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Y la práctica íntima que la mayoría de la gente quiere probar antes de morir es…

De todos los estudios de los que he hablado en este blog, uno de los últimos que he encontrado me ha parecido digno de mencionar, ya que se centró en averiguar las prácticas que se querían probar antes de morir entre sus participantes.

O, para ponerme menos dramática, experiencias que les gustaría tener al menos una vez en su vida.

pareja bañera sexo

PEXELS

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Cualquiera podría decir que tríos o tener una experiencia íntima con una persona del mismo sexo serían los que iban a disputarse el primer puesto de la lista, ya que suelen colarse en este tipo de clasificaciones.

Sin embargo han sido adelantados por la derecha por otra práctica que conocemos menos: el pegging.

Que nosotras seamos quienes se la ‘metemos’ a ellos, se ha convertido en la ganadora según lo que ha revelado el estudio publicado por The Stranger.

Una investigación para la que han entrevistado a casi 4.000 personas de entre 26 y 35 años, de diferentes géneros y orientaciones sexuales.

El pegging, que explicado de manera más técnica, consiste en penetrar a la pareja hombre con un juguete, fue la respuesta más repetida por los encuestados, quienes querían tanto probarlo en carne propia como dar con alguien a quien hacérselo.

Lo que tiene todo el sentido si recordamos que la zona más erógena masculina se encuentra a unos 5 cms del ano.

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Así que la conclusión parece clara: si hay tanta gente interesada, ¿por qué no lo popularizamos de una vez?

Los enemigos del pegging

Que en el estudio haya resultado la práctica más deseada no es solo por el placer que produce sino porque para muchos es todavía un tabú.

Por un lado se debe a que disfrutar el pegging no encaja en los estereotipos de la masculinidad heteronormativa.

Solo tiene cabida el cliché masculino de que el hombre debe ser el empotrador, a lo que se suma, en muchos casos, la homofobia interiorizada (con falsos razonamientos del tipo de «Si por detrás te gusta, eres gay»).

La segunda que en una sociedad coitocentrista se da por hecho que la relación sexual tiene que darse en torno a la penetración, cuando en realidad hay muchas prácticas denostadas, como es esta.

En caso de que haya quien se deconstruya de todo esto, tiene todavía pendiente la odisea de dar con quien probarlo.

Por una cuestión de confianza cualquier intercambio sexual tiene mucha vulnerabilidad, pero el ano más todavía por su implicación social y porque es una zona muy susceptible de herirse con facilidad.

Y por último, mi teoría es que el pegging no es tan frecuente como el sexo oral, por ejemplo, por la necesidad del material.

Mientras que un dedo es algo que tenemos muy a mano y siempre disponible, para hacer pegging de una manera más placentera están los arneses con dildos, específicamente diseñados para que los participantes vivan cada momento con comodidad.

No es algo que se tiene en casa, por lo que requiere de cierta planificación a la hora de comprarlo.

Además, hay quien puede sentir vergüenza de ir a un sex shop a pedir algo del estilo o hasta de recibirlo en casa (aunque las tiendas eróticas online mandan todo de manera muy discreta).

Así que mi conclusión es que los impedimentos a la hora de darle una oportunidad al pegging, son más mentales que físicos.

Mara Mariño

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¿Conoces el ‘pegging’? Nosotras se la metemos a ellos por detrás

Si hace unos días te estaba hablando del ghosting, sabes ya a la perfección lo que es el squirt y te encanta la idea de montarte un threesome, hoy vengo con un nuevo palabro para la lista de prácticas sexuales.

LELO

Y lo mejor es que si estás con el ánimo bajo por la vuelta a la rutina, la idea de probarlo va a alegrarte el inicio del curso. Palabra de duquesa.

Quiero descubrirte el pegging, que es darle la vuelta a la tortilla cuando se trata de sexo anal. Esta vez somos nosotras las que la metemos.

“Pero ¿cómo?”, pensarás. La última vez que te miraste entre las piernas seguías teniendo una vulva estupenda, pero ningún pene con el que poder poner en práctica el pegging.

Lo suyo es que te hagas con un arnés de correas que se coloca alrededor de la cadera, en el que va enganchado un dildo.

Necesitas esos dos artículos, mucho lubricante (si es a base de agua mejor que mejor), pero ante todo paciencia y cariño. Nada de ir con prisas.

Y si eres tú, amigo, quien me lee, déjame decirte que no tienes que tenerle a esto ningún miedo. Encontrar tu punto P es de lo más placentero.

Eso sí, procura relajarte antes para que el esfínter del ano esté lo más distendido posible.

Puedes empezar metiendo un dedo, dos y luego dar paso al juguete. Una vez te hayas acostumbrado a la sensación, es el momento de probar con el dildo enganchado al arnés.

Quizás la postura más recomendable para estos casos es la del perrito. Pero puedes probar también a meter el dildo al estilo del misionero, subiendo ligeramente sus piernas hacia arriba.

En ambas, que él se pueda estimular el pene al mismo tiempo es facilísimo. Lo que hará que entre eso y el arnés, toque las estrellas. ¿Te atreves a probarlo con tu pareja?

Si no sabes ni cómo sacarle el tema, prueba a sugerir practicar algo nuevo super placentero que va a hacer vuestra vida íntima más variada.

Además, para ellos es una muestra de confianza muy grande (así como la ruptura total con el pensamiento homófobo de que solo los hombres gays pueden disfrutar de su ano).

Para nosotras implica dar placer, aprender el lenguaje no verbal de la pareja para saber hasta dónde llegar y cómo le gusta y también conocer su cuerpo desde un ángulo diferente.

De hecho, ya que es un acto tan íntimo e intenso, es recomendable dedicarle un rato al aftercare una vez se le ha puesto fin a la práctica (algo que puede ir desde comprobar el ano hasta tomar un antiinflamatorio, hablar sobre el tema o iniciar una sesión de mimos). Y limpiar bien los juguetes, por supuesto.

Duquesa Doslabios.

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