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Guapas, blancas y deseables

Voy a empezar el artículo de hoy con un acertijo, ¿qué tienen Luz Estelar de The Boys, Galadriel de Los Anillos de Poder y Ariel del nuevo remake de La Sirenita en común?

Además de ser mujeres, las tres han sido duramente criticadas en internet por su apariencia física.

Y, en su mayoría, los grupos de detractores estaban compuestos por hombres.

Erin Moriarty Luz Estelar

@erinelairmoriarty

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Para Erin Moriarty tocó el reproche de que no era lo «bastante sexual» en esta nueva temporada de la serie de Prime Video.

Morfydd Clark, quien se ha puesto las orejas de la elfa guerrera, ha sido acusada de no ser lo suficientemente guapa como para interpretar a la criatura mitológica de la obra de Tolkien (y ni siquiera de ser lo bastante femenina «como una mujer real»).

Y en cuanto a Halle Bailey, el despedazamiento ha ido por el color de su piel. Los haters no podían concebir que la nueva sirenita de Disney fuera negra.

Pero hay algo más que Luz Estelar, Galadriel y Ariel tienen en común.

Ninguna de las tres existe: tanto la superheroína, como la elfa y la sirena son personajes fantásticos, no criaturas reales.

A diferencia de sus actrices, que son seres de carne y hueso.

Seres con sentimientos que deben gestionar que, en sus últimos proyectos, no han sido examinadas por su trabajo o su talento, sino única y exclusivamente por su físico.

Además, sus representaciones en la pantalla generan tanta indignación solo en un sector muy concreto de la población, el masculino.

Son ‘culpables’ de no ajustarse a la idea de belleza de quienes critican sus apariencias. ‘Culpables’ de no ser más sensuales, más guapas, más caucásicas…

La conclusión es clara: es un problema tanto de hipersexualización como de racismo por parte de los espectadores, no de las actrices, por supuesto.

Pero son ellas quienes siempre padecen el problema, no sus compañeros de reparto varones.

Como hablaba con un amigo, casi hace que sintamos envidia de Ian McKellen interpretando a Gandalf, a quien no se le exige ser guapo ni estar en forma para ser respetado por el papel que interpreta en las películas de El Señor de los Anillos.

El poderoso mago no necesita nada más que sus poderes para ser admirado y temido a partes iguales. En eso consiste el privilegio masculino.

En que nosotras sí necesitamos algo más, la juventud y la belleza deben estar de nuestra parte.

Nosotras no somos suficiente siendo fuertes, valientes, no basta con echar rayos por las manos, ni luchar de forma ágil: tenemos que estar buenas.

Ser aceptables para la mirada masculina es pasar la ‘criba’ de ser deseadas.

Cuando la ‘follabilidad’ es el fin último, nuestra identidad desaparece y nos quedamos relegadas a la carcasa, lo que se ve por fuera.

El mensaje que, como mujeres, recibimos de este acoso y derribo sobre el físico de las estrellas de la pequeña y gran pantalla, no da lugar a dudas: da igual lo que logres, lo que consigas, da igual que venzas a un ejército, salves a tu crush de morir ahogado en el mar o defiendas el bien por encima de todo.

Si no te desean, no tienes nada, no eres nadie.

Ya me lo comentaba la sexóloga Ana Lombardía en una entrevista hace un tiempo: «A las mujeres se les valora por su capacidad de resultar atractivas a los hombres, el resto suele ser secundario».

Con una diferencia, quizás la más importante: nuestra reacción a sus quejas.

Esto es algo que, quizás hace unos años, se pasaba por alto. Pero las cosas han cambiado lo suficiente como para que el chorreo de críticas sea una señal de alarma y nos movilice en su contra.

Porque, por primera vez, no somos nosotras las que debemos cambiar.

Las quejas ya no bastan como para tirar por tierra las decisiones de las productoras y estas opten por tunear a las actrices adaptándolas al gusto del consumidor.

Han perdido fuelle. Y nosotras lo hemos ganado, en la pantalla y fuera de ella.

Las intérpretes se han quedado igual y, por el camino, han recibido el apoyo no solo de los equipos detrás de cada producción, sino de personas que, por la red, han alzado la voz en su defensa señalando que es una injusticia machista.

Las mujeres podemos ser quienes queramos y hacer lo que queramos. Parecer atractivas mientras tanto, no es una preocupación ni una imposición que nos sintamos obligadas a cumplir.

Porque somos mucho más que nuestro aspecto.

Aunque quizás es eso lo que pesa y la verdadera razón que esconden las protestas. Que reclamamos un protagonismo que no está relacionado con el físico.

Pero es que ya no estamos solo para hacer bonito.

Mara Mariño

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Estas películas de Disney te han enseñado una idea del amor equivocada

Soy la primera que responde «Disney» cuando le preguntan qué clase de cosas me han ido metiendo el machismo en la cabeza.

Y mira que me han encantado esas películas. Me sé los diálogos de memoria. De las canciones ya ni hablamos.

Hay dos tipos de personas, las que piden Camela en el karaoke y las que piden «Un mundo ideal». Yo soy del segundo grupo.

La bella y la bestia

DISNEY

Pero no quiero irme por las ramas. Esta vez voy a ir directa al grano con un análisis en el que me ha tocado remover algunos de los éxitos que han marcado mi infancia.

De hecho, la han condicionado hasta tal punto, que son las principales responsables de que a día de hoy me siga creyendo mitos del amor romántico.

Todo esto sin que yo me diera cuenta, por supuesto. He normalizado tanto los tipos de relaciones que veía en la pantalla, que repetía esos patrones, porque creía que era como debían suceder las cosas.

La tarea de deconstruirme de ellos tiene mucho que ver con empezar a identificarlos y encontrarles el fallo, de ahí que haya decidido haceros un pequeño resumen de las que más he visto (y por tanto más tocada me han dejado).

  • La bella y la bestia: el amor tiene el poder de cambiar a la persona amada. Incluso cuando te trata mal. Si resistes como Bella, merecerá la pena porque tendrás un príncipe azul con el que vivirás feliz por siempre jamás. O eso dicen. Lo más probable es que estés aguantando los malos tratos de una pareja insegura que no te sabe valorar y lo único rojo de vuestra relación no es la rosa, sino la red flag.
  • Blancanieves: por amor vale todo. Hasta que te bese sin tu consentimiento un tipo que no conoces prácticamente de nada. Él está enamorado, así que como eso es lo que predomina, tú a callar. En La Bella Durmiente es igual. Solo se habían visto una vez en el bosque, ¿quién le da derecho a plantarle un morreo? ¿Te imaginas el susto después de estar un tiempo dormida? Yo infartaría.
  • La Cenicienta: el príncipe azul es la solución a tus problemas. Pues no amiga, si Ceni se hubiera sacado un módulo de diseño, habría arrancado su propio taller de costura en el pueblo y sus vestidos habrían sido un exitazo. No necesita un novio rico, necesita un salario decente para no ser dependiente toda su vida. También en esta película aprendemos que las mujeres somos enemigas y nos despellejamos y solo puedes confiar en tu amor, que es el que te va a sacar de la situación de precariedad.
  • La Sirenita: otra que lo deja todo por amor, como Disney manda. La diferencia es que Ariel renuncia a toda su familia -que sí que la quiere- y amigos por irse con Eric, con el que no ha mantenido ni media conversación. ¿Cómo vas a casarte, para empezar con 16 años, con un señor del que no sabes qué clase de género musical le gusta? Eso va a condicionar toda vuestra relación, a lo mejor nunca podéis ir juntos de concierto. Y come pescado, ¿verle cenar a sus amigos en salsa verde no le parece una señal de alarma? Al menos, que sea vegetariano…
  • Aladín y La Dama y el Vagabundo fomentan también esta mágica idea de que, en el amor, los polos opuestos se atraen y completan, aunque no tengas nada en común. El amor es una especie de sustancia con poderes que sobrevuela el ambiente y te pilla desprevenida enganchándote por el resto de tu vida a tu contrario. Y vale que hay flechazos a primera vista, nadie lo pone en duda, pero el amor necesita algo más que una atracción de un ratito. Es conocer a la otra persona a fondo, descubrir sus defectos y, aún con ellos, quererla porque entiendes que es un pack de cosas buenas y menos buenas.
@meetingmara No mi siela, no eres tú. Es Walt Disney y su idea del amor romántico 💁🏻‍♀️❤️ #love #amor #disney #disneymovie #pareja #enamorarse #enamoramiento #lovegoals #couple #relationshipgoals #beautyandthebeast #sleepingbeauty #cenicienta #labellaylabestia #peliculasdisney #lasirenita #ariel #amorromantico #amortoxico #relacionestoxicas ♬ An Unusual Prince / Once Upon A Dream – Soundtrack – Mary Costa & Bill Shirley & Chorus – Sleeping Beauty

Para terminar, el culmen de todas las relaciones monógamas y heterosexuales (no existen otras en la franquicia) es el matrimonio, único fin que transmite la peligrosa idea de que solo pasando por el altar llegaremos a conseguir el ‘felices para siempre’.

Pero no todo una a ser malo. Por suerte, en las películas más recientes de Disney, cada vez son menos los desenlaces de este estilo.

Incluso Elsa de Frozen, Mérida de Brave o Mirabel de Encanto terminaban las películas sin necesidad de un compañero sentimental, siendo las únicas heroínas de una trama en la que la familia o la amistad eran más importantes.

Siempre y cuando los finales que nos ofrezcan sean esos, dejaremos de poner al amor romántico como único protagonista, pasando incluso por encima de nosotras mismas.

O al menos, ahora que nos hemos dado cuenta, es cuando deberíamos dejar de seguir replicando las historias.

Sí, por mucho que nos gustara verlas de pequeñas, porque solo son eso… Ficción.

Mara Mariño

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