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Urgencias: Lo que hay que ver, lo que hay que oir

Querid@s,

Una compañera de trabajo más maja que las pesetas, de la que tengo mucho que aprender, me ha dejado en herencia, haciendo limpieza de estanterías, este simpático y divertido libro. Se trata de La Medicina Todo (Lo) Cura. Escrito por Elisabeth G. Iborra, resulta ser un compendio de historietas y anécdotas de médic@s y enfermer@s . Es un  homenaje, con todos los respetos, a esas cosas curiosas con las que vienen a los hospitales los pacientes más extraordinarios e irrepetibles.
http://www.huffingtonpost.es/2015/12/06/anecdotas-de-medicos_n_8709020.html

Este libro de cabecera habla, entre otras lindas curiosidades, de esa pobre gente que aparece a horas intempestivas, aquejándose de que, por accidente, se les ha metido por sus partes un objeto inanimado capaz de adentrarse por arte de magia en lo más profundo. Así el personal sanitario ve fuera de su sitio arsenales como botellas, velas, pilas, botes de champú y desodorantes, morteros, teléfono de antaño, hasta crucifijos o rosarios en el caso de los más creyentes. En estos orificios para el placer también hay sitio para la más variopinta flora y fauna del planeta: ratoncillos, zanahorias, berenjenas o tomatitos cherry que con toda la buena intención la pareja pretende insensatamente extraer como si fuero un pincho moruno.

Un hombre que llegó a Urgencias con dos botellas de cerveza introducidas en el culo. El hombre desconocía cómo se sucedieron los hecho y no se explica ante el personal sanitario dónde fueron a parar las chapas y el zumo de cebada. Otro caballero echaba la culpa a dos berenjenas con vida propia que le perforaron el ano hasta instalarse dentro. O un señor que alegó que las vinagreras que enjabonaba se le deslizaron y acabaron envolviendo su pene, colándose por la bragueta y esquivando sus calzoncillos.

Cuando los calentones aprietan, el ser humano es capaz de todo. Y en urgencias bien lo saben. Bolsas de pipas en lugar de condones que inevitablemente acaban arañando la vagina. Entiendo que cuando nos entra un calentoó, nos pueden entrar cortocircuitos y podemos acabar actuando como bárbaros. Pero lo de la bolsa pipas es demasiado, antes recurría yo a una bolsa de Mercadona. O como los romanos, en cuya época no existían los condones y con las tripas de los cerdos,follaban los muy cabrones.  A falta de lubricante estándar, hay quien piensa que lo mismo da embadurnarse las partes con el aceite calentito de la moto.

Otros copuladores más precavidas pero con mala suerte son los que llegan a Urgencias sangrando , uno encima del otro, con la verga de él enganchada sin remedio en los brackets de ella. O una pareja moderna que compra en un sex shop, pero que se deja llevar por la pasión en exceso, se introducen el juguetito demasiado profundo y no caen en esos momentos de lujuria y desenfreno, que los sex toys, llega un punto de no retorno, que hacen ventosa.

Pero sin duda me quedo con dos historias desternillantes. Esa mujer de poca fe que no entendía cómo su marido pudo tragarse una manzana entera después de que se la encontraran metida en el ano. Y  otra buena mujer que juraba y perjuraba que el bebedor de pájaros se le introdujo él solito en la vagina. El personal de urgencias sigue poniendo en duda la fuerza perforadora que puede ejercer dicho utensilio a través de la falda, las medias y las bragas de la buena señora.

Urgencias. Lo que hay que ver, lo que hay que oir.

Que follen mucho y mejor.