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Os comportáis como novios, viajáis como novios, pero no sois novios

Puede que la palabra de 2023 haya sido «polarización», pero en mi opinión, debería haber sido «fluir».

«Fluir» es lo que te dice la persona con la que empiezas a hablar, esa que no termina de especificar qué va buscando y se mueve en los márgenes de la imprecisión.

Pero «fluido» es también el mundo en el que nos movemos, las fronteras de la sexualidad, el trabajo y hasta de la ideología política se han vuelto más permeables que nunca.

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PEXELS

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En esta sociedad fluida, donde la liquidez ya no se refiere al dinero, sino a las relaciones interpersonales, es difícil averiguar dónde empieza o termina algo, cuáles son los límites.

Porque hablarlo es sinónimo de que te puedes estar pillando, o peor, de que eres una persona intensa.

Y en ese espacio con los bordes difuminados, florecen las parejas no-parejas.

Son fáciles de identificar (y pondría la mano en el fuego de que has formado parte de una de ellas) porque se caracterizan por la exclusividad.

Las parejas no-parejas hablan de manera ininterrumpida a lo largo del día, comparten lo que hacen, tontean, quedan, se van de cine, museo, cena, beben unas copas, juegan con la ropa de la otra persona, la tiran al suelo, entremezclan las pieles, desayunan tostada con aguacate, entrenan juntos, quedan con una pareja de amigos, planean un viaje juntos e incluso conocen a miembros de sus respectivas familias.

Pero no son novios y la resistencia a la nomenclatura, a la etiqueta, suele venir de uno de los dos miembros. Spoiler, no sueles ser tú.

Cuando te das cuenta de que estás en una pareja no-pareja es porque cuando ha surgido el tema del futuro, te ha tocado escuchar que es que «no es el momento, quiero centrarme en el trabajo», «he sufrido en el pasado y no estoy en ese punto», «no creo en eso»…

Es el mismo momento en el que te preguntas que cómo puede ser que te diga eso si lleváis varios meses en los que se comporta como si fuerais novios hasta el punto de estar pendiente de recogerte del aeropuerto si llegas tarde o de cocinarte la cena.

Sí, en este tipo de vínculos la confusión es tan frecuente como los gestos de cariño o los cuidados que recibes, por eso es tan difícil ejecutar lo único que puedes hacer en estos casos: ponerle fin.

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Puede parecer que por las respuestas recibidas, la situación cambiará en un futuro. Una mañana se levantará y llegarán esas ganas de ir a más, seguiréis el curso natural de evolucionar, paso a paso, a una relación ‘oficial’.

No pasará.

Mantener la pareja no-pareja en pausa no es temporal, porque no es una cuestión de no poder cambiarlo, sino de no tener ninguna intención de hacerlo.

Es como intentar dar un paseo con alguien cuando tú quieres ir en bicicleta y la otra persona sentarse a tomar una cerveza.

Estar en pareja hace la vida más fácil, ya que mantienes las esferas sociales, afectivas y sexuales ‘cubiertas’, pero solo cuando estás a la misma altura de compromiso que la otra persona.

Y entre que tú te mereces todo -y que puedes hacer ese viaje con amigas, ir al cine con tus padres, beber unas copas con tus compañeros de trabajo y pedirte un taxi cuando llegues al aeropuerto-, recuerda que quien solo busca fluir es porque no quiere permanecer.

Mara Mariño

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No eres mala pareja por fijarte en otras personas

En el momento en el que entendí que mi pareja podía fijarse en otras personas sin que cambiara nada, me empecé a tomar nuestra relación de una forma mucho más relajada.

Supongo que los libros y películas que habían llegado a mi vida hasta la fecha, se oponían totalmente a esa idea.

No, si mi novio no tenía ojos solo para mí, es que no era amor verdadero.

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Algo parecido vimos en La Isla de las Tentaciones. Un ofendidísimo Alejandro le recriminaba a Tania que si se sentía atraída por algún otro hombre, es que no estaban hechos para estar juntos.

Como digo, hace unos años podía compartir ese punto de vista. Pero fue un factor el que me hizo cambiar de idea: la seguridad en mí misma.

Si alguien -quien sea- quiere estar conmigo, es porque realmente quiere estar conmigo. Más que nada porque, si se da el caso contrario, tiene toda la libertad del mundo de dejar la relación (lo mismo que yo).

La elección de estar juntos es libre y entenderlo me quitó muchos agobios innecesarios.

Una vez teniendo claro esto y confiando en la otra persona, que aparezcan terceros –respetando el acuerdo entre los dos-, es lo de menos.

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Mis novios me parecen guapos no, guapísimos. Y de la misma manera que también me fijo en ellos por su aspecto, puedo entender que les suceda lo mismo a otras chicas.

Sé que si salen a un bar con amigos, van a un festival o planean un viaje de trabajo, recibirán atención en algún momento.

Decidiendo que la relación va por delante, lo que pueda suceder en esos casos no pasa de un flirteo.

Y me parece hasta sano tener esa pequeña vía de escape. La inyección de autoestima de que gustas a otra gente te pone la confianza por las nubes.

Puede suceder también que la atracción sea muy grande, es ahí donde debe entrar el razonamiento personal de identificar lo que está sucediendo.

Cualquier conversación o tonteo con una persona nueva va a despertar una serie de emociones que, por la evolución normal de las relaciones, ya no tenemos en la actual pareja.

Se está en otra etapa y esa fase de nervios, emoción, incertidumbre y juego, ha quedado atrás.

Hay que saber distinguir entre que nos haga gracia alguien o si realmente hay algo que nos falte en nuestra relación de pareja (en cuyo caso, lo primero sería solucionarlo). Pero por lo general, esto son solo distracciones momentáneas.

Si te planteas dejar la relación por eso, es probable que, en cuanto vuelvas a ‘acomodarte’, una nueva persona llame tu atención y te plantees lo mismo.

Pero no es señal de alarma que se dé un deseo sexual por alguien más. No cambia la decisión de estar en una relación con alguien.

Al final, todos tenemos ojos en la cara. Que nos resulten llamativas otras personas y que sigamos un poco el juego, no tiene nada de malo.

Mara Mariño

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¿Tras la cuarentena has decidido dar el paso y comprometerte? Puede ser una mala idea…

Creo que estaremos de acuerdo en que, desde que la crisis sanitaria dio comienzo, es como si la gente hubiera enloquecido por comprometerse y tener hijos.

En el segundo caso, la respuesta parece más obvia siempre y cuando hablemos de modelos, cantantes o influencers, ya que con el parón en sus agendas, han pensado que era un buen momento.

SPRINGFIELD

A la mayoría del resto de mortales (grupo en el que estamos tú y yo), si no hemos sido despedidos o estamos en ERTE y tenemos la suerte de teletrabajar, ni se nos pasa por la cabeza ampliar la familia en este momento tal y como están las cosas.

Pero, curiosamente, hay parejas que durante la pandemia han tenido una especie de revelación vital, llegando a la conclusión de que ya era hora de comprometerse con la persona con la que han pasado el confinamiento.

Porque por mucho que haya sido una experiencia que ha llevado a algunos a romper, muchas relaciones han llegado al siguiente nivel.

Aunque, ¿realmente ha sido por una evolución de la pareja o, más bien, consecuencia de lo que estamos viviendo?

No digo que muchos no hayan descubierto en ese tiempo bondades de la otra persona que no conocían todavía. Pero me parece un poco preocupante que haya sido este hecho el definitivo que ha empujado a tomar la decisión.

En mi caso, mi pareja (que estaba en ERTE), se encargaba de la mayoría de tareas domésticas mientras yo trabajaba. Una vez se ha reincorporado, el trabajo que ha tenido que asumir ha sido el doble.

No solo el reparto de tareas se ha invertido, teniendo yo que hacerme cargo en algunos momentos de un peso mayor, también el aspecto romántico, que, por falta de tiempo, ha terminado desapareciendo.

Fuimos de esos que, estando en casa tanto tiempo juntos, acabamos viviendo una peculiar ‘luna de miel’ que desapareció con el posconfinamiento y nuestras respectivas rutinas por separado.

Es decir, de haber tomado cualquier decisión vital en aquellos meses, solo por lo que estábamos sintiendo, habríamos obviado la que es verdaderamente la vida normal en pareja.

Y sí, claro que confirmé que le quería en aquel tiempo, pero sinceramente, no me hacía falta encerrarme tres meses a su lado para darme cuenta, era algo que ya sabía.

Tampoco podemos olvidar que el estrés de la pandemia y el miedo a volver a ser confinados, nos llevan a buscar control y seguridad, así que comprometernos con una persona por el resto de nuestra vida -lo admitamos o no- es un patrón que responde también a la crisis.

Así que antes de dar el paso, hay que intentar distinguir si es una decisión como consecuencia de la situación (que pueden ser tanto por euforia como por miedo) o consecuencia de sentimientos auténticos que, pasado el aislamiento, siguen estando ahí. Nada de tirarse a la piscina.

Duquesa Doslabios.

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¿Tu relación no funciona? Igual no le estás prestando atención a estos detalles

No está remunerado, pero muchas veces tengo la sensación de que mantener una relación es un trabajo a tiempo completo. Requiere tiempo, dedicación, energía… Es, como una vez me dijo una amiga, «como llevar un negocio».

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Establecemos conexiones que se convierten en relaciones porque damos con alguien con quien compartimos cosas y nos aporta felicidad. Pero es algo que debemos cuidar siempre.

Entonces, ¿cuál es el truco para que funcione?

Hablar con el corazón de todo lo que podamos necesitar. La honestidad es algo básico, ya sea porque necesitamos más cercanía o más espacio. Una pareja que puede tratar de todos los temas de manera abierta crea un espacio seguro en el que todo puede salir con la confianza: deseos, necesidades, miedos, aspiraciones… Compartir estas cosas con tu pareja hace que ambos os conozcáis mejor.

Ten siempre, también, la mente abierta, intenta no juzgar a tu pareja. No ya solo porque dentro de la cama le gusta que te pongas algo que a ti a lo mejor te parece raro, sino respecto a todos los temas: política, gustos, religión… No es necesario que compartas todo absolutamente con él, pero sí que lo tengas en consideración. El respeto es básico.

No critiques a no ser que sea de manera constructiva, y procura encontrar el momento. Esa comida familiar puede que no sea el sitio más adecuado para recordarle que siempre deja gotas de pis fuera de la taza del váter. Intenta no usar sus pequeños defectos (que todos tenemos) en su contra. Hazle saber que le valoras siempre.

Comparte, comparte cosas tan ridículas como el postre, una cerveza y termina compartiendo cosas grandes como experiencias, viajes, vivencias… Crea recuerdos. Todo eso fortalecerá vuestro vínculo.

Tu pareja, tu prioridad. Puede que tengas un trabajo muy estresante, una vida familiar que te exige mucho y un montón de cosas más, pero eso no significa que tu pareja deba estar a un lado. Haz que sea partícipe de tu vida y que le des la importancia que se merece. A fin de cuentas, si no se la estás dando, ¿para qué estás en pareja?

Nunca des el amor (ni a la persona) por sentado. Que para ti todo esté yendo de maravilla, no tiene por qué significar que tu pareja tenga la misma concepción de la relación. No escatimes en recursos para conocer y trabajar en vuestra relación.

Pero, sobre todo, quiere, quiere mucho y sin parar, porque queriendo el resto de cosas no supondrán para ti ningún problema.

Duquesa Doslabios.