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Invitar o no invitar a desayunar después de una noche de sexo, esa es la cuestión

Dicen que lo cortés no quita lo valiente, pero por lo visto se quedaron un poco cortos a la hora de explicar cómo afectaría esto a la mañana siguiente después de una noche de sexo casual.

GTRES

Generalmente tendemos a pensar en el desayuno como en una especie de declaración de intenciones. Tengo una amiga que si ya se resiste a que pasen el tiempo más que necesario entre sus sábanas, no quiere ni oír hablar de comer algo juntos por la mañana. Es de esas mujeres que no quiere complicarse y en seguida te hace saber que está muy cansada y que será mejor que, ahora que habéis terminado, te vayas.

Por experiencia he encontrado de todo: desde hombres que me han aplicado la estrategia de mi amiga u otros que no hacía falta que me dijeran nada porque yo misma cogía mis cosas, agarraba la puerta y me iba. Para mí, dormir es otro nivel de intimidad que va más allá del sexo (algo de lo que algún día escribiré al respecto).

Los ha habido incluso que, además de desayuno, se han ofrecido a llevarme a casa. Y si la mayoría de las veces he sido de volver por mis medios, era algo que se agradecía cuando la casa del susodicho pillaba lejos.

Pero por lo general, siempre que he ejercido de anfitriona he invitado con placer a lo que pudiera necesitar la otra persona: desde una ducha calentita (si veníamos del frío de la calle) hasta una cena/desayuno en condiciones  si era después de una noche de fiesta y consideraba que había que coger fuerzas para rendir apropiadamente.

Y aunque no siempre me han aceptado el desayuno (allá cada uno) siempre lo he ofrecido.

Supongo que estas (malas) formas de despedir en ayunas tendrá que ver con el hecho de que a la mañana siguiente no estamos bajo el abrigo de las copas, la noche (esa que nos confunde) o la urgencia del momento. A la mañana siguiente todo se ha extinguido y en ocasiones solo queda eso: dos personas que no se conocen de nada, e igual no quieren ni hacerlo, que solo han compartido un buen momento.

¿Cómo es imposible que nos pueda más el sentirnos incómodos por la intimidad de un café que los modales que nos han enseñado? ¿En qué momento venció el sexo a la buena educación?

Duquesa Doslabios.