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¿Follar por follar? No siempre

Querid@s,

Cada uno folla lo que quiere, puede o le dejan. ¿Hasta ahí estamos de acuerdo? Hace unos cuantos fines de semana me compré un billete rumbo al sur de Estados Unidos. Concretamente a Nueva Orleans, una ciudad histórica, cuna del blues, del jazz y la fiesta carnavalesca del Mardigras. Este último despiporre callejero es en septiembre, y desde ya les digo que no me lo pierdo ni jarta de horchata.

Conocí a un chico en un bar y durante un rato estuvimos mordiéndonos la boca en la pista de baile. Hablábamos y nos besábamos, bailábamos y nos besábamos. Hasta que me invitó a dormir a su casa. Dudé un instante. Si no fue capaz de seducirme ni en la pista de baile, ni en la conversación, ni en los besos que nos dimos, ¿Para qué seguir? Aunque me gustaba, no me ponía caliente. Si los besos que nos dábamos eran de esos que no dicen nada y cuando me rozaba, yo ni temblaba ni volaba, me dije ¿Por qué entonces vamos a follar?

Me ubico, poniéndome en situación. Lo que él quiere está muy claro. Quiere meterla a toda costa y esta noche parece que el agujero afortunado soy yo. Pero me pongo en plan analista de mercado y decido que para estos menesteres, el DAFO siempre viene como anillo al dedo. Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades. A saber, sopesar los pros y los contras.

Empiezo con los pros:

1.) Follar es gratis.
2.) Si no me acuesto con él, a lo mejor mañana me arrepiento.
3.) Me está costando pensar en un tercer motivo para irme con él a la cama.

Sigo con los contras, adelantándome a los acontecimiento venideros:

1. Va borracho y está claro que no se le va a levantar con facilidad.
2. No sé cómo la tiene, pero si esta borracho igual está flácida y no habrá nada que hacer con ella. Paso.
3. Él va a lo que va: la penetración pura y dura. Seguramente no habra ni rastro de esos benditos preliminares que tanto me gustan.
4. Estoy segura de que me va a follar como si fuera el conejito de Duracell y por si fuera poco, en la manida postura del Misionero, con todas las posturas que tiene el Kamasutra. Por ejemplo, éstas, especialmente diseñadas para tocar tetamen.

5. En algún momento me susurrará más que encendido que me convieta en una garganta profunda. Posiblemente él ya se haya bajado al pilón antes y me haya hecho, deprisa y corriendo, el cunnilingus de turno para poder reclamar su mamada.
6. Tengo muy claro que hoy no me voy a correr, ni de coña. Sobre todo porque cuando él se corra (si es que esto ocurre), saldrá de mi, se echará a un lado y se pondrá a dormir.

Muchas más ideas pasaron por mi cabeza, pero pensé que ya eran suficientes los motivos para decidirme por no irme a la cama con él aquella noche.

Decliné su oferta de manera educada y nos despedimos sin demasiado afán.

¿Nos vemos mañana? Me dijo.

En los bares – le respondí.

Ese follar por follar, a toda costa, a cualquier precio, ese aquí te pillo aquí te mato sin ton ni son, esos polvos que ni chicha ni limoná, muchas veces nada tienen que ver con el placer. Ni con el sexo. Son ganas de satisfacer la calentura propia, complacer la ajena, meterla en algún agujero o que le llenen a uno el vacío. Otras veces son ganas de nada.

Que follen mucho y mejor.