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Este producto hace que el sexo oral sea alucinante (y lo puedes compartir con tu pareja)

Como clitoriana de manual, todo lo que implique recibir estimulación directa sobre el clítoris está en mi lista de must haves a la hora de tener sexo.

Acepto soplido, lametazo vertical, horizontal, en forma de círculos, yema del dedo, succionador con batería, succionador bucal, bala vibratoria y todo lo que puedas imaginar que sirva para moverlo de un lado a otro.

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Además, cualquiera de ellos se puede acompañar de acción en la zona de alrededor. Pero llega un punto que, por mucho que intentes innovar, las formas de jugar con una vulva llegan a su fin.

Pasa lo mismo cuando es un pene el que se escurre entre los labios. Que las combinaciones son muchas y dependen tanto de nuestra imaginación como de lo que nos diga la otra persona.

Si nos quedamos cortos de ideas, es el momento de experimentar -con cabeza-. Nada de probar con esa salsa picante que tenemos en la nevera para ver si produce sensación de calor.

La nata, el chocolate o, por qué no, la mantequilla de cacahuete son lo bastante untuosos como para satisfacer tanto a quien da placer como a quien lo recibe.

Más allá de lo que podamos tener por casa, apto para el consumo, la industria de artículos sexuales ha dado rienda suelta con una variadísima gama de lubricantes con sabor que podemos utilizar y que muchos de ellos incluso vienen con efecto de frío o calor.

Pero hay algo más. Y he tenido la suerte de probarlo hace nada.

Imagínate un producto pequeño, fácil de llevar en la cartera junto al preservativo que nunca falta y que da un giro con looping y caída libre a cualquier práctica que implique bajar del ombligo.

Es justo eso lo que se le ha ocurrido a Bijoux Indiscrets con su nuevo invento: unas tiras con sabor a menta que se deshacen en contacto con la lengua.

Y si son el mejor invento para el clítoris después del succionador, tengo que decirlo.

Si a veces buscar algún juguete del arsenal es algo que frena un poco la pasión del momento -por aquello de rebuscar y ponerlo en funcionamiento-, es un problema que no he tenido con las tiras.

Se puede erotizar hasta el momento de abrirlas y ponerlas en una lengua extendida y sedienta, sin quitarle la vista de encima a la otra persona.

Y bajar a comerle -o que te coman-, como si mañana no existiera, carga de erotismo un sexo oral mucho más jugoso que al que estaba acostumbrada.

Una vez notas que la tira empieza a derretirse, es el momento de pasar la zona ardiente de la lengua por el glande o el clítoris, de usarla como si se tratara de un utensilio de la cocina para repartir generosamente esa sensación de cosquilleo.

La misma que, según pasa el tiempo, también nos manda señales de calor o frío (si pruebas a soplar después, vas a alucinar).

Además, para quienes no estén muy reconciliados con su sabor más íntimo, son perfectas para disimular todos los olores y matices del mundo que puedan captar las papilas gustativas (¿ves como lo tienes que llevar en la cartera por si surge que te lo coman en cualquier parte?).

No te quedes ahí. Para en seco, sube de nuevo y prueba la experiencia de besar entrelazando entre las lenguas otra tira. Métela hasta la campanilla y saborea mientras las bocas están encendidas.

Aumentar la temperatura de los besos es otra de las opciones por las que merece la pena experimentar más allá de la entrepierna.

¿Quieres más ideas? Prueba a lamer los pezones, el lóbulo de la oreja o incluso a llamar a golpe de lengua la puerta de atrás. No hay parte del cuerpo que no se pueda convertir en manjar.

Y una vez centrada la atención y el deseo en esas partes encendidas, tú decides si sigue siendo la boca quien lleve el peso de la estimulación o si, condón a mano, pasas a otro tipo de práctica.

Ya que son compatibles con los preservativos, no tendrás que parar a lavarte, solo aprovechar el calentón por partida doble para seguir jugando.

Duquesa Doslabios.

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