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«¿Sois gays? ¿Y quién es el hombre?»

Déjame adivinar. No, en serio, déjame. Alguna vez yendo por la calle has visto a una pareja de lesbianas por la calle y has pensado de una de ellas que seguramente es «el chico» por su manera de vestir o su corte de pelo.

GTRES

También, y sabes que es verdad, te ha pasado en el caso contrario. Cuando viendo a una pareja de gays has pensado «Se ve claramente quién es la mujer» al parecerte uno de los dos el más femenino.

Puede que cuando lo pensaras lo hicieras sin ningún tipo de maldad, como una mera apreciación superficial. Pero lo que aparentemente es una observación inocente es en realidad una manera de ver la vida a través de los cristales de la heterosexualidad.

Voy a intentar explicarme. Desde pequeños nos asignan unos roles de género, aprendemos a diferenciar entre azul y rosa, uno para niños, otro para ellas. Te dicen que llorar «es de niñas» y que no te tires al suelo porque no eres tan bruta como los niños. No solo los muñequitos del baño nos dividen por géneros.

Reducimos tantas cosas a «hombre y mujer» que hasta metemos las relaciones homosexuales en el mismo saco. Pero no son nada del estilo, son dos hombres o dos mujeres que no necesitan adoptar otro género para funcionar.

Decir que en una relación entre lesbianas o entre gays hay uno de los miembros que hace papel de «hombre» y otro que hace papel de «mujer» es dar por hecho que el modelo de relación heterosexual es el único existente.

De quedarse corto, el argumento cojea. Por eso, la próxima vez que te pase (porque pasará), recuerda quitarte las gafas con los cristales color heterosexual.

Sí, aunque nos resulte más difícil porque vivimos en una sociedad en la que damos por hecho que, a no ser que digan lo contrario, lo convencional es ser heterosexual.

Aprendamos que, si somos los primeros en decir que «cada relación es un mundo», lo debemos aplicar a todas las relaciones de pareja por igual y sin excepción por el género de los miembros que la formen (y acordaos de seguirme en Twitter y Facebook).

Duquesa Doslabios.

La homosexualidad no es una enfermedad

Querid@s,

Lo que faltaba. Al parecer existe una mujer que se considera la salvadora de aquellos a los que no les atrae ni aman (sentimentalmente hablando) a personas del sexo contrario. Gracias a una anónima lectora ya sé de quien se trata. Gracias querida.

Les hablo de Elena Lorenzo Rego, la «coach profesional y terapeuta especializada en orientación sexual dirigida a personas con Atracción al Mismo Sexo (AMS) y a sus familiares». Así es como ella misma se define en su web. Y Lo sé, puedes dejar atrás la homosexualidad son las palabras que la Sra. Lorenzo escoge para presentar su díscolo sitio. La cosa no termina aquí, le siguen frasecitas que lanza como tablas de salvación del tipo:

Déjame ayudarte a encontrar tu identidad. Hay una terapia que te ayuda a cambiar. Tú decides. Si quieres, puedes dar el paso.

A mí todo este rollo macabeo me suena a panfleto sectario, reclamos publicitarios de come cocos enajenados, cuya lectura me está produciendo una terrible urticaria. Les ruego que sigan recorriendo su web y juzguen ustedes mismos si es o no homófoba, además de pretenciosa. La web y su autora. Ella, que dice saberlo, dice también tener el remedio contra la homosexualidad, algo que está bien para los hijos de los demás, pero no para los propios, pues para esto NADIE está preparado. Sus servicios incluyen hasta grupos de apoyo para adultos, padres, jóvenes & adolescentes. Por ende, esta señora considera a estas alturas del cuento que la homosexualidad es una enfermedad.

lorenzo-rego-homofobia-kdtD--620x349@abcSeñora, la enferma es usted.

Como reclamo para su terapia lanza una pregunta retórica. ¿Eres gay o lesbiana y eso te hace infeliz?

Señora, la infeliz es usted.

Creo que es hora de dejar de intentar solucionarle la vida a los demás y atreverse a mirarse por dentro. Seguro que esta mujer homófoba e irrespetuosa con los gays y las lesbianas encuentra muchos problemas, desde luego no los propios, que solucionar. Que manía tienen ciertas personas en dedicarse a hurgar en las yagas ajenas y convertirse en su tabla de salvación, cuando no tienen la valentía de mirarse al espejo cada mañana y devolverse la mirada.

¡Será atrevida! Primero por meterse donde no le llaman. No creo que haya recurrido a esta terapeuta de dudosa reputación ninguna persona homosexual pidiéndole ayuda. Esta retrógrada mujer, indocumentada donde las haya, ofrece una terapia de crecimiento personal para dejar atrás la homosexualidad, como si fuera un mal recuerdo o un comportamiento que debería eliminarse. Afirma incluso que la homosexualidad es el resultado de algún trastorno.

Señora, la trastornada es usted.

Esta coach, terapeuta o vaya usted a saber qué es, que en nombre de la ciencia se auto proclama salvadora redentora de «las almas infelices y trastornados» de aquellos que aman o eligen amar a alguien de su propio sexo ha sido denunciada por la asociación Arcópoli para la defensa de los derechos y libertades LGTB. La asociación denunció su web ante la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid.

En su web, la terapeuta acaba de publicar la entrevista que según ella misma declara ha querido «conceder una entrevista a Religión en Libertad (confío plenamente en su ética profesional y publicarán con veracidad mis palabras). Quiero confiar en que TODOS los medios de comunicación harán lo mismo. De nuevo, juzguen ustedes mismos.

Por su parte, la Comunidad de Madrid investiga a esta curandera de dudosa credibilidad, cuya reputación para mí ya es insalvable. Cristina Cifuentes ha hecho declaraciones e investiga si pueden imponerse sanciones a la intrépida coach por violar la ley, ya que esta «permite ir en contra de situaciones que supongan una discriminación y un ataque a la libertad de las personas, actitudes que van en contra de lo que queremos implantar: que es la tolerancia, admitir la diferencia y no considerar, ni mucho menos, que la homosexualidad es una enfermedad. A mí eso me parece un disparate, evidentemente».

La homosexualidad no es ninguna enfermedad, querida terapeuta. De toda la vida de Dios. Los enfermos, entre otros, son aquellos que la prohíben, la vetan y la menosprecian. Miserables a quien no merece la pena devolver la mirada en el espejo.

P.D. Que Dios la perdona algún día por lo que hace.

Que follen mucho y mejor.