo del pis mientras está orinando.
  • Al contraerlos, será testigo ocular de como el extremo de su pene se eleva ligeramente.
    1. Al principio, costará contraer solo los músculos del suelo pélvico y tenderá a mover también los del abdomen y el culete. Si le ocurre esto, relájese, escuche esta canción y volver a comenzar. Todo es cuestión de práctica.

2. Contraer, relajar y repetir: Una vez tenga localizados los músculos, es hora de ponerse manos a la obra con los Ejercicios de Kegel. Empiece contrayendo los músculos durante 5 segundos, para relajarlos después durante otros 5 segundos. Repita 10 veces seguidas y, tras un descanso de 2 minutos, vuelve a empezar.

3. Frecuencia: Puede repetir esta secuencia 3 veces cada día. No le llevará mucho tiempo. Eso sí, tiene que estar concentrado. A medida que vaya cogiéndole el tranquillo al asunto, vaya incrementando el tiempo hasta llegar a 10 segundos.

4. Posturas: Lo más sencillo es realizar los ejercicios sentado, pero también puede realizarlos de pie o tumbado.

Ejercicios de Kegel: Bueno, bonito y barato

Mediante los ejercicios de Kegel para hombres conseguirá un montón de cosas buenas, bonitas y sobre todo gratis. Entre ellas:

    1. Conocerse más y mejor, lo que le servirá para sacarse más partido a usted y su anatomía.
    2. Aumentar su bienestar físico y emocional. Recuerde Mens sana in corpore sano.
    3. Controlar la eyaculación para que no se corra demasiado deprisa.
    4. Prevenir la prostatitis.
    5. Mejorar sus erecciones: muy importante en el momento de la verdad (es decir, la penetración). Pero sin pasarse.

Preparados, listos, ¡ya!

Que follen mucho y mejor.

Los 10 mejores trucos (infalibles) para saber cuánto le mide sin preguntar descaradamente

Querid@s,

Estos días he estado pensando detenida y profundamente en penes. En todos en general, y en alguno que otro en particular. Como ven, cada loca con su tema. No sé si a alguno de ustedes le ocurre lo mismo que a mí, pero cuando se cruza en camino un hombre, independientemente de su edad, complexión y de que me atraiga o no, a veces, -no sé por qué motivo, no sé porque razón- los ojos se me van al paquete. Mi madre me ha dicho que a veces le pasa lo mismo. No es que el sujeto del pene me interese especialmente, es un acto reflejo e instantáneo que escapa de mi control, una suerte de Rapid Eye Movement al que se ve sometida mi mirada sin que yo pueda hacer absolutamente nada al respecto.

Una vez clavado el ojo en el pene en cuestión medito conmigo misma y me pregunto ¿Calzará a la izquierda o a la derecha? Esta pregunta un tanto retórica me fuerza a fijarme con más fijación si cabe en la entrepierna del caballero detalladamente escudriñado. Pero intento que no se me note, aunque a veces poso la mirada una desmesurada cantidad de tiempo y pienso que algún día se me acabará notando. No lo quiero ni pensar, qué vergüenza. Mientras llega ese día o no, yo a lo mío.

Con tanto falo y pelotas bambando por mi cabeza, me ha entrado curiosidad por saber si hay alguna forma humana posible de saber (aprox.) lo que mide el pene sin clavar la mirada en el paquete de un caballero o bajarle la bragueta para medirle el sable con un metro de esos que se utilizan en bricolaje. Gracias a mi concupiscente curiosidad, que en esta ocasión no ha matado a la gata salvaje que llevo dentro, he descubierto unas cuantas bondades de nuestro buen amigo el pene. Concretamente, los 10 trucos para intuir lo que le mide sin bajarle los pantalones.

Para que no nos den gato por liebre, oigan lo que hoy he venido a contarles. Por orden de grado de complicación, y de menor a mayor:

  1. A nariz grande, pene grande. Esta creencia es una de las más viejas que se recuerda. Se extendió y popularizó durante el siglo XIX, aunque en los últimos años esta teoría no se la cree nadie. No sé yo si creerlo, pero por si acaso…Miente Pinocho, miente.
  2. A manos grandes, pene grande.
  3. Hombre pequeño y delgado, pene más grande.
  4. Y al contrario. Si el hombre es alto, el pene es escueto.
  5. A pies grandes, también pene grande. Existe un estudio que avala esta teoría. En 2002 urólogos ingleses midieron el pene de 104 hombres, a los cuales también se les tomó un registro de la talla que calzaban. Los resultados mostraron que existía una correlación estadística entre la talla de pene y la del zapato.
  6. La forma de sentarse. Presten atención cuando un hombre tome asiento. Si se sienta con los pies juntos y las rodillas separadas, mida la distancia entre las mismas y divídalo entre dos. El resultado será el tamaño del pene. Grosso modo, pues nada arrojará resultados a ciencia cierta en torno estos menesteres. Si por el contrario se sienta con los pies separados y las rodillas caídas hacia los lados, la distancia entre ambas se divide entre 3 y el resultado es el tamaño del miembro.
  7. Piernas cruzadas. Cuando un hombre toma asiento colocando una pierna encima de la otra en forma de cuadrado es porque tiene el pene más bien ancho, aunque esto tampoco está comprobado científicamente. Pero tiene sentido, ya que si maneja un pene grueso, es probable que al sentarse le moleste, por lo que ha de poner una pierna encima de la otra para evitar el estrangulamiento testicular y dejar el pene descansarpenesAhora la cosa empieza a complicarse
  8. Pídanle que extienda la mano y midan la distancia entre el dedo pulgar y el meñique. El resultado equivale a la longitud del pene.
  9. Consiga que el caballero extienda una mano (cualquiera vale) y dígale que flexione el dedo índice hasta tocar la palma de la mano, esa que ahora mismo no pueden ustedes dejar de mirarse. Invéntese un truco de magia o tómelo como excusa para calcular su esperanza de vida o los hijos que tendrá en el futuro. Que no se le note, por favor que no se le note. Con la mano extendida pídale que flexione el dedo índice hasta tocar la palma. Que mantenga el resto de dedos extendidos. Calcule – a ojo de buen cubero- la longitud existente entre el punto al que ha llegado al flexionar el dedo y el extremo de ese mismo dedo una vez extendido. Personalmente yo con esta fórmula me hago la picha un lío.
  10. Y para terminar de rizar el rizo, el más difícil todavía. La medida de tres dedos. Según un grupo de médicos y científicos coreanos, autores del estudio Asian Journal of Andrology, existe una relación directa entre la longitud de los dedos anular e índice de la mano derecha y el pene. Para más INRI, esta relación ya se ve clara en el mismo útero durante el desarrollo del feto. En resumen, la teoría viene a decir que cuánto más largo sean esos dedos más largo será el pene. Hasta ahora todo claro. En este estudio se tomaron medidas a 144 hombres mayores de 20 años, tanto los dedos anular e índice como el pene. Los resultados dieron una relación entre la altura de los dedos con el tamaño del miembro viril en estado flácido, mientras que la ratio de ambos daba una equivalencia real del tamaño del miembro en erección. La ratio se obtiene dividiendo la longitud del dedo índice entre la del dedo anular, de forma que, a menor ratio, mayor longitud de pene. Otro truquito (este está chupado) para curiosos empedernidos  es comprobar la medida del dedo gordo. Multiplíquela por tres y tachan…obtendrá la longitud del pene.

Llegados a este punto y leídos las distintos trucos -no tan infalibles- créanse los que quieran. Hasta la próxima les dejo con la reflexión de aquellas fantásticas zumbadas de si puede caber aquí o no.

Que follen mucho y mejor.

¿Cómo masajear el pene con la vagina? Más fácil de lo que parece

Querid@s,

La mayoría de las veces que pensamos en estimular el pene, nos vamos directamente hacia la mano para darle una maravillosa masturbación. Estupendo. Pero a partir de hoy puede hacerlo también con su vagina. ¿Lista para hacer que su pareja, amigo o amante se acurruque en el regazo de la gloria? La vagina no solo es un genital receptor de las embestidas de penes erectos y toqueteos de gráciles manualidades. Nuestras vaginas no son seres inertes, al menos no deberíamos permitir que lo sean. Le animo a que se vanaglorie de las mil y una maniobras que su vagina puede hacer por el pene amado o deseado. Por ejemplo, masajearlo de una manera deliciosa durante la penetración.

Sí, ha oído bien. No se haga las longuis y prepare pues su vagina para una hazaña sexual muy sencilla pero inusitadamente practicada. Aunque por ahora no puede salvar el mundo, lo que sí puede hacer su vagina es recorrer a base de contracciones el miembro viril. Veamos cómo.

Todo depende de la fuerza de su suelo pélvico, de toda la musculatura vaginal. Que le quede claro que la falta de actividad vaginal conlleva el advenimiento de signos de atrofia en sus zonas íntimas. Aunque no nos lo enseñaron en la edad de la inocencia, es de imprescindible importancia mantener activa y ‘en forma’ nuestras respectivas vaginas. Denle vida y comiencen a entrenar desde ya. Bastará con que atienda las siguientes indicaciones:

  1. Contracciones vaginales, apretando a diferentes ritmos y velocidades como si quisiera contener la orina. Vamos, los ejercicios de aquel sabio doctor llamado Kegel para una vagina firme y fuerte.

kegel

  1. Sostener, respirar y soltar.
  2. Tiene todo el día para practicar: en la oficina, paseando, en el coche, en el autobús. A usted el honor.
  3.  Otra opción de entrenar es hacerse con unas bolas chinas (en realidad no son chinas, sino japonesas, qué le vamos a hacer). Mejor que las compre con cordón incorporado para poderlas extraer después con facilidad. Muy sencillo: lávela antes de utilizarla, lubríquela y métasela por la vagina. Después levántese y ande, sin miedo. La bola, por gravedad, querrá salir de donde está y su misión será sostener esa bola, elevarla y evitar que se le escurra entre las piernas.
  4. Este ejercicio, como toda actividad física, ha de realizarse de menos a  más. Máximo 10 minutos al día, no le vaya usted a coger gusto a las bolitas y se tire con ellas todo el santo día.

¿Preparada? Para comenzar y hacer las cosas bien, usted tiene que relajarse. Y no se juzgue. Si lo hace, apaga y vámonos. Literalmente. Lo ideal para el  masaje vaginal es colocarse en una postura de poder en donde usted tenga todo el control del movimiento y muchísima libertad pélvica. Así que móntese sobre él como una amazona, que además a ellos les pone bastante. Lo realmente imprescindible es que tenga suficiente apertura en las piernas, porque con las piernas cerradas es más difícil mover los músculos pélvicos de manera interna.

POSTURA

Para evitar cualquier contratiempo, úntese (o pídale a él que se lo unte) el recibidor de la vagina de lubricante, el que más rabia les dé. El motivo es que, en ocasiones, aunque los adentros de la vagina estén lo suficientemente húmedos, la entrada no lo está. En este sentido, si la vulva, que es la que corta el bacalao, no se percibe húmeda, habrá incomodidad para ambas partes. Una vez que sienta esta frescura y acuosidad, déjese penetrar. Asegúrese de que no se introduzca más de la mitad del pene. Y una vez penetrada, apriete. Procure que las contracciones sean a diferentes ritmos y velocidades. Permite que su pelvis se deslice un poco más para que la penetración sea todavía más profunda. Cundo estén los dos pelvis con pelvis, repita de nuevo el masaje.

En esta ocasión el hombre sólo tiene que dejarse querer por la vagina y sentir el pene dentro de ella, controlando su impulso de entrar y salir, manteniéndose prácticamente estático. Quieto, parado, perfectamente inmóvil. Usted señora tampoco cabalgue como una intrépida amazona, no todo va a ser que el pene entre y salga y nosotras movamos la pelvis al ritmo de reggaeton. En esta ocasión toca estar pegaditos, pelvis con pelvis. pechito con pechito, y ombligo con ombligo.

Fíjense que incluso existen mujeres que pueden ‘atrapar’ un pene en su vagina: en cuanto un pene las penetra, son capaces de presionarlo hasta la inmovilización. Pero tenga cuidado, que no es usted una boa constrictor. El pene es sensible a aspavientos exagerados, pero salvo que se pase usted de la raya, sentir estas contracciones en el pene es altamente erótico. A mayor presión, más placer. ¿No es así caballeros? Todos son ventajas, pues el masaje propicia una mejor erección del pene e incrementa considerablemente la cantidad de sangre que arriba al miembro viril. No sólo eso, puesto que igualmente revierte directamente en beneficios para su salud física y sexual: fortalece la totalidad del suelo pélvico, evita incontinencia y dispareunia (dolor durante el coito), pero sobre todo le provee de una gran capacidad de controlar las embestidas del pene o la penetración, creando mayor flujo sanguíneo e incrementando considerablemente la capacidad de cada una para tener orgasmos.

flauta

A las maestras taoístasstas se las conoce por practicar como diosas este masaje que denominan «tocar la flauta» y que consiste en mover todos los anillos anillos vaginales como si estuvieran dando un masaje intermitente a todo el cuerpo del pene. Y usted también puede hacerlo.

Recuerde: Cuando su pelvis y la de él estén completamente pegadas, comience a trabajar los anillos vaginales (las porciones distintas de todo el cono de la vagina). El primer anillo que sentimos es el del vestíbulo vaginal, porque es el primero que se siente al realizar estas contracciones. Puede inspeccionarlo usted misma introduciéndose un par de dedos bien lubricados. Verá que el primer anillo es el que más aprieta. El resto de los anillos requieren más entrenamiento. En definitiva, lo que hacen estas diosas de los anillos vaginales es básicamente recorrer el pene con la vagina. ¿Suena rico no? Hay hasta doce anillos, pero nadie espera que mueva la docena de anillos la primera vez. Todo es cuestión de práctica.

Si les apetece, él puede estimular su clítoris con la mano y justo en el momento que sienta el orgasmo galopando hacia usted, presione o contraiga, incluso echando o levantando ligeramente la cadera hacia adelante, y los dos comprobarán que la sensación es doblemente intensa. Si tienen suerte, pueden hasta ver las estrellas. O llegar al mismísimo Nirvana.

Que follen mucho y mejor.

Somnofilia o síndrome de la bella durmiente: sexo entre sueños

Un susto de muerte. Eso es lo que se llevó el pasado fin de semana una amiga cuando, al entreabrir los ojos a las 5 de la madrugada en la cama del chico con el que sale desde hace un par de meses, se lo encontró inclinado a pocos centímetros de su cara mirándola fijamente. “Casi se me para el corazón. Di un grito tan grande que aún me duele la garganta”, me cuenta. El tipo, nervioso ante tanto escándalo, trató de calmarla explicándole que no pasaba nada, que se había levantado al baño y que, al verla dormida, le había parecido preciosa y se había sentado a “admirarla”. No sé, no es la primera ni la última persona que babea mientras ve dormir a su lado al hombre o a la mujer de sus sueños, sobre todo al inicio de la relación, pero eso de que estuviera tan tan cerca da un poco de mal rollo. A mi amiga, al menos, se lo da. “¿No estás un poco paranoica? A mí me parece tierno”, afirma una tercera.

GTRES

GTRES

Dándole vueltas al tema acabamos hablando de la somnofilia. Y con eso no quiero decir que el reciente noviete de mi amiga la padezca, eso sería mucho decir, pero nos dio tema de conversación para rato. Como decía, todos hemos mirado alguna vez a la persona que teníamos al lado y, al verlo/a dormido/a, hemos pensado “guau, que suerte tengo”. Pero la somnofilia, como toda parafilia sexual, va más allá. Esta en concreto se caracteriza porque el individuo (o individua) que la padece solo logra excitarse al interactuar sexualmente con alguien que está durmiendo. Y como todo en la vida, hay distintos rangos. Los hay que simplemente se excitan con la contemplación, quienes se masturban al hacerlo y quienes sienten la necesidad de mantener relaciones sexuales aunque la otra persona se encuentre totalmente inconsciente por el sueño. O mejor dicho, precisamente por eso. En casos extremos pueden darse casos de abuso sexual.

En la fase REM del sueño, el cuerpo experimenta lo que se denomina tumescencia peneal nocturna en el caso de los hombres y la erección del clítoris en el caso de las mujeres, lo que podría propiciar procesos sexuales. Resulta ridículo pensar, sin drogas ni fármacos de por medio, que alguien pueda penetrar a otro alguien sin que esta persona se despierte, por muy dormido/a que esté. Pero sí que es posible durante la tumescencia nocturna del pene (vamos, el empalmamiento nocturno de toda la vida), que puede durar hasta 90 minutos, que se realice una felación o una masturbación mientras el individuo sigue en los brazos de Morfeo.

"La Bella Durmiente", por Henry Meynell Rheam

«La Bella Durmiente», por Henry Meynell Rheam. WIKIPEDIA

Conozco a una mujer que, en una larga conversación sobre sexo, contó lo muchísimo que le ponía su novio cuando se empalmaba dormido. Tanto, que la mitad de las veces sentía un irrefrenable deseo de metérsela en la boca hasta que él, confundido y somnoliento, se despertaba entre espasmos sacudido por un fuerte orgasmo. Y encantado de la vida, vaya. Otra, en cambio, tiene una fantasía sexual recurrente que pone en práctica a menudo con su marido, y es que ella es la Bella Durmiente y su hombre, convertido en príncipe dorado, la despierta de un siglo de sueño a base de pollazos.

Aunque esto último no entra dentro de lo que se entiende propiamente por somnofilia, viene al caso porque es precisamente así como se ha denominado coloquialmente a esta parafilia: el síndrome de la Bella Durmiente, en referencia al cuento infantil de Charles Perrault en el que una joven doncella es condenada a una maldición que la obliga a permanecer dormida 100 años o hasta que la despierte un beso de verdadero amor. En el cuento, el príncipe, abrumado por la belleza de la joven durmiente, no puede evitar besarla, sacándola así, sin saberlo, de su letargo.

No obstante, la somnofilia no debe ser confundida con la sexomnia, un trastorno del que hemos hablado anteriormente y que lleva a las personas que lo sufren a desarrollar actividad sexual mientras duermen, de forma completamente inconsciente y sin posibilidad de comunicación. Al igual que el resto de sonámbulos, al despertar no recuerdan nada.

¿Qué es el electrosex o electroestimulación sexual?

Lo sé, soy una cateta, pero tengo que admitir que de esto no tenía idea. Por eso cuando ayer una pareja de amigos de lo más convencional me contó que se habían animado a probarlo y que estaban entusiasmados, se me pusieron los ojos como platos. Por la novedad que suponía para mí y porque nunca nunca me los habría imaginado.

Mystim tension lover

Mystim tension lover (Mystim.es)

La electroestimulación erótica, también llamada electrosex, es una práctica sexual que implica la estimulación de los nervios del cuerpo, especialmente de los genitales, a través de la aplicación de una fuente de energía eléctrica. Y no, no se trata de dejar el asunto echando humo y oliendo a chamusquina. Aunque es habitual asociarlo a prácticas de bondage y sadomasoquismo (BDSM), se la considera, más bien, una evolución de éstas.

El caso es que, pese a esta habitual asociación, cada vez son más los que se animan a probarlo y a incorporarlo a su vida sexual como una forma más de explorar el placer, el erotismo y la propia sexualidad. Hasta donde se quiera llegar es cosa de cada uno, pero estos amigos me aseguraban que tienen unas experiencias de lo más placenteras e inocuas. Esta tecnología puede usarse tanto en hombres como en mujeres, pero en el caso de ellos, por ejemplo, él es el mayor entusiasta.

Tienen varios aparatejos. Uno consiste en dos anillos: el primero se coloca en la base de los genitales y el otro, justo detrás de la cabeza del pene. De esta forma, la electroestimulación fluye a lo largo de todo el tallo, donde hay muchas terminaciones nerviosas. Su preferido, no obstante, es otro que se limita a estimular los testículos, dejando el pene libre para otras cosas. Cuánto cosa por aprender…

Candados para penes, nuevos modelos para juegos eróticos

No, no es broma. Es el producto estrella de la empresa CB-X: un candado para penes. Tal cual. La primera aplicación de la que hablan sus creadores es para prevenir infidelidades, en plan cinturón de castidad del siglo XXI, aunque sinceramente creo que lo dicen de coña. Cuando describen sus otros usos, en cambio, ya vas entendiendo mejor de qué va el rollo.

Se trata de una especie de funda de plástico resistente e hipoalergénica, con diferentes tamaños y acabados. En la parte más cercana a la base del miembro tiene un dispositivo para colocar el candado, de manera que solo podrá ser retirado por la persona que posea la llave. Y ahí es, según dicen, donde reside la gracia.

candado pene

Cb-x.com

“Lo están comprando hombre y mujeres por igual”, afirma la empresa, que divide en dos grandes grupos a sus compradores. Por un lado, fetichistas; por otro, parejas que quieren explorar su sexualidad y disfrutan practicando juegos sexuales. En este caso, se trataría del juego de la llamada “castidad forzada”.

Es decir, el responsable de las llaves tiene el poder, un control absoluto sobre el placer del usuario del candado, que tendrá a su vez que complacer a su “carcelero” para poder recibir la satisfacción que ansía. Algo en plan sufre mamón, devuélveme mi orgasmo. Aseguran, además, que también lo están empezando a usar sexólogos en terapias de pareja y en tratamientos personales de disfunción eréctil.

Pues nada oye, los más aventureros ya tenéis una idea más para regalar en estas entrañables fiestas. Yo, por mi parte, pecaré de tradicional. No es que quiera joderles el negocio, pero la verdad, gastarte 110 euros (sí, eso cuesta) en un trozo de plástico para que el muchacho en cuestión no pueda empalmarse a gusto y que pase las de Caín para orinar, pues no me pone mucho, la verdad. Eso o que me imagino a cualquier hombre desnudo con el cacharro metido en una funda de acabado madera o camuflaje al más puro estilo terminator y lo que me da son ganas de salir corriendo.

En fin.

A vueltas con el tamaño

Leo en las webs de numerosos medios que, cuanto más pequeños tiene los testículos un hombre, más tiende a involucrarse en el cuidado y crianza de sus hijos. A mí, personalmente, tal afirmación me provoca cantidades ingentes de escepticismo, pero es la conclusión de un estudio de la Universidad de Emory recién publicado por la prestigiosa revista Proceedings of the Nacional Academy of Sciences.

Cierto o no, la noticia me ha hecho volver irremediablemente al ya manido debate sobre el tamaño en lo que al sexo se refiere. En el caso del pene, las preguntas suelen girar en torno a si realmente importa, a si influye a la hora de dar placer o a si es verdad eso tan adolescente de que “más vale pequeñita y juguetona que grande y morcillona”. La verdad es que sobre esto los sexólogos ya han escrito ríos de tinta, como dice el tópico. Que si la estimulación está en el clítoris y con cuatro centímetros basta, que si lo que importa es el grosor por eso del roce “uniforme y constante”, que si a un pene demasiado grande le cuesta más alcanzar y mantener la erección…

penes2No digo yo que no sea verdad, pero al final, digan lo que digan los sexólogos, más allá de la técnica resulta que el tamaño, a veces, sí importa. Es una putada, pero es así. El otro día, sin ir más lejos, una amiga que llevaba varios meses en la más absoluta abstinencia me llamó emocionada para contarme que había conocido a un tipo muy atractivo e interesante con el que había quedado para cenar. Cuando le pregunté al día siguiente por su cita, no pudo ser más clara: “Me tocó talla mini. Se me escurría de la mano y dentro ni me enteraba. El pobre me preguntó dos veces si me había quedado dormida, y mira que me esforcé…”. No sé si sería para tanto o no, pero el caso es que no han vuelto a quedar.

Y no es la única. Ya sea por prejuicios, por fetichismo, por cuestión cultural o por ignoracia, lo cierto es que la mayoría de las mujeres con las que he alcanzado ciertos niveles de amistad han acabado por confesarme alguna anécdota sexual en la que hacían referencia al tamaño del pene. Que sí, que será un factor psicológico de percepción, pero hipocresías aparte, a muchas (y me incluyo) les tira para atrás que un tipo se baje los pantalones y que para agarrar su herramienta en el mejor de sus momentos basten dos dedos de una mano. Por no decir cuando le pides que entre y él, abochornado, te dice que ya está dentro. Tierra trágame.

No obstante, ninguna verdad es absoluta, y menos en el sexo. Lo mejor, en mi humilde opinión, es una buena combinación entre tamaño y buen hacer. Pero ya lo dice el dicho: la magia la hace el mago, no la varita. Para gustos los colores y para prejuicios, ya estamos los demás.