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El rechazo de tu pareja no es el fin del mundo, ¿pero cómo gestionar su falta de ganas?

Una de las frases que más me gustan de la vida en pareja fue la que me dijo mi abuelo de que la convivencia era la reunión de voluntades. Algo tenía que saber al respecto, ya que estuvo la mayor parte de su vida viviendo con mi abuela.

De todas y cada una de las facetas: desde qué gel traer a casa hasta el restaurante al que ir a cenar.

Y eso incluye el sexo.

pareja rechazo

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Porque pasa una cosa muy curiosa cuando por fin tienes tu espacio privado y estás a solas con tu pareja: vuestros calendarios parecen no coincidir nunca.

Es como si hasta ese momento cualquier hueco que antes era aprovechado (que si en el coche, algo rápido en el ascensor o escabulléndote al baño en una fiesta) desaparecieran y solo existiera la posibilidad de hacerlo en casa.

Aunque es habitual que se dé esta falta de sincronización, la persona que ha dado el primer paso, puede sentirse un poco chafada de que no haya ido a más.

Y quien dice chafada, dice también enfadada, rechazada y decepcionada.

Un combo muy explosivo que, por mucho que se quiera a la pareja, hay que gestionar para que no se vuelva en nuestra contra.

Para esos casos, antes que nada, hay que poner en práctica la empatía.

Puede que nuestra pareja haya tenido un día complicado, se sienta con el humor bajo, con la salud regulera o, simplemente, se caiga de sueño.

Entender que no es nada personal es el primer paso.

En segundo lugar, la masturbación es un aliado perfecto para cuando el deseo se ha quedado a la espera. Hacernos cargo de él es nuestra responsabilidad y de nadie más.

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Cuando el rechazo se mantiene, y ya no es algo puntual, es el momento de sentarse a hablar.

Tener la conversación de por qué no se quiere tener sexo es algo que se debe hacer de una manera muy cuidadosa, para que no resulte ni incómodo ni un ataque.

Olvídate de plantearlo desde un enfoque del tipo «es que ya no follamos tanto como antes» o «¿ya no te gusto?». Lo único que consiguen es hacer sentir a tu pareja mal.

Abórdalo preguntando qué está en tu mano para mejorar la situación o cómo puedes ayudar para que se sienta bien.

Tampoco saques el tema nada más haber intentado tener un acercamiento físico, porque está todo demasiado reciente.

Date un tiempo prudencial para que se enfríen las cosas.

Recuerda que el consentimiento no es una barra libre en la relación de pareja, tienen todo el derecho del mundo a decirte que no.

Intenta quitar la presión al asunto. No hay reglas que debáis seguir ni una cifra que alcanzar sobre la frecuencia.

Esto no es la Liga, no gana el equipo que tenga más puntos.

De la misma forma procura no reaccionar con enfado o decepción si ves que la otra persona no está interesada.

No significa que no te quiera, quizás lo que necesita es que cambiéis la forma de empezar, que sea el que tiene menor deseo quien tome la iniciativa (cuando sea), añadir juguetes o nuevas experiencias, fijarse un momento a la semana o, en el caso de que esté relacionado con la autoestima, que sienta que te gusta y que es deseado/a por ti.

Y, si nada de eso funciona por vuestra cuenta, es el momento de pedir ayuda a una profesional. El sexo es una parte importante que con el asesoramiento indicado se puede trabajar.

Mara Mariño

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¿Por qué dejamos que nos traten mal en las aplicaciones de ligar?

Son casi 4 horas las que pasamos al día utilizando internet en el móvil. Compras lo que te falta en casa, reservas los vuelos de Semana Santa, pides la cena y, por supuesto, conoces gente.

Internet te da la oportunidad de que puedas ligar sin tener que quitarte el pijama y bajar al bar de enfrente. Pero también significa que, lo que puedes encontrarte, no siempre va a ser bueno para ti por las libertades que pueden tomarse contigo al ligar de manera virtual.

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(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

La pantalla tiene el poder de cambiar algunas cosas, como el hecho de perder la vergüenza a la hora de proponer un encuentro físico esporádico o de insultar (el fenómeno trol lo demuestra) en el caso de recibir un rechazo.

Hacerlo por esa vía intimida menos que en persona, ya que en vivo o en directo no soltarías ese «tampoco eres tan guapa» o un «no me liaría contigo ni borracha».

Con esa valentía ficticia, hay quienes optan por tratar de una manera despectiva a la otra persona o de utilizar un lenguaje ofensivo o incluso amenazante.

No solo puede deberse a una respuesta defensiva que intente restablecer el ego dañado, también puedes recibir una mala respuesta cuando la otra persona está pasando un mal día o tiene una serie de frustraciones, que no sabe cómo gestionar, y terminan explotando en la aplicación para ligar (lo que no está justificado en absoluto).

Y, por supuesto, también el ghosting entra en la lista de estas malas prácticas.

Lo peor de todo es que ya no es raro esperar -e incluso aceptar- que puede darse ese comportamiento. Hemos llegado al punto de normalizarlo porque parece que, en la búsqueda de amor vía online, es un riesgo que merece la pena correr.

Todo puede pasar, sí, incluso que nos traten mal.

Pero, ¿cómo hemos llegado a comportarnos así? No es ya solo por la confianza de la pantalla de por medio.

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El hecho de que haya tanta gente al alcance de un swipe, hace que tengamos mucha prisa al ‘descartar’ a las personas con la frialdad emocional de no pensar que, al otro lado, hay un ser humano como nosotros.

Nos da igual la forma, lo importante es que llegue la siguiente, no queremos perder más el tiempo.

Un sustituto llegará pronto. Hay tantos matches esperando a ser descubiertos…

Cuando este comportamiento se convierte en algo común, y sabes que a tu amiga le ha pasado, es más aceptado cuando te ocurre a ti. No te gusta, claro, pero no te parece tan raro.

Lo curioso es que, en cualquier otro contexto, charlando con esa persona en un bar, en una fiesta o incluso en un evento de citas rápidas, no permitiríamos de ninguna manera que nos trataran así.

Puede parecer que, como ha pasado en internet, tiene menos importancia. Pero hablamos de una esfera de nuestra vida que también nos afecta emocionalmente, por lo que no hay que permitir esas actitudes (y tenemos que evitarlas en el caso de que seamos quienes las practican).

La consecuencia de dejar que nos traten así se traduce en una baja autoestima. Somos personas quienes estamos detrás de un perfil y tenemos sentimientos que son constantemente heridos.

Por eso siempre, independientemente de a dónde vaya la cosa, deberíamos emplear una comunicación asertiva y sincera en el caso de que queramos algo más.

Si no lo queremos, hay muchas formas de decir las cosas. De una mala manera, por mucho que queramos cerrar el capítulo con alguien, nunca debería ser la elegida.

Mara Mariño

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