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Lilith, la primera femme fatale de la Historia

Querid@s,

¿Qué es para usted una femme fatale?

Valle Inclán decía que  “La mujer fatal es la que se ve una vez y se recuerda siempre. Esas mujeres son desastres de los cuales quedan siempre vestigios en el cuerpo y en el alma. Hay hombres que se matan por ellas; otros que se extravían…

Yo nunca he visto a ninguna femme fatale fuera de la pantalla. Dentro he visto muchísimas.  Dalila, Hera o Pandora. Salomé, Helena de Troya. Emma Bovary, Anna Karenina o Marlene Dietrich. Siempre me han inquietado especialmente Gilda.


Yo me las imagino cual criaturas destructivas y fascinantes. No en vano tienen su patria en la mitología y la religión, y desde los albores de la historia despiertan envidia mala entre las mujeres corrientes. Los hombres las temen y las anhelan por igual.

¿Cómo ha de ser una mujer para ganarse el título de fatal?

La femme fatale ha de ser malvada, impasible como aquel americano de película. Ha de ser rebelde como Janette, porque el mundo la ha hecho así. Nadie la ha querido, por eso ella no sabe amar.

La femme fatal ha de ser destructiva y fascinante a la vez. Perturbadora en todos sus movimientos. Altiva, venenosa como la serpiente del Pecado Original. La femme fatale ha de ser femenina, lista e inquietante. Sexualmente insaciable y una perfecta hedonista sin corazón. Bella como ella sola, rezumante siempre de poder y misterio por cada poro de su piel. De melena larga y ondulante, de senos exuberantes. No podía ser menos, pues tiran más dos tetas que dos carretas.

La femme fatale es esa mujer inalcanzable, maléfica en sus pensamientos, impía de corazón. Es aquella que se pone el mundo por montera y se la suda una piscina olímpica lo que opine el resto del planeta. Ella está por encima de todo y de todos. Despertará en el otro el deseo de salvarla, pero  como ella está perdida, arrastrará inevitablemente a todo el que quiera salvarla a la más absoluta de las perdiciones.

Atrévanse a mirarla y no caer en la tentación. ¿Serán capaces de no sucumbir a una femme fatale? Hay que ser muy hombre. Y muy mujer.

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O la primigenia Lilith. A propósito de Lilith, para el lector despistado, desde los albores de la historia cuentan que fue la primea femme fatale, la primigenia. Según algunos textos hebreos, Lilith, personaje femenino que da nombre a este blog, fue la primera compañera de Adán, por lo que Eva sería la segunda mujer. Lilith, a diferencia de aquella, fue hecha del mismo material que Adán. Siempre se sintió su igual, nunca renunció a sus derechos, y polemizaba con él a todas horas sobre cómo unirse en cuerpo y alma.

Furiosa porque Adán quería que le obedeciera porque a él le pasaba por los mismísimos, un bien día cogió el montante y se marchó. Huyó del Edén, hacia la región del aire. El pobre Adán le suplicó que no se fuera, pero la rebelde sin causa de Lilith como el que oye llover. No sólo no volvió, sino que para más INRI se unió a un diablo con el que engendró no sé cuantos maléficos diablillos. Dios los cría y ellos se juntan. El pintor John Collier (1892) la retrata como una rebelde esposa de Adán al desnudo, de larga y cobriza melena, abrazada por un enorme y brillante reptil al que la joven acaricia deliciosamente con su mejilla. Aquí la tienen en todo su esplendor.

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Lilith era una criatura perversa y así es como se convirtió en la primera femme fatale de la Tierra. Rebelde, infiel y contestataria. Lo tenía todo la muy pecadora. A Adán le buscaron otra esposa, con la esperanza de que fuera más obediente. Pero Eva, aunque no le llegaba a Lilith ni a la suela de los zapatos en fatalidad, también se reveló. Y cogió la manzana. Otra que le salió rana al pobre Adán. Y por su culpa desde entonces todos cargamos con el Pecado Original.

Y mi preferida, la sublime Lauren Bacall en aquel papel, en aquella película (adivínenla ustedes mismos) en la que le decía a Humphrey Bogart aquello de Si me necesitas, sólo tienes que silbar.

Que follen mucho  y mejor.