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Conocer a tu vulva como a tu mejor amiga, el objetivo de esta plataforma ‘online’

Soy de las primeras que, cuando una amiga le viene con alguna de sexo, aboga por el «tienes que explorarte, ¡experimenta contigo misma!».

Como si eso fuera fácil o algo…

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PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Nuestros comienzos en el mundo del placer son bastante inocentes y torpes. Que si un peluche por aquí, el cabezal de la ducha por allá…

Terminas encontrando formas en las que disfrutarte, pero parece que nunca llegas a descubrirte del todo.

Por ser un tema del que no se habla en las charlas de quienes sí hemos recibido educación sexual en el colegio (no daba tiempo más que para lo fundamental de cómo poner un condón o el ciclo menstrual), llegamos a la edad adulta sin tener ni la más remota idea de cómo funciona nuestro cuerpo en el sexo.

Así que descubrir Climax.how ha sido toda una sorpresa.

Para que nos entendamos, es como hacerte un máster online intensivo en tu vulva (pero también en tu erotismo personal).

Aunque, explicado de forma más técnica, la plataforma centrada en el placer femenino cuenta con una serie de vídeos que están basados en estudios científicos.

Puedes encontrar desde ‘clases’ de cómo tocarte, con métodos que nunca habías probado, hasta descubrir quiénes son tus aliados (quién iba a imaginar que tu respiración, una silla o la propia costura de tus vaqueros iban a echarte una mano).

Es más, aun llevando cinco años escribiendo este blog (y alguno más de vida sexual), algunos de los vídeos me han hecho aprender cosas que no sabía, como que mediante respiraciones o movimientos se puede aumentar el flujo sanguíneo para ayudar a la excitación.

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O cómo podemos ejercitar los músculos internos para que el orgasmo o dure más o venga seguido de varios.

Otra de las cosas que me gustaría destacar es que las técnicas que aparecen en los vídeos -además de forma muy explícita, por lo que no vas a tener ni una duda ni media- se pueden poner en práctica por nuestra cuenta.

Y, para la alegría de tu pareja, también explican la forma de integrarlas en la actividad sexual estando acompañada.

Por último, y aunque no tiene nada que ver con lo que se aprende en los vídeos, las modelos que aparecen en ellos son la mejor prueba de que las vulvas son todas diferentes -de color, forma, textura y hasta pelo- y perfectas. 

Así que no solo vas a terminar la serie sabiendo mucho más sobre tu cuerpo y con muchas ideas para poner en práctica con tu pareja, sino que si tenías algún tipo de complejo, se te va a pasar descubriendo la variedad que hay de genitales gracias a unas intérpretes con las que vas a sentirte muy identificada.

Mara Mariño

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¿En qué pensamos mujeres y hombres cuando nos tocamos?

Soy partidaria de que cada uno viva su sexualidad como le salga del genital. Que los gustos sean por colores y que, cada vez que compartimos la cama, sea como un copo de nieve, única.

Pero no puedo evitar analizar hasta qué punto nos creemos que es libre lo que despierta nuestro placer.

Y es algo que me he preguntado viendo el último estudio de Diversual sobre la masturbación.

mujer placer

PEXELS

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Porque una de las cosas que más me han llamado la atención es que la mayoría de los hombres recurren a la pornografía como recurso principal (81%) para estimularse durante la masturbación.

La mayoría de las mujeres (82,9% en cambio) a la imaginación.

Solo tengo que hablar con un par de amigas para dar con la explicación a esta diferencia, no nos sentimos identificadas con el porno.

Las escenas planeadas desde el punto de vista masculino, los cuerpos hipersexualizados, que solo salgan las actrices en pantalla o que el denominador común de la trama sea la sumisión y usar a la mujer como una vagina en lata, hace que muchas de nosotras no conectemos sexualmente con estas imágenes.

Al no utilizarlas para estimularnos desde pequeñas -algo que sí les pasa a ellos- nos toca buscar una fuente alternativa de placer: nuestra cabeza.

Es ahí donde se desarrollan las mayores fantasías. Que pase algo con el profesor de Pilates, una historia con el compañero de trabajo, sexo en un lugar imposible, esa amiga…

El cerebro es nuestro proyector y, las películas mentales que nos montamos, la pornografía.

Y si algo tiene de positivo es que es única y personalísima. Que se adapta a lo que nos pasa a diario y las cosas suceden tal y como nos gustaría.

Esta ventaja, respecto a las imposiciones de la pornografía, suponen que no estamos sujetas a comportarnos como vemos en una pantalla por lo que ha decidido un director.

Nosotras decidimos y dibujamos cómo queremos que sea.

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Y no digo que cortar con las películas eróticas y empezar a darle a la fantasía sea lo único aceptable desde ya.

Pero sí creo que puede hacernos un favor.

Masturbarse mejora el autoconocimiento que tenemos sobre nuestro propio cuerpo. A mejor autonocimiento, mejor resultado en la cama cuando estamos con alguien más.

Y, si ese conocimiento es impuesto, replicamos lo que vemos, pero no conectamos con lo que nos gusta verdaderamente.

Algo que sí se consigue a fuerza de hacer el trabajo de pensar qué es lo que nos estimula (y usarlo como material la próxima vez que nos toquemos en la intimidad).

Mara Mariño

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Este es el reto semanal que despierta tu deseo (y puedes hacer con amigas)

Tres amigas y un dilema sobre la mesa: nuestro deseo sexual estaba un poco de capa caída.

Así que nos propusimos algo, durante una semana nos dedicaríamos a tener (al menos) un orgasmo al día y comprobar qué pasaba con esa falta de motivación íntima.

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LELO

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He pertenecido a varios grupos a lo largo de mi vida, el del colegio, la universidad, el del trabajo, el piso compartido… Pero ninguno como «Pepitillas».

Este grupo de WhatsApp se fundó el mismo día en el que tres chicas quedamos a merendar en una tarde cualquiera de primavera.

La misma tarde en la que nos negamos a seguir con la libido por los suelos y nos propusimos hacer todo lo que estuviera en nuestra mano (literalmente) para cambiarlo confiando en algo que he defendido un sinfín de veces en el blog.

No necesitamos tener sexo en compañía para mantener el deseo sexual activo. La masturbación es lo único que nos hace falta.

El objetivo del reto era experimentar en carne propia cómo iba respondiendo nuestro cuerpo a una rutina de orgasmos de los que cada una tendría que encargarse.

Mientras que el desafío era libre -cada una podía decidir cómo y de qué manera llegar al orgasmo- lo que se convirtió en requisito imprescindible era avisar a las demás cuando ya estuviera conseguido.

Fue así como ese grupo de Whatsapp también servía como recordatorio de los deberes de cada día de tener al menos un orgasmo.

Y, una vez cumplida la tarea, mandar el emoji con el visto verde a modo de fichaje.

Pasaron varias cosas interesantes a lo largo de esa semana.

La primera, lo divertido que era pertenecer a esta sororidad de masturbadoras y poder hablar sin pelos en la lengua de por qué nos retrasábamos ese día o incluso compartir algún material que pudiera servirnos de ayuda (un vídeo de chicos bailando realmente anima a cualquiera).

También nos sirvió para motivarnos a seguir el reto cuando a lo mejor se echaba la noche encima y avisábamos a la que faltaba por hacer el check.

Pero sobre todo para compartir cómo nos íbamos sintiendo, especialmente cuando una pasó del modo letargo a que se lo empezara a pedir el cuerpo. Nuestro mayor triunfo, el objetivo de las «Pepitillas» se había conseguido.

Y eso que, a mitad del reto, casi nos rendimos. Una decía que se sentía igual, sin mucho deseo sexual.

Si a eso le sumas que muchas veces lo dejábamos a última hora, cuando más costaba y no nos apetecía, era normal que mantenernos fieles al challenge diario fuera el mayor reto.

En mi caso, al poco de empezar, enseguida noté que la libido me aumentaba.

De hecho se convirtió en imposible mandar mi check orgásmico antes de ir al gimnasio, donde las respiraciones de los que estaban entrenando me despertaban de nuevo.

Era como si el orgasmo me despertara y estuviera receptiva todo el día.

Soy consciente de que, haciendo esto, no hemos descubierto la penicilina. Pero nos quedamos con el triunfo de haber comprobado, con las propias amigas, que somos nosotras mismas las primeras capaces de mantener el deseo encendido.

El gran beneficiario, además de sentirnos más activas, fue sin duda nuestro suelo pélvico y dedicarnos ese ratito a nosotras hablándolo con toda la naturalidad del mundo.

Así que recomiendo que cualquiera se apunte al reto. Aunque si es con amigas, como hice yo con mis «Pepitillas», es todavía mejor.

Es más, le hemos puesto ya punto final (solo hemos necesitado una semana para notar los resultados) y una no descartaba seguir poniéndolo en práctica otra semana más.

Al final, no hay nada más adictivo que el placer.

Mara Mariño

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La unión hace el placer: cuando él es quien tiene una buena colección de juguetes

Es casi tan habitual ser yo quien pone el repertorio de juguetes sexuales en la cama, que rara vez me he encontrado a quien tuviera colección propia.

Y no ya porque dieran por hecho que tendría algún que otro artículo motorizado para la cama, sino porque, hasta hace nada, la mayoría de hombres no se planteaban tener algo así en casa.

juguete masturbacion

PEXELS

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Mientras que nosotras hemos recorrido un camino larguísimo, hasta el punto de que cuesta encontrar a quien no tenga un succionador de clítoris, la relación de los hombres con los juguetes sexuales no se ha fortalecido tanto.

Una de las razones puede ser porque, socialmente, la masturbación masculina nunca ha sido tabú.

La facilidad de la mano también hace parecer innecesario buscar fuentes alternativas de placer.

Entonces parece casi extraño que ellos puedan tener artículos sexuales para usar o bien por su cuenta o en pareja.

Quizás es más común en personas que practican el BDSM asumir que, seguramente, cada uno tenga un buen repertorio de cuerdas, esposas, pinzas, floggers o mordazas.

Pero cuando se trata de que él saca del cajón un succionador o un dildo, ¿debería cambiar la cosa?

Si somos las primeras que reivindicamos la importancia del clítoris en la cama y hasta hemos llegado a descubrir toda la intensidad que nos produce mediante juguetes, ¿por qué iba a resultarnos raro que él tuviera un producto sexual del estilo para dar el máximo placer a su pareja?

No se nos puede olvidar que los juguetes son aliados para todos, hay cosas que un pene, una lengua o unos dedos no pueden hacer.

Sobre todo si tenemos en cuenta que se contratan a ingenieros aeronáuticos para replicar -en miniatura- la potencia de un motor de avión en el interior de tu succionador.

Además, puede ser algo que tenga de otra relación o que simplemente le apeteciera comprar para tener como parte de su colección.

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¿Qué más da siempre y cuando esté perfectamente desinfectado (o se use un preservativo en su defecto para cubrirlo)?

Personalmente, dar con quien tenga juguetes propios me parece sexy. No solo es una green flag de que es curioso y está dispuesto a experimentar haciendo de nuestra vida sexual algo variado y entretenido.

También es consciente de cómo quiere hacerme disfrutar (y está preparado para ello).

Mara Mariño

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Adiós al mito de que las mujeres tardamos más: es que nos planteamos el sexo mal

«Estoy tardando demasiado» y «Ya debería haber llegado» son los dos pensamientos más frecuentes que tengo cuando llego tarde para ver a una amiga, y me pilla tráfico, y cuando estoy con otra persona en la cama y no consigo alcanzar el orgasmo.

pareja cama

LELO

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Lo peor es que llego a agobiarme hasta tal punto de lo estar a la altura de ciertas expectativas de velocidad que lo que hago es pedirle que pare.

En esas ocasiones, siempre contesto lo mismo. Algo tipo «No tengo el día» o «Pueden ser las hormonas» son las primeras excusas que se me vienen a la cabeza, mi mayor boicoteado de orgasmos.

Y lo que hago es dar la razón de algo que no es del todo cierto: que nosotras tardamos más que ellos en corrernos.

Esta creencia está tan extendida que ha llegado a relacionarse la virilidad con el tema de la duración en la cama.

Ya no es el tamaño, sino que pueda aguantar 17 horas y 45 minutos penetrándote como un taladro. Lo que haga falta con tal de que llegues al orgasmo.

Pero llega un estudio realizado por la tienda erótica Diversual, con motivo del Día Mundial de la Masturbación, y resulta que descubro que estaba equivocada todo este tiempo.

La diferencia entre la media de tiempo que mujeres y hombres dedicamos a la masturbación, es más pequeña de lo que esperaba.

Ellos le dedican unos 4’54 minutos de media, nosotras 5’38.

Y más de la mitad de participantes, en ambos casos, afirmaron llegar siempre al orgasmo mediante esta vía.

Así que esto significa que el problema no es que biológicamente las mujeres necesitemos auténticas maratones sexuales, sino replantearnos qué estamos haciendo en la cama.

Pero claro, es difícil que no se llegue a la conclusión de que nuestros genitales son casi como un Escape Room, imposible de superar, si seguimos considerando la penetración la práctica estrella del dormitorio.

Ahí no es que vayamos a necesitar algo más de esos cinco minutos y medio, es que no va a haber forma de que cruces el umbral de «vale, me está gustando, pero necesitaría algo más».

Ese ‘algo más que nos falta’ es el clítoris. El mismo que nos tocamos siempre que nos masturbamos bajo el abrigo de la sábana -no vaya a ser que entre alguien en la habitación- y que queda fuera de la trama entre el pene y la vagina por mucho que nos esmeremos en hacer el misionero, el perrito o el pretzel.

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Así pasa, que más del 60% de las mujeres recurrimos a los juguetes de forma regular (solo el 6% de ellos) para masturbarnos habitualmente.

Con todos los productos que han puesto ahora el clítoris bajo el foco, no nos faltan vibradores, succionadores y demás en la colección.

Que el 80% llegamos más fácilmente al orgasmo es el tercer resultado de la encuesta que demuestra que el problema no es que nos tomemos nuestro rato o que, como en mi caso, sea una razón para agobiarnos.

Lo que queda claro es que mientras sigamos centrándonos en la penetración, en vez de dar placer mediante otras prácticas como el sexo oral o la propia masturbación, el mito de que somos las tardonas del dormitorio va a seguir en nuestra cabeza.

No es que necesitemos más tiempo, necesitamos tocarnos el clítoris.

Mara Mariño

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Sí, las mujeres nos masturbamos menos que los hombres (pero eso está cambiando)

Era el tabú por excelencia cuando las millennials íbamos al colegio. Mientras que el hecho de que nuestros compañeros se hicieran pajas era la conversación diaria, que alguien insinuara que te hacías «dedos» era el fin del mundo en aquella época.

Ni las chicas de mi generación ni yo tuvimos las cosas fáciles en ese aspecto.

PEXELS

En el momento en que era algo de lo que sentir vergüenza, pasaba a ser un tema que no te atrevías ni a hablar en tu círculo de amigas (nunca sabías cuáles no estarían en tu clase al año siguiente).

Así que descubrir(se) a una misma era algo privado, como para ellos, pero además secreto.

Cuando llega la edad adulta, cambiamos de círculos, el tema se normaliza.

Sentimos que, por fin, podemos sacar nuestra manera de masturbarnos -o en quién pensamos al hacerlo-, en una conversación con una amiga, después de esa clase en la universidad.

Nos ha costado su tiempo, pero finalmente hablamos de ello y lo ponemos en práctica.

Porque no es solo admitirlo abiertamente, es hacerlo por nuestra cuenta.

En uno de los estudios más recientes sobre la evolución de la sexualidad femenina, que nos ha costado llegar a la masturbación, es aún más evidente.

Mujeres de la Generación Z y millennials disfrutamos de una vida sexual individual constante (casi el 50% de las 2.000 mujeres españolas se masturban con frecuencia).

Pero la cifra va disminuyendo conforme la edad aumenta.

Y es que aunque la masturbación parece algo sencillo y normal hoy en día -gracias Satisfyer por abrir el melón del clítoris-, aún pesan cosas en nuestra contra.

Para empezar, ese tabú continúa hasta el punto de que hay mujeres que, cuando se les pregunta acerca de sus hábitos íntimos, no son capaces de contar que lo hacen cuando quizás si lo ponen en práctica.

La vergüenza de ser humilladas en clase por hacerse dedos aún pesa por muy lejos que queden los años de colegio. Es un tabú que se nos ha pegado tanto al cuerpo que hasta nos impide tocarnos.

Luego están las que se masturban pero no saben que lo hacen. Si en las películas eróticas todo lo que vemos es una penetración constante, es imposible saber si lo que ponemos en práctica para darnos placer -tan distinto al porno- es realmente masturbarse.

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Como dice el cómico Ritxi Olivé, ese movimiento que ejecutamos sobre nuestro clítoris se parece más a un patrón de desbloqueo del teléfono móvil que a lo que vemos en la pornografía.

Así que puede que de pequeña empieces frotándote contra un peluche, una mesa o simplemente apretando las piernas, que, como no son dedos, como masturbación tampoco cuenta (o eso pensamos en aquel momento).

Por suerte, hoy en día, las divulgadoras de este tema, nos encargamos de explicar casi desde el principio cómo hacer para tocarse incluso para aquellas que no saben por dónde empezar.

Ahora aprender cómo funcionamos es tan fácil como escribir en el buscador de Google «Cómo masturbarme».

Por último, están aquellas que, del agobio que les produce el tema, son incapaces de dedicarse ese rato para ellas y liberarse en ese sentido.

Las cifras nos alejan todavía un poco de ellos, pero vamos por el buen camino.

Y, ya que he sacado el tema del colegio, aprovecho para poneros esto de deberes para casa y seguir mejorando los porcentajes para el próximo estudio.

El tocaros, viviros, sentiros y disfrutaros. Os deseo todo el placer que podéis daros sin ayuda de nadie que no seáis vosotras.

Está en nuestra mano cambiarlo. Literalmente.

Duquesa Doslabios.
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Cuidado con meterse objetos que no están diseñados para el ano

Cada vez tenemos la mente más abierta y nos atrevemos a experimentar en la cama.

Es algo que demuestra cualquier catálogo de series en streaming, el boom de tiendas eróticas o que ya podamos hablar del Satisfyer sin sonrojarnos.

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Otra evidencia de esto se encuentra en los hospitales. Nos sirve como ejemplo el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, que llevó la cuenta de objetos atascados en el ano de sus pacientes.

Según el Daily Mail, la cantidad en 2020 duplicó todos los que habían tenido que extraer en la década anterior.

Así que sí, ya podemos decir que el sexo anal está dejando de ser tabú.

El problema es que en plenas ganas de experimentar, dé por introducirse lo primero que venga a la mano.

Ese es un error muy grave, ya que solo los juguetes anales están diseñados para usar en esa zona con seguridad.

Es más, tanto los plugs como los estimuladores de próstata vienen con un tope que siempre queda fuera del recto.

Ese apéndice que se usa para tirar, evita que se pierda el juguete por dentro del intestino grueso, lo que puede producir lesiones graves o incluso la muerte.

Más curiosa que el perfil de paciente que suele ir a urgencias con algo atascado (el 85% son hombres de 20 años o de 50), son los objetos que se usan.

Cepillos de dientes, latas de spray, juguetes infantiles y huevos son los más frecuentes. El problema viene porque esos objetos tan cotidianos e inocentes fuera del año, son un auténtico peligro.

Al quedarse atascados en el intestino pueden llegar a perforarlo. Esto significa que las bacterias puedan llegar a otras partes del cuerpo causando una infección.

Así que, mejor tomar nota de estos casos y usar solo para el sexo anal los artículos pensados para multiplicar el placer del ano sin riesgos.

Si todavía hay alguien que no se encuentra preparado para ir a una tienda erótica y pedir un juguete anal, no hay problema.

Las webs online son igual de efectivas y hacen un envío discreto, no tiene por qué enterarse nadie de la familia.

Duquesa Doslabios.
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La ventaja de practicar (tanto) la masturbación durante el confinamiento

Ha tenido que venir una pandemia para que cambiáramos nuestra manera de masturbarnos, de disfrutar en privado.

Nos ha podido la sensación de intimidad al estar en casa llegando incluso a practicarlo en plena jornada de teletrabajo.

hombre en la cama

UNSPLASH

Con la imposibilidad de juntarse, hacerse cargo del placer propio nunca había sido tan urgente ni necesario.

Y no ya tanto por el hecho en sí de dar rienda suelta al deseo, también a modo de ibuprofeno antipandemia.

Que masturbarse nos ayudó a combatir el estrés y a sobrellevar el confinamiento es algo que ha confirmado el Barómetro de Auto-placer de Tenga, compañía especializada en juguetes sexuales.

Según sus resultados, masturbarse con más frecuencia durante la cuarentena no solo sirvió a que experimentáramos a solas o nos escapáramos -aunque fuera mental y físicamente- de una situación que no sabíamos cómo gestionar.

Eso ha llevado a que, en varias ocasiones, la masturbación se haya convertido en protagonista gracias a las redes sociales.  De la mano, por supuesto, con el uso de juguetes sexuales.

Se me ocurren pocas amigas que no tenían un succionador de clítoris que no se hayan hecho con él en 2020.

Volviendo al barómetro, este dato se confirma. Un 73% de los encuestados compraron juguetes nuevos y el 45% declaró que fue un autorregalo.

Hablar sobre lo que guardamos en la mesilla de noche ha dejado de ser un tabú después de un año en el que varios meses de nuestra vida social transcurrían sin salir de casa.

Nuestra vida sexual pospandemia no solo incluye juguetes, este cambio de que se abriera la conversación sobre la masturbación y convirtiéndola en un tema tan normal como cualquier otro ha animado a que reivindicar el placer personal y practicarlo nunca estuviera mejor visto.

«Muchas personas ni siquiera habían probado a masturbarse por mala educación sexual o desinformación», comenta Nayara Malnero, sexóloga y embajadora de Tenga. Lo que nos ayuda a hacernos una idea

Pero, ¿significa eso que nos hemos vuelto más egoístas en la pandemia y nos espera una vida sexual en la que cada uno se masturbaría en un extremo de la habitación? Para nada.

El estudio revela que 5 de cada 10 personas usan los juguetes con su pareja sexual. Experimentando nuevas formas de placer es donde entran todos los juegos.

El momento de alejarse de lo rutinario y apostar por la variedad.

Aprender a masturbarnos, hacerlo de manera más frecuente o buscar formas alternativas de disfrutar se extiende a cuando estamos en compañía.

Mejora el entendimiento con la pareja sexual, fluye la conversación y se multiplica el placer en ambos sentidos. En definitiva, podemos disfrutar de una vida íntima de mayor calidad.

Duquesa Doslabios.

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Según los hombres, el otro sitio favorito de la casa para masturbarse es…

¡Ah, la intimidad! Esa cosa tan preciada que, durante los meses de aislamiento en casa parecía casi imposible de conseguir. El reto era tener nuestro espacio para quienes no vivíamos solos (ya fuera con familia, amigos o pareja).

Y aunque cada uno se ha apañado como ha podido, me gustaría hablar de las preferencias a la hora de escoger un sitio en el que poder disfrutar con nosotros mismos.

CALVIN KLEIN

En mi caso, la elección está clara. Soy una firme defensora de reencontrarme en la cama, a salvo de miradas indiscretas bajo el edredón y siempre con el valor añadido de que puedes decir que vas a dormir y nadie va a molestarte.

Otros espacios del repertorio apenas tienen peso para mí, pero no es así para ellos, por ejemplo.

De hecho, según los resultados que ha proporcionado el estudio de Arcwave, marca de juguetes sexuales para hombres, sobre sus costumbres a la hora de masturbarse, hay otro sitio de la casa que sigue muy de cerca al dormitorio.

También para ellos, la habitación el lugar preferido para darse placer. Y sí, es fácil entender por qué si pensamos que todos reservamos ese espacio para lo mismo.

Además de ser el lugar de la casa donde pasamos más horas estudiando, trabajando, jugando a videojuegos o leyendo, contamos con la intimidad de antes de ir a dormir.

Como decía más arriba, un lugar en el que sabes que ya nadie va a entrar por la puerta.

Y, justo seguido de la habitación, un poco menos de la mitad de los hombres que participaron en el estudio, respondieron que su otro lugar favorito era el baño.

Si tenemos en cuenta las diferencias entre la eyaculación femenina y la masculina, la explicación llega casi por sí sola.

La opción de poder limpiarse en el mismo sitio es un punto a favor, que el papel esté tan a mano o pudiendo hacerlo en la ducha.

No me olvido de la privacidad que da el baño. Es otro de esos (escasos) lugares sagrados de la casa donde sabemos que no vamos a ser interrumpidos.

Así que también reúne los requisitos para ser uno de esos sitios en los que poder dedicarse un rato. Y tú ¿eres más de baño o de habitación?

Duquesa Doslabios.

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Ni el tamaño ni la batería, lo que buscamos en un juguete sexual desde la pandemia es…

¿Qué es lo más importante a la hora de escoger un juguete sexual? Que ocupe poco siempre es algo favorable, sobre todo cuando te lo quieres llevar de viaje o en el bolso (por lo que pueda pasar ese día).

Que la batería aguante es también fundamental. Nadie quiere quedarse a medias, así que cuanto más podamos amortizar la carga, mucho mejor.

Y claro que un diseño bonito puede ser el toque final si dudamos entre dos modelos.

LELO

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O, al menos, estas podían ser las cosas en las que nos fijábamos antes de ampliar la colección (o iniciarla).

Ha llegado la crisis sanitaria y nuestra vida sexual ha cambiado, ya estuviéramos disfrutando de la soltería, de una relación de pareja o de algo abierto y liberal. A todos nos ha afectado.

Así que era de esperar que también la industria del erotismo notara los cambios más allá del furor por los juguetes femeninos que estimulan el clítoris.

Desde que dio comienzo la cuarentena, el criterio de búsqueda a la hora de comprar un juguete cambió por completo. Todo lo que mencionaba al principio era importante sí, pero había un nuevo factor imprescindible.

El juguete debía ser silencioso.

Y no poco ruidoso del estilo de la vibración del móvil cuando llega un mensaje, sino completamente mudo.

La razón es evidente. Estar en casa más tiempo (acordaos de los meses de ‘encierro’) implicaba que la intimidad era eso que sucedía dentro de la habitación y seguramente con otras personas por el resto de la vivienda -parejas, compañeros de piso y, por supuesto, familiares-.

Más que nunca, sentir que al otro lado estábamos aislados, era vital. De ahí que nuestros compañeros de fechorías no nos delataran, que pudiéramos seguir disfrutando esos cinco minutos de pausa del teletrabajo sin un juguete chivato de nuestras intenciones.

Por mucho que podamos normalizar la masturbación y cada vez sea menos tabú el tema, sigue siendo algo privado que queremos disfrutar en la intimidad, así que tener como aliado un objeto que no nos exponga, ha hecho que sean los silenciosos los artículos más buscados.

Ahora, ¿es realmente silencioso un juguete sexual que recibe ese nombre? Ese es un mundo aparte. Todavía hay marcas que consideran discretos juguetes que recuerdan a la turbina de un avión…

Ante la duda, si apostamos por los que no son eléctricos (un huevo masturbador, un clásico dildo, bolas chinas o demás, tenemos el silencio asegurado.

Duquesa Doslabios.

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